Autor: cris

  • En Salmo 8:4-6 dice que el hombre fue hecho un poco menor que los ángeles, ¿por qué entonces en 1 Corintios 6:3 dice que el hombre ha de juzgar a los ángeles?

    Al leer lo que dice la palabra de Dios en Salmo 8:3-8 se hace evidente que la raza humana es de un orden inferior a la raza angélica. Permítame dar lectura a este pasaje bíblico. La Biblia dice: Cuando veo tus cielos,  obra de tus dedos,

     La luna y las estrellas que tú formaste,  Digo:  ¿Qué es el hombre,  para que tengas de él memoria,

     Y el hijo del hombre,  para que lo visites?  Le has hecho poco menor que los ángeles,

     Y lo coronaste de gloria y de honra.  Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;

     Todo lo pusiste debajo de sus pies:  Ovejas y bueyes,  todo ello,

     Y asimismo las bestias del campo,  Las aves de los cielos y los peces del mar;

     Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

    El escritor de este salmo es el gran rey de Israel, David. Aquí lo tenemos asombrado por el hecho que un Dios tan grandioso, poderoso y maravilloso, quien hizo todo lo que hay en el universo, sin embargo, toma en cuenta o se ocupa del hombre, el cual a pesar de haber sido hecho poco menor que los ángeles, sin embargo, fue coronado de gloria y de honra al punto que Dios le hizo señorear sobre todas las obras que Dios hizo con sus manos, ya sea ovejas y bueyes, las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar. Ciertamente, por el testimonio que proveen las Escrituras sabemos que este privilegio de dominar la creación por parte del hombre, resultó seriamente afectado por la entrada del pecado en la creación, pero no se debe olvidar que el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo murió en la cruz del Calvario para redimir al hombre hundido en el pecado, y para redimir inclusive a la misma creación, de modo que recupere la gloria que Dios siempre quiso que tenga. El futuro para el hombre redimido por el sacrificio de Cristo, es tan glorioso que un día todavía futuro, el hombre redimido por Cristo tendrá el privilegio de juzgar a los mismos ángeles. A esto es a lo que se refiere 1 Corintios 6:1-3 donde leemos lo siguiente: ¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?  Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros,  ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?  ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?  ¿Cuánto más las cosas de esta vida?

    El apóstol Pablo está confrontando firmemente a los creyentes Corintios por su errada práctica de que un creyente demande judicialmente a otro creyente por la causa que fuere. Un creyente jamás debe someter a juicio a otro creyente. Los desacuerdos de cualquier índole entre creyentes deben resolverse dentro del seno de la iglesia no en las cortes judiciales del mundo. Hacer lo opuesto es falta grave. El argumento de Pablo para ordenar este asunto se fundamente en que a  causa de nuestra unión con Cristo, los creyentes juzgaremos juntamente con Cristo al mundo, durante el reino milenial y también juzgaremos a los ángeles. Es el privilegio que nos espera gracias a la obra redentora de Cristo Jesús.

     

  • ¿Tendrá algo que ver con esto el hecho que Satanás intentó apoderarse del cuerpo de Moisés, según Judas 9?

    La consulta para este día es la siguiente: Según Éxodo 2, Moisés mató a un egipcio y lo enterró en la arena. ¿Será que se arrepintió y pidió perdón a Dios por su asesinato? ¿Será que Dios le castigó por su asesinato? ¿Tendrá algo que ver con esto el hecho que Satanás intentó apoderarse del cuerpo de Moisés, según Judas 9?

    Permítame leer el texto en Éxodo 2:11-15. La Biblia dice: En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés,  salió a sus hermanos,  y los vio en sus duras tareas,  y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos,  sus hermanos.  Entonces miró a todas partes,  y viendo que no parecía nadie,  mató al egipcio y lo escondió en la arena.  Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían;  entonces dijo al que maltrataba al otro:  ¿Por qué golpeas a tu prójimo?  Y él respondió:  ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros?  ¿Piensas matarme como mataste al egipcio?  Entonces Moisés tuvo miedo,  y dijo:  Ciertamente esto ha sido descubierto.  Oyendo Faraón acerca de este hecho,  procuró matar a Moisés;  pero Moisés huyó de delante de Faraón,  y habitó en la tierra de Madián.

    Consciente de su linaje hebreo, aunque vivía en el palacio del Faraón egipcio, Moisés se solidarizó con su pueblo y al ver a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos, tomó la justicia en sus propias manos, mató al egipcio y escondió el cadáver en la arena. Moisés pensó que nadie le había visto, pero poco tiempo después se hizo evidente que un hebreo había sido testigo de todo lo que hizo con el egipcio. Moisés entonces tuvo temor de que este hebreo informe al Faraón lo que había pasado, lo cual efectivamente aconteció, y por ese motivo el Faraón procuró matar a Moisés. Esto obligó a Moisés a salir del palacio y huir al distante desierto de Madián. La Biblia no registra que Moisés hubiera reconocido su pecado de asesinato, se hubiera arrepentido y hubiera pedido perdón a Dios, pero el silencio de la Biblia a este respecto no necesariamente indica que Moisés no lo hubiera hecho.

    Recuerde que Moisés pasó cuarenta años en el desierto de Madián, tiempo suficiente como para reflexionar sobre los errores que le condujeron a ese paraje solitario. Si bien Moisés escapó de la justicia egipcia y de la venganza de Faraón, sin embargo, no pudo escapar de la consecuencia de su pecado de asesinato. La consecuencia fue esos cuarenta años que Moisés tuvo que pasar en el desierto. Todo pecado siempre trae su consecuencia. Hasta donde yo conozco las Escrituras, el hecho relatado por Judas en su epístola, versículo 9, no tiene nada que ver con el asesinato de Moisés al egipcio. Permítame leer Judas 9. Dice así: Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo,  disputando con él por el cuerpo de Moisés,  no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él,  sino que dijo:  El Señor te reprenda.

    Moisés murió en el Monte Nebo en Moab, sin haber podido entrar a la tierra prometida, y fue enterrado en un lugar secreto en Moab. Lo más probable es que la lucha entre el arcángel Miguel con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés haya acontecido el momento que Moisés murió. No se puede precisar por qué el diablo quería el cuerpo muerto de Moisés. Es muy posible que sea para hacer de él un ídolo para que sea adorado por los hebreos. Si fuera así, Dios por medio del arcángel Miguel lo impidió.

     

  • ¿De verdad existen pecados que no llevan a la muerte?

    La consulta para este día dice así: En 1 Juan 5:16-17 se habla de un pecado de muerte y de un pecado no de muerte. ¿Qué significa esto? ¿De verdad existen pecados que no llevan a la muerte? ¿Acaso existen pecados pequeños que no son malos y por tanto no merecen castigo divino? ¿Quién comete un pecado que no es de muerte, es salvo?

    Demos lectura al texto que se encuentra en 1 Juan 5:16-17. La Biblia dice: Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte,  pedirá,  y Dios le dará vida;  esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte.  Hay pecado de muerte,  por el cual yo no digo que se pida.  Toda injusticia es pecado;  pero hay pecado no de muerte.

    Este pasaje bíblico debe ser interpretado dentro de su contexto. Juan había estado hablando en cuanto a la promesa de que si un hermano ora a Dios por algo que es la voluntad de Dios, Dios va a contestar esta oración. Note lo que dice el texto inmediatamente anterior al que leí anteriormente. Se encuentra en 1 Juan 5:14-15 donde dice: Y esta es la confianza que tenemos en él,  que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,  él nos oye.  Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,  sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

    Habiendo dicho esto, Juan usa una ilustración acerca de cómo funciona esto. Se trata de un hermano que ve a otro hermano cometer pecado que no sea de muerte. El hermano que vio esto pedirá a Dios por este hermano, y Dios dará vida al hermano que ha pecado porque el pecado que cometió no es de muerte. La voluntad de Dios ha sido no castigar con la muerte a este hermano por el pecado que ha cometido, y por eso cuando alguien oró por este hermano para que Dios le de vida, Dios le dio vida. Pero por contraste, si la voluntad de Dios hubiera sido castigar con la muerte a este hermano por el pecado que ha cometido, aunque haya alguien que ore por este hermano para que Dios le dé vida, Dios no va a responder esta oración y quitará la vida al hermano que ha cometido este pecado, porque esa fue su voluntad. De aquí la importancia de orar a Dios por las cosas que sabemos que son su voluntad.

    La oración no es para obligar a Dios a hacer algo contrario a su voluntad. La oración es para pedir a Dios por las cosas que sabemos que son su voluntad. Para Dios no hay pecado grande ni pequeño. Pecado es todo aquello que no llega a la perfección de Dios, no importa si es por mucho o por poco. Además, todo pecado tiene su consecuencia. A veces la consecuencia puede ser la muerte física. El pecado de muerte es aquel pecado que el creyente comete y que Dios ha decidido castigarlo con la muerte física, como sucedió a Ananías y Safira en el libro de los Hechos. El pecado que no es de muerte es aquel pecado que el creyente comete y que Dios no ha decidido castigarlo con la muerte física. No olvide que Dios no castiga con la muerte física todo pecado que el creyente comete, caso contrario, todos ya habríamos muerto hace mucho tiempo. Sólo Dios sabe por qué pecado va a castigar con la muerte a determinado creyente.

     

  • ¿Por qué algunas personas no pudieron expulsar demonios aun cuando invocaron el nombre del Señor Jesús, según Hechos 19:13-16?

    Gracias por su interesante consulta amable oyente. El apóstol Pablo se encontraba en Éfeso proclamando las buenas nuevas de salvación. Dios confirmaba el mensaje por medio de hacer milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales que habían estado en contacto con el cuerpo de Pablo, y las enfermedades se iban de ellos, y los demonios, o espíritus malos, salían. Especialmente esto último captó poderosamente la atención de algunas personas y veamos qué es lo que pasó. Voy a leer el texto en Hechos 19:13-16. La Biblia dice: Pero algunos de los judíos,  exorcistas ambulantes,  intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos,  diciendo:  Os conjuro por Jesús,  el que predica Pablo.  Había siete hijos de un tal Esceva,  judío,  jefe de los sacerdotes,  que hacían esto.  Pero respondiendo el espíritu malo,  dijo:  A Jesús conozco,  y sé quién es Pablo;  pero vosotros,  ¿quiénes sois?  Y el hombre en quien estaba el espíritu malo,  saltando sobre ellos y dominándolos,  pudo más que ellos,  de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

    Viendo que Pablo echaba fuera demonios en el nombre del Señor Jesús, algunos judíos, exorcistas ambulantes, querían también ellos tener este poder. Fue así como intentaron expulsar demonios de las personas con tan solo invocar el nombre del Señor Jesús. Como no conocían personalmente al Señor Jesús como su Salvador, estos judíos exorcistas ambulantes decían a los demonios: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. De aquí podemos saber que estos judíos exorcistas ambulantes no eran creyentes, jamás habían recibido al Señor Jesucristo como Salvador. Más aún, estos judíos exorcistas ambulantes pensaban que el nombre de Jesús es simplemente un amuleto para lograr lo que se quiere. Entre estos judíos exorcistas ambulantes, tal vez se destacaban los siete hijos de un tal Esceva, quien se daba de jefe de los sacerdotes allí en Efeso. Estos siete hijos de Esceva se encontraron cara a cara con un hombre poseído de un demonio y dirigiéndose al demonio dijeron: Te conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Inmediatamente, el hombre en quien estaba el demonio, de un salto cayó sobre los siete hijos de Esceva y les propinó una soberana paliza.

    El relato dice que el endemoniado, uno sólo, pudo más que los siete hijos de Esceva y los dominó totalmente. Es el poder maligno en acción. Los siete hijos de Esceva tuvieron que huir de la casa donde estaban, desnudos y heridos. Qué triste, perdieron la ropa, perdieron la salud y seguramente perdieron también su mal habida reputación como exorcistas ambulantes. ¿Qué podemos aprender de todo esto? Pues que el nombre de Jesús no es un amuleto para obtener cosas, además si no se conoce personalmente al Señor Jesús y además si no se está totalmente sometido a él, es muy peligroso enfrentarse al poder maligno. ¿Por qué los siete hijos de Esceva no pudieron expulsar el demonio de un hombre poseído, a pesar de invocar el nombre del Señor Jesucristo? Pues simplemente porque estos hombres no eran creyentes, jamás habían recibido al Señor Jesucristo como Salvador, y por tanto no podían estar sometidos totalmente a él.

     

  • Si Dios es bueno y perfecto, entonces ¿Por qué dio estatutos que no eran buenos, según Ezequiel 20:25?

    Para explicar este asunto es necesario leer Ezequiel 20: 21-26 donde dice: Mas los hijos se rebelaron contra mí;  no anduvieron en mis estatutos,  ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra,  por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá;  profanaron mis días de reposo.  Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos,  para cumplir mi enojo en ellos en el desierto.  Mas retraje mi mano a causa de mi nombre,  para que no se infamase a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado.  También les alcé yo mi mano en el desierto,  jurando que los esparciría entre las naciones,  y que los dispersaría por las tierras  porque no pusieron por obra mis decretos,  sino que desecharon mis estatutos y profanaron mis días de reposo,  y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos.  Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos,  y decretos por los cuales no podrían vivir.  Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito,  para desolarlos y hacerles saber que yo soy Jehová.

    Dios está confrontando a la nación de Israel con su pecado de desobediencia. Sólo para no dar motivo a las naciones del mundo para que difamen a Jehová y a su pueblo, Jehová no acabó con su pueblo en el desierto, sin embargo, el pueblo jamás se arrepintió de su mal camino y continuaron en desobediencia y siguieron el mal ejemplo de la idolatría que recibieron de sus padres. Jehová por tanto juró que los esparciría entre las naciones. Es a raíz de esto que Jehová dice que dio a su pueblo estatutos que no eran buenos y decretos por los cuales no podrían vivir. Esto puede tener dos explicaciones. Puede ser una referencia a que Jehová se vio obligado a ejecutar el castigo que él mismo estableció en el pacto palestino, lo cual significaba dolor, angustia y muerte para el pueblo, o puede significar que Jehová mismo entregó a su pueblo a vivir en la impiedad, como castigo por su pecado. Una forma de decir: Si tanto desean vivir en pecado, pues yo hago una entrega judicial a que vivan en el fango del pecado. De esto nos habla Romanos 1:24-27 donde dice: Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia,  en las concupiscencias de sus corazones,  de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpo  ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira,  honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador,  el cual es bendito por los siglos.  Amén.  Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas;  pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,  y de igual modo también los hombres,  dejando el uso natural de la mujer,  se encendieron en su lascivia unos con otros,  cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres,  y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

    En su estado de ceguera espiritual, el pueblo de Israel se desvió tanto que inclusive pensaban que estaban haciendo bien al sacrificar a sus hijos primogénitos en el fuego. De modo que, Dios es perfecto, santo y puro, cuando en Ezequiel 20:25 se habla de que dio estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir, se está refiriendo a poner en práctica el castigo que él mismo había establecido de antemano si es que el pueblo desobedecía y también a la entrega judicial a una vida de impiedad, que él mismo efectuó en contra de su pueblo por el reiterado deseo de su pueblo de rebelarse contra él.

     

  • ¿Por qué dice la Biblia en Éxodo 33:20 que nadie puede ver el rostro de Dios y seguir viviendo, sin embargo, según Génesis 32:30, Jacob vio el rostro de Dios y siguió viviendo?

    Leamos el pasaje bíblico en Éxodo 33:18-23. La Biblia dice: El entonces dijo:  Te ruego que me muestres tu gloria.  Y le respondió:  Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro,  y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti;  y tendré misericordia del que tendré misericordia,  y seré clemente para con el que seré clemente.  Dijo más:  No podrás ver mi rostro;  porque no me verá hombre,  y vivirá.  Y dijo aún Jehová:  He aquí un lugar junto a mí,  y tú estarás sobre la peña;  y cuando pase mi gloria,  yo te pondré en una hendidura de la peña,  y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.  Después apartaré mi mano,  y verás mis espaldas;  mas no se verá mi rostro.

    En el texto notamos que la petición de Moisés de ver a Dios le fue concedida, si bien no completamente, sino con grandes precauciones. Jehová dijo a Moisés: No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre, y vivirá. Por este motivo, Jehová puso a Moisés en la hendidura de la peña y le cubrió con su mano hasta que haya pasado su gloria. Luego Jehová apartó su mano y Moisés pudo ver las espaldas de Dios, mas no su rostro. Con esto en mente, leamos el texto en Génesis 32:30 para explicar lo que pasó. Para tomar en cuenta el contexto, permítame leer desde el versículo 24 hasta el versículo 30. La Biblia dice: Así se quedó Jacob solo;  y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.  Y cuando el varón vio que no podía con él,  tocó en el sitio del encaje de su muslo,  y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.  Y dijo:  Déjame,  porque raya el alba.  Y Jacob le respondió:  No te dejaré,  si no me bendices.  Y el varón le dijo:  ¿Cuál es tu nombre?  Y él respondió:  Jacob.  Y el varón le dijo:  No se dirá más tu nombre Jacob,  sino Israel;  porque has luchado con Dios y con los hombres,  y has vencido.  Entonces Jacob le preguntó,  y dijo:  Declárame ahora tu nombre.  Y el varón respondió:  ¿Por qué me preguntas por mi nombre?  Y lo bendijo allí.  Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar,  Peniel;  porque dijo:  Vi a Dios cara a cara,  y fue librada mi alma.

    Antes de determinar la identidad de la persona con quien luchó Jacob, permítame leer Oseas 12:2-5. La Biblia dice: Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos;  le pagará conforme a sus obras.  En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano,  y con su poder venció al ángel.  Venció al ángel,  y prevaleció;  lloró,  y le rogó;  en Bet-el le halló,  y allí habló con nosotros.  Mas Jehová es Dios de los ejércitos;  Jehová es su nombre.

    Este pasaje bíblico arroja luz sobre la identidad del varón con quien luchó Jacob. Se trata de un ángel, pero no cualquier ángel, sino el Ángel de Jehová, quien no es otro sino el Hijo de Dios en su estado pre-encarnado. En otras palabras, en realidad Jacob no vio a Dios cara a cara, como él pensaba, sino al Ángel de Jehová, a la persona del Hijo de Dios antes de su encarnación, y por eso no murió a pesar de ver su rostro.

     

  • ¿Por qué dicen que no se debe hacer imágenes según Éxodo 20:4-6, si el mismo Jehová mandó hacer una imagen que sanaba la enfermedad, según Números 21:8?

    Comencemos por leer el texto en Éxodo 20:4-6. La Biblia dice: No te harás imagen,  ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo,  ni abajo en la tierra,  ni en las aguas debajo de la tierra.  No te inclinarás a ellas,  ni las honrarás;  porque yo soy Jehová tu Dios,  fuerte,  celoso,  que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,  y hago misericordia a millares,  a los que me aman y guardan mis mandamientos.

    Este es el segundo mandamiento del decálogo. Condena la adoración a Jehová Dios por medio, o a través de cualquier imagen. A esto se refiere la parte que dice: No te inclinarás a ellas, ni las honrarás. En esto es donde falla mucha gente tanto en el pasado como en el presente. Normalmente razonan y dicen: No adoro a las imágenes sino a Jehová Dios representado por tal o cual imagen. Pero esto precisamente es lo que condena el segundo mandamiento. La desobediencia a este mandato ocasiona fuerte condena por parte de Dios. Porque Jehová Dios es fuerte, celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que le aborrecen y también hace misericordia a millares, a los que le aman y guardan sus mandamientos.

    El amor a Dios se manifiesta en guardar sus mandamientos. Muy bien. Ahora que tenemos claro de qué se trata el segundo mandamiento del decálogo, examinemos el texto bíblico en el cual usted ha detectado una contradicción. Se encuentra en Números 21:8. Para incluir el contexto, permítame leer desde el versículo 6 hasta el versículo 9. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes,  que mordían al pueblo;  y murió mucho pueblo de Israel.  Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo:  Hemos pecado por haber hablado contra Jehová,  y contra ti;  ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes.  Y Moisés oró por el pueblo.  Y Jehová dijo a Moisés:  Hazte una serpiente ardiente,  y ponla sobre una asta;  y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,  vivirá.  Y Moisés hizo una serpiente de bronce,  y la puso sobre una asta;  y cuando alguna serpiente mordía a alguno,  miraba a la serpiente de bronce,  y vivía.

    Note que el propósito de la serpiente de bronce sobre esa asta, no era para que el pueblo de Israel se incline ante ella y le rinda honores. Esto sería una violación flagrante del segundo mandamiento del decálogo. El propósito de la serpiente de bronce sobre el asta, tampoco era para que de ella salga poder curativo para sanar a los que eran mordidos de las serpientes. El propósito de la serpiente de bronce era simplemente para que la gente que tenía fe en Jehová Dios para ser sanados de la mordedura de las serpientes, lo demuestre obedeciendo algo que Jehová Dios había dicho que hicieran, es decir, mirar a la serpiente de bronce sobre el asta. La genuina fe se manifiesta en obediencia a lo que Dios dice. Este incidente es usado en el Nuevo Testamento como símbolo de la muerte expiatoria de Cristo, y la necesidad de tener fe en él para obtener la salvación que conduce a la vida eterna.

     

  • ¿Había otros hombres en la tierra, aparte de la descendencia de Adán y Eva?

    Después de haber matado a su hermano Abel, la Biblia dice en Génesis que Caín se fue a un lugar distante, pero tenía miedo de que allí le maten. Mi pregunta es: ¿Había otros hombres en la tierra, aparte de la descendencia de Adán y Eva? ¿De quiénes tenía miedo Caín, al punto que Dios tuvo que poner una señal sobre él para que no le maten?

    Después que Caín mató a Abel, Dios castigó a Caín con maldición. Esto implica varias cosas. El relato está en Génesis 4:8-15. La Biblia dice:  Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

    Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

    Ahora,  pues,  maldito seas tú de la tierra,  que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.  Cuando labres la tierra,  no te volverá a dar su fuerza;  errante y extranjero serás en la tierra.  Y dijo Caín a Jehová:  Grande es mi castigo para ser soportado.  He aquí me echas hoy de la tierra,  y de tu presencia me esconderé,  y seré errante y extranjero en la tierra;  y sucederá que cualquiera que me hallare,  me matará.  Y le respondió Jehová:  Ciertamente cualquiera que matare a Caín,  siete veces será castigado.  Entonces Jehová puso señal en Caín,  para que no lo matase cualquiera que le hallara.

    Todo pecado tiene su consecuencia. Gálatas 6:7 dice: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

    Como parte de su castigo, Caín tenía que vivir como errante y extranjero en la tierra. Caín tomó plena conciencia de lo que esto significa y clamó a Jehová por misericordia. Grande es mi castigo para ser soportado, dijo. Me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé y seré errante y extranjero en la tierra. Caín realmente temía por su vida, por eso dijo a Jehová: Y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Este peligro era real y por ese motivo, Jehová ofreció a Caín una doble protección. Primero, advirtiendo de un severo castigo a cualquiera que le mate. Cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado.

    Segundo poniendo una señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Su inquietud tiene que ver con la identificación de las personas que podrían atentar contra la vida de Caín. ¿Quiénes eran? En respuesta, esas personas eran también descendientes de Adán y Eva, tal vez hijos, o nietos, o bisnietos, o tataranietos o quienes sabe qué más. Al llegar a saber lo que hizo Caín a su hermano Abel, era muy factible que alguno de los descendientes de Adán y Eva quiera tomar la justicia en su propia mano y matar por venganza a Caín. Sin importar cual lejos huya Caían siempre podía cruzarse con algún descendiente de Adán y Eva que estaría dispuesto a matarle. Si damos por sentado como un hecho el relato bíblico de la creación, es imposible que sobre la faz de la tierra hubiera seres humanos que no sean descendientes de Adán y Eva.

     

  • ¿Enseña la Biblia que con tal de llevar a muchos a los pies de Cristo, no importa qué estilo de vida se mantenga?

    Antes de nada, para beneficio de todos nuestros amables oyentes, la expresión “llevar a alguien a los pies de Cristo” significa guiar a una persona a recibir a Cristo como Salvador por medio de compartirle el mensaje del evangelio. La consulta, tiene entonces que ver con un creyente que piensa que con tal de guiar a personas a Cristo, o con tal de compartir el evangelio con las personas y que esas personas reciban a Cristo como Salvador, no importa la conducta o el estilo de vida que lleva ese creyente. De la manera más enfática y a la vez respetuosa le diré que no puede haber nada más lejano a la verdad. Es de vital importancia guiar a personas incrédulas a recibir a Cristo como Salvador, porque eso es lo que ordena la palabra de Dios, en varios pasajes bíblicos, como Mateo 28:18-20 donde dice:   Y Jesús se acercó y les habló diciendo:  Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.  Por tanto,  id,  y haced discípulos a todas las naciones,  bautizándolos en el nombre del Padre,  y del Hijo,  y del Espíritu Santo;  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;  y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,  hasta el fin del mundo.  Amén.

    En este pasaje bíblico queda claro que es una obligación para todo creyente el hacer discípulos de Cristo en todo el mundo. Para hacer un discípulo es necesario primeramente guiar a esa persona a Cristo, es decir, compartir con esa persona el mensaje del Evangelio y desafiarle a recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Pero además, es igualmente importante mantener una vida de santidad. Los que de verdad conocemos a Dios por haber recibido al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, debemos manifestar un nuevo estilo de vida. Ese estilo de vida debe ser totalmente diferente al estilo de vida que teníamos antes de recibir a Cristo como Salvador. Esta idea se enfatiza a lo largo de toda la Biblia. Note por ejemplo lo que dice Efesios 4:17-20 Esto,  pues,  digo y requiero en el Señor:  que ya no andéis como los otros gentiles,  que andan en la vanidad de su mente,  teniendo el entendimiento entenebrecido,  ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay,  por la dureza de su corazón;  los cuales,  después que perdieron toda sensibilidad,  se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.  Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,

    Dios espera un estilo de vida totalmente diferente al estilo de vida de los incrédulos, o de los gentiles, como dice Pablo. Otro texto que nos habla claramente sobre esto es 2 Corintios 5:17 donde dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

    Así que, no es correcto que un creyente afirme que por cuanto lleva a muchos a los pies de Cristo no importa el estilo de vida o la conducta que practica. Por supuesto que es el mensaje del evangelio lo que transforma la vida de los incrédulos, no el testimonio o el estilo de vida del mensajero, pero eso no es excusa para que el mensajero viva en pecado.

     

  • ¿Cómo ser un buen administrador de mis dones, tiempo y dinero, de modo que sean para la gloria de Dios?

    La Biblia enseña que los creyentes, no somos dueños de nuestra vida, ni de nuestros dones, ni de nuestro tiempo, ni de nuestro dinero. Todas estas cosas pertenecen al Señor. Él es el dueño de todo. Los creyentes somos solamente administradores de los bienes que pertenecen al Señor. Cuando hablamos de los dones nos estamos refiriendo a las capacidades dadas por Dios a todos los creyentes mediante el Espíritu Santo, de modo que los creyentes podamos servir en la iglesia local. Con esto en mente, me gustaría leer el texto bíblico que se encuentra en 1 Corintios 4:1-2. La Biblia dice: Así,  pues,  téngannos los hombres por servidores de Cristo,  y administradores de los misterios de Dios.  Ahora bien,  se requiere de los administradores,  que cada uno sea hallado fiel.

    Pablo se consideraba a sí mismo como un servidor de Cristo. La palabra “servidor” es la traducción de una palabra griega que literalmente significa el esclavo que los soldados romanos ubicaban en la parte más baja de un barco como remeros. Pero Pablo tenía claro en su mente que también era un administrador de algo que a él no le pertenecía. De los misterios de Dios. Esto significa de algo que no era conocido por los hombres hasta que Dios se lo reveló al apóstol Pablo. Por eso dice: Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. ¿Quiere ser un buen administrador de Dios, sin importar si se trata de su vida, o sus dones, o su tiempo o su dinero? Pues para ello necesita ser fiel. Sobre cualquier otra cosa, Dios aprecia la fidelidad en sus administradores. Fidelidad habla de saber lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, de conocer el propósito para el cual Dios nos ha puesto en este mundo, y de hacer las cosas conforme a ese propósito. Esto es fidelidad. Un administrador fiel jamás hará cosas para sacar provecho personal de ellas.

    Un administrador fiel siempre estará buscando hacer las cosas que rindan beneficio al dueño de los bienes, siempre hará todo lo que traiga honra y gloria al Señor. Piense en su vida: ¿Está viviendo un estilo de vida que glorifica al Señor? Piense en los dones espirituales que Dios le ha dado, ¿está utilizando esos dones espirituales para la gloria de Dios? O tal vez para ser admirado por los demás. Piense en su tiempo, está invirtiendo su tiempo en hacer las cosas que agradan a Dios o lo desperdicia en cosas que deshonran el nombre de Dios. Piense en su dinero. Dios no le ha dado dinero para que lo guarde, o para que se rodee de lujos, sino para que a la par de vivir decentemente, use lo más que pueda de su dinero en la obra del Señor.

    De esta manera estará haciendo tesoros en el cielo y además siendo un administrador fiel. Algo indispensable para lograr la fidelidad que Dios demanda de los administradores es la comunión personal con Dios. Es vital que invierta buena parte de su tiempo oyendo, leyendo, estudiando, meditando y memorizando la palabra de Dios. Es vital que invierta buena parte de su tiempo orando a Dios. Es vital que invierta buena parte de su tiempo sirviendo a Dios. Si no está sirviendo a Dios de alguna manera práctica, no es posible que logre ser fiel en la administración de sus dones espirituales.