Autor: cris

  • Cómo escoger una buena iglesia local

    En realidad simpatizamos con Ud. ante la difícil tarea de escoger una iglesia local buena, o quizá mejor, una iglesia local sana.

    Lo que pasa es que con la proliferación de las iglesias, existen para todos los gustos y sabores y realmente cuesta ubicar la que más nos conviene para nuestro crecimiento espiritual.

    Lo que vamos a sugerir son parámetros que de seguro le van a ayudar a escoger una iglesia local sana.

    Primero. Busque una iglesia donde Cristo Jesús sea el centro de todo. Esto parece algo elemental, pero es impresionante como es pasado por alto en no pocas iglesias locales.

    Conozco iglesias locales, en las cuales el centro de ellas es el pastor, o la esposa del pastor o la junta administrativa o la comisión directiva o como se lo llame, o el templo o las finanzas o la calidad de los que asisten por su posición social o económica.

    Recuerde que cuando Cristo no está en el centro de una iglesia local, Cristo no está en ningún lado. El no puede aceptar ningún otro lugar que no sea el centro. La iglesia local sana es Cristocéntrica.

    En segundo lugar, la iglesia local sana tiene a la Biblia como su manual de doctrina y práctica. Esto también parece algo elemental, pero es pasado por alto en tantas iglesias locales, cuando los líderes de la iglesia hablan de política, de la cultura, de las artes, de las necesidades sociales de la gente, de la ciencia, etc. y dejan totalmente a un lado la palabra de Dios.

    Un hermano y amigo estuvo de paso por cierta gran ciudad de su país. Como quería congregarse en una iglesia local el día domingo asistió a la primera que se cruzó en su camino. Todo estuvo muy bien, pero la persona que dio el mensaje a ningún momento citó la Biblia. Todo resultó ser sus opiniones y su forma particular de mirar las cosas.

    Si una iglesia local pone a un lado la Biblia y se concentra en cualquier otra cosa, ha perdido totalmente el rumbo.

    Tercero, tiene que ser una iglesia local donde los que allí se congregan están procurando vivir vidas santas. Qué lástima que se tolera el pecado en muchas iglesias locales. No estamos diciendo que los creyentes que van a cualquier iglesia local deben ser perfectos, sin contaminación alguna con el pecado. Solo en el cielo estaremos libres del pecado.

    Lo que estamos diciendo es que los líderes de la iglesia deben exhortar continuamente a los creyentes a abandonar el pecado y si alguien por desgracia cae en pecado, deben juzgarlo con energía, conforme a la enseñanza de la palabra de Dios. Si la iglesia local tolera el pecado en sus miembros, jamás verá el poder de Dios.

    Cuarto, la iglesia local sana, es aquella que brinda oportunidades de servicio a los creyentes que allí se congregan. En algunas iglesias locales, existe una casta privilegiada que piensa que son los únicos que tienen el derecho de servir en la iglesia. Los demás están solo de adorno, para llenar los bancos. La iglesia local sana es aquella en la cual los líderes comparten la carga del ministerio con los creyentes.

    Por supuesto que previo a ello habrá que capacitar a los creyentes, pero jamás se debe pensar que solo un grupo minúsculo es el llamado para servir en la iglesia. La palabra d Dios dice que todos los creyentes somos sacerdotes de Dios. Por tanto todos debemos estar ministrando de una u otra manera en la iglesia, en el hogar, en la oficina, etc. Si no tenemos oportunidades de servicio en la iglesia local nos volvemos sacerdotes mudos.

    Quinto, la iglesia local sana es aquella que manifiesta un genuino interés en el bienestar integral de los que allí se congregan. Si Ud. va a una reunión en una iglesia local y nadie le presta atención, y en consecuencia pasa desapercibido, es muy probable que esa iglesia local no sea una buena elección. Puede ser que sea una iglesia donde nadie se preocupa de nadie. El ambiente en la iglesia local debe ser como en familia, donde todos se interesan por todos.

    Ciertamente que nadie debería buscar una iglesia local para ver qué es lo que puede sacar de ella, sino para ver qué es lo que puede entregar a ella, pero existen algunas iglesias donde no se puede dar ni recibir, porque los que ya están allí forman un círculo muy cerrado que claramente comunica: Aquí no aceptamos a nadie más.

    Sexto, una iglesia local sana es aquella que da énfasis al discipulado personal. El discipulado personal es el que un creyente maduro se ocupe personalmente de un creyente tierno para ayudarle a crecer espiritualmente. Solo así se puede cumplir con el mandato del Señor de ir y hacer discípulos a todas las naciones. Lamentablemente, muchas iglesias locales ni siquiera se han enterado de esto del discipulado y en consecuencia no están cumpliendo con esta parte tan importante de la gran comisión.

    Séptimo, una iglesia local sana, es aquella que da mucha importancia al evangelismo y las misiones. Una de las funciones más importantes de toda iglesia local es anunciar el evangelio a la comunidad. Si la iglesia local no tiene metas y planes de evangelismo, ha perdido en gran parte su razón para existir. Una parte importante del evangelismo son las misiones. La iglesia local sana debería enviar misioneros y si esto no es posible, al menos debería sostener económicamente aunque sea en parte a algunos misioneros.

    Así que, si Ud. encuentra una iglesia local con al menos estas características, estamos seguros que habrá encontrado una buena iglesia local.

  • Que animal utilizo Jesús al estar en Jerusalén

    Mateo 21:7 afirma que en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén se uso una asna y un pollino. Pero Marcos 11:7 afirma que solamente se usó un pollino. ¿Puede aclarar esta contradicción?

    Con mucho gusto. Pero para esto es necesario reconocer un hecho importante en cuanto a los Evangelios. Tres de los cuatro son sinópticos. Mateo, Marcos y Lucas.

    La palabra Sinóptico, significa una disposición gráfica que muestra o representa cosas relacionadas entre sí, facilitando su visión conjunta.

    Es así como Mateo, Marcos y Lucas presentan eventos similares de la vida de Cristo, los cuales son complementarios entre ellos.

    El Evangelio según Juan es diferente, y está organizado en largos discursos, que Jesús pronunció a raíz de los milagros que hizo y especialmente durante la última semana de su existencia como Dios hombre en la tierra.

    En otras palabras, cuando se leen los Evangelios no es correcto decir: Aha, Mateo dice esto, pero Marcos dice esto otro, acerca de un mismo evento, por tanto uno de los dos debe estar mintiendo. Lo que se debe decir es: Muy bien, Mateo dice esto, pero Marcos dice esto otro, acerca de un mismo evento, entonces tanto lo que dice Mateo como lo que dice Marcos deben armonizar, voy a encontrar la manera como concuerdan las dos cosas.

    Esto es justamente lo que vamos a hacer en el caso de la entrada triunfal a Jerusalén. Atendamos primero al relato de Mateo.

    Leo en Mateo 21:1-7 donde dice: «Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sión: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.»

    Ponga ahora la atención en relato de Marcos. Leo en Marcos 11:1-7 «Cuando se acercaron a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? Decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el pollino atado fuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces le dijeron como Jesús había mandado, y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.»

    Se trata del mismo evento. Pero comparando el un relato con el otro, es obvio que existen pequeñas diferencias. Mateo habla de una asna y un pollino, mientras que Marcos habla solo de un pollino. Mateo no dice nada en cuanto a que nadie había montado al pollino antes, mientras que Marcos sí lo hace. Marcos habla de que el pollino estaba atado afuera a la puerta, en el recodo del camino. Mateo omite este detalle.

    Nuestra tarea es armonizar o poner todo junto, porque los eventos en los Evangelios sinópticos son complementarios, más no contradictorios. Diremos entonces que los discípulos trajeron a Jesús, una asna y un pollino a quien nadie había nunca antes montado. Tanto la asna como el pollino estaban atados a la puerta de una ciudad, junto al recodo del camino. Los discípulos pusieron sus mantos tanto sobre la asna como sobre el pollino y Jesús se sentó sobre el pollino. Hemos armonizado ambos relatos y ahora tenemos un cuadro completo de cómo fue este asunto.

  • Dios perdona todas las iniquidades

    Mateo 12:36 dice que los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa en el día del juicio, pero Salmo 103:3 dice en cambio que Dios perdona todas las iniquidades. ¿Puede explicarme cómo puede ser esto?

    Vamos a leer el pasaje que se encuentra en Mateo 12:34-37 donde leemos: «¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de al abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.»

    Las palabras solamente son vehículos que transmiten lo que está en la mente o en el corazón de una persona. Si lo que está en la mente de una persona es algo bueno, esa persona hablará buenas cosas, pero si lo que está en la mente de una persona es algo malo, esa persona hablará malas cosas. Así de simple.

    Por eso Jesús dijo: ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Además, esto de hablar cosas malas o palabra ociosa, según la definición de Jesús, es algo muy serio, porque acarrea la condenación de Dios.

    Jesús dice por tanto: De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Jesús termina su enseñanza sobre esto diciendo que lo que uno habla indica lo que uno es. Si lo que uno habla es bueno, entonces uno es bueno, pero si lo que uno habla es malo, entonces uno es malo.

    Así que, es muy riesgoso hablar mal. Es decir murmurar, insultar, chismear, mentir, engañar, etc. Llegará un día cuando cada murmuración será juzgada por Dios. Cada insulto será juzgado por Dios. Cada chisme será juzgado por Dios. Cada mentira será juzgada por Dios. Cada engaño será juzgado por Dios.

    En el caso de los incrédulos, el veredicto será condenación eterna, pero en el caso de los creyentes, esos pecados de la lengua ya fueron juzgados en el pasado. Por esos pecados pagó Cristo Jesús cuando murió en la cruz del Calvario.

    Por eso los creyentes no seremos condenados por las cosas malas que con seguridad hablamos en algún momento. Esto no significa por supuesto que los creyentes podemos hablar mal y nada va a pasar.

    En primer lugar, un verdadero creyente no debería hablar mal, porque recuerde que el hablar indica el carácter de la persona. Dime cómo hablas y te diré quién eres.

    Pero si un creyente cede a la tentación de hablar mal y cae en este pecado, debe reconocerlo, confesarlo a Dios como pecado y apartarse de este pecado. Dios en respuesta dará perdón y limpieza.

    En definitiva entonces, Dios juzgará y castigará con severidad por los pecados de la lengua y en realidad por cualquier otro pecado. Pero si el pecador se apropia de la oferta de perdón que Dios hace en Cristo, Dios le perdonará todos los pecados y ese pecador quedará ante Dios como si nunca hubiera cometido pecados.

    A esto es justamente lo que se refiere el otro texto citado por Usted en Salmos 103:3 donde leemos: «Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias»

    Esto se da en las personas que reconocen su pecado, reconocen que están condenadas por su pecado y claman a Dios por perdón. Más directamente, reciben a Cristo como Salvador. A este tipo de personas, Dios les perdona todas sus iniquidades, no solo los pecados de la lengua, sino todos los pecados que hayan cometido.

    Si Usted no quiere que algún día Dios le juzgue por todo lo malo que ha dicho o ha hecho, reciba a Cristo hoy mismo. En respuesta Dios olvidará su pecado. Pero si Usted prefiere ser juzgado por todo lo malo que ha dicho o ha hecho, adelante, rechace a Cristo como Salvador, y Usted tendrá que pagar pasando la eternidad en tormento en fuego.

  • Porque los Apóstoles no pudieron expulsar espíritus inmundos

    En Mateo 10:1, Jesús dio a sus discípulos autoridad sobre los espíritus inmundos, pero según Mateo 17:16, los discípulos no pudieron expulsar un demonio de un muchacho. ¿Por qué?

    Vamos a leer el primer texto citado por Usted. Se encuentra en Mateo 10:1 donde dice: «Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.»

    Efectivamente, Jesús dio a sus discípulos autoridad sobre los demonios o espíritus inmundos. Con este poder dado por Jesús, los discípulos estaban en capacidad de echar fuera demonios.

    Sin embargo, este poder dependía de la fe de estos discípulos. Mientras su fe era fuerte y vigorosa, los discípulos no tenían problema para echar fuera demonios. Pero si su fe flaqueaba o se debilitaba, perdían el poder para echar fuera demonios.

    Eso fue justamente lo que sucedió más o menos un año más tarde en el incidente que relata Mateo en el capítulo 17 versículos 14-16 donde dice: «Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.»

    Interesante. Como un año antes los discípulos habían recibido de Jesús, autoridad para echar fuera demonios. Pero obviamente, algo no estaba funcionando como se esperaba. Ciertamente no fue culpa de Jesús. Porque ponga atención a la evaluación que hizo Jesús de lo que estaba pasando. Mateo 17:17 dice: «Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.»

    No es que los demonios se habían fortalecido en el año que había transcurrido y ahora ya no obedecían las órdenes de los discípulos. Lo que estaba pasando es que la fe de los discípulos se había debilitado. Por eso Jesús les dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!

    Acto seguido, observe lo que hizo Jesús. Mato 17:18 dice: «Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.»

    Ante esto, los desconcertados discípulos deben haber quedado con una gran interrogante en su cabeza. ¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera ese demonio? Note lo que dice Mateo 17:19 «Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?»

    La respuesta de Jesús da en el clavo. Escuche atentamente lo que dice Mateo 17:20-21 «Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno.»

    He allí el problema. Los discípulos tenían poca fe. La gran pregunta sería ¿Qué pasó con su fe? ¿Por qué llegó a ser poca o a debilitarse? La respuesta aparece en el final del pasaje leído. Los discípulos se durmieron en los laureles. Pensaron que la autoridad que Jesús les dio iba a estar con ellos sin importar su conducta, sin importar su norma de vida. Descuidaron la devoción a Dios, descuidaron la palabra de Dios, descuidaron la oración y descuidaron el ayuno. No es extraño que su fe estuviera al borde del colapso.

    Fue por eso que no pudieron hacer lo que Jesús les dio autoridad para hacer. Gran lección para nosotros. Los que somos creyentes, tenemos el Espíritu Santo morando en nuestras vidas. El Espíritu Santo nos da el poder para vivir en santidad. El poder para soportar las pruebas. El poder para ser testigos eficaces de Jesucristo.

    Pero si nosotros nos volvemos como los discípulos de Jesús en aquel momento, perderemos también el poder para vivir en santidad. Caeremos fácilmente en el pecado. Perderemos el poder de soportar las pruebas. Cada prueba será para quejarnos contra Dios y contra todos. Perderemos el poder de testificar a otros de Jesucristo. Nos dará vergüenza abrir la boca para testificar.

    En definitiva perderemos el poder para vivir en victoria. Para que la fe se mantenga fuerte y vigorosa, necesitamos perseverar en la comunión con Dios por medio de estudiar su palabra y orar. Debemos perseverar en vivir conforme lo que su palabra nos dice.

  • Todos los que digamos señor, señor seremos salvos

    En Mateo 7:21 dice que no todo el que dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, mientras que en Hechos 2:21 y Romanos 10:13 dice que el que invocare el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo es esto?

    Vamos a leer Mateo 7:21-23. Dice así: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.»

    Impresionante. Estas personas, incrédulas todas, se llenaban la boca diciendo que son del Señor. Inclusive, profetizaron en el nombre del Señor, echaron fuera demonios en el nombre del Señor e hicieron muchos milagros en el nombre del Señor, pero tristemente no conocían al Señor. Eran falsos creyentes. Jesús los llamó falsos profetas, lobos rapaces vestidos de ovejas. Jamás había hecho la voluntad del Padre, lo cual es recibir por la fe a Jesucristo como Salvador.

    Por este motivo es que no pudieron entrar al reino de los cielos.

    Pero ahora consideremos Hechos 2:21 donde dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.»

    Exactamente lo mismo leemos en Romanos 10:13. Ambas citas han sido tomadas del Antiguo Testamento, en el libro de Joel capítulo 2 versículo 32 donde dice: «Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo»

    Cuando en estos textos se habla de invocar al Señor o a Jehová, no se está dando a entender una mera articulación de la palabra. No está hablando solo de pronunciar la palabra como lo hicieron los falsos creyentes de quienes habló Jesús.

    Está hablando de abandonar cualquier esperanza que uno haya tenido para ser salvo y abrazar con todas las fuerzas la única esperanza válida para ser salvo, la fe en Cristo como Salvador. Solo este tipo de personas son genuinamente salvas. El resto, aunque se maten pronunciando la palabra Señor, no serán salvos jamás.

  • ¿Quien fue Juan Huss?

    La vida de Juan Huss transcurrió entre 1369 y 1415, es decir que murió unos cien años antes de la Reforma de Lutero.

    Juan Huss fue un doctor en Teología y dotado expositor de la Biblia. Residía en Praga, Checoslovaquia. Fue confesor de la Reina de Bohemia. La sinceridad de su fe junto con sus habilidades sorprendentes, su elocuencia y su manera de ser le hicieron acreedor al respeto y admiración de mucha gente de su época y de su entorno.

    Los sucesos en la vida de Juan Huss tuvieron su origen en un gran hombre de Dios llamado Juan Wycliff, oriundo de Oxford Inglaterra Las enseñanzas de este hombre acerca de la necesidad de retornar a la Biblia como la única norma de conducta y práctica calaron profundamente en un hombre que se llamaba Jerónimo de Praga.

    Siendo un joven estudiante, Jerónimo de Praga escuchó las enseñanzas de Wycliff en Oxford y retornó a su tierra, Checoslovaquia con una pasión por compartir lo que había aprendido en Inglaterra.

    Jerónimo de Praga había reconocido con claridad que la Iglesia católico romana se había apartado de la doctrina de Cristo y que por tanto, cualquiera que buscaba sinceramente la salvación tenía que retornar a las enseñanzas de los Evangelios. Entre muchos de los que recibieron la enseñanza de Jerónimo de Praga estaba Juan Huss.

    Juan Huss escribía y predicaba en idioma checo. Como era de esperarse, Juan Huss enfrentó tenaz y terrible oposición de la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católico romana. A través del Arzobispo de Praga, el Papa hizo que Juan Huss sea excomulgado y que públicamente sean incinerados los escritos de Juan Wycliff.

    Pero el Rey de Bohemia, la nobleza, la universidad de Praga y la mayoría del pueblo apoyaron a Huss y a sus enseñanzas.

    En aquel tiempo, la jerarquía católico romana convocó un Concilio que tendría lugar en Constanza a orillas del hermoso lago del mismo nombre. Este concilio duró tres años y medio y atrajo una impresionante concurrencia de dignatarios eclesiásticos, príncipes y gobernantes de varios estados, además de enorme cantidad de gente de diversa índole.

    Durante este tiempo, la ciudad de Constanza fue escenario del más elaborado entretenimiento y de maldad sin nombre. La iglesia católico romana tenía por entonces nada más y nada menos que tres Papas, rivales entre ellos, luchando cada uno por el poder y la hegemonía.

    Uno de los objetivos de este concilio fue justamente terminar esta confusión y la división que se había originado en la iglesia a causa de ella. El concilio decidió destronar a los tres Papas y nombrar uno nuevo. El Papa Martin V.

    Pero otro objetivo del Concilio fue combatir las enseñanzas asociadas con nombres como Wycliff, Jerónimo de Praga y Juan Huss. Fue así como Huss fue invitado a presentarse ante el concilio. El emperador Segismundo le dio un salvoconducto asegurándole protección para que pudiera asistir al concilio.

    Confiado en la palabra del emperador Huss fue a Constanza en el momento de apertura del concilio general, esperando aprovechar la oportunidad para exponer las doctrinas de las Sagradas Escrituras a tan selecta concurrencia.

    Pero a pesar de la promesa del emperador, Huss fue apresado y arrojado en una mazmorra en una isla del lago. Para justificar esta innoble acción, el concilio promulgó un solemne decreto en el año 1415 señalando que esa decisión fue tomada bajo la dirección del Espíritu Santo con la finalidad que la iglesia no se vea manchada por la presencia de un hereje en su seno.

    Para la iglesia católico romana, Juan Huss era un hereje de la peor calaña. Usó el engaño para poder aprehenderle. En su prisión, Huss fue objeto del maltrato de todo tipo, con la finalidad de quebrar su voluntad férrea para que se retracte de sus enseñanzas, principalmente de aquellas que tenían que ver que la salvación es por gracia, por medio de la fe, aparte de las obras de la ley y aquella que Dios no tolera la impiedad de ningún hombre, por más títulos o posición exaltada que ostente, en clara alusión a la corrupción que como cáncer se había infiltrado sobre el papado y el clero en general.

    Con humildad, coraje y no poco ingenio, Huss sostenía que estaba totalmente dispuesto a retractarse de cualquier cosa que hubiera enseñado, siempre y cuando se le demuestre con la Biblia que él estaba equivocado. Nadie podía demostrar con la Biblia que Huss estaba equivocado y por eso Huss no se retractó de nada que había enseñado.

    También rehusaba retractarse de todas las acusaciones infundadas que se habían lanzado contra él. Por este motivo, el concilio de Constanza sentenció a Juan Huss a ser quemado en la hoguera.

    Fue así como el 6 de Julio de 1415, Huss fue devorado por las llamas tanto de la leña como del odio de sus adversarios, mientras ellos se daban la gran vida en el famoso concilio de Constanza. Dos semanas antes de ser atado a la estaca para ser quemado, Huss escribió lo siguiente: Soy grandemente consolado por las palabras de Cristo cuando dijo: Bienaventurados sois cuando por mi causa os persiguen…Un buen saludo, no… el mejor de los saludos, pero muy difícil. No presumo entenderlo totalmente, pero lo quiero vivir en la práctica, porque me garantiza gozo en medio de esta tribulación. Es muy fácil leerlo en voz alta y predicarlo a las multitudes, pero es difícil vivirlo en la práctica. Aún el Soldado más valiente, aún sabiendo que iba a resucitar al tercer día, después de haber cenado se afligió en espíritu ante la inminencia de la muerte… Sobre esta base, los soldados de Cristo, mirando a su líder, el Rey de Gloria, han sostenido una gran lucha. Han pasado por el fuego y el agua, pero no ha sido en vano porque han recibido la corona de vida, la gloriosa corona que, el Señor, lo creo firmemente, me dará también a mí, y a Ustedes también, fieles defensores de la verdad y a todos los que sin desmayar aman al Señor Jesús. Oh, santísimo Señor, arrástrame hacia ti, débil como soy, acércame a ti. Porque si tú no nos arrastras hacia ti no podemos seguirte. Fortalece mi espíritu, para que esté siempre dispuesto. Si la carne es débil, haz que tu gracia me sostenga. Ven a ayudarme porque sin ti no podré enfrentar la muerte cruel que me espera. Dame un corazón valeroso, una fe verdadera, una firme esperanza y un perfecto amor, de modo que por tu causa yo pueda entregar mi vida con paciencia y gozo. Amen. Escrito por uno que está en cadenas y en prisión en la noche de San Juan el Bautista.

    Esta, es una síntesis de la obra de este gran hombre de Dios. Para los adversarios de Juan Huss, debió haber sido una victoria verlo retorcerse en medio de la llama de la hoguera, pero para Juan Huss no fue derrota, porque inmediatamente vio cara a cara a su amado Salvador a quien amaba sin haberle visto.

    Juan Huss murió pero sus ideas, sus enseñanzas persisten hasta hoy. El sacrificio de Juan Huss encendió una hoguera que la decadente iglesia de la época jamás ha podido apagar. Esta hoguera brilló con luz propia unos cien años más tarde cuando nació la Reforma con Martin Lutero a la cabeza.

    De la vida de Juan Huss aprendemos que la verdad de la Biblia siempre tendrá sus opositores. El día que Usted comience a proclamar la verdad bíblica para confrontar los males de la sociedad, ese mismo día se rodeará de multitud de adversarios.

    Pero lejos de claudicar, debemos seguir el ejemplo de Juan Huss, quien dijo: Si me demuestran con la Biblia que estoy equivocado, estoy dispuesto a retractarme. Poner en alto la verdad de la Biblia siempre tendrá su precio. A veces el precio es muy elevado, como el que tuvo que pagar Juan Huss. ¿Está Usted dispuesto a pagarlo? El premio para Usted será lo que Juan Huss también esperaba: La corona de gloria.

  • ¿Juzgar o no juzgar?

    Mateo 7:1 dice que no debemos juzgar a otros, pero Levítico 19:15 dice: con justicia juzgarás a tu prójimo. ¿No le parece contradictorio?

    No, no es contradictorio en absoluto. Lo voy a explicar así: Leamos el pasaje bíblico que se encuentra en Mateo 7:1-5 donde dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.»

    Cuando una persona impulsa sus propias normas de conducta en lugar de las normas de Dios, tiene que erigirse también en un juez de la conducta de los demás. Cuando los hombres establecen sus propias normas, se hacen a sí mismo jueces a fin de determinar lo que es aceptable o no aceptable, y para distinguir entre lo que se conforma a sus normas y lo que no.

    El peligro del legalismo es que no conducirá al hombre a la santidad en su conducta. Además, de manera inevitable, hace del hombre juez tanto de las acciones como de los motivos de los demás. Por esto el Señor dijo: No juzguéis. No os volváis críticos. No os entreguéis a un espíritu de censura.

    Pero la palabra de Dios no prohíbe al hombre a distinguir entre el bien y el mal. La prohibición de: no juzguéis, no nos da ninguna excusa para que no condenemos el pecado.

    El texto citado por Usted en Levítico 19:15 es claro: «Con justicia juzgarás a tu prójimo»

    Por eso es que Pablo juzgó el pecado de inmoralidad, en la iglesia de Corinto. Cuando el Señor decía: No juzguéis, trataba más de los motivos que de las acciones. Las acciones son claras y evidentes cuando se evalúan mediante la palabra de Dios. Pero el hombre no puede discernir los motivos ni penetrar en la mente y el corazón de otros para conocer los pensamientos de ellos. Esta es un área que sólo Dios puede escudriñar, y es sólo de él el derecho a juzgar.

    De modo que, no existe discrepancia alguna entre el mandato de Jesucristo a no juzgar y el testimonio bíblico de juzgar con justo juicio al prójimo. Lo que Jesucristo estaba diciendo es: No juzguen los motivos o las intenciones del corazón, porque Ustedes no pueden saber lo que hay en el corazón de otros hombres.

    Pero juzguen las acciones porque eso es algo que Ustedes pueden ver y evaluar conforme a la enseñanza de la Biblia.

  • ¿Debemos o no tener tesoros en la tierra?

    Mateo 6:19 dice que no debemos hacernos tesoros en la tierra, pero Proverbios 21:20 dice que en la casa del sabio hay tesoro precioso. ¿Cómo entender este asunto?

    Permítame explicarlo de esta manera. Voy a dar lectura al texto que se encuentra en Mateo 6:19-21 donde dice: «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.»

    En este pasaje bíblico, el Señor Jesucristo está contrastando lo material con lo espiritual, lo temporal con lo eterno. Lo material solamente sirve para este mundo, mientras dura la vida en este mundo.

    Además, lo material está sujeto al peligro constante de desvanecerse, por diversas razones, la devaluación, el deterioro de las condiciones económicas en los países, la acción de los delincuentes, el desgaste por el uso, etc.

    En cambio lo espiritual no corre ningún peligro de que se pierda. La razón es porque está localizado en el cielo, donde no existe devaluación ni deterioro de la economía, ni delincuencia, ni desgaste.

    Jesús por tanto exhorta a sus oyentes y a los que leemos lo que dijo, a no ser insensatos gastando la vida en hacer tesoros terrenales. Lo sabio es gastar la vida en hacer tesoros celestiales. Esto no significa que los creyentes debemos vender todo lo que tenemos, sea mucho o sea poco, y dar a los pobres el fruto de la venta. Aunque no estaría mal si alguien es persuadido a hacer eso por el Señor. Lo que significa es que debemos tener en orden nuestras prioridades.

    Primero es lo espiritual. Nuestra comunión con el Señor, nuestro estudio de la Palabra de Dios, nuestra manera de vivir como hijos de Dios imitando la conducta de Jesucristo, nuestro amor a los demás como fruto de la fe genuina. Todo esto es lo más importante en la vida de un creyente.

    Después de esto, está lo material. El trabajo, el negocio, la educación, la distracción, etc.

    Todo es cuestión de tener las prioridades en orden. Cuando un creyente tiene en orden sus prioridades, no es extraño que el Señor haga prosperar de una manera sorprendente lo material y así, ese creyente tendrá tesoro tanto en el cielo como en la tierra.

    Este fue el caso de personas como Abraham, Job, David, Salomón y tantos otros que tuvieron abundante tesoro en la tierra pero sin sacrificar el tesoro en el cielo. La voluntad de Dios no es que todos seamos paupérrimos. Tampoco es que todos seamos millonarios. Dios sabe a quien enriquece y a quien empobrece.

    Pero siempre, la voluntad de Dios será que no gastemos la vida edificando imperios en la tierra, descuidando totalmente el hacer tesoros en el cielo.

    Muy bien, ahora vayamos al texto en Proverbios 21:20 donde dice: «Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa.»

    Este texto, describe la condición de un hombre sabio. Este hombre sabio estaba plenamente consciente de que primero es lo espiritual y después lo material. Fiel a este principio, hizo tesoros en el cielo y Dios le recompensó permitiendo que haga también tesoro en la tierra.

    Esto de ninguna manera contradice la enseñanza en Mateo donde dice que no debemos hacernos tesoros en la tierra. Recuerde que la enseñanza de Mateo tiene que ver con prioridades. Lo espiritual es más importante que lo material. Si alguien cumple con esto, no será extraño que Dios le permita vivir como si tuviera apreciable fortuna. Donde no faltará alimento, donde no faltará aceite, donde no faltará vestido, donde no faltarán facilidades para vivir en este mundo. Esta fue la experiencia del hombre sabio en Proverbios.

    En cambio el hombre necio o insensato, el que solamente vive para lo material, el que solamente se hace tesoros en la tierra, encontrará muy pronto que todo su esfuerzo ha sido inútil, porque vendrá la polilla y el orín, o los ladrones, o la devaluación, o la mala administración, o el desgaste, etc.

    Y lo que había acumulado se disipará totalmente. No vale la pena gastar la vida en lo material descuidando lo espiritual.

  • ¿Orar en publico o en secreto?

    En Mateo 6:6 se exhorta a orar en secreto, pero en 1ª Timoteo se exhorta a orar en público. ¿No le parece contradictorio?

    No, no me parece en absoluto contradictorio. Más bien es complementario. Se debe orar en secreto, pero también se debe orar en público. Ambos tipos de oración son perfectamente válidos. Veámoslo en mayor detalle.

    Para eso leamos Mateo 6:5-6 donde dice: «Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.»

    En este pasaje bíblico, Jesús no está condenando la oración en público, lo cual era válido y perfectamente legal. Lo que Jesús está condenando es la hipocresía que resulta de orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, no para ser oídos por Dios, sino para ser vistos y admirados por los hombres.

    Los que así lo hacen ya tienen su recompensa, la cual es la alabanza barata de hombres corruptos como ellos, pero jamás obtendrán recompensa de parte de Dios. La prueba de la sinceridad de la oración, está dada por la disposición voluntaria y gozosa de estar en un lugar donde no haya absolutamente nadie, para abrir el corazón delante de Dios únicamente. Esta es la oración que será recompensada por Dios pero no por los hombres.

    Ahora leamos 1ª Timoteo 2:8 donde dice: «Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda»

    Esta es la ratificación de que es perfectamente válido orar en público, cuidando siempre la actitud del corazón, no sea que caigamos en la hipocresía de orar solamente para ser vistos por los hombres, lo cual condenó Jesús en Mateo 6:5.

    Pero si no existe la intención de atraer la atención hacia uno mismo, es bueno orar en público. En todo caso, si Usted no tiene la costumbre de orar a Dios en secreto, es mejor que no ore a Dios en público, para que nadie le tilde de hipócrita.

  • Dios hace llover sobre justos e injustos

    En Mateo 5:45 se dice que Dios hace llover sobre justos e injustos, pero en 2ª Crónicas 6:26 habla de que Dios puede hacer cerrar los cielos para que no haya lluvia para castigar a los injustos. ¿Cómo se explica?

    Pues, vamos a la explicación. Leamos Mateo 5:45, pero para tomar el contexto, leamos desde el versículo 43 hasta el 46. Dice así: «Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publícanos?»

    Esta es la magistral enseñanza de Jesús sobre el amor. Así como Dios ama a todos, sin distinción de personas, aún a sus enemigos, los que somos sus hijos debemos imitar esa forma de amar, porque los hijos imitan a sus padres. Por tanto, nosotros también debemos amar a todos, sin distinción de personas, aún a nuestros enemigos.

    Pero además de esto, podemos ver que el verdadero amor, el amor de Dios, se manifiesta en obras que benefician al objeto del amor. Dios es amor y ese amor se manifiesta en beneficios para las personas amadas.

    Por amor, Dios hace salir el sol sobre buenos y malos. Sin el sol, no habría vida en la tierra. Tanto los buenos como los malos disfrutan de este favor de Dios. Por amor, Dios hace llover sobre justos e injustos. Sin lluvia, la gente se moriría de hambre por falta de producción agrícola. Tanto justos como injustos disfrutan de este favor de Dios. Es la manifestación de su amor sin distinción de personas. Esto es lo que este pasaje bíblico enseña.

    Pero ahora vamos a leer el otro texto citado por Usted en su consulta. Se encuentra en 2ª Crónicas 6:26, pero para tomar en cuenta el contexto, permítame leer desde el versículo 24 hasta el versículo 27. Dice así: «Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante del enemigo por haber prevaricado contra ti, y se convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa, tú oirás desde los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres. Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por heredad a tu pueblo.»

    Este pasaje bíblico, es parte de la oración de Salomón con ocasión de la dedicación del fastuoso templo de Jerusalén.

    En lo pertinente a la consulta, Salomón está hablando en cuanto a diversas formas de disciplina que Dios administra a su pueblo cuando peca.

    Una de las formas de disciplina es sufrir derrota militar ante sus enemigos. Otra forma de disciplina es la sequía. Dios puede cerrar los cielos para que no haya lluvia sobre determinada región del planeta como una medida de disciplina para su pueblo.

    Sin embargo, si su pueblo reconoce su pecado, lo confiesa a Dios y se aparta del mismo, Dios está dispuesto a levantar cualquier medida de disciplina que haya administrado.

    Así por ejemplo, si sufrió derrota militar como medida de disciplina, Dios les hará volver a la tierra que Dios les dio a ellos y a sus padres. Si hubo sequía como medida de disciplina, Dios les dará lluvia sobre la tierra que recibieron como heredad de parte de Dios. Dios es el Amo y Señor sobre la lluvia. Él hace llover cuando él quiere y donde él quiere y Él hace cesar la lluvia cuando él quiere y donde él quiere.

    La sequía no es una manifestación de falta de amor al pecador. Todo lo contrario, es una manifestación del amor de Dios al pecador, porque por la sequía, Dios busca afanosamente que el pecador reconozca su pecado, lo confiese y se arrepienta del mismo. Ese es el propósito de toda disciplina de Dios.

    Así que, Dios hace llover sobre buenos y malos, sobre justos e injustos. Su amor es sin acepción de personas. Pero este mismo Dios tiene poder para no hacer llover sobre aquellos que necesitan ser disciplinados. No para acabar con ellos, sino para ayudarles a volver a encontrar el camino correcto.

    Incidentalmente, la falta de lluvia también afecta a buenos y malos, a justos e injustos. Si Dios ha determinado hacer que no llueva sobre Israel, a causa de su pecado. ¿Qué pasará con quizá los pocos justos en Israel, que no se rindieron al pecado como los demás? ¿Serán ellos librados de la sequía? ¿Hará Dios llover solo sobre donde están ellos? Ciertamente no. Eso le pasó a Elías. Dios cerró los cielos por tres años y medio, y Elías siendo justo, sufrió las consecuencias de esta sequía.