Investigando sobre este asunto en Internet, encontré la siguiente información que con gusto comparto con Ustedes. La eutanasia, desde un punto de vista jurídico, es la muerte provocada por propia voluntad y sin sufrimiento físico, en un enfermo incurable, a fin de evitarle una muerte dolorosa. Consiste en administrar drogas, fármacos u otras sustancias que alivien el dolor, aunque con ello se abrevie la vida. Caen fuera de este concepto las muertes causadas a ancianos enfermos, o enfermos mentales y otros, los cuales se deberían considerar como simples homicidios e incluso asesinatos. Tampoco se considera eutanasia el no aplicar al enfermo incurable un medio extraordinario de coste muy elevado o de sofisticada tecnología que puede lograr el alargamiento de la vida del paciente, pero no su curación. Como no suelen existir previsiones específicas en los códigos penales, por lo general si la eutanasia se practica sin el consentimiento de la persona, la mayoría de los ordenamientos jurídicos la consideran delito de homicidio, y si se lleva a cabo con el consentimiento de la persona, se la considera como delito de auxilio al suicidio. Con todo, un médico puede, sin embargo, decidir la no-prolongación de la vida de un paciente desahuciado, o la administración de una droga que le aliviará el sufrimiento, aunque le acorte la vida. El problema se suele plantear cuando la víctima se encuentra imposibilitada de proporcionar el consentimiento y no había manifestado nada al respecto con anterioridad. En cuanto a las formas de aplicación de la eutanasia, se considera eutanasia pasiva la muerte natural cuando se suspende el uso de los instrumentos de apoyo de vida o el suministro de medicamentos para que se dé una muerte completamente natural que no contraría en nada a la ley natural. Se considera eutanasia activa a la muerte que se ocasiona de una manera directa para poner fin al sufrimiento del paciente. El suicidio asistido se relaciona vagamente con la eutanasia y se produce cuando alguien da la información y los medios necesarios a un paciente para que pueda terminar fácilmente con su propia vida. El debate sobre la licitud moral de la eutanasia ha llegado a exacerbarse tanto en el siglo XX que incluso se han creado no pocas asociaciones que claman por el reconocimiento de un legítimo derecho a morir con dignidad. El movimiento para la legalización de estas prácticas comenzó en Inglaterra en 1935, con la creación de la Asociación por la legislación de la eutanasia voluntaria, que después se llamó Asociación para la eutanasia. Años después se fundó otra asociación con el mismo objeto en Estados Unidos. Sin embargo, la polémica se remonta a al antigua Grecia, pues se hallan textos acerca de este tema en Sócrates y Platón. Inclusive, en el juramento hipocrático, atribuido a Hipócrates, médico griego que vivió entre los años 460 y 377 AC, y considerado por muchos como el padre de la medicina, hace referencia a la práctica de la eutanasia. Ahora que tenemos al menos una buena noción de lo que es la eutanasia, vayamos a la segunda parte de su consulta. ¿Qué dice la Biblia sobre la eutanasia? Bueno, no dice nada en forma directa, pero dice mucho en forma indirecta. Considere por ejemplo lo siguiente. La vida es un regalo de Dios. Génesis 2:7 dice: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Sin el aliento de vida que Dios sopló en el hombre, el hombre es reducido a simple materia. La eutanasia es, en un sentido, el rechazo a ese aliento de vida dado por Dios como un regalo. Alguien dirá: Pero la vida que tiene aquel que busca la eutanasia, no es vida en realidad. ¿Puede ser vida algo que es fuente de permanente de dolor y angustia? ¿Aún así debe considerársele como regalo de Dios? Sí. La vida no consiste solamente en dicha y felicidad. El dolor y la angustia es parte de la vida. Cuidado con despreciar ese regalo de Dios llamado vida. Por otro lado, el cuerpo donde moramos no nos pertenece. 1 Corintios 6:19 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? El cuerpo del creyente pertenece a Dios. El creyente es solamente un mayordomo de su cuerpo. Como mayordomo, el creyente debe velar por el bien de su cuerpo. Dentro de esta responsabilidad está el hacer todo lo posible para conservar con vida ese cuerpo. La eutanasia va en contra de esta responsabilidad del creyente. Además, la Biblia dice con absoluta claridad que Dios es el único que tiene facultad para dar la vida y por ende, para quitar vida. Hechos 17:24-25 dice: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Cuando una persona opta por la eutanasia, está pretendiendo atribuirse para sí una facultad que solamente le pertenece a Dios. Esto es muy grave. Es como dar un empujón a Dios y decir: Quítate de aquí, que yo lo voy a hacer. La palabra de Dios condena esta actitud. También se debe considerar que el sufrimiento es manejado cuidadosamente por Dios con un propósito claro y específico. Dios usa el sufrimiento de varias maneras. Puede ser para manifestar su poder al eliminar la causa que produce el sufrimiento, como cuando resucitó a Lázaro por ejemplo. Puede ser como una medida de disciplina, como les sucedió a algunos creyentes de la iglesia de Corinto, quienes a causa de su estilo de vida nada acorde con la vida cristiana fueron disciplinados con enfermedad, debilidad y la muerte. El sufrimiento puede ser también la manera de Dios para enseñar algo importante. Eso fue lo que pasó con Job. Pocos han sufrido como él, sin embargo, aunque Job no lo entendió así desde el principio, en algún momento llegó a entender que su sufrimiento le llevó a un clímax de conocimiento de Dios. De modo que el sufrimiento no ocurre por accidente en la vida de un creyente, o porque Dios es malvado y se goza viendo sufrir a los suyos. La eutanasia desconoce este propósito de Dios para el sufrimiento y trata de eliminar el sufrimiento por medio de acelerar la muerte. Además de esto, es necesario reconocer que Dios ha dado su palabra de no someter a ningún creyente a una prueba que vaya más allá de su capacidad para soportar. 1 Corintios 10:13 dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” Cuando este texto habla de tentación, se puede perfectamente aplicar el concepto a las pruebas, en este caso al sufrimiento. La promesa es entonces, que Dios jamás va a someter a un creyente a un sufrimiento tal que no pueda soportarlo. La eutanasia desconoce esta palabra de Dios al justificar la muerte del paciente porque su sufrimiento está más allá de lo que puede soportar. Por último, me gustaría hacer este razonamiento. Muchas veces Dios permite cosas dolorosas en nuestras vidas, como una oportunidad para manifestar su poder. Eso sucedió con un ciego de nacimiento en los tiempos cuando Jesús estaba personalmente en la tierra. Al ver al ciego, los discípulos de Jesús le preguntaron: ¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? La respuesta de Jesús fue de lo más interesante. Se encuentra en Juan 9:2 donde dice: “Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” Poco más tarde, Jesús escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego y le mandó a lavarse en el estanque de Siloé. Tan pronto el ciego cumplió esta orden de Jesús, recobró la vista. La ceguera de este hombre tenía su propósito, era para que las obras de Dios se manifiesten en él. Cuando un paciente opta por la eutanasia, está cerrando toda posibilidad para que Dios actúe poderosamente y milagrosamente. Es como decir: No hay esperanza, ni Dios puede hacer algo en este caso. Para Dios no es ningún problema restaurar la salud a un enfermo terminal. No es prudente acelerar la muerte pensando que ya no hay esperanza. Por al menos estas consideraciones, la eutanasia no tiene ningún apoyo bíblico.
Autor: cris
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¿Hago mal ante Dios al cortar la vida de los animales porque es imposible su recuperación?
Peleo con la gente en la calle cuando veo que está maltratando a un animal, ejemplo caballos enfermos y cansados que son golpeados, recojo perritos atropellados y en pésimas condiciones para sanarlos y darlos en adopción, a algunos se les practica la eutanasia porque es imposible su recuperación o porque es imposible que salgan en adopción por su raza o edad. Mi pregunta es ¿hago mal ante Dios al cortar la vida de estos animales por los motivos anteriores?. Además, ¿cómo puedo enseñar a la gente a la luz de la palabra que no dé un trato tan brutal a los animales?
Antes de nada, me gustaría felicitarle por su compasión y misericordia por los animales, ya sea caballos o perros o cualquier otro animal. Interesante que en la ley de Moisés existe principios que tienen que ver justamente con ayudar a animales que están en problemas. Note por ejemplo lo que dice Éxodo 23:5 Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.
La ayuda a un asno que había caído debajo de su pesada carga, no sólo era un buen gesto para el dueño del asno, sino también para el mismo asno, porque debe haber estado sufriendo debajo de esa pesada carga. Siglos más tarde, el Señor Jesús hizo referencia a la buena práctica que predominaba en su tiempo, en cuanto a ayudar a los animales en problemas, aun en el día de reposo. Lucas 14:5 dice: Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo?
La compasión y misericordia del hombre, se debe extender no sólo a otros hombres sino también a los animales. Usted está poniendo en práctica esto y es digno de encomio. Su preocupación tiene que ver con quitar la vida a animales que a su criterio están demasiadamente enfermos y ya no es posible que se recuperen o a animales demasiadamente viejos o que por alguna otra razón válida no sería conveniente que sigan viviendo. Usted ha dicho que se trata de eutanasia a los animales. Al respecto, debe decirle que la Biblia no ordena ni condena esta práctica. Por tanto, Usted tiene la libertad de usar su mejor criterio, guiado por su interés y amor por los animales, para hacer lo que sea correcto en cada caso. No está por demás advertir que esto se aplica exclusivamente a los animales y de ninguna manera se puede extender este consejo a la eutanasia humana. Finalmente en cuanto a como enseñar a la gente a tratar bien a los animales, me gustaría aconsejarle que comience en su hogar. Usted ya tiene un buen sentido del buen trato que se debe dar a los animales. El paso siguiente sería que enseñe esto a sus familiares, después, tal vez a sus vecinos, y de esta manera vaya ampliando el círculo de influencia para estimular a la gente a tratar bien a los animales. Su ejemplo será el mejor método para animar a otros a que lo imiten. -
Pensamiento Filosófico según el cual la muerte de Cristo fue un suicidio
Se apoyan en textos como aquel en el que Jesús dijo: tengo poder para poner mi vida y tengo poder para quitarla. También cuando dijo que se entregó a sí mismo, y que voluntariamente vino al mundo para morir por nosotros. Sabiendo que esta doctrina diabólica está echando por tierra todo el plan maravilloso de salvación de nuestro Dios, yo personalmente la he rechazado con la oración que hizo nuestro señor Jesucristo en Getsemaní y otros pasajes, aún cuando este refleja con mayor fuerza lo que nuestro señor sentía antes de su muerte. Esta información la encontré en libros de filosofía. Si tuvieran más información sobre este tema les agradecería que me la hicieran llegar.
Efectivamente, algunos que han tratado de arrojar sombras de duda sobre el propósito de la muerte de Cristo, han llegado a la conclusión que su muerte en la cruz fue un suicidio. Pero nada más lejos de la verdad. Ciertamente que la muerte del Señor Jesucristo en la cruz fue violenta y también voluntaria, elementos que están presentes en un suicidio, pero en la muerte de Cristo hubo muchos otros elementos más que hacen imposible que se pueda catalogar a la muerte de Cristo como suicidio. En primer lugar, la muerte de Cristo fue profetizada no como suicidio sino como una muerte vicaria, esto significa como la muerte en lugar de otro, o a favor de otro. Note lo que dice Isaías 53:6 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Hablando del Señor Jesucristo, en forma profética, en este texto aparece por tres ocasiones la preposición “por” que también se podría traducir como “en lugar de” Todo lo que el Señor Jesucristo iba a padecer tanto antes como durante y después de la cruz, fue en lugar del pecador. Un inocente tomando el lugar de un culpable. Por esto el Señor Jesucristo iba a morir. Quien se suicida no se quita la vida en forma violenta y voluntaria, en lugar de otra persona o peor en lugar de todo el mundo, como lo hizo el Señor Jesucristo. Cristo Jesús fue predestinado para ser el sacrificio que permite que pecadores como Usted y como yo seamos perdonados de nuestros pecados. 1 Pedro 1:18-20 dice: sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
1Pe 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
1Pe 1:20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
Cuando en este pasaje bíblico se habla de la sangre preciosa de Cristo, se está hablando de su muerte en la cruz. Pero note que esta muerte no fue un suicidio sino el cumplimiento del plan de Dios para redimir, o rescatar al pecador, plan que fue diseñado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Relacionado con esto, tenemos la segunda razón que demuestra que la muerte del Señor Jesús no se trató de un suicidio. Efectivamente, el Señor Jesús fue a la cruz voluntariamente, pero esto también fue la voluntad del Padre celestial. Ponga mucha atención a lo que dice Romanos 8:32 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Rom 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Dios el Padre no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Dios el Padre entregó voluntariamente a su Hijo para que muera en la cruz en lugar del pecador y el Hijo voluntariamente fue a la cruz del Calvario para cumplir con la voluntad de su Padre celestial. ¿Cómo puede por tanto la muerte de Cristo ser un suicidio? Quien se suicida, lo hace por su propia voluntad, no para cumplir la voluntad de otra persona. El mismo pensamiento se nota en la oración del Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní cuando decía a su Padre celestial: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
En tercer lugar, la muerte de Cristo no puede ser un suicidio, porque nadie que se suicida lo hace con una expectación de gozo, como lo hizo el Señor Jesucristo. Permítame leer lo que dice Hebreos 12:1-2 dice: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
Heb 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
La muerte del Señor Jesucristo en la cruz, fue violenta, cruel, cruenta, pero esto no fue un obstáculo para que el Señor Jesús la enfrente con gozo, no porque le traía placer el dolor, sino porque el Señor Jesús sabía que esa era la única manera de salvarme a mí, y a Usted y a todos los que somos redimidos por él. ¿Cómo se puede entonces hablar de que la muerte de Cristo fue un suicidio? Los que se suicidan siempre lo hacen como la máxima expresión de su despecho, de su hastío de la vida. Pero este no fue el caso en la muerte del Señor Jesús. Dice el texto que leímos que el Señor Jesús, por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz. Al menos por estas razones, amable oyente, no se puede catalogar a la muerte de Cristo como un suicidio. -
¿La guerra de Afganistán tiene que ver, con lo descrito en el Apocalipsis?
¿Qué opina Usted de la guerra de Estados Unidos y sus aliados contra Afganistán? ¿Cree Usted que esto tiene que ver con lo que está escrito en el Apocalipsis cuando se menciona que el dragón escarlata persigue a la mujer encinta y ella se oculta en el desierto por un tiempo?
Bueno, como bien se ha dicho, en una guerra no hay vencedores ni vencidos. En una guerra todos pierden, por la gente que muere, por la gente que sufre graves heridas físicas y emocionales, por la gente que tiene que abandonar su territorio, por la cantidad de dinero que se gasta en armamento y por tantas otras cosas más. La guerra de Estados Unidos y sus aliados contra un grupo terrorista protegido por Afganistán, no es la excepción. Ahora bien, la pregunta suya es: ¿dónde ubicar este evento dentro del panorama profético que aparece en la Biblia? Usted ha pensado que a lo mejor tiene que ver con lo que está profetizado en Apocalipsis 12:1-6 donde dice: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días.” En una forma simbólica se ha representado el conflicto de siglos entre Satanás e Israel. La mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas, representa a Israel, nación de la cual proviene por el lado humano, el Cristo, por eso la mujer apareció encinta. El dragón escarlata con siete cabezas y diez cuernos y diademas sobre sus cabezas, representa a Satanás. La tercera parte de estrellas que el dragón arrastra con su cola representa a los ángeles caídos o demonios. El dragón está de pie frente a la mujer esperando que dé a luz, para arrebatar a su hijo. Esto representa el esfuerzo de Satanás para destruir a Cristo. El hijo nace y es protegido directamente por Dios, para ocupar el trono desde el cual regirá con vara de hierro a todas las naciones. Viéndose burlado, Satanás arremete contra Israel, representado por la mujer, quien huye al desierto para buscar protección. Satanás perseguirá a la nación de Israel, pero Israel saldrá librado por la intervención directa de Dios quien tiene un lugar preparado para proteger a Israel en el desierto. Todo esto acontecerá durante lo que en la Biblia se llama la Tribulación. Previa a la tribulación, la iglesia debe ser arrebatada. De manera que, la guerra de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán no puede ser parte de lo profetizado en Apocalipsis 12 por cuanto todavía la humanidad no ha entrado en la tribulación. Esto lo sabemos porque la Iglesia todavía no ha sido arrebatada. Así que, la guerra de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán es más bien parte de la violencia y desorden mundial que es típico del tiempo previo al arrebatamiento de la Iglesia. Note lo que dice Mateo 24:6-8 “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes y hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.”
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¿Es malo comer carne de res en la semana santa?
Dejemos por el momento a un lado la semana santa y concentrémonos en los alimentos en general, dentro de ello, la carne de res, por supuesto. La Biblia es muy clara al afirmar que a raíz de la muerte y resurrección de Cristo, se abolió la ley de Moisés, la cual, en una de sus partes hacía distinción entre los alimentos considerados ceremonialmente limpios y alimentos considerados ceremonialmente impuros. Este hecho se hizo evidente cuando Pedro el apóstol tuvo una visión muy interesante. Su relato se encuentra en el libro de Hechos, capítulo 10, versículos 9-16 donde dice: “Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo” Esta visión fue una especie de lección objetiva para que Pedro reciba a los gentiles y de esa manera cumpla el propósito de Dios de tomar pueblo para su nombre de entre los gentiles. Pero esa experiencia de Pedro nos muestra también que había llegado a su fin las distinciones entre alimentos limpios y alimentos impuros. 1 Timoteo 4:4-5 dice: “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado” Así que, todo alimento que existe en el mundo es bueno. No hay ningún impedimento bíblico para comer carne de res, o de cerdo, o de conejo o de cualquier otro animal. Es conveniente sin embargo tomar en cuenta el principio de no ser tropiezo para algún creyente que en su conciencia está convencido que comer tal o cual alimento es malo para él. 1 Corintios 8:13 dice: “Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” Esto en cuanto a los alimentos. Ahora viene el asunto de la semana santa. Yo siempre tengo problema con esto de la semana santa, porque la idea que esto comunica a mi mente es que las otras semanas del año no son santas. Pero yo sé que todas los meses del año son santos, todas las semanas del año son santas y todos los días del año son santos, porque todo esto es de Dios. La idea de una semana santa, en la cual la gente se esfuerza por refrenar el pecado, aunque el resto del año, las 51 semanas restantes, viva en pecado, no tiene en absoluto fundamento bíblico. Pero alguno dirá: El hecho que en semana santa se celebra la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, ¿no hace de esta semana, una semana especial? ¿Una semana santa? Pues no amigo oyente. La Biblia condena la celebración de fiestas religiosas. Note lo que dice Colosenses 2:16-17 “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuando a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.” Los falsos maestros del primer siglo, ponían gran énfasis en abstenerse de ciertos alimentos y en la observancia de ciertas fiestas religiosas, pero Pablo dice: Estas cosas son sombras que ya han sido disipadas por la presencia de Cristo. De modo que la semana santa, es como cualquier otra semana del año, una semana para buscar glorificar a Dios como se lo debe hacer en cualquier otra semana del año. Con lo dicho no estoy afirmando que sea malo hacer memoria de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, pero esto podemos hacerlo inclusive cada semana del año. Algunas iglesias o asambleas celebran la cena del Señor cada primer día de la semana y en eso hacen memoria de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. ¿Por qué esperar solo una semana señalada para recordar el cruento sacrificio de Cristo? Sobre la base de todo lo dicho hasta aquí, no existe en absoluto fundamento bíblico para afirmar que no se debe comer carne de res durante la semana santa. Todos los alimentos son limpios y todas las semanas son santas. La instrucción para no comer carne de res en semana santa no proviene de Dios sino del hombre. Es un mandamiento de hombres. La Biblia advierte severamente en contra de someterse a mandamientos de hombres. Note lo que dice Tito 1:13-14 “Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” Cuidado amable oyente con hallarse obedeciendo mandamientos de hombres como si fueran mandamientos de Dios.
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¿Por qué es que Jesús se enfrentó a los líderes religiosos de su época?
Sabiendo que la Biblia enseña que los creyentes no tenemos lucha contra sangre y carne, ¿por qué es que Jesús se enfrentó a los líderes religiosos de su época? Digamos que a Usted le parece que un creyente no debería enfrentarse a un ser humano, porque ese ser humano es de carne y sangre y la Biblia dice que nuestra lucha no es contra carne y sangre. Pues, para clarificar este asunto, comencemos por señalar que en la Epístola del Apóstol Pablo a los Efesios, el autor se dirige a los creyentes en general para hacerles conocer que todo creyente está en guerra en el campo espiritual. Efesios 6:12 dice lo siguiente: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” Lo que este texto está diciendo en esencia es que la guerra que tenemos los creyentes no es en contra de los ateos o de los filósofos humanistas, o de los sacerdotes inmorales o de los miembros de alguna secta contraria a Cristo o de alguna persona perversa, o de alguna autoridad injusta. La guerra es contra fuerzas demoníacas, contra ese ejército de ángeles caídos, contra esa hueste de espíritus malos que poseen tremendo poder. Aunque nuestros ojos físicos no los puedan percibir, estamos rodeados de un sinnúmero de seres espirituales realmente malvados, y gracias a Dios también de un sinnúmero de seres espirituales buenos, los ángeles. Los seres espirituales malvados no pueden morar o habitar en un creyente verdadero, pero sí pueden oprimir y acosar a un creyente verdadero. Los creyentes no debemos dar demasiada atención a los demonios, al punto de ver demonios hasta en la sopa, pero tampoco debemos ignorar su presencia y su capacidad para el mal. A pesar de ser poderosos, los demonios, al igual que Satanás, son enemigos derrotados. Jesucristo los derrotó para siempre en la cruz del Calvario. Solo es cuestión de tiempo para que Satanás y sus demonios sean arrojados por la eternidad en el lago de fuego. Todo lo que un verdadero creyente necesita para mantenerse en pie ante cualquier ataque de los demonios es la armadura de Dios. La Biblia también enseña que Satanás y sus demonios son seres espirituales. Una de sus tácticas para hacer daño es usar instrumentos humanos. Detrás del instrumento está Satanás o alguno de sus demonios. El enemigo que enfrenta el creyente es el mismo enemigo que enfrentó Jesús. Satanás y sus demonios han estado en contra de Cristo desde que cayeron de su posición de dignidad que antes tenían en el cielo, y su objetivo principal ha sido impedir que Cristo se manifieste en carne para de ese modo evitar que Cristo vaya a la cruz a morir por los pecadores. Uno de sus intentos por impedir que Cristo se manifieste en carne se dio cuando el pueblo de Israel estaba bajo la esclavitud en Egipto. En estas condiciones, las fuerzas espirituales de maldad tomaron como instrumentos a Faraón y sus siervos. Por medio del decreto del Faraón de exterminar a los niños varones, Satanás quería borrar del mapa a la nación judía. Sin varones, las mujeres judías habrían sido fácilmente absorbidas por la nación Egipcia. Eliminando a la nación de Israel, Satanás esperaba impedir que Cristo llegue al mundo en forma humana, porque Satanás sabía que Cristo en su humanidad debía ser judío. Dios intervino milagrosamente para preservar la vida de algunos varones judíos, entre ellos, Moisés, por medio de quien Dios trajo liberación a su pueblo. Satanás fue vencido en su propósito de truncar la venida de Cristo. Miles de años más tarde, ya cuando Jesús nació de la virgen María, Satanás y sus demonios intentaron nuevamente acabar con la vida de Jesús. Esta vez, los instrumentos humanos fueron Herodes y sus siervos. Mateo 2:16 dice: “Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos” Herodes, títere de Satanás y sus demonios, tenía la esperanza que su macabra medida, acabe con la vida de Jesús, para así evitar que vaya a la cruz para morir por los pecadores. Dios tuvo que intervenir milagrosamente para, en sueños, instruir a José en el sentido que tome al niño y a su madre y se refugien todos en Egipto. Satanás y sus demonios quedaron nuevamente burlados. Pero Satanás no se rinde fácilmente. Durante el ministerio terrenal de Jesús, Satanás se presentó de una forma directa ante Jesús en otro intento fallido de evitar que vaya a la cruz. Mateo 4:1-11 nos lo relata de esta manera: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta día y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.” Por tres ocasiones, Satanás intentó que Jesús caiga en tentación de modo que quede descalificado como nuestro perfecto Salvador. Como Jesús se mantuvo firme contra la tentación, Satanás buscó otros medios para atentar contra Jesús. Uno de esos atentados fue utilizando como instrumentos a unos judíos en una sinagoga, acerca de lo cual nos habla Lucas 4:28-30 donde dice: “Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue” Todos los intentos de Satanás por evitar que Jesús vaya a la cruz fracasaron, porque hay alguien que es más poderoso que Satanás y sus demonios, a cuyo cargo estaba la vida del Hijo de Dios. Todo este razonamiento, para mostrar que la lucha del creyente es contra un enemigo espiritual muy poderoso, el mismo enemigo espiritual que tuvo que enfrentar Jesucristo. Aunque este enemigo es de carácter espiritual, muchas veces utiliza instrumentos humanos para cumplir con sus propósitos. Jesús no estaba en contra de personas, Jesús amaba a las personas. Jesús estaba en contra de Satanás y sus demonios, quienes a veces utilizaban personas para hacer daño. Igual es hoy en día con los creyentes. Nuestra lucha no es contra personas de carne y hueso, o contra sangre y carne como dice en Efesios 6, nuestra lucha es contra Satanás y sus demonios, quienes a veces utilizan personas para hacer daño. Una fuente de consuelo para el creyente es saber que Satanás es un enemigo poderoso, pero ya derrotado. Hace mucho ruido pero no tiene poder para vencer a un hijo de Dios. Satanás fue herido de muerte en la cruz del Calvario y Jesucristo resucitado hizo pedazos su arma más poderosa, la muerte. En 1 Pedro 5:8 se describe a Satanás como un león rugiente, buscando a quien devorar, pero en el fondo, Satanás es un león sin dientes en lo que a un creyente respecta. ¿Qué debe hacer un creyente ante un enemigo derrotado? Pues apropiarse de la victoria y reconocer que Satanás no tiene poder sobre nosotros. Cristo nuestro Salvador nos libró del poder de Satanás y sus demonios. Esto nos ayudará a mantenernos firmes, sin ceder ante las insinuaciones a pecar, las cuales normalmente susurrará a nuestros oídos, ya sea por medio del mundo controlado por él o ya sea por medio de nuestra vieja naturaleza que se complace en obedecer sus dictámenes. Cierto, la lucha del creyente no es contra sangre y carne, pero el enemigo espiritual a veces usa la carne y sangre para hacer daño.
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¿Cómo podemos ser de bendición a las personas?
Bueno, la Biblia enseña que los creyentes hemos sido bendecidos de Dios. Efesios 1:3 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” Como benditos de Dios estamos en capacidad de ser de bendición para otros. Podemos pensar en varias maneras que los creyentes podemos ser de bendición para otros. Primero, compartiendo la palabra de Dios con otros. Esto tendría dos enfoques diferentes. Si los otros son incrédulos debemos compartir con ellos el mensaje del evangelio, o las buenas nuevas de salvación. Esto es parte de lo que se llama la gran comisión. Mateo 28:19-20 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén.” No olvidemos jamás que para que una persona sea salva es necesario que primero oiga y entienda bien el mensaje del evangelio. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” Qué maravilloso es ser de bendición para otros al anunciarles el mensaje del evangelio. Si los otros ya son creyentes, también podemos ser de bendición para ellos al compartir con ellos algún pensamiento de la palabra de Dios. Puede ser que Dios habló a su corazón por medio de su palabra, a través de un mensaje que escuchó en la iglesia o en la radio o en la televisión, no sea egoísta disfrutándolo solamente Usted, compártalo con otros creyentes para que ellos también disfruten lo que Dios le ha dado. Podemos ser de bendición para otros al compartir con ellos la palabra de Dios. Segundo, podemos ser de bendición para otros al compartir con otros nuestro testimonio, o nuestra conducta, o nuestra forma de ser. La palabra de Dios dice que los creyentes somos nuevas criaturas. 2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Como nuevas criaturas que somos, los creyentes debemos dejar atrás los hábitos o conducta que fueron propios de nuestro estilo de vida antigua, antes de recibir a Cristo, y debemos incorporar los hábitos que son propios de los hijos de Dios. El mundo debe ver en nosotros un estilo de vida diferente al del mundo. Este estilo de vida diferente es una bendición para otros, quizá principalmente para los incrédulos. Una vez un creyente fue agredido salvajemente de palabra y obra, por otra persona, sin que mediara motivo alguno. La gente que presenció la agresión, esperaba que ese creyente responda a la agresión agrediendo también de palabra y obra, pero ese creyente simplemente dijo algo como: Que el Señor te pague conforme a tus hechos, tal cual como el apóstol Pablo dijo acerca de Alejandro el calderero, quien le había causado muchos males. Esta conducta de este creyente fue tan impactante para algunos que estuvieron presentes en el incidente, que cuando se calmaron los ánimos, estaban vivamente interesados en saber por qué ese creyente actuó de esa manera. Esa fue la puerta que se abrió para que ese creyente comparta con ellos el evangelio. El estilo de vida, o la conducta de un creyente puede ser de bendición para otros, o puede ser de tropiezo para otros. Tercero, los creyentes podemos ser de bendición para otros cuando compartimos con ellos los bienes materiales que Dios ha puesto a nuestra disposición. 1 Juan 3:17-18 dice: “Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” Jesús dijo que a los pobres siempre los tendremos entre nosotros. Oportunidades para ayudar a los necesitados nunca van a faltar. Una manera de ser bendición para otros es por medio de satisfacer esas necesidades en la medida que tengamos los medios para hacerlo. Cuarto, podemos ser de bendición para otros, orando por ellos al Señor. La oración es el músculo que mueve el brazo de Dios. Por medio de la oración podemos estar siendo de bendición a tanta gente en tantas partes del mundo. Son quizá las maneras más evidentes de ser bendición para otros.
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¿Responde Dios las oraciones de las personas que no tienen a Cristo?
La oración, es parte del sistema de comunicación entre Dios y los que somos de él. Todo sistema de comunicación tiene dos vías, uno de ida y otro de vuelta. Dios nos habla por medio de su palabra y nosotros hablamos a Dios por medio de la oración. Para que este sistema de comunicación funcione es necesario que exista una relación personal entre Dios y la persona que ora. La Biblia enseña que todo ser humano viene a este mundo en un estado de muerte espiritual. Note lo que dice Romanos 3:22-23 “Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” En su estado natural, el hombre está destituido de la gloria de Dios. Esto significa que no tiene relación personal con Dios. Por ser santo, Dios no puede tener relación con una persona que está muerta espiritualmente hablando. Para que Dios pueda tener una relación personal con alguien, es necesario que primeramente esa persona llegue a tener vida espiritual. Esa es una obra espiritual que Dios hace en las personas que reciben a Cristo como Salvador. Efesios 2:1 dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” Uno de los muchos beneficios de esta nueva criatura viviente, es justamente el poder comunicarse directamente con Dios. Note lo que dice Juan 15:16 “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Estas son palabras de Jesús, poco antes de ir a la cruz. Habla de que aquellos que tienen vida espiritual, han sido elegidos por él con el propósito de ir y llevar fruto, un fruto que permanece, y ponga atención: Para que todo lo que pidan al Padre en el nombre de Cristo, sea concedido por el Padre. Esto no significa que con tal de que nuestras oraciones terminen con la frase: En el nombre de Jesús, Dios está en la obligación de atender nuestros pedidos. Lo que significa es que si nuestros pedidos son los mismos que haría Jesucristo, entonces Dios concederá esas peticiones. Tiene que ver con pedir a Dios las cosas que son la voluntad de Dios. Es claro entonces que quienes tienen el gran privilegio de pedir en el nombre de Cristo son los que tienen a Cristo en su vida. Esto responde a su consulta. Una persona que no tiene a Cristo como su Salvador, está separada de Dios y por tanto no tiene comunicación con Dios. Una persona en estas condiciones está muerta espiritualmente. Dios no tiene comunicación con los que están muertos espiritualmente.
Pero yo conozco mucha gente incrédula que dice que ora a Dios y Dios les responde a sus oraciones.
Bueno, el incrédulo piensa que ora a Dios y que Dios le responde, pero en realidad no es así. El incrédulo está muerto espiritualmente. Un muerto espiritualmente no puede comunicarse con el Dios vivo y verdadero. Puede ser que el incrédulo esté convencido que Dios está oyendo sus oraciones y que Dios está contestando, pero todo eso es un ejercicio vacío de significado. La gente pagana ora a las montañas, o al sol, o a la luna, o a las estrellas, o a las esculturas de yeso o de madera, o a las imágenes y parece que sus peticiones son respondidas. Pero no es el único y verdadero Dios quien está respondiendo. Puede tratarse solamente de puras coincidencias o más aún puede tratarse simplemente de una manifestación de lo que los teólogos llaman la gracia común, es decir de los beneficios que Dios derrama sobre todos, creyentes e incrédulos por igual, le pidan o no le pidan. Dios hace llover sobre justos e injustos. Bien se ha dicho que la única oración de los incrédulos que Dios responde es aquella en la cual el incrédulo, reconociendo que está separado de Dios, clama a Dios por perdón de sus pecados, confiando plena y absolutamente en el sacrificio de Cristo en la cruz por él.
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¿Qué significa que Dios es una persona? ¿Tiene cuerpo, o es simplemente un espíritu invisible?
Cuando decimos que Dios es una persona, no estamos insinuando que tenga manos, pies, ojos, nariz. Cosas como estas son evidencias de corporeidad, mas no de personalidad. Cuando decimos que Dios es una persona estamos dando a entender que tiene intelecto, puede pensar, tiene emociones, puede sentir, y tiene voluntad, puede decidir por sí mismo. El cuerpo no es indispensable para que alguien sea considerado como una persona. Dios es espíritu y por tanto es invisible. Juan 4:24 dice: “Dios es espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” También Colosenses 1:15 dice: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” Pero aunque Dios es espiritual e invisible por naturaleza, la gloria que le rodea puede ser percibida por sus criaturas. Esto lo sabemos por pasajes bíblicos como por ejemplo Éxodo 24:9-10 donde dice: “Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro; semejante al cielo cuando está sereno.”
En conclusión, Dios es una persona porque posee intelecto, emociones y voluntad. En su esencia es espiritual e invisible, pero la gloria que le rodea puede ser contemplada por sus criaturas.
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¿Cómo puedo crecer espiritualmente?
Me gustaría sugerirle algunos pasos sencillos que le ayudarán a crecer espiritualmente.
En primer lugar, decida servir al Señor. Con esto no estoy sugiriendo necesariamente que se haga misionero o pastor, etc. Lo que estoy sugiriendo es que tome la decisión importante de servir al Señor en cualquier lugar donde él le coloque. Después de aceptar por fe a Cristo como Salvador, todo creyente debería decidir quien va a ser el amo o el patrón de su vida. Josué 24:15 dice: “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” En este versículo, el Espíritu Santo, a través de Josué, está poniendo a su pueblo ante una disyuntiva. El asunto a decidir era a quien iba a servir el pueblo. Había solamente dos alternativas. Jehová o los ídolos. Josué decidió que Jehová sería su amo. Lo propio tiene que suceder en su vida amigo oyente. Usted tiene que decidir quién va a ser su amo. Sus alternativas también son sólo dos. Jesucristo o los ídolos. Cuando hablo de ídolos, no necesariamente me estoy refiriendo a imágenes o estatuas. Un ídolo podría ser sus estudios, o su novia, o su deporte favorito, o su profesión, etc. Todo aquello que amenace usurpar la posición que Cristo debe tener en la vida de creyente, llega a ser un ídolo. Qué tal si sigue el ejemplo de Josué y decide servir con todo su ser a Jesucristo. Deje que Cristo sea el amo o el dueño de su vida. Si Usted decide servir a Jesucristo, Romanos 12:1-2 tiene una hermosa promesa para Usted. Dice así: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Todo creyente que decide ser un siervo del Señor Jesucristo y lo demuestra por medio de no conformarse a este mundo y en lugar de ello permite que la palabra de Dios transforme su mente, podrá conocer y comprobar en la práctica la voluntad de Dios que es agradable y perfecta. Usted, podrá también conocer la voluntad de Dios y comprobará que es lo mejor. Esto sucederá cuando decida ceder el control de su vida a Cristo.
Una segunda sugerencia que me gustaría hacer para que Usted crezca espiritualmente es que diariamente tenga su tiempo devocional. Es recomendable tener este tiempo devocional a la mañana, antes de comenzar las actividades diarias. Esta fue la costumbre del salmista, según lo que leemos en Salmo 5:3 donde dice: “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.” Durante el tiempo devocional debe haber lectura y meditación de la palabra de Dios y un tiempo de oración por necesidades específicas. El tiempo devocional debe ser un hábito en la vida de todo creyente, a tal punto que todas las actividades diarias queden subordinadas al mismo.
Una tercera sugerencia que me gustaría compartir con Usted amigo oyente, es que se congregue en una iglesia local sana. Una iglesia local sana es aquella en la cual la Biblia es el único fundamento de doctrina y práctica y en la cual la Biblia se enseña de una manera ordenada o sistemática. Trate de involucrarse lo más que pueda en la iglesia y notará que poco a poco se irán perfeccionando más y más los talentos y dones que el Señor le ha dado para traer gloria a su nombre y para la edificación del cuerpo de Cristo. Una cuarta sugerencia para crecer espiritualmente es que busque ser discipulado por algún creyente maduro en la congregación o por uno de los pastores o ancianos de la iglesia. El discipulado cristiano es el aprendizaje al lado de un maestro. Todos nosotros hemos pasado por esta etapa en nuestra vida cristiana. En algún momento de nuestra vida cristiana hubo una persona madura espiritualmente quien nos ayudó a crecer en el conocimiento de la fe, pero sobre en la práctica de los principios bíblicos de la vida cristiana. A través de un proceso de discipulado personal, Usted no sólo podrá acumular conocimiento intelectual sino que será incentivado a vivir lo que sabe intelectualmente. En este proceso de discipulado, Usted será guiado paso a paso a imitar a su maestro, quien a su vez estará imitando al Señor Jesucristo. Es interesante notar que el discipulado es parte fundamental de la Gran Comisión. Mateo 28:19-20 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” La orden expresa es hacer discípulos. ¿De qué forma? Bautizándoles, esto significa que por medio del bautismo en agua den público testimonio de su fe en Cristo como Salvador y también enseñándoles que guarden o cumplan todas las cosas ordenadas por el Señor, esto es mostrando en su vida la vida de Cristo Jesús. La quinta sugerencia que me gustaría compartir con Usted amable oyente es que para crecer espiritualmente necesita depender del poder del Espíritu Santo, quien mora en Usted. Recuerde que su vieja naturaleza pecaminosa fue privada del poder que antes tenía sobre Usted, y esto ha traído como resultado que Usted esté en capacidad de decir: No, a cualquier tentación a pecar. Como hijo de Dios, Usted tiene el poder para vivir una vida sin pecado. Eche mano de ese poder, dependa del Espíritu Santo para vivir en santidad. Si por su propia voluntad, comete un pecado en determinado momento, recuerde que esto no es el fin de todo. Recurra al mecanismo de la confesión y restauración que aparece en 1 Juan 1:9 donde dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” Ser guiado por el Espíritu Santo no es sinónimo de una vida sin pecado, sino de una vida que es sensible al pecado y arregla la situación cada vez que peca. La sexta y última sugerencia para crecer espiritualmente es que aproveche de toda la literatura cristiana que esté a su alcance. Lea y estudie libros sobre doctrina bíblica. Lea libros sobre ética cristiana. Lea biografías de grandes hombres de Dios que le motivarán a seguir su ejemplo.