Autor: cris

  • ¿Debo casarme con mi primera mujer?

    Soy creyente desde hace algunos años atrás. Lamentablemente, me aparté del Señor y durante ese tiempo cometí algunos pecados que me han traído serias consecuencias. Uno de esos pecados fue la fornicación con una muchacha incrédula. Como consecuencia de ello, la muchacha quedó embarazada y dio a luz un niño. Yo, como padre he asumido toda la responsabilidad por ese niño. Hace un par de años atrás me reconcilié con el Señor y he vuelto a sus caminos. No sé si es de Dios, pero me ha entrado un deseo profundo de casarme. He compartido esto con algunos hermanos en la fe y me han dicho que si quiero casarme debo hacerlo con la muchacha con quien tuve mi hijo hace varios años. ¿Qué piensa Usted?

    Bueno, muchos pensamientos vienen a la mente. Antes de nada, lo serio que es apartarse del Señor siendo creyente. Dios puede perdonar cualquier pecado cometido durante este tiempo, siempre y cuando se lo confiese y se aparte del mismo, pero es imposible evitar las consecuencias del pecado.

    Son como las cicatrices que quedan después que ha sanado una herida profunda. En su caso, la consecuencia de su pecado, es la criatura que vino al mundo como producto del embarazo no deseado de la muchacha con quien Usted cayó en fornicación.

    Al decir esto, no estoy atentando contra la dignidad de esta criatura. La criatura es inocente y está muy bien que Usted haga todo lo que esté a su alcance para proveer para las necesidades de esta criatura y para prodigar el amor de padre que todo hijo necesita. Sé que aún así, su hijo no tendrá todo lo que le hace falta para crecer en disciplina y amonestación del Señor, porque le falta la estructura de una familia en la cual el padre y la madre se ocupan de la crianza de ese niño. Esto es otra consecuencia del pecado cometido.

    Las consecuencias del pecado no afectan solo a los que cometen el pecado sino inclusive a personas inocentes del pecado cometido. ¿Qué culpa tiene su hijo para tener que crecer sin la presencia permanente de su padre y de su madre? ¿Qué tal si la madre del niño se casa con un hombre quien no puede tolerar al niño que ella tuvo de soltera? Ese pobre niño tendrá que vivir el permanente rechazo de su padrastro con serias consecuencias en su integridad espiritual, emocional y probablemente también física.

    Espero que Usted clame al Señor en oración por el bienestar de su hijo. Aunque Usted no me lo ha dicho, yo me imagino que Usted habrá confesado al Señor su pecado. Si no lo ha hecho, debe hacerlo lo antes posible. Dígale al Señor que le ofendió gravemente por medio del pecado que cometió. No se auto justifique. No diga cosas como: Lo hice porque estaba débil espiritualmente, o lo hice porque ella me incitó, o lo hice porque me sentía solo, etc.

    No busque alguien o algo para echar la culpa de lo que hizo. Simplemente hable con Dios aceptando toda la culpa de lo que hizo. Si le es posible y con la discreción del caso, confiese su pecado también a la muchacha con quien cometió fornicación. Pídale perdón por haber aprovechado de ella. No importa si ella estuvo también dispuesta a cometer el pecado. El hecho es que Usted aprovechó de ella, y le ofendió gravemente. Asegúrese que ella entienda que fue su culpa.

    Bueno, gracias a Dios que Usted se ha reconciliado con el Señor y ahora está buscando agradar a Dios con su vida. Es en esta nueva etapa de su vida cuando Usted está pensando en casarse. Bueno, no hay nada de malo en eso. Sin embargo, si la voluntad del Señor es que Usted se case, Usted debe poner mucha atención al consejo de la palabra de Dios en cuanto a con quien debe casarse.

    Si bien es cierto que en la Biblia Usted no va a encontrar el nombre de la mujer con quien debe casarse, sin embargo, la Biblia le provee de los requisitos que debe cumplir la mujer con quien Usted se case.

    Estos requisitos son básicamente dos.

    El primero, debe ser una mujer creyente. Note lo que dice 2ª Corintios 6:14 “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?”

    El mandamiento es claro. No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. Usted es creyente y por tanto no debe enamorarse ni ponerse de novio, peor casarse con una mujer incrédula. Intentar hacerlo sería como pretender que la justicia se una con la injusticia, o como pretender que la luz se una con las tinieblas. Algo imposible desde todo punto de vista.

    Yo asumo que la muchacha con quien Usted cayó en pecado de fornicación y con quien procreó un hijo, sigue siendo incrédula. Siendo así, esta muchacha no cumple con el requisito primordial para que sea su novia y más tarde su esposa. Si esta muchacha fuera creyente, sería distinto. Por ser creyente estaría en posibilidad de llegar a ser su esposa, siempre y cuando el Señor guíe en esa dirección por supuesto.

    Yo no sé cuál es el razonamiento que han seguido las personas con quienes Usted ha hablado sobre esto, para afirmar que porque Usted tuvo un hijo con aquella muchacha sin estar casado con ella, Usted debe casarse con ella a pesar de ser incrédula. En las cosas del Señor no se arregla un pecado cometiendo otro pecado. Usted ya cometió el pecado de fornicación con esta muchacha incrédula, no cometa otro pecado sobre ese pecado al casarse en yugo desigual con ella.

    El segundo requisito de la mujer con quien Usted debe casarse, es que además de ser creyente, debe ser madura en la fe. La Biblia enseña que la esposa es la ayuda idónea del esposo. Pero si Usted se casa con una mujer que aun siendo creyente, sin embargo no tiene ningún interés por las cosas espirituales, pues una mujer así en lugar de se ayuda idónea para Usted será un peso idóneo para Usted y su matrimonio pasará por momentos difíciles.

    Conocidos los requisitos de la mujer con quien Usted debe casarse, es decir que sea creyente y que sea madura en la fe, Usted me dirá que existen muchas mujeres que Usted conoce y que cumplen con estos requisitos. Pues ahora viene su tarea para saber cual de esas candidatas es la elegida. No se guíe por lo que ve. Lo físico no es lo más importante. Lo físico es temporal y tiende a cambiar mucho con el paso del tiempo.

    Es mejor que se deje guiar por el Espíritu Santo. No es cuestión de misticismo ni de oír voces o tener visiones o de que a alguien Dios le revele con quien Usted debe casarse. Es mas bien cuestión de que Usted cultive su comunión personal con Dios en el estudio de la palabra de Dios y la oración, es cuestión de que clame a Dios para que Dios ponga en su camino la mujer a quien Usted va a hacer feliz. Si Usted es fiel al Señor y espera confiado en la gracia de Dios, Dios mismo se encargará de poner en su camino la mujer que Dios quiere que sea su esposa.

    Recuerde el dicho: Las cosas hechas en la voluntad de Dios y en el tiempo de Dios siempre contarán con la bendición de Dios.

  • ¿Qué es el Budismo Zen? ¿Cómo se compara con el Cristianismo bíblico?

    El Budismo Zen, más conocido simplemente como Zen, quizá en un intento por ocultar su vinculación con la religión oriental llamada Budismo, es un culto de rápida propagación en el mundo moderno.

    Zen es una palabra japonesa, a veces ambiguamente traducida como “meditación” que tiene que ver con un elevado estado de conciencia en el que el hombre encuentra la unión con la Realidad Final del Universo.

    Según la información que aparece en el libro que lleva por título Invasión Desde Oriente, Los peligros de las nuevas filosofías Hinduistas, escrito por el Dr. Fernando Saravi, generalmente se considera como el fundador del Zen al maestro indú Bodhidharma, quien llegó a la China en el siglo V de nuestra era.

    El Zen nació y creció en este país, en el cual se fusionaron y armonizaron el budismo mahayanista y el taoísmo.

    Empero, el Zen conoció su máximo desarrollo en el Japón, donde llegó en el siglo XII y halló expresión en dos escuelas principales. Estas eran la Rinzai, que enseñaba la iluminación como meta zen, y la Soto cuyo principal objeto era vivir el zen, es decir, la práctica misma de los principios del zen en la vida cotidiana. Si bien esta última es más popular en el Japón, el Occidente ha recibido más influencia de la escuela Rinzai, a la que pertenece D. T. Suzuki.

    En el Japón, quien desee profundizar en las prácticas Zen debe ingresar, al menos temporalmente, en monasterios de exigente disciplina. Allí, monjes y discípulos realizan, además de meditación, toda clase de labores manuales. Tal práctica se basa en que el Zen considera que hasta lo más trivial y cotidiano forma parte de la naturaleza de Buda.

    Según su fundador, el Zen no admite ninguna escritura como normativa. Dice que las obras Budistas y Taoístas han de usarse con medida y cautela, como el dedo que apunta a la luna, el cual nunca debe ser confundido con la luna misma.

    También sostiene que el Zen es una transmisión especial, no solamente por la escasa trascendencia que le otorga a las Escrituras sagradas, sino también en el sentido que la citada transmisión solamente puede efectuarse de persona a persona, de maestro a discípulo.

    Reconoce que incluso el maestro, por importante que sea, no es sino otro dedo que apunta a la luna, porque la iluminación que el zen propone ha de ocurrir exclusivamente sobre la base del esfuerzo individual. Dice que para alcanzar la iluminación, cuyo nombre es satori en japonés, el zen exige trascender el intelecto y la lógica mediante la percepción intuitiva e instantánea de la verdad.

    En el zen, el prajna o intuición es considerado como una forma superior de verdadero conocimiento de la realidad final, mientras que el pensamiento conceptual y racional, llamado vijñana, es desalentado. Según esto, el zen es una vigorosa tentativa de ponerse en contacto directo con la verdad misma, sin permitir que teorías y símbolos se yergan entre el conocedor de la verdad y la cosa que es conocida.

    En cierto sentido, el Zen es sentir la vida en lugar de sentir algo acerca de la vida. La suprema vivencia de percepción intuitiva de la realidad requiere normalmente de un largo proceso previo, en el cual el discípulo debe librarse progresivamente de toda atadura intelectual, luego, alcanzar el satori, es el último salto, el descorrimiento del postrer velo que rodea la conciencia que impide la percepción de la realidad trascendente.

    Por esta razón, los maestros zen repiten hasta el cansancio que el zen que puede describirse no es el auténtico zen. Sobre esto afirman que el zen no es un mero sistema de pensamiento o una filosofía, y sería un gran error pensar que el zen puede captarse por el estudio intelectual.

    El zen es un asunto de experiencia, y no un mero concepto o pensamiento. Por lo tanto, el Zen evita tomar cualquier sistema de pensamiento como propio, o como norma de vida.

    D. T. Suzuki, en su libro titulado Introducción al Budismo Zen, dice lo siguiente: ¿Es el Zen una religión? No es una religión en el sentido en que se entiende popularmente el término; pues el zen no tiene un Dios que adorar, ritos ceremoniales que observar, moradas futuras a las cuales están destinados los muertos y, finalmente, el zen no tiene un alma cuyo bienestar ha de ser cuidado por alguien más y cuya inmortalidad es asunto de honda preocupación para algunos.

    El zen es libre de todas estas elucubraciones dogmáticas y religiosas. En el zen ni se niega a Dios ni se insiste en él; es sólo que en el zen no hay tal Dios como ha sido concebido por las mentes judías y cristianas. Por la misma razón que el zen no es una filosofía, tampoco es una religión.

    ¿Qué le parece? Es debido a declaraciones como estas, que algunos creyentes no ven ninguna amenaza a su fe en el zen. Pero cuidado. Antes de abrazar el zen siendo Usted creyente, considere las siguientes reflexiones que hace el Dr. Saravi en su libro anteriormente citado:

    Primero, para el zen, Dios no existe y, lo que es peor, ni siquiera importa si existe o no. Toda concepción acerca de Dios es vista como un yugo que debe ser destruido a cualquier precio. Por tanto, el zen ha sido adecuadamente caracterizado como una sutil forma de ateísmo que descarta y desprecia la fe bíblica en un Dios personal, creador, santo, amoroso, justo y trascendente.

    Segundo, debido a lo anterior, el zen niega de plano la realidad del pecado humano como ofensa a Dios, sobre la base de una norma objetiva de verdad y de bien. Walter Martín afirma lo siguiente: A los adherentes del culto zen les desagrada intensamente la doctrina cristiana de la responsabilidad personal por el pecado. Se rebelan contra cualquier forma de autoridad, particularmente si se trata de una autoridad revelada, externa a sus propios criterios subjetivos de moralidad, realidad y verdad.

    Tercero, el zen promueve una vía de liberación basada en la percepción subjetiva y fuera de toda verdad objetiva. Tal liberación ha de obtenerse a través del propio esfuerzo. En obvio contraste, el cristianismo afirma que, si bien la salvación requiere una decisión personal responsable, exige de manera ineludible un Salvador, el cual es Jesucristo, el único nombre dado a los hombres, debajo del cielo, en el cual hay salvación.

    Cuarto, como otras escuelas budistas, el zen enseña que la naturaleza de Buda está presente en todo y en todos, y que no percibir esta naturaleza es un problema de ignorancia. La salvación, entre comillas, del zen consiste precisamente en percibir intituivamente esta unidad búdica de todo, incluido, claro está, uno mismo. Luego, además de inculcar la salvación por el propio esfuerzo, diviniza a la criatura en lugar de dar gloria al Creador.

    Quinto, el zen engendra en sus practicantes una peligrosa seguridad, a través de un espíritu misticista que provee una engañosa certeza. El profesor Lit Sen-Chang, ex practicante del zen, convertido al cristianismo, explica: El satori carece casi por completo de contenido intelectual, y aún así está repleto con la intensa emoción de la convicción, y el místico retorna de él con una sensación de gran iluminación. Todo se centra en el propio yo, en la percepción subjetiva, en la búsqueda a tientas, en centrarse en el propio interior y buscar allí una luz que, para los cristianos, solamente puede provenir de la revelación divina.

    Sexto, como consecuencia de su cosmología y antropología, el zen niega explícitamente el juicio de Dios y la vida eterna en el sentido cristiano. Para el zen no hay recompensa ni castigo, no hay justos ni injustos, no hay, en fin cielo ni infierno.

    Esta es la realidad del zen cuando se compara con el cristianismo. Esta es la conclusión a la que llega Sen Chang acerca del culto zen. En una palabra, el zen no sólo es bíblica y teológicamente insostenible, sino también psicológica y socialmente nocivo. El zen es una técnica para alcanzar un quebrantamiento mental.

    Por lo dicho, la práctica del zen es totalmente contraria a las enseñanzas de la palabra de Dios y por tanto debe ser desechado de la conducta de todo creyente temeroso de Dios. No es posible ser un practicante del Zen y a la vez ser un fiel discípulo de Cristo. El apóstol Pablo advirtió del peligro que enfrenta el creyente en cuanto a ser engañado por prácticas como el Zen. Note lo que dice 2ª Corintios 2:8 “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”

    Si Usted tiene a Cristo en su vida y si Cristo se está manifestando en su vida, Usted tiene todo, no le hace falta nada. No hay motivo alguno para correr atrás de las huecas sutilezas que promueven prácticas como el Zen.

  • ¿Qué es la doctrina del purgatorio? ¿Qué dice la Biblia sobre eso?

    La doctrina del purgatorio es un dogma de fe de la iglesia Católico Romana, según la cual, aunque la muerte de Cristo hizo posible que los pecados fuesen perdonados, el pecador perdonado debe sufrir algún dolor o tormento, de intensidad y duración desconocidas, a fin de ser purificado y, por consiguiente, hecho apto para entrar en el cielo.

    Al explicar la doctrina del purgatorio, el Segundo Concilio Vaticano dice lo siguiente: La doctrina del purgatorio demuestra con claridad que aun cuando la culpa del pecado ha sido eliminada, la pena de ella o las consecuencias de la misma pueden permanecer y deben ser expiadas o limpiadas…

    En el purgatorio las almas de los que han muerto en la caridad de Dios y se han arrepentido verdaderamente, pero que no habían hecho satisfacción con la penitencia adecuada por sus pecados y omisiones, son limpiadas después de la muerte con castigos designados para purificar la deuda.

    Hasta aquí la explicación del Segundo Concilio Vaticano acerca del purgatorio.

    La doctrina del purgatorio, con el purgatorio como un lugar de purificación del alma después de la muerte, fue sugerida por el papa Gregorio el Grande en el año 593 DC. Había tal renuencia en aceptar esta doctrina en la iglesia, que fue recién en el Concilio de Florencia, en 1439, cuando fue aceptada como un dogma católico romano oficial.

    Es decir que hicieron falta casi 850 años para que la doctrina del purgatorio sea oficialmente aceptada por la iglesia católico romana.

    Su consulta tiene también que ver con qué dice la Biblia sobre la doctrina del purgatorio.

    Bueno, la Biblia refuta totalmente la mencionada doctrina por cuanto la obra de Cristo en la cruz a favor del pecador fue una obra perfecta y completa. Poco antes de expirar en la cruz, luego de seis horas de indescriptible suplicio, el Señor Jesús pronunció una de sus últimas frases.

    Note como lo registra el apóstol Juan en su Evangelio, capítulo 19 versículo 30: “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”

    La frase “Consumado es” es la traducción de una sola palabra griega, la palabra “tetelestai”, la cual tenía al menos tres significados para la gente de la época en la que Jesús murió.

    Tetelestai se usaba en el mundo de los negocios. Cuando una persona hacía un préstamo el deudor firmaba un documento legal por en el cual constaba el monto adeudado, la forma de pago y la fecha de vencimiento del pago. Cuando el deudor pagaba la deuda se estampaba un sello en el documento legal. El sello era la palabra “tetelestai”. De aquí, la palabra tetelestai significa deuda cancelada.

    Cuando desde la cruz, Jesús pronunció la palabra tetelestai estaba diciendo: La deuda por el pecado del hombre está totalmente cancelada.

    La doctrina del purgatorio atenta contra esta verdad insoslayable al pensar que el pago por el pecado efectuado por Cristo en la cruz no fue completo y el hombre necesita colaborar con algo mediante el castigo en el purgatorio.

    Pero la palabra tetelestai no solo se usaba en el mundo de los negocios sino también en el mundo del arte. Cuando un pintor daba la última pincelada a su obra de arte, ponía a un lado los utensilios para pintar y pronunciaba la palabra tetelestai. Con esto estaba diciendo: He terminado una obra de arte.

    La muerte de Cristo en la cruz fue por decirlo así, la última pincelada de la obra de arte de Dios para poder salvar al pecador.

    La doctrina del purgatorio niega esta verdad al dar lugar a pensar que la obra de Cristo en la cruz no completó el plan de Dios para la salvación del hombre y por eso el hombre también debe hacer su parte para poder ser salvo.

    Además de ser usada en el campo de los negocios y del arte, la palabra tetelestai también se usaba en el trato del esclavo con el amo. Cuando un amo pedía hacer algo a un esclavo y el esclavo cumplía al pie de la letra con lo que su amo había pedido, mirando a los ojos del amo, el esclavo decía: tetelestai. Con eso estaba afirmando que la obra se había cumplido a cabalidad.

    Cristo, como el siervo de Jehová vino a este mundo para hacer la obra sin igual de redimir al pecador. Él mismo dijo que había venido al mundo para buscar y salvar lo que se había perdido.

    La muerte en la cruz fue el episodio final de la obra de redención de Dios en Cristo. La obra fue cumplida a cabalidad. Cuando Jesús pronunció desde la cruz: Consumado es o tetelestai, estaba diciendo: No hace falta nada más para que el pecador que crea en mí sea salvo.

    La doctrina del purgatorio niega esta verdad al pensar que Jesús no cumplió a cabalidad con la obra que Dios le dio de salvar al pecador y por eso el hombre tiene que hacer al menos una parte de esa obra para poder entrar al cielo.

    De modo que, Cristo efectuó el pago completo por el pecado del hombre en la cruz del calvario. Cristo terminó la obra de arte para que el pecador condenado se convierta en pecador redimido. Cristo cumplió a cabalidad con la obra que su Padre le dio para hacer y no hace falta nada más para que el pecador que cree en él sea inmediatamente salvo.

    Todo esto se hizo patente cuando Jesús, poco antes de morir dirigió palabras de esperanza a un ladrón que fue crucificado junto a él en el monte calvario. Cuando este ladrón dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino, Jesús no le dijo: De cierto te digo que tendrás que ir al purgatorio y cuando tu alma sea purificada estarás conmigo en el paraíso. Ponga mucha atención a lo que dijo Jesús a este ladrón arrepentido. Se encuentra en Lucas 23:43 “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”

    Como Usted podrá notar. Las palabras de Jesús no dan ni siquiera un leve indicio para pensar en la existencia de un lugar de purificación intermedio antes de ir al paraíso o al cielo.

    La esperanza viva que tenemos los creyentes es que tan pronto muramos, si hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, estaremos en el cielo. Observe lo que enseña el apóstol Pablo en 2ª Corintios 5:6-8 “Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.”

    El creyente puede estar solamente en uno de dos lugares. O en el cuerpo, mientras vive en este mundo, o en el cielo, cuando sale de este mundo. No existe en absoluto lugar intermedio como afirma la doctrina del purgatorio. Esto es lo que la Biblia enseña en cuanto a la doctrina del purgatorio.

  • ¿Qué podemos decir desde el punto de vista médico acerca de la muerte de Jesús?

    Sé que algunos médicos han hecho algún tipo de análisis de las causas, desde el punto de vista médico, que produjeron la muerte de Jesús en la cruz. ¿Tienen Ustedes algo así?

    Con mucho gusto me gustaría compartir con Usted el análisis médico de la muerte de Jesús, realizado por el Dr. Ricardo Hidalgo, tal como apareció en una revista publicada por el diario Hoy de Quito, Ecuador.

    Dice así este doctor: Con el conocimiento de las prácticas de crucifixión y de algunos detalles anatómicos, se puede reconstruir algunos aspectos de la forma de ejecución por crucifixión.

    Cada herida aparentemente tenía la intención de producir una larga agonía y contribuir a la muerte de la víctima. Los azotes previos a la crucifixión debilitaban al mártir y si la hemorragia era considerable, se producía una hipotensión ortostática, o una pérdida de presión sanguínea y un shock hipovolémico. O el shock por la pérdida de volumen sanguíneo producido por alguna hemorragia.

    Cuando la víctima era lanzada hacia el piso sobre su espalda, en preparación para una transfixión de sus manos, o la acción de herir pasando de parte a parte, sus heridas de flagelación probablemente volvían a abrirse y se contaminaban en el suelo. Más aún, en cada respiración, las heridas dolorosas del flagelamiento eran raspadas con el madero áspero en el que colgaba.

    Como resultado, la pérdida de sangre proveniente de la espalda seguramente continuaría durante la crucifixión. Con los brazos estirados pero no en forma tirante, las muñecas eran clavadas al patíbulo. Se ha demostrado que los ligamentos y los huesos de la muñeca pueden soportar el peso del cuerpo suspendido.

    En cuanto a los clavos de hierro, seguramente eran guiados entre el radio y los huesos del carpo, o entre las dos filas de huesos del carpo, ya sea próximos o a través del flexor retináculum y los ligamentos intercarpianos.

    A pesar de que el clavo podía pasar entre los elementos óseos y no producir ninguna fractura, posiblemente la herida perióstica era muy dolorosa, periostio es la membrana fibrosa adherida a los huesos, que sirve para su nutrición y renovación.

    Mas aún, el clavo podría cortar el nervio mediano, sensitivomotor, que al ser estimulado produciría descargas de dolor en ambos brazos. A pesar de que la lesión del nervio mediano provocaría una parálisis de una porción de la mano, las contracciones isquemáticas, por falta de circulación sanguínea adecuada, y el daño de varios ligamentos podrían provocar un desgarro.

    En cuanto a los pies, estos eran sujetados a través de unos clavos de hierro colocados entre el primero y segundo espacio intermetatarsiano, justamente cerca de la articulación tarsometatarsiana. Es lógico afirmar entonces que el nervio peróneo y las ramas medias y laterales de los nervios plantares podrían lesionarse con los clavos.

    A pesar que la flagelación pudo haber producido una considerable pérdida de sangre, la crucifixión más bien era un proceso de pérdida de poca sangre, ya que la mayoría de las arterias o el arco plantar profundo eran los lugares anatómicos favoritos de la transfixión, o el herir de un lado a otro con algo punzante.

    Hoy sabemos que el mayor efecto patofisiológico de la crucifixión es la interferencia con la respiración normal, particularmente con la exhalación. El peso del cuerpo tirando hacia abajo con los brazos abiertos tiende a colocar los músculos intercostales en un estado de inhalación y por ende obstaculiza una exhalación que es pasiva.

    De acuerdo con esto, la exhalación era primordialmente diafragmática, y la respiración se hacía muy superficial. Es habitual que esta forma de respiración no supla las necesidades de oxígeno, y como resultado se produzca una hipercarbia o un aumento de la concentración de anhídrido carbónico en la sangre.

    La presencia de calambres musculares, debido a la fatiga y a la hipercarbia, dificultaría la respiración aún más. Para una exhalación adecuada se precisa elevar el cuerpo utilizando como apoyo los pies, la flexión de los codos y hacer movimientos de aducción de los hombros.

    Sin embargo, esta maniobra coloca todo el peso del cuerpo sobre los huesos del tarso y producirían un dolor severo. Más aún, la flexión del codo causa la rotación de las muñecas alrededor de los clavos de hierro, provocando un dolor pronunciado a lo largo del nervio mediano.

    Levantar el cuerpo también sería una acción muy lacerante, ya que apoyaría la espalda sangrante en el poste de madera. Los dolores musculares y una parestesia, o sensación de adormecimiento u hormigueo, de los brazos se añadirían a la posición incómoda.

    Como resultado, cada esfuerzo para respirar sería más agobiante y llevaría a la asfixia.

    Como vemos, la causa de la muerte por crucifixión es entonces multifactorial, pero lo más importante quizá sea el shock hipovolémico, por la súbita pérdida del volumen sanguíneo, y la asfixia.

    Otros factores contribuyentes podrían ser la deshidratación, arritmias cardíacas producidas por el estrés y un fallo congestivo del corazón, con una acumulación rápida de líquido en la pleura y pericardio.

    La crucifractura, es decir la ruptura de las piernas por debajo de las rodillas podía acelerar la muerte por asfixia. Ya que los israelitas no querían que los cuerpos permanecieran en la cruz después del ocaso, al empezar el Shabat, pidieron a Poncio Pilato que ordene su crucifractura para apresurar la muerte.

    Los soldados rompieron las piernas de los dos ladrones, pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, traspasaron su costado con una lanza de infantería y de la herida salió un fluido de sangre y agua.

    En relación con la muerte de Jesús, dos aspectos han sido la fuente de gran controversia, a saber: la naturaleza de las heridas en su costado y su muerte después de pocas horas en la cruz.

    El evangelio de Juan describe el repentino flujo de sangre y agua a través de la cortadura. Algunos autores han interpretado que el flujo de agua que salía de su costado, podía ser orina debido a una perforación en la línea media abdominal que logró traspasar la vejiga.

    Sin embargo, la palabra griega utilizada por Juan claramente denota la lateralidad e implica la ubicación en las costillas. Es por eso que, probablemente, la herida fue torácica, muy lejos del abdomen. A pesar de que el sitio de la herida no está señalado por Juan, tradicionalmente ha sido presentado en el costado derecho.

    Apoyando esta tradición también se ha postulado que probablemente se provocó la perforación de la pared de la aurícula derecha, o del ventrículo del mismo lado. Es por eso, que el agua posiblemente fue el líquido pleural o pericárdico, y pudo haber precedido a un sangrado profuso proveniente del ventrículo.

    La muerte de Jesús después de seis horas en la cruz sorprendió aun a Poncio Pilato. El hecho de que Jesús gritara en voz alta y luego dejara caer su cabeza y muriera, sugiere la posibilidad de una muerte súbita por rotura cardiaca o arritmia letal.

    En el momento de la crucifixión y de la flagelación, con una hipovolemia, o falta de volumen sanguíneo e hipoxemia, o falta de oxígeno en la sangre, concomitantes, y quizá con un estado de coagulación alterado, pudo provocarse un estado de hipercuagulabilidad con formación de trombos que embolizaron la circulación coronaria y produjeron un infarto agudo de miocardio transmural.

    Las vegetaciones valvulares trombóticas pueden desarrollarse bajo condiciones traumáticas agudas, y hoy sabemos que la rotura de la pared del ventrículo izquierdo también puede ocurrir en las primeras horas que siguen a un infarto masivo.

    En otro orden de cosas, también es probable que se produjera una arritmia cardiaca fatal. Entonces, permanece la incertidumbre de si la muerte de Jesús fue debido a una rotura cardíaca o a un fallo cardiorrespiratorio. Claramente se ve que el peso de la evidencia histórica y médica indica que Jesús murió antes de que le perforasen su costado, apoyando la visión tradicional de que lanza penetró entre sus costillas y atravesó probablemente no solo el pulmón derecho, sino también el pericardio y el corazón. Hasta aquí el escalofriante recuento de lo que pudo haber pasado con Jesús en la cruz, desde el punto de vista médico.

    La pregunta obligada es ¿por qué? La respuesta aparece en la Biblia. Considere lo que dice Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

    Allí lo tiene Jesucristo pasó por todo esto, que ha sido analizado desde el punto de vista médico, para que Usted y yo seamos librados del castigo por nuestro pecado.

    Cristo murió en lugar del pecador para que el pecador pueda ser perdonado. Todo fue por el amor que Dios tiene al pecador. Por amor, Jesús fue abandonado de su padre para que su padre pueda ampararnos a nosotros. Por amor, Jesús se hizo pecado para que nosotros podamos estar libres del pecado. Por amor, Jesús probó la muerte para que nosotros podamos tener vida. Qué grandioso es nuestro Dios y nuestro Salvador, el Señor Jesucristo.

  • ¿Cuáles son las doctrinas más importantes del Islamismo?

    El Islamismo o simplemente Islam es una religión ampliamente difundida en el mundo que descansa en lo que sus adherentes, conocidos como Musulmanes, llaman los Cinco Pilares Fundamentales. Primero, el credo, el cual reza así: No hay dios fuera de Alá y Mahoma es su profeta. Segundo, la oración, realizada cinco veces al día mirando hacia La Meca. Tercero, las limosnas de sus entradas para los necesitados. Cuarto, el ayuno, desde el amanecer hasta el anochecer en el mes de Ramadán. Quinto, el peregrinaje a La Meca, que deben hacer todos los Musulmanes al menos una vez en la vida. En cuanto a sus creencias, me gustaría compartir con Usted lo que aparece en el libro titulado: Islam, escrito por Harold J. Berry. En lo relativo a la fuente de autoridad, se basan en lo que llaman Qurán o Corán. Es el texto sagrado que según los Musulmanes fue dictado por el ángel Gabriel a su profeta Mahoma, quien nació en La Meca el año 570 DC. Es un libro algo más pequeño que nuestro Nuevo Testamento, dividido en Surahs, o capítulos, los cuales progresivamente se van haciendo más cortos a medida que va acercándose el final. Los capítulos del final del Qurán describen las primeras revelaciones que recibió Mahoma. Esto significa que para leer cronológicamente el Qurán es necesario comenzar por el final. En relación con la persona de Dios, el dios de los Musulmanes es Alá. Es un dios unipersonal puesto que los Musulmanes rechazan absolutamente la Trinidad tildándola de politeísta. El concepto de dios de los Musulmanes no admite la idea de paternidad. Un Musulmán jamás llamaría a Alá su padre, por tanto para los Musulmanes no existe el concepto de ser hijos de Alá. Los Musulmanes creen que la relación de ellos con Alá es como la relación de los esclavos con su amo. En cuanto a Jesucristo, los Musulmanes niegan que sea Dios. Dicen que Jesucristo jamás reclamó ser Dios, ni siquiera el Hijo de Dios. Les causa horror solo el pensar que Jesucristo sea el Hijo de Dios, porque, según ellos, eso significaría que Dios tuvo que haber tenido una esposa para poder procrear un hijo. Pero el Cristianismo Bíblico enseña que Jesucristo es Dios, la segunda persona de la Trinidad. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” Si queremos saber quién es el Verbo, solo hace falta leer Juan 1:14 donde dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Los Musulmanes no reconocen este testimonio como algo proveniente de Dios y por eso rechazan que Jesucristo sea Dios. En cuanto a la muerte de Jesucristo en la cruz para pagar por el pecado del hombre, los Musulmanes lo niegan absolutamente. Dicen que Jesús fue llevado al cielo por Dios antes de ir a la cruz. Creen que el que murió en la cruz fue alguien que se parecía físicamente a Jesús, pero no era Jesús. En cuanto al oficio de profeta de Jesucristo, los Musulmanes creen que efectivamente fue un profeta, al igual que Mahoma. Sin embargo, son enfáticos al afirmar que Mahoma es el último y final profeta. Por tanto ven en Mahoma al sello de la profecía. Por cuanto los Musulmanes no admiten que Jesús murió en la cruz del calvario, tampoco creen en la resurrección corporal de Jesucristo. Por contraste, la Biblia enseña que Jesucristo pagó en la cruz lo que el hombre debe pagar por su pecado y una vez muerto y sepultado, permaneció en el corazón de la tierra tres días y tres noches y luego resucitó de entre los muertos como una muestras irrefutable de que su Padre aceptó el sacrificio por el pecado del hombre. En lo que tiene que ver con el Espíritu Santo, el Qurán tiene solo unas pocas referencias acerca de él. Según un Musulmán convertido al cristianismo, los teólogos Musulmanes no saben qué decir acerca del Espíritu Santo. Esto contrasta con la clara información que provee la Biblia acerca de la persona del Espíritu Santo, enfatizando no solo su personalidad sino también su deidad. El Espíritu Santo para el Cristianismo Bíblico es la tercera persona de la Trinidad. Pero donde se nota una diferencia radical entre el Islamismo y el Cristianismo es en la actitud del hombre hacia la mujer. El Qurán dice cosas como por ejemplo: Los hombres están por encima de las mujeres, porque Alá ha hecho al uno más que el otro. También dice: A las que se rebelan, amonéstales y ponles en camas separadas y azótales. Hace poco circuló en Internet este terrorífico reportaje sobre la situación de la mujer en un país Musulmán: Las mujeres se han visto obligadas a llevar la «burqua» (prenda que tapa el cuerpo de las mujeres por completo) y han sido apaleadas y apedreadas en publico por no vestir el atuendo apropiado, incluso simplemente por no llevar la malla que cubre los ojos. Una mujer fue apaleada hasta la muerte por una enfurecida muchedumbre de fundamentalistas simplemente por exponer su brazo, accidentalmente, mientras conducía. Otra fue apedreada hasta la muerte por intentar abandonar la ciudad con un hombre que no era pariente suyo. A las mujeres no se les permite trabajar en publico, ni dejarse ver en publico, sin un pariente de sexo masculino. Profesoras, traductoras, doctoras, juristas, artistas y escritoras se han visto forzadas a abandonar sus lugares de trabajo y recluirse en sus hogares, de modo que la depresión se está adueñando de muchas de ellas hasta niveles alarmantes. No hay modo en esa sociedad islámica extremista de conocer a ciencia cierta la tasa de suicidio, pero los trabajadores sociales estiman que dicha tasa ha aumentado enormemente entre las mujeres, las cuales no pueden encontrar ni la medicación ni el tratamiento adecuados para combatir la depresión y prefieren, en muchos casos, la muerte a vivir en tales condiciones. Cuan diferente es la Biblia cuando en Gálatas 3:28 dice lo siguiente: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” En cuanto al pecado, los Musulmanes creen que el hombre viene al mundo en un estado de pureza y lo que llega a ser después depende de las circunstancias. Esto difiere absolutamente de lo que la Biblia enseña acerca de la condición espiritual de toda persona que nace en este mundo. La Biblia dice que el hombre es pecador por naturaleza. Según la Biblia, el hombre peca porque es pecador. No es pecador porque peca. En lo que respecta a la salvación, los Musulmanes creen que se salvan por medio de las buenas obras. Las obras de todo Musulmán son puestas en una balanza. Si la balanza se inclina hacia el lado de las buenas obras, ese Musulmán irá al paraíso. Si la balanza se inclina hacia el lado de las malas obras, ese Musulmán irá al infierno. La salvación por obras se hace muy evidente en la idea Musulmana de que los que mueren en la Jihad o guerra santa, entran directamente al paraíso. Por esta razón, muchos Musulmanes están totalmente dispuestos o ofrendar su vida por la causa del Islam. Con respecto al destino eterno después de la muerte, los Musulmanes describen de la siguiente manera lo que va a pasar: Cuando el juicio se acabe, los destinados al infierno o al paraíso tendrán que pasar por un puente angosto que conduce a su destino final. El puente está hecho de tal manera que los favorecidos lo atravesarán con facilidad mientras que los no favorecidos caerán al infierno. Norman Anderson, describe el concepto Musulmán del paraíso en estas palabras: Después del juicio de las obras, algunos entrarán al paraíso, donde se reclinarán en suaves sillones bebiendo copas repletas de vino servidas por las Huris o damas del paraíso, las cuales están a disposición de los hombres para ser tomadas como esposas en la cantidad que los hombres quieran. Otros serán condenados a los tormentos del infierno. Parece que todos, tendrán que pasar por el fuego temporalmente, pero ningún verdadero Musulmán quedará allí para siempre. Cuán diferente es lo que la Biblia enseña. Según la Biblia, la salvación depende de la decisión que el hombre tome acerca de lo que hizo Jesús en la cruz por él. Si el hombre recibe a Cristo como su Salvador será eternamente salvo y cuando salga de este mundo inmediatamente estará en la presencia inmediata de Dios en el cielo. En cambio si el hombre rechaza a Cristo como su Salvador y sale de este mundo en esas condiciones, inmediatamente estará en tormento en fuego. Estas amigo oyente son las principales creencias de esta religión que rápidamente se va extendiendo en el mundo. El Islamismo.

  • Si Dios no es hombre como para que se arrepienta, entonces, ¿por qué se arrepintió de haber puesto a Saúl como rey?

    Comencemos a leer la cita que se encuentra en 1 Samuel 15:29 donde dice: “Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta.” Estas palabras fueron pronunciadas por Samuel y dirigidas a Saúl el rey de Israel. Todo fue a raíz que Saúl desobedeció reiteradamente a Dios. Como consecuencia de la desobediencia, Dios decidió desechar a Saúl para que no sea rey. Note lo que dice 1 Samuel 16.23 “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.” Cuando Saúl se vio ante la terrible consecuencia de su pecado, se quebrantó, seguramente porque reconoció que estaba perdiendo el privilegio de ser rey, y no necesariamente porque estaba consciente de la gravedad de su pecado contra Dios. Samuel no quería saber nada más de Saúl y comenzó a alejarse de la escena. En desesperación, Saúl tomó fuertemente la punta del manto de Samuel y el manto se rasgó. Eso sirvió para que Samuel diga a Saúl: Así como mi manto ha sido rasgado, Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Fue en estas circunstancias que Samuel dijo a Saúl: Además el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta. Con estas palabras, Samuel estaba haciendo saber a Saúl que Dios, quien es santo e inmutable, estaba decidido a cumplir con su veredicto de desechar a Saúl. No había manera posible para que Dios cambie su decisión respecto a lo que había determinado hacer con Saúl. De nada servían todos los intentos de Saúl por lograr que Dios cambie de opinión sobre lo que iba a hacer. Eventualmente Samuel se fue a su casa y Saúl a la suya y no se volvieron a ver nunca más. Es entonces cuando la Biblia registra el comentario que ha despertado duda o inquietud en Usted. Se encuentra en 1 Samuel 15:35 donde dice: “Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.” El pecado siempre deja corazones destrozados. Las lágrimas de Samuel habrán sido lágrimas de desilusión, de frustración por la forma como pisoteó Saúl el honroso privilegio de ser el rey de Israel. Pero enfoquemos nuestra atención a la declaración bíblica que Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel. Leída superficialmente esta declaración, daría la impresión que Dios se había equivocado al poner a Saúl como rey de Israel, y después, cuando estaba viendo la consecuencia de esta mala decisión estaba dolido por el error cometido. Pero esto no puede ser así, amigo oyente. Recuerde que el mismo Samuel dijo que Dios no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta. Dios amable oyente, por ser Dios no puede equivocarse jamás, y por tanto no puede jamás arrepentirse en el sentido de reconocer que ha cometido un error. ¿Entonces qué quiere decir la Biblia cuando habla de que Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel? Bueno, el verbo hebreo que se ha traducido como “arrepentirse”, el verbo “nacham”, no significa reconocimiento de algún error o pecado cometido. “Nacham” tiene varios significados. El verbo en sí mismo tiene que ver con suspirar o con aspirar aire profundamente, y de allí denota estar dolido, o sentir pesar por algo que ha sucedido. Es en este sentido que Dios se arrepentía por haber puesto a Saúl como rey de Israel. Dios es sensible al pecado, amable oyente. Cuando el hombre se entrega al pecado, Dios siente dolor o pesar por ello. Esta idea aparece muy clara en el mismo capítulo 15 de 1 Samuel. Ponga atención a lo que dice 1 Samuel 15:10-11 “Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.” Cuando este texto habla de que Dios sentía pesar por haber puesto por rey a Saúl, está usando el verbo hebreo “nacham”, el mismo verbo que en el versículo 35 se ha traducido como “arrepentirse” Es decir que perfectamente podríamos leer el versículo 35 del capítulo 15 de 1 de Samuel de la siguiente manera: Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová sentía pesar por haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.

  • ¿Cuándo comenzó Judá a ser considerada como tierra en ruinas y espanto y cuando dejó Judá de ser considerada como tierra en ruinas y espanto?

    El asunto que Usted ha puesto sobre la mesa ha sido un quebradero de cabeza para los intérpretes de la Biblia. Sin despreciar todos los razonamientos que sobre este asunto se han vertido, para mí es lógico simplemente echar números partiendo de fechas que son reales y aceptadas por historiadores bíblicos y seculares. Es así como debemos considerar que la Biblia habla de tres deportaciones de Judá a Babilonia. La primera deportación aparece en 2 Reyes 24:1-7 donde dice: “En su tiempo subió en campaña Nabucodonosor rey de Babilonia. Joacim vino a ser su siervo por tres años, pero luego volvió y se rebeló contra él. Pero Jehová envió contra Joacim tropas de caldeos, tropas de sirios, tropas de moabitas y tropas de amonitas, los cuales envió contra Judá para que la destruyesen, conforme a la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas. Ciertamente vino esto contra Judá por mandato de Jehová, por los pecados de Manases, y por todo lo que él hizo; asimismo por la sangre inocente que derramó, pues llenó a Jerusalén de sangre inocente; Jehová, por tanto, no quiso perdonar. Los demás hechos de Joacim, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquin su hijo. Y nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates.” Cuando el texto habla de Nabucodonosor, se refiere a Nabucodonosor II, el hijo de Nabopolassar, rey de Babilonia desde el año 626 AC hasta el año 605 AC. Note que no todo Judá fue deportado en esta ocasión. Quedó inclusive un rey sobre los que no fueron deportados. No se puede decir entonces que Judá había quedado en ruinas y espanto. Como príncipe heredero, Nabucodonosor comandó el ejército de su padre contra Faraón Necao y los Egipcios y los derrotó en la famosa batalla de Carquemís. Esta batalla aconteció en el año 605 AC, fecha que tiene apoyo en la historia bíblica y secular. Por eso es que el texto leído dice que nunca más el rey de Egipto salió de su tierra; porque el rey de Babilonia le tomó todo lo que era suyo desde el río de Egipto hasta el río Eufrates. Nabucodonosor siguió su ruta de conquista e invadió la tierra de Judá. Fue aquí cuando Nabucodonosor tomó los primeros cautivos de Judá, entre ellos al joven Daniel, y se los llevó a Babilonia. Al final del año 605 AC murió Nabopolassar y ascendió al trono Nabucodonosor como rey de Babilonia. La segunda deportación aparece en 2 Reyes 24: 8-16 donde dice: “De dieciocho años era Joaquín cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. El nombre de su madre fue Nehusta hija de Enlatan, de Jerusalén. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho su padre. En aquel tiempo subieron contra Jerusalén los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia y la ciudad fue sitiada. Vino también Nabucodonosor rey de Babilonia contra la ciudad, cuando sus siervos la tenían sitiada. Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él y su madre, sus siervos, sus príncipes y sus oficiales; y lo prendió el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado. Y sacó de allí todos los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y rompió en pedazos todos los utensilios de oro que había hecho Salomón rey de Israel en la casa de Jehová, como Jehová había dicho. Y llevó en cautiverio a toda Jerusalén, a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos y a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra. Asimismo llevó cautivos a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a los poderosos de la tierra; cautivos los llevó de Jerusalén a Babilonia. A todos los hombres de guerra, que fueron siete mil, y a los artesanos y herreros, que fueron mil, y a todos los valientes para hacer la guerra, llevó cautivos el rey de Babilonia. Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joaquín a Matanías su tío, y le cambió el nombre por Sedequías.” Esta es entonces la segunda deportación. Ocurrió en el octavo año del reinado de Nabucodonosor, es decir en el año 597 AC. Observe que en Judá todavía quedó alguna gente, inclusive con un rey, cuyo nombre fue Sedequías, tío del rey que estaba en el exilio en Babilonia. No se puede decir entonces que Judá estaba en ruinas y en espanto todavía. La tercera deportación aparece en 2 Reyes 25:8-10 donde dice: “En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego. Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén.” Bueno, Usted podrá imaginar como habrá quedado Jerusalén, el templo y todo Judá. Ahora sí, podemos decir con propiedad que Judá está en ruinas y en espanto. Esto aconteció en el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor. Como Nabucodonosor comenzó su reinado en el año 605 AC, resulta entonces que Judá quedó en ruinas y en espanto el año 586 AC. Pero no iba a quedar así para siempre, porque años antes de todas estas cosas, el profeta Jeremías anunció que la dispersión iba a durar exactamente setenta años. Jeremías 25:10-11 dice: “Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán  estas naciones al rey de Babilonia setenta años.” Esta palabra de Jehová debía cumplirse al pie de la letra. Fue así como en el año 539, una vez más en cumplimiento de lo profetizado por Dios, se levantó el rey Ciro en el imperio Medo-Persa, el cual sucedió al imperio Babilónico y emitió un decreto que en su parte esencial aparece en Esdras 1:3-4 donde dice: “Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.” En respuesta a este decreto, partieron de Babilonia un grupo de unas 50.000 personas al mando de Zorobabel, gobernador y Jesúa o Josué, sumo sacerdote. Llegaron a Jerusalén el año 538 AC y comenzaron los preparativos para la reconstrucción del templo. Esdras 3:8 dice: “En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová.” Es decir que la obra de reconstrucción del templo comenzó el año 536 AC. Judá estaba todavía en ruinas y espanto. La obra de reconstrucción del templo comenzó con bombos y platillos, pero como sucede muchas veces, tan pronto comenzó a recibir la oposición de los enemigos se detuvo. De esto da cuenta Esdras 4:24 donde dice: “Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia”. Darío comenzó a reinar en el año 522 AC. Es decir que la obra de reconstrucción del templo se detuvo desde el año 536 AC hasta el año 520 AC. Fue en esas circunstancias que profetizaron Hageo y Zacarías para exhortar al pueblo a retomar la obra de reconstrucción del templo de Jerusalén. Durante el tiempo que el templo estaba en ruinas, Judá seguía también en ruinas y espanto. El pueblo fue sensible a la voz de Dios y re inició la tarea de reconstrucción del templo de Dios en el año 520 AC. Esdras 6:15 nos muestra cuando se terminó la obra de reconstruir el templo de Jerusalén. Dice así: “Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del rey Darío” Darío comenzó su reinado el año 522 AC. Es decir que el templo quedó reconstruido el año 516 AC. Se puede decir entonces que recién aquí, Judá dejó de estar en ruinas y en espanto. Muy bien. ¿Cuándo quedó Judá en ruinas y en espanto? Pues fue en el año 586 AC cuando los Babilonios destruyeron el templo de Jerusalén. ¿Cuándo dejó Judá de estar en ruinas y en espanto? Pues cuando se terminó de reedificar el templo de Jerusalén. Esto ocurrió el año 516 AC. Haga las cuentas y verá que entre el año 586 AC hasta el año 616 AC existen exactamente setenta años. En resumen podemos decir entonces que Judá quedó en ruinas y en espanto cuando fue destruido el templo en Jerusalén por los Babilonios en el año 586 AC. Permaneció así hasta el año 516 AC cuando se reedificó el templo de Jerusalén en los días de Esdras y Jesúa o Josué. La palabra de Dios se cumplió al pie de la letra.

  • ¿Es el Bautismo en agua esencial para la Salvación?

    Nada es esencial para la salvación aparte de la sola fe en la persona y obra del Señor Jesucristo. Recuerde amigo oyente que la salvación es por gracia, esto significa que es algo que el pecador no merece. Si añadimos requisitos, aparte de la sola fe en Cristo, para ser salvos, estamos haciendo que la salvación sea mérito de quien cumple con esos requisitos y esto destruye el concepto de la salvación por gracia. Ahora bien, una persona que sincera y voluntariamente ha confiado en Cristo como su Salvador, tendrá un deseo profundo de obedecer lo que su Salvador pida. Pues Cristo Jesús, en sus instrucciones a sus discípulos les dijo lo que tenemos en Mateo 28:19 donde leemos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” La voluntad de Cristo es que los que le reciben sean bautizados. Para cumplir con esa voluntad es que los creyentes sinceros se bautizan en agua. A esto es necesario añadir que el bautismo en un verdadero creyente es también para imitar a su Salvador quien también fue bautizado en agua, y además para dar un testimonio público de la fe en Cristo Jesús como Salvador. No es que personas exigen a los creyentes que se bauticen en agua. Más bien es que los creyentes reconocen su deber de cumplir con la voluntad de su Salvador y proceden a bautizarse.

  • Tengo bastante problema para aceptar que Dios use las pruebas para ayudar a un creyente a crecer en la fe. Esta idea me parece que no concuerda con el carácter de Dios quien es la esencia misma del amor.

    Respeto mucho su criterio personal sobre este asunto, pero no olvide que en las cosas espirituales, uno no debe dejarse guiar por lo que a uno le parece lo correcto o lo lógico, sino por el testimonio de la palabra de Dios. Por algo será que la Biblia dice en Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Así que amigo oyente, le invito a considerar lo que la Biblia dice acerca de la relación entre las pruebas y el crecimiento de la fe de un creyente. No está por demás dejar bien en claro que cuando hablamos de pruebas nos estamos refiriendo a situaciones que no las hemos buscado ni provocado sino que se presentan de repente, sin previo aviso y que causan sufrimiento, dolor, incomodidad y angustia. Muy bien. Para comprobar bíblicamente que las pruebas son utilizadas por Dios para fortalecer la fe del creyente, permítame leer 1 Pedro 1:6-7 donde dice: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” Pedro ha estado hablando de los beneficios de los que somos salvos por la fe. Esto produce en el creyente una alegría indescriptible. Pero a la vez Pedro habla también de diversas pruebas. Pedro nos presenta varias características de estas diversas pruebas. Primero, las pruebas no duran para siempre, son temporales, por un poco de tiempo. Segundo, las pruebas tienen su propósito. A esto se refiere Pedro cuando dice: si es necesario. Tercero, las pruebas producen aflicción. Cuarto, las pruebas pueden ser diversas. En cuanto al propósito de la pruebas, Pedro dice que son utilizadas por Dios para purificar la fe del creyente. Las pruebas son comparables al fuego que usa un joyero que está purificando el oro. El fuego hace que las impurezas del oro asciendan a la superficie para poder ser retiradas. Las pruebas hacen que afloren las impurezas de la fe del creyente para que el creyente pueda retirarlas y de esa manera hacer más pura a la fe. La meta de Dios al probar la fe del creyente es que esa fe sea tan pura que cuando venga Cristo sea hallada en alabanza y honra. Es obvio por tanto que Dios utiliza las pruebas para beneficio del creyente en el sentido de purificar su fe. A Usted le parece que traer pruebas a un creyente es contrario al carácter de Dios quien es la esencia misma del amor. Bueno, si las pruebas tuvieran el solo propósito de hacer sufrir al creyente, entonces Usted tendría razón. Pero recuerde que el propósito de las pruebas es purificar la fe del creyente y en ese sentido es más bien una muestra del amor de Dios a ese creyente. Admito que es difícil digerir este concepto. Es fácil enunciarlo, pero es difícil aceptarlo, pero esa es la realidad por cuanto eso es lo que dice la palabra de Dios. Note con atención lo que dice Salmo 119:67: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra.” Cuando el salmista habla de haber sido humillado, se está refiriendo a ser probado. Lo que está diciendo el salmista es entonces, que antes de ser probado, andaba descarriado, su fe era débil, su fe era impura, pero después de haber sido probado, comenzó a guardar la palabra de Dios, es decir que su fe se fortaleció, su fe se purificó. De esto da amplio testimonio la Biblia. Considere el caso de Job. En el primer versículo de su libro, leemos que Job era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Sin embargo, había espacio para purificar su fe. Job fue sometido por tanto a pruebas muy duras. Luego que salió de las pruebas, Job nos da su testimonio y en Job 42:5 leemos “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.” Antes de ser probado, Job tenía una idea imperfecta de Dios, pero después de ser probado, Job tenía una idea mucho más cercana a lo que Dios realmente es. Dios utilizó las pruebas para purificar la fe de Job. Lo mismo sucedió con cantidad de hombres y mujeres de Dios. Es por este motivo que la Biblia aconseja a los creyentes a no renegar de las pruebas como si Dios estuviera haciendo algo malo. Note lo que dice por ejemplo Santiago 1:2-4 “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Las pruebas, amigo oyente, apuntan a la purificación o fortalecimiento de la fe, y son una muestra del amor de Dios al creyente. Es el enfoque bíblico de las pruebas en relación con la fe. ¿A quién va creer? ¿A lo que dice la Biblia o a lo que a Usted le parece?

  • Mateo 21:7 afirma que en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén se uso un asna y un pollino. Pero Marcos 11:7 afirma que solamente se usó un pollino. ¿Puede aclarar esta contradicción?

    Con mucho gusto amigo oyente. Pero para esto es necesario reconocer un hecho importante en cuanto a los Evangelios. Tres de los cuatro son sinópticos. Mateo, Marcos y Lucas. La palabra Sinóptico, significa una disposición gráfica que muestra o representa cosas relacionadas entre sí, facilitando su visión conjunta. Es así como Mateo, Marcos y Lucas presentan eventos similares de la vida de Cristo, los cuales son complementarios entre ellos. El Evangelio según Juan es diferente, y está organizado en largos discursos, que Jesús pronunció a raíz de los milagros que hizo y especialmente durante la última semana de su existencia como Dios hombre en la tierra. En otras palabras amigo oyente, cuando se leen los Evangelios no es correcto decir: Aha, Mateo dice esto, pero Marcos dice esto otro, acerca de un mismo evento, por tanto uno de los dos debe estar mintiendo. Lo que se debe decir es: Muy bien, Mateo dice esto, pero Marcos dice esto otro, acerca de un mismo evento, entonces tanto lo que dice Mateo como lo que dice Marcos deben armonizar, voy a encontrar la manera como concuerdan las dos cosas. Esto es justamente lo que vamos a hacer en el caso de la entrada triunfal a Jerusalén. Atendamos primero al relato de Mateo. Leo en Mateo 21:1-7 donde dice: “Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sión: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.” Ponga ahora la atención en relato de Marcos. Leo en Marcos 11:1-7 “Cuando se acercaron a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? Decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el pollino atado fuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces le dijeron como Jesús había mandado, y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.” Se trata del mismo evento. Pero comparando el un relato con el otro, es obvio que existen pequeñas diferencias. Mateo habla de una asna y un pollino, mientras que Marcos habla solo de un pollino. Mateo no dice nada en cuanto a que nadie había montado al pollino antes, mientras que Marcos sí lo hace. Marcos habla de que el pollino estaba atado afuera a la puerta, en el recodo del camino. Mateo omite este detalle. Nuestra tarea es armonizar o poner todo junto, porque los eventos en los Evangelios sinópticos son complementarios, mas no contradictorios. Diremos entonces que los discípulos trajeron a Jesús, una asna y un pollino a quien nadie había nunca antes montado. Tanto el asna como el pollino estaban atados a la puerta de una ciudad, junto al recodo del camino. Los discípulos pusieron sus mantos tanto sobre la asna como sobre el pollino y Jesús se sentó sobre el pollino. Hemos armonizado ambos relatos y ahora tenemos un cuadro completo de cómo fue este asunto.