Autor: cris

  • ¿Qué son los libros Apócrifos?

    ¿Por qué es que en algunas versiones de la Biblia no constan algunos libros?

    La diferencia básicamente se reduce a lo que se conoce como versiones protestantes de la Biblia y las versiones católico romanas de la Biblia. A este respecto, debemos señalar que las versiones católico romanas de la Biblia han añadido lo que se llaman libros Apócrifos o libros Deuterocanónicos.

    Apócrifo significa escondido o secreto, en una clara alusión a lo escondido o secreto de los orígenes de estos libros. Nadie sabe a ciencia cierta quienes los escribieron o en qué época fueron escritos, aunque se asume que todos los libros apócrifos fueron escritos en el período intertestamentario, es decir entre los aproximadamente 400 años que existen entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

    Deuterocanónico significa «del segundo canon» por cuanto estos libros no se encontraban en la Biblia hebrea tal como la fijaron los rabinos judíos a fines del siglo I de la Era Cristiana, que vendrían a ser el primer canon.

    Los más importantes de estos libros apócrifos o deuterocanónicos son Tobit, conocido también como Tobías que es un relato centrado en los acontecimientos que ocurren a dos familias israelitas que viven en el desierto.

    Luego tenemos a Judit que es un relato que tiene como protagonista a una mujer, de la que se vale Dios para librar al pueblo israelita de una gran calamidad que lo amenaza.

    Después tenemos a 1 y 2 de Macabeos que se escribieron para recordar las hazañas de los macabeos o hasmoneos y para legitimar la monarquía reinante.

    A continuación tenemos Eclesiástico que es una serie de reflexiones sobre muchos temas más o menos tradicionales en la literatura sapiencial.

    Viene después Sabiduría que es un libro sapiencial, en la línea de otros escritos bíblicos en el cual se exalta la sabiduría y se dan enseñanzas para ordenar rectamente la vida.

    Por último está Baruc que tiene como propósito infundir un sincero espíritu de conversión a Dios y recordar a los israelitas que la verdadera sabiduría, se encuentra en la ley de Dios.

    A todo esto hay que añadir cinco, no tanto libros completos, sino pasajes, tales como la carta de Jeremías, que llegó a ser Baruc capítulo 6, los 107 versículos adicionales al libro de Ester, la oración de Azarías, que llegó a ser Daniel 3:24-90, Susana que llegó a ser Daniel capítulo 13 y Bel y el Dragón que llegó a ser Daniel capítulo 14.

    Todos estos libros, contienen información histórica que podría ser confiable, digo podría porque no existe total seguridad en cuanto a ello y también contienen interesantes pensamientos o reflexiones que también se encuentran en los libros canónicos de la Biblia.

    El problema con estos libros apócrifos o deuterocanónicos, además de sus obscuros orígenes, es que aquí y allá contienen información que contradice los libros canónicos de la Biblia. De entrada sabemos que la Biblia no se contradice en absoluto en ninguna de sus partes, por tanto si algún libro contiene la más mínima insinuación de algo contradictorio, debe ser desechado en su totalidad porque eso sería prueba de que el libro no es inspirado por Dios.

    El autor James McCarthy en su libro titulado «El Evangelio Según Roma» nos da 5 razones por las cuales los libros Apócrifos o Deuterocanónicos deben ser rechazados como libros inspirados por Dios y por tanto canónicos. Ponga mucha atención.

    Primero, porque los mismos libros apócrifos admiten que es posible que no hayan sido bien escritos, es decir que contengan errores. Observe la asombrosa declaración sobre este asunto en 2ª Macabeos 15:38 que dice: «Y yo termino aquí mi narración. Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer»

    Algo inspirado por Dios no puede ser de ninguna manera mediocre y sin valor como el autor de Macabeos admite que pueden ser sus escritos. Lo más natural es pensar entonces que estos libros no han sido inspirados por Dios.

    Segundo, porque los judíos de Palestina nunca aceptaron que los libros apócrifos o deuterocanónicos fueran parte de las Sagradas Escrituras. La razón para esto es muy sencilla. Se debe a que durante el período que fueron escritos todos los libros apócrifos o canónicos, entre el 300 AC y el 30 DC no se levantaron profetas auténticos in Israel, entonces Dios no pudo jamás haber comunicado su mensaje durante este periodo.

    Tercero, porque ni Jesús ni los escritores de los libros del Nuevo Testamento, trataron a los libros apócrifos como que fueran libros inspirados por Dios. El Nuevo Testamento cita prácticamente a todos los libros del Antiguo Testamento, pero no existe ni una sola cita de alguno de los libros apócrifos. Si ni Jesús, ni los escritores de los libros del Nuevo Testamento, pensaron que los libros apócrifos fueron inspirados por Dios, mal podemos nosotros pensar que sí lo eran.

    Cuarto, la iglesia primitiva como un conjunto jamás aceptó que los libros apócrifos o deuterocanónicos fueran inspirados por Dios. Más aún, algunos líderes cristianos de la iglesia primitiva como Orígenes y Atanasio, rechazaron los libros apócrifos porque reconocieron que no eran inspirados por Dios.

    Quinto, aún la iglesia católico romana no aceptaba dogmáticamente desde un principio a los libros apócrifos o deuterocanónicos. La aceptación dogmática de los libros apócrifos o deuterocanónicos como inspirados por Dios, ocurrió recién en el Concilio de Trento en el siglo 16.

    Todos sabemos que el propósito del Concilio de Trento fue contrarrestar la Reforma Protestante. Los protestantes rechazaron los libros apócrifos o deuterocanónicos y la reacción de la iglesia católico romana fue declarar dogmáticamente que los libros apócrifos o deuterocanónicos eran inspirados por Dios. Recuerde, que la iglesia católico romana piensa que tiene potestad para cosas como estas. Una de las muchas razones para esta reacción de la iglesia católico romana fue porque en los libros apócrifos o deuterocanónicos, la iglesia católico romana encontraba algunos indicios para justificar algunos de sus errores doctrinales y algunas prácticas erradas y así salvarse de la fuerte crítica que estaba haciendo Martín Lutero.

    Por ejemplo, Martín Lutero cuestionó frontalmente la práctica de vender indulgencias o perdón para salir del purgatorio, practicada por la iglesia católico romana, pero Tobías 12:9 parece apoyar lo que la iglesia católico romana estaba practicando. Tobías 12:9 dice: «Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida»

    Sorprendente esta declaración. Dar limosna no purifica de todo pecado. La fe en la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario quita todo pecado en el hombre, no el dar limosna, pero este libro apócrifo afirma todo lo contrario.

    De textos como este se valió la iglesia católico romana para justificar su práctica de las indulgencias. Como este ejemplo existen varios otros. Es por esto que los libros apócrifos o deuterocanónicos deben ser rechazados como libros inspirados por Dios.

    ¿Y cuál debe ser la actitud de un creyente ante estos libros apócrifos o deuterocanónicos, además de rechazar su inspiración como ya hemos señalado?

    Como también se ha dicho, los libros apócrifos o deuterocanónicos contienen cosas interesantes y también edificantes, pero entre esas cosas interesantes y edificantes están cosas como las que hemos señalado.

    Por tanto, un creyente puede leer estos libros como leería un buen libro secular, examinándolo detenidamente y procurando retener lo bueno y rechazar lo malo.

    Así que, en resumidas cuentas, la Biblia consta de sesenta y seis libros. 39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento. Estos libros son inspirados por Dios, o soplados por Dios y por tanto llevan la marca divina y tienen autoridad final en la doctrina y conducta del hombre. Los creyentes debemos oír, leer, estudiar, meditar y memorizar todo o cualquier parte de estos 66 libros y hallaremos que son lámpara para nuestros pies.

  • Cristo vendrá antes o después de la Tribulación

    Solo quisiera saber si Uds. creen que Cristo vendrá a levantar su iglesia antes o después de la gran tribulación. Por favor explicar cualquier teoría con versos bíblicos como base. Muchas gracias.

    Para beneficio de todos debo señalar que en cuanto al tiempo de la venida de Cristo para llevar a la iglesia, lo que se conoce como el Rapto o el Arrebatamiento, existen al menos cuatro teorías que tienen sus defensores y sus detractores.

    La primera se conoce como la teoría pre-tribulacional que sostiene que Cristo arrebatará su iglesia antes de la tribulación.

    La segunda se conoce como la teoría pos-tribulacional, que sostiene que Cristo arrebatará su iglesia después de la tribulación.

    La tercera se conoce como la teoría mid-tribulacional, que sostiene que Cristo arrebatará su iglesia justo a la mitad de la tribulación.

    La cuarta se conoce como la teoría pre-ira que sostiene que Cristo arrebatará a su iglesia durante la tribulación, pero antes que Dios comience a derramar sus juicios sobre la tierra.

    De entre estas cuatro teorías, nosotros creemos en la primera, es decir en la teoría pre-tribulacional que sostiene que Cristo arrebatará a su iglesia antes de la tribulación. Respetamos y amamos a los que sostienen una posición diferente a la nuestra sobre este asunto, y no es nuestro ánimo polemizar con ellos.

    Las razones para nuestra creencia son básicamente dos.

    Primero, por la naturaleza de la tribulación. Jeremías 30:7 dice: «¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él, tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado.»

    Esta es la descripción de la tribulación. Claramente se manifiesta que es un tiempo de angustia para Jacob o para Israel. La iglesia no es Jacob o Israel, por tanto la tribulación no puede ser para la iglesia. Esto demanda que la iglesia quede fuera de la tribulación.

    Segundo, por el testimonio del Nuevo Testamento en cuanto a la tribulación. 1ª Tesalonicenses 1:9-10 dice: «porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.»

    La esperanza del creyente en el regreso de Cristo está basada en el hecho de que Jesús fue resucitado de los muertos, quien es además nuestro Libertador de los juicios que Dios ha determinado derramar sobre la tierra durante la tribulación. Esta verdad es corroborada en 1 Tesalonicenses 5:9 que dice: «Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo»

    Dios no ha puesto a la iglesia para que reciba el castigo de él que sobrevendrá en la tribulación. La iglesia ha sido puesta por Dios para alcanzar salvación de este castigo por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por último, Apocalipsis 3:10 dice: «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra»

    Este texto es parte del mensaje a la iglesia de Filadelfia que es un tipo de la iglesia de Cristo antes de la tribulación. Cristo está prometiendo a los creyentes de la iglesia que van a ser guardados de la hora mismo cuando comienza la tribulación, pues a esto se refiere el texto cuando habla de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. Se puede decir mucho más sobre este fascinante tema, pero el tiempo disponible no nos permite. Espero que lo dicho le dé una idea clara de lo que creemos sobre este asunto.

  • ¿Está Dios hablando hoy?

    ¿Está Dios hablando hoy con personas como lo hizo en el pasado con moisés, y tantos otros?

    Para responder a la misma, dejemos que Alan lea el pasaje bíblico que se encuentra en Hebreos 1:1-4 que dice: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quién asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.»

    Esta es la forma como comienza el precioso libro de Hebreos, en el cual se presenta a Jesucristo como superior a todo y a todos. El autor del libro, dice algo muy importante en relación a su consulta mi amigo.

    Afirma que en el pasado, Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los antepasados de los israelitas. Los instrumentos que Dios utilizó para esto fueron los profetas. Dios habló con Adán, Dios habló con Noé, Dios habló con Abraham, Dios habló con Jacob, Dios habló con Moisés, Dios habló con Isaías, Jeremías, Daniel y todos los demás profetas. Dios habló con los profetas del Nuevo Testamento.

    Como dice el autor de Hebreos, Dios habló muchas veces. Cada vez que habló con algún hombre añadió una parte más a lo que quería comunicar a la humanidad acerca de sí mismo.

    Pero además de hablar muchas veces, Dios habló de muchas maneras. A veces fue audiblemente como a Moisés, a veces fue por sueños como a José el esposo de María la madre de Jesús, otras veces fue en visiones como a Juan el autor del libro de Apocalipsis, otras veces fue simplemente poniendo en la mente de los profetas los pensamientos y las palabras que ellos debían escribir, respetando siempre la personalidad de esos profetas.

    Estas son las diversas maneras que Dios utilizó para hablar a los antepasados. Pero volvamos a lo que leímos en el libro de Hebreos. Luego de señalar que en el pasado Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los padres por medio de los profetas, dice el autor del libro de Hebreos que en estos postreros días, Dios ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo.

    Por decirlo así, Jesucristo es la culminación de lo que Dios ha querido comunicar al hombre. En el pasado cada profeta recibió una parte de la revelación de Dios. Cada vez que Dios hablaba con alguien, se iba completando el cuadro de lo que Dios quería comunicar al hombre, pero el cuadro seguía incompleto, faltaba la culminación. Es como cuando uno arma un rompecabezas. Cada pieza añade algo más al cuadro general.

    Pero el cuadro general no está completo hasta que no se coloque la última pieza. Pues esa última pieza del rompecabezas de la revelación de Dios al hombre, es lo que Dios habló a la humanidad por medio de su Hijo el Señor Jesucristo. Lo que el Hijo comunicó bien sea directamente o bien sea a través de algunos de sus discípulos, es lo que encontramos en el Nuevo Testamento.

    Una vez que se terminó de escribir el Nuevo Testamento se terminó también lo que Dios quiso comunicar al hombre. Esto significa que a partir de ese momento, Dios ya no está hablando con el hombre como lo hizo en el pasado. No es que Dios no pueda hacerlo, o que Dios no quiera hacerlo, es simplemente que Dios no necesita hacerlo, porque todo lo que quería decir ya lo ha dicho en lo que llamamos la Biblia.

    Si alguien hoy en día quiere saber lo que Dios ha dicho al hombre, no debe esperar que Dios le hable cara a cara audiblemente o que Dios le de un sueño o que Dios le de una visión, etc. Lo único que debe hacer es abrir las páginas de la Biblia y hallar en ella todo el consejo de Dios.

  • Cuál es la forma correcta de Bautismo en Agua

    ¿Cuál es la forma correcta de bautismo en agua,  la que aparece en Mateo 28:19 o la que aparece en Hechos 2:38?

    Su consulta tiene que ver con lo que se da por llamar la fórmula bautismal. A este respecto leamos Mateo 28:19 que dice: «Por tanto, id, y haced discípulos a tosas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»

    Estas fueron las palabras de Jesús, después que murió y resucitó y poco antes de su ascensión al cielo. Lo que tenemos aquí es un mandato claro y directo de parte de Jesús a sus discípulos para que yendo por el mundo, prediquen las buenas nuevas de salvación en Cristo, y bauticen a los que reciban ese mensaje. El bautismo debe ser realizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    El mandato no es solo para los apóstoles sino para todo aquel que habiendo escuchado el mensaje de salvación en Cristo y habiendo recibido a Cristo como Salvador se constituye en un discípulo de Cristo. Esta es justamente la manera como Cristo espera que crezca en número su iglesia.

    Con esto en mente, leamos Hechos 2:38 «Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.»

    Pedro había predicado un poderoso mensaje centrado en Cristo Jesús mostrándolo como el Mesías de Israel que sin embargo de ello, fue crucificado por los mismos Israelitas. Al oír y entender el mensaje, los israelitas se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos: ¿Qué haremos? Era como si dijeran: ¿Habrá esperanza para nosotros? Porque ahora sabemos que hemos crucificado a Aquel que Dios levantó como el Señor, como el Cristo, como el Mesías.

    La respuesta de Pedro no se hizo esperar. Por supuesto que había esperanza para los israelitas que crucificaron a Jesús, pero era necesario que se arrepientan. Arrepentimiento significa un cambio de mente.

    Los israelitas habían pensado que Jesús era un malhechor y por eso lo crucificaron. Ahora era necesario que piensen diferente sobre Jesús. Debían pensar que Jesús de Nazaret, el que fue crucificado, quien murió y resucitó, era el Mesías, el Ungido, el Señor.

    Esto es arrepentirse en este caso en particular. Una vez arrepentidos de esta manera, era necesario para esos israelitas el dar un testimonio público de su adhesión a Jesucristo. Ese testimonio público era el bautismo. Era la forma como ellos se identificaban públicamente con Jesús. Al bautizarse estaban reconociendo su error de haber crucificado a Jesús y estaban anunciando a todos los presentes que ahora reconocían a Jesús como el Señor, como el Mesías de Israel.

    Fue por esto que Pedro les pidió que se bauticen en el nombre de Jesucristo. Lo mismo ocurrió en Hechos 10:48 y más tarde en Hechos 19:5. Recuerde además amigo oyente, que el libro de los Hechos es un libro histórico y transicional.

    Relata la historia del nacimiento y desarrollo de la iglesia de Cristo durante sus primeros años de existencia. El libro de los Hechos contiene por tanto algunos episodios que ocurrieron una sola vez y que son propios de algo que está comenzado, como el nacimiento de la iglesia por ejemplo. Eso fue algo que ocurrió una sola vez y nunca más volverá a ocurrir. Un organismo vivo como es la iglesia nace una sola vez.

    Es riesgoso por tanto recurrir al libro de los Hechos para tomar de allí patrones de doctrina y práctica para la iglesia. De ser así, la iglesia tendría por ejemplo que reunirse todos los días porque la iglesia se reunía todos los días cuando comenzó como tal. Los hermanos tendrían que vender sus posesiones y traer el producto de la venta a la iglesia para comprar comida para todos, y tendrían que comer todos en la iglesia, porque eso hizo la iglesia en su inicio según el relato del libro de los Hechos.

    Las normas de doctrina y práctica para la Iglesia no deberían ser extraídas del libro de los Hechos sino de las Epístolas y de los demás libros del Nuevo Testamento y al hacerlo así será inevitable reconocer que la fórmula bautismal para la iglesia según consta en el libro de Mateo, es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

    Con esto no estamos despreciando o peor desautorizando el libro de los Hechos, simplemente estamos diciendo que no todo lo que se encuentra en el libro de los Hechos tiene una aplicación directa para la iglesia una vez que ha alcanzado su madurez, como esto de bautizarse en el nombre de Jesucristo, por ejemplo.

  • Que hay de personas que jamas oyeron el evangelio

    Aquellas personas que murieron hace muchos años sin haber jamás oído el evangelio son salvos o están perdidos, por ejemplo mis bisabuelos, mi papá me ha contado que ellos jamás oyeron hablar de Jesucristo. Nadie les dijo nunca nada. Ellos vivían en la serranía de la cordillera andina donde no existía ni luz eléctrica, peor radio. A ese lugar nunca nadie llegó a predicar el evangelio.

    Bueno, la pregunta que Ud. ha hecho ha intrigado a teólogos y no teólogos a lo largo de la existencia de la humanidad. Ud. se pregunta si sus bisabuelos que vivieron en algún lugar remoto del planeta, donde nunca llegó un misionero con el mensaje de salvación en Jesucristo, fueron salvos o estarán sufriendo eterna condenación. Nosotros vamos a mostrarle lo que la Biblia dice en cuanto a personas como sus bisabuelos.

    En primer lugar, la Biblia dice que Dios se les reveló a sí mismo en la naturaleza. Salmo 19:1-4 dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras»

    Tanto el hombre moderno como el del pasado remoto, incluidos sus bisabuelos y los mayas y los incas, etc. recibieron directamente de Dios un mensaje claro y directo sobre la existencia y poder de Dios. El mensaje es sin palabras. El mensaje está presente cada día y cada noche. El mensaje satura la tierra hasta el más recóndito rincón. No existe ser humano que no haya sido expuesto a este mensaje. El mensaje es la misma creación.

    La creación se levanta como un incontrastable testigo que asevera la existencia y poder de Dios. Solo hace falta mirar el sol en el firmamento durante el día, o la luna y las estrellas en el firmamento durante la noche. O el brotar de una planta de la tierra partiendo de una simple semilla. O la hermosura de una flor. O el bello amanecer. O la frescura de la pradera en primavera. O la suave brisa al caer la tarde, o el dulce trinar de las aves, para saber que existe un creador todopoderoso.

    Un ser inteligente como es el hombre, en cualquier época de la humanidad ha tenido este fuerte testimonio. De modo que nadie puede decir honestamente que no sabe nada sobre Dios.

    En segundo lugar, la Biblia dice que Dios ha puesto en cada ser humano una conciencia de la existencia de Dios. Romanos 1:18-19 dice: «Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó»

    Observe con atención lo que dice este texto. Dios ha puesto una conciencia de su existencia en cada ser humano. A esto se refiere el pasaje cuando dice que lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Este testimonio interno sobre la existencia y grandeza de Dios es la verdad. Pero el hombre que no quiere saber nada de Dios ignora este testimonio interno que Dios ha puesto en cada ser humano. Lo hace por medio de la impiedad y la injusticia.

    De modo que, Dios en su gracia, no solamente pone a disposición del ser humano un testimonio externo sobre su existencia y poder, por medio de lo creado, sino que pone también un testimonio interno sobre su persona.

    Estos dos testimonios son todo lo que el hombre necesita para encaminarse, por así decirlo a una fe salvadora. Cuando el hombre da crédito a estos testimonios y los valora y los aprecia y vive por ellos, Dios se encarga de guiar al hombre a una fe salvadora en Cristo.

    Eso es lo que sucedió con Cornelio, un hombre a quien nadie había predicado de Jesucristo, pero que sin embargo sabía de la existencia de Dios todopoderoso y trataba de obedecerle. Hechos 10:1-6 dice: «Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. El mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas»

    Cornelio, dio crédito al testimonio de Dios por medio de la naturaleza y dio crédito al testimonio de su conciencia. Por eso era varón piadoso y temeroso de Dios. Sin embargo, no era salvo todavía. Para ser salvo necesitaba depositar su fe en Cristo Jesús. Pero Cornelio estaba bien encaminado hacia ello. Es así como Dios va a dar a Cornelio más luz sobre como ser salvo. Dios se encargó de anunciar a Cornelio que haga venir a Pedro para que le diga lo que tiene que hacer. Cornelio obedeció y el resto de la historia mostrará a Pedro predicando sobre la salvación en Jesucristo a Cornelio. De esta manera Cornelio llegó a ser salvo y a ser creyente.

    Tenemos entonces que cuando el ser humano se abre al testimonio externo e interno de Dios, Dios mismo se encarga de guiarle a depositar su fe en Cristo Jesús. Pero ¿qué pasa cuando el hombre se cierra al testimonio externo e interno de Dios? Pues eso nos muestra Romanos 1:20-21 que dice: «Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido»

    Cuando el hombre voluntariamente se hace sordo al testimonio externo e interno de Dios, se hace culpable ente Dios. Por eso dice el texto que el hombre no tiene excusa. Cuando esto sucede, el hombre se envanece en su razonamiento y su necio corazón es entenebrecido. Al llegar a este punto, Dios hace una entrega judicial de estas personas a la idolatría, a la inmoralidad, al homosexualismo y a todo tipo de pecado. En estas condiciones el hombre es entregado a una mente reprobada.

    Esto significa que el pecador reconoce como malo lo que es bueno y reconoce como bueno lo que es malo. Por eso es que hoy en día existe gente que por ejemplo dice que no hay problema con que un hombre sea homosexual. Ve lo malo como si fuera bueno. De modo que, solo Dios sabe si sus bisabuelos o los mayas o los incas respondieron adecuadamente a la luz de Dios que tuvieron mientras vivieron.

    Si ellos respondieron adecuadamente, Dios les debe haber guiado a una fe salvadora y ellos consecuentemente son salvos. Pero si ellos dieron sus espaldas a la luz de Dios que tuvieron mientras vivieron, Dios les debe haber entregado a la idolatría, a la adoración de los cuerpos celestes, a la adoración de animales, a la hechicería, al sacrificio de seres humanos, a la poligamia, al homosexualismo, etc.

    En estas condiciones ellos pensaban que todas estas cosas son buenas. Cuando murieron recibieron su condenación justa y merecida por ser culpables ante Dios. No tienen excusa dice el apóstol Pablo en Romanos 1.

    Interesante pensar en todo esto, pero más interesante es pensar en que Dios en su gracia, le ha conducido a Ud. a la gloriosa verdad de que en Cristo hay salvación de pecados. Puede ser que Ud. ha estado buscando conocer más de ese Dios que Ud. sabe que existe, Ud. sabe que es poderoso, Ud. sabe que ha creado todo lo que existe. Ese deseo ha sido premiado por Dios cuando Él le dice que para tener una relación personal con Él, Ud. necesita recibir a Cristo como Salvador. No de la espalda a lo que le dice la creación y su conciencia. Venga a Cristo hoy mismo.

  • ¿Cuántos años estudiaron los apóstoles?

    Bueno, me imagino que su consulta será en el sentido de saber cuántos
    años de estudio tuvieron los apóstoles antes de llegar a ser tales.
    Por el testimonio del Nuevo Testamento, los apóstoles no tuvieron estudios
    formales antes de llegar a ser tales. Es decir, que no fueron a un Instituto
    Bíblico de su tiempo o a un Seminario de su tiempo para que una vez graduados
    sean llamados para ser apóstoles.

    Parece mas bien que algunos de ellos no tenían ninguna preparación
    formal de ninguna especie, porque de hecho, la gente de su tiempo los consideraba
    como gente del vulgo. Hechos 4:13 dice: «Entonces viendo el denuedo
    de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban;
    y les reconocían que habían estado con Jesús»

    A los ojos de los hombres, los apóstoles eran hombres sin letras y del
    vulgo, porque nunca habían pisado siquiera alguno de los lugares donde
    se preparaba la gente culta de su época. Pero lo impactante es ver que
    los hombres estaban maravillados de lo que decían y la única explicación
    que hallaban al asunto era que esa erudición no provenía de los
    centros de estudio teológico de su tiempo sino de haber estado con Jesús.

    En el caso de Pedro y Andrés, el Nuevo Testamento relata que eran simples
    pescadores y estando en sus faenas de pesca fueron llamados por Jesús
    al comienzo de su ministerio público en la tierra. Mateo 4:18-20 dice:
    «Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón
    llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque
    eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mi, y os haré pescadores
    de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron»

    Aquí comenzó la preparación de estos dos discípulos.
    Esto aconteció aproximadamente en el otoño del año 27 después
    de Cristo. Los discípulos dormían con Jesús, caminaban
    con Jesús, comían con Jesús. Esto se llama un discipulado.
    Para la primavera del año 28 después de Cristo, Jesús ya
    estaba llamándolos como sus apóstoles. Es decir poco menos que
    un año después que fueron llamados. Esto es todo el estudio que
    tuvieron.

    Pero no fue un estudio como cuando hoy en día uno va a un Instituto
    Bíblico o a un Seminario o a una Universidad Cristiana. Fue mas bien
    un vivir en comunión íntima con el Maestro. Así fue con
    casi todos los apóstoles. La excepción quizá podría
    ser Pablo, porque él si fue un erudito en la cultura y la religión
    de su época. Los apóstoles no fueron preparados por el mundo sino
    por el Señor. Los apóstoles fueron gente común de su época.

    Así se cumplió lo que dijo el apóstol Pablo en 1ª
    Corintios 1:26-29 que dice: «Pues mirad, hermanos, vuestra vocación,
    que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos
    nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
    sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo
    fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que
    no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia»

    A los ojos de los hombres los apóstoles eran hombres sin letras y del
    vulgo, pero puestos en la mano de Dios fueron los que hicieron avergonzar a
    los sabios del mundo, a los fuertes del mundo a los que se consideraban grandes
    en el mundo. Así es Dios.

    Pero una palabra de advertencia. Con lo dicho no estamos aconsejando que hoy
    en día no se debe estudiar en un Instituto Bíblico o un Seminario
    Teológico o en una Universidad Cristiana. Está bien aprovechar
    las oportunidades para capacitarse, pero no está bien que los que han
    tenido esa oportunidad desprecien a los que no han tenido esa oportunidad. No
    son pocas las veces cuando las personas más piadosas no son las que han
    estudiado mucho en Institutos o Seminarios o Universidades, sino las que nunca
    han pisado lugares así, pero por su comunión íntima con
    el Señor a través de su Palabra y la oración, han dejado
    maravillados a mucha gente.

  • Cuántas clases de bautismo hay

    Bautismo, es el acto de bautizar. El verbo bautizar, en un sentido general significa, introducir o sumergir o poner una cosa dentro de otra. Como tal, aparece única y exclusivamente en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento no aparecen las palabras bautismo o bautista o bautizar.

    Podemos decir entonces que el bautismo es propio de la era Neo Testamentaria. Muy bien. Dicho esto, el Nuevo Testamento utiliza la palabra bautismo o bautizar en varios sentidos.
    Primero, el bautismo de Juan. Mateo 3:1-6 dice: «En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas. Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados»
    El bautismo de Juan, como dice este pasaje, era un bautismo de arrepentimiento, en preparación para el establecimiento del reino de los cielos. Esto significa que los que se bautizaban reconocían que habían estado viviendo apartados de los mandamientos de Dios y a partir de su bautismo, iban a dar un giro de 180 grados en su modo de vivir, para ajustarse a lo que Dios había mandado.
    De esta manera estaban preparándose para el establecimiento del reino de los cielos. Este bautismo era realizado por Juan el bautista, aparentemente por inmersión en las aguas del río Jordán. Este bautismo se acabó a raíz que Jesús fue bautizado y comenzó a ejercer su ministerio que eventualmente le conduciría a la cruz.
    Segundo, tenemos el bautismo por el Espíritu Santo. 1ª Corintios 12:13 dice: «Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu»
    El bautismo por el Espíritu Santo es una obra de Cristo Jesús, por la cual él sumerge a todo creyente en su Cuerpo que es la Iglesia y esto por o mediante el Espíritu Santo. Que quien bautiza por el Espíritu Santo es Cristo Jesús y no el Espíritu Santo queda claro en pasajes como Marcos 1:8 que dice: «Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo»
    Estas son las palabras de Juan el Bautista y está hablando de Jesús. Es Jesús quien bautiza con el Espíritu Santo. Por la obra de Jesús de bautizar a los creyentes con el Espíritu Santo, el momento que reciben a Cristo como Salvador, los creyentes somos introducidos a la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo.
    En tercer lugar tenemos el bautismo en fuego. Lucas 3: 16-17 dice: «respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará»
    Jesús no solo bautizará con el Espíritu Santo, sino también bautizará en fuego. Pero si miramos detenidamente encontraremos que el fuego es un símbolo del juicio de Dios. Por eso el texto leído dice que el aventador para agitar el fuego está en la mano de Jesús y él está presto para limpiar su era por medio de recoger el trigo y arrojar la paja al fuego que nunca se apagará. Esto nos habla de juicio sobre el pecador. En su primera venida Cristo no trajo juicio al pecador.
    Mire para lo que vino Cristo, Lucas 19:10 dice: «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido»
    Es muy obvio que en su primera venida el Hijo del Hombre o Cristo, no vino para consumir con fuego a sus adversarios, sino que vino para buscar y salvar lo que se había perdido. Es natural entonces concluir que el bautismo en fuego del Señor Jesucristo ocurrirá en su segunda venida, cuando él no vendrá manso y humilde como en su primera venida sino con vara de hierro para regir a todas las naciones.
    En cuarto lugar, encontramos el bautismo de la humillación de Cristo. Marcos 10:38 dice: «Entonces Jesús les dijo; No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?»
    Jesús está a días de ser crucificado. La sombra de la cruz se proyectaba su existencia. Sus hombres de confianza, en lugar de meditar sobre esto estaban discutiendo acerca de quien de ellos sería el mayor en el reino de los cielos. Jesús les enseña que la exaltación es resultado de la humillación y mientras mayor sea la humillación, mayor será la exaltación. Cuando Jesús habla del bautismo con el cual estaba siendo bautizados se está refiriendo a su inminente muerte en la cruz del Calvario, la mayor humillación que ha habido en la historia de la humanidad. Por eso Jesús, una vez resucitado, fue exaltado a lo más alto.
    En quinto lugar, tenemos el bautismo en Cristo. Romanos 6:3 dice: «¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?»
    El bautismo en Cristo, significa una total identidad del creyente con Cristo. Cristo murió, el creyente murió. Cristo fue sepultado, el creyente fue sepultado. Cristo resucitó, el creyente resucitó. Esto garantiza que el creyente ha muerto a su vieja manera de vivir y ha resucitado a una nueva manera de vivir. Todo por estar identificado totalmente con Cristo. Esto significa el bautismo en Cristo.
    En sexto lugar, el bautismo en Moisés. 1ª Corintios 10:1-5 dice: «Porque no quiero, hermanos que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en al nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto»
    El bautismo en Moisés se refiere a la experiencia del pueblo de Israel en el desierto una vez que salieron de Egipto. El pueblo se unió a Moisés como su líder, pero a pesar de ello, muchos murieron por su incredulidad en Dios.
    En séptimo lugar, tenemos el bautismo por los muertos. 1ª Corintios 15:29 dice: «De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos?»
    El bautismo por los muertos significa que allá en el primer siglo, cuando los creyentes eran asesinados como mártires, a pesar de ello, había muchos que estaban recibiendo a Cristo como Salvador y tomando el lugar que habían dejado vacante los creyentes que habían muerto por la fe en Cristo. La única explicación para esto era que había una esperanza de resurrección. Pablo usa este razonamiento para demostrar la existencia de la resurrección.
    En octavo y último lugar, tenemos el bautismo en agua. Mateo 28:19 dice: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»
    Este es el paso de obediencia o el testimonio público o el símbolo de que una persona ha pasado de muerte a vida por haber recibido a Cristo como Salvador personal. Se efectúa por inmersión en agua aunque algunos piensan que puede ser realizado por aspersión de agua.

  • Que bautismo es aplicado a la iglesia de hoy

    ¿Cuál de los dos bautismos es aplicado a la iglesia de hoy? El de Mateo 28:19 o el de Hechos 2:38.

    Por la forma como está hecha la consulta, parecería como si hubiera dos bautismos, pero no hay tal. El bautismo es uno solo y es aquel que se encuentra en Mateo 28:19 y dice: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»

    Este es el único bautismo que Cristo, la cabeza de la iglesia, ordenó para su cuerpo que es la iglesia. La confusión nace cuando encontramos textos como Hechos 2:38 que dice: «Pedro les dijo: Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo»

    Pedro está hablando a judíos en esta ocasión. Muchos de estos judíos habían pedido que Jesucristo sea crucificado. Al oír el mensaje de Pedro, se les presentaba la oportunidad de reconocer el error de haber rechazado a Cristo y de aceptarle como su Salvador y Mesías. Por eso era imprescindible que se bauticen en el nombre de Cristo.

    Pero la iglesia no está formada solo de judíos y peor solo de judíos que habían pedido la crucifixión de Cristo, por eso para la iglesia en la actualidad se aplica el único bautismo que ha existido, es decir en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

  • ¿Qué clase de cuerpo tiene el Padre, y qué forma tiene el Padre?

    ¿Qué clase de cuerpo tiene el Padre, y qué forma tiene? ¿Tiene cuerpo el Espíritu Santo y qué forma tiene?

    Dios el Padre, no tiene cuerpo y por tanto no se puede hablar de la forma de su cuerpo. Para fundamentarlo bíblicamente, leamos Juan 4:24 dice: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren»

    Dios Padre siendo Espíritu, es incorpóreo, invisible, sin sustancia material, sin partes físicas y en consecuencia libre de todas las limitaciones físicas y temporales. Partiendo de esto, es fácil deducir que Dios Padre no puede ser percibido por los sentidos del cuerpo sino por las facultades del alma, avivadas e iluminadas por el Espíritu Santo.

    Leamos atentamente Deuteronomio 4:15-19 dice: «Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego, para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos»

    Estas son las palabras de Moisés al pueblo de Israel en el desierto. Note que cuando Jehová habló al pueblo desde el monte Sinaí, no se vio figura alguna, solo se oyó la voz de en medio del fuego. Por eso es contrario a la voluntad de Dios que el hombre se haga imágenes o esculturas o figuras o efigies de varón o hembra que representen a Dios. No existe nada en la tierra o fuera de la tierra que pueda representar a un ser todopoderoso, todo sabio, y que está en todo lugar a la vez.

    De aquí nace la prohibición de acercarse a Dios por medio de imágenes o pinturas o esculturas, lo cual es la esencia del segundo mandamiento. De modo que es evidente que Dios Padre es Espíritu, sin carne ni huesos, y por eso no entra dentro del campo de la visión física, ni tampoco es posible que se lo represente en forma material correcta por causa de Su naturaleza esencialmente espiritual.

    No está por demás señalar, que por el hecho de no tener cuerpo o forma material, eso no significa que Dios Padre no sea una persona. La Biblia muestra que Dios Padre posee intelecto, voluntad y emociones o sentimientos, lo cual significa que él es una persona. El cuerpo no es indispensable para que alguien sea considerado como persona.

    Todo lo que hemos dicho sobre Dios Padre se aplica exactamente al Espíritu Santo, porque estamos tratando el asunto de la esencia divina y tanto Dios Padre como Dios Espíritu Santo, son diferentes personas pero de la misma esencia. En base a todo esto, si alguien dice que vio a Dios Padre o que vio a Dios Espíritu Santo, podemos saber a ciencia cierta que cualquier cosa que vieron no fueron ni Dios Padre ni Dios Espíritu Santo, porque ellos no pueden ser percibidos con los ojos físicos.

  • No puedo cantar y lloro en el mensaje

    Cuanto asisto a los cultos en mi iglesia no puedo cantar y cuando oigo el mensaje me dan ganas de llorar. Esto no me deja trabajar para mi Padre. ¿Qué me aconseja?

    No sé si cuando Ud. dice que no puede cantar, se está refiriendo a cantar solo o acompañado delante de la congregación. Si este fuera el caso, yo no me preocuparía en absoluto. Le cuento un secreto: Yo tampoco puedo cantar solo o acompañado delante de la congregación. Si llegara a hacerlo, me temo que los hermanos no regresarían nunca más al culto. A veces me han dicho que debería cantar al final del culto para asegurarse que todos se vayan rápido a sus casas.

    Pero eso no me afecta, ¿Sabe por qué? Porque yo se que Dios no me ha dado el talento para cantar. Por eso no canto solo ni acompañado delante de la congregación, pero en cambio Dios me ha dado otros dones, y en eso procuro ser y hacer lo mejor para la gloria de Dios.

    Así que me tiene sin cuidado eso de no poder ser como un Steve Green o un Marco Barrientos o un Norberto Jiménez o cualquier otro siervo del Señor que ha recibido el talento para cantar solo.

    Pero en lo que si me gozo es en cantar en compañía de la congregación. Aunque sea con mi voz desafinada me uno a los demás en la alabanza y me olvido que a lo mejor tengo alguien junto a mí, que normalmente es mi esposa, sufriendo de dolor de oído por los ruidos raros que salen de mi boca. Qué bueno es alabar al Señor en comunión con los hermanos. Pero a lo mejor cuando Ud. dice que no puede cantar, se refiere a no poder cantar en unión con los demás hermanos de la congregación. Si ese fuera el caso, sería importante saber el motivo para ello.

    ¿Es quizá porque no sabe la letra de los himnos que cantan en la iglesia? ¿O quizá porque Ud. no tiene un himnario? ¿O a lo mejor le da vergüenza cantar porque piensa que no tiene una buena voz?

    Yo le recomiendo que averigüe la razón para no poder cantar y en base a ello busque una solución a su problema. Recuerde que la alabanza al Señor debe ser algo natural al creyente. Es como la respiración al ser humano. Solo los muertos no respiran y también solo los muertos espiritualmente hablando no alaban al Señor. Al alabar al Señor, no se preocupe de que a lo mejor tiene mala voz, o le cuesta seguir la música de algún instrumento. Procure hacer lo mejor para el Señor y eso será bien recibido por el Señor.

    Pero Ud. también dice en su consulta que cuando oye el mensaje le dan ganas de llorar. Bueno, espero que sea porque el mensajero y el mensaje son excelentes. Porque a decir verdad, yo también he tenido ganas de llorar oyendo algunos mensajes, pero no por ser excelentes, sino porque el mensajero no se ha preparado adecuadamente y por la improvisación está ofendiendo a Dios y a la congregación.

    Los mensajeros debemos prepararnos lo mejor posible para no hacer llorar a nadie con la falta de preparación. Asumiendo que sus ganas de llorar se deben a que Dios toca su corazón por medio del mensajero, yo le felicito por ello. Ojalá muchos más tuvieran su misma actitud. Lo único que faltaría decirle es que no permita que todo quede solo en la emoción del momento y no afecte su vida y su conducta.

    En otras palabras no sea un oyente olvidadizo. Recuerde la amonestación de Santiago en Santiago 1:22 que dice: «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos»

    Así que, está bien que deje rodar lágrimas cuando escucha un buen mensaje, pero no se quede allí. Haga lo que Dios le ha dicho por medio de la palabra predicada. Así estará creciendo en gracia y capacitándose para trabajar para el Señor.