Cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Jonás. Probablemente no hay otro libro en las Escrituras que haya recibido tantos ataques de los críticos como el libro de Jonás. La artillería pesada de los críticos se ha dirigido principalmente a los hechos milagrosos relatados en el libro. Entre esos hechos milagrosos, el que más ataques ha sufrido, es aquel en el cual Jonás es tragado por un gran pez. Para los críticos es inconcebible que un gran pez trague a un hombre y que este hombre sobreviva tres días y tres noches en el estómago del gran pez. En esto, los críticos tienen toda la razón. Es imposible demostrar este hecho de una forma lógica. Pero lo que no toman en cuenta los críticos es que la historia de Jonás y el gran pez no fue un hecho natural sino un hecho sobrenatural. Fue una señal o un milagro. El mismo Señor Jesucristo, más de 700 años después, calificó a este evento como una señal o como un milagro. Un milagro no puede jamás ser explicado de una forma razonable, porque si se lo hiciera dejaría de ser un evento sobrenatural y pasaría a ser un evento natural. Los críticos han pretendido tener algo de éxito explicando por medios naturales el cruce del pueblo de Israel por el mar Rojo, la alimentación de los cinco mil varones, Jesús andando sobre el agua y algunos más, pero donde se arrancan el cabello es tratando de explicar por medios naturales que un gran pez se trague entero a un hombre y que el hombre permanezca vivo en el vientre del gran pez por tres días y tres noches. Simplemente no hallan manera de explicar algo así por medios naturales, y como no lo pueden recurren al desgastado argumento de que la historia de Jonás y el gran pez no es sino una fábula con una buena lección espiritual, lo mismo que las fábulas de Esopo, como aquella cuando una tortuga gana una carrera a una liebre. Pero nosotros, los que creemos que la Biblia es la palabra de Dios, simplemente vemos detrás de la historia de Jonás y el gran pez, a un Dios todopoderoso experto en imposibles, quien no está limitado por nada ni por nadie. Cuando Dios entra en el escenario humano, cualquier cosa humanamente imposible se hace posible. El ángel que anunció el nacimiento de Jesús a la virgen María, dijo en Lucas 1:37 “Porque nada hay imposible para Dios” La historia de Jonás y el gran pez parecerá ridícula a los críticos de la Biblia, pero si Dios está detrás de ella, lo aparentemente ridículo desde el punto de vista humano se torna en una realidad maravillosa. El milagro de Jonás en el vientre del gran pez será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy.
Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Jonás, capítulo 1 versículo 17. La Biblia dice: Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
En este solo versículo encontramos al mentalizador del milagro, al medio del milagro, al método del milagro y a la magnitud del milagro. Recuerde que a causa de la desobediencia, Jonás tuvo que ser disciplinado por Dios. Con Dios no se puede jugar amable oyente. Dios es santo y justo para dar a cada uno el pago que sus obras merecen. La disciplina para Jonás significó ser arrojado por la borda en medio de un mar embravecido. Ciertamente debió haber sido una experiencia en extremo terrorífica para Jonás, pero Jonás sabía que su pecado fue tan grave que merecía no sólo eso sino mucho más. La justicia de Dios se hizo presente cuando las encrespadas olas recibieron y sepultaron a Jonás. Qué triste sería si esta historia terminara en este punto. Pero debemos dar gracias a Dios que además de justo es misericordioso. La preposición “pero” con la cual comienza este versículo vale oro. Es como si se abriera una ventana para dejar entrar la luz a una habitación en plena oscuridad. La luz que iba a iluminar la sombría situación de Jonás provenía de Dios. Era Dios quien estaba actuando en misericordia y sin duda su misericordia se iba a desplegar con caracteres milagrosos. En primer lugar consideremos al mentalizador del milagro. El texto dice: Pero Jehová. Es Dios mismo quien interviene a favor de Jonás y cuando Dios interviene siempre se debe esperar algo milagroso. Dios es experto en imposibles. Jeremías, otro profeta de Dios dijo lo siguiente sobre Dios: “¡Oh Señor Jehová! He aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” Esto es justamente lo que necesitaba Jonás. Su caso era en extremo difícil. Imagínese, estar en medio del mar a merced de las olas impetuosas. Pero Jehová estaba cerca de él, listo para entrar en acción con sus ilimitados recursos. El mentalizador del milagro es Jehová. Consideremos ahora el medio del milagro. Los ilimitados recursos puestos a disposición de Jehová hacen muy variados los medios que él usa para lograr sus propósitos. Dios pudo haber utilizado un ave o simplemente pudo haber hecho que Jonás camine sobre el agua. Nada queda fuera de sus posibilidades. Esta vez utilizó un gran pez. El texto que leí, dice que Jehová tenía preparado un gran pez. No es que Jehová creó un pez especial para utilizarlo ese momento. No. La frase “tenía preparado”, sugiere que Dios arregló algo que ya existía. El milagro no está en que Dios creó algo ese momento, sino en que Dios hizo que en el lugar preciso y en el momento preciso se encuentre el tipo de pez preciso para llevar a cabo su propósito. Esto es lo milagroso. En referencia al gran pez, algunas infortunadas traducciones tanto en este libro como en el evangelio de Mateo, han hecho pensar que de seguro se trataba de una ballena, pero la palabra original, tanto en Hebreo en el Antiguo Testamento como en Griego en el Nuevo Testamento, significa simplemente un gran pez. Algunos estudiosos de la Biblia piensan que se trataba de una especie de tiburón cuya garganta y estómago son lo suficientemente grandes como para dar cabida a una persona. Según ellos, una vez se halló a un hombre vestido con armadura y todo en el estómago de uno de estos ejemplares. Todo esto es conjetura, lo único cierto es que Dios tuvo listo un gran pez que milagrosamente estuvo en el lugar preciso y en el momento preciso que Jonás fue lanzado por la borda en el agitado mar. Consideremos ahora el método del milagro. Recordemos que estamos tratando con un milagro. Dios perfectamente pudo hacer que Jonás montara sobre el gran pez y cual diestro jinete en brioso corcel, llegue sano y salvo a la playa, pero no lo hizo. Su método fue por demás inverosímil. Hizo que el gran pez tragara a Jonás y lo depositara a salvo en su vientre. El texto dice que el gran pez que Dios había preparado, tragó a Jonás. Jonás se convirtió de esta manera en el primer ser humano que realizó un viaje submarino. Esto es un gran desafío a la razón de las personas que no admiten la existencia de lo sobrenatural. Pero para Dios nada es difícil. Por último, consideremos la magnitud del milagro. El texto leído termina diciendo: Y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches. Como si todo lo anterior fuera poco, el milagro llega a su cúspide, cuando Jonás permanece tres días y tres noches en medio de los jugos gástricos y alimentos triturados del estómago del pez. Si me preguntara como pudo Jonás respirar en medio de estas condiciones, le respondería que no tengo la más mínima idea. Lo único que sé es que para Dios nada es imposible. Si su poder levantó a Lázaro de la tumba después de haber estado cuatro días sepultado, ¿Qué dificultad representa para él mantener con vida a un hombre por tres días y tres noches en el vientre de un gran pez? Qué Dios tan poderoso y misericordioso que es nuestro Dios. Es posible que su desobediencia a Dios, amable oyente, le haya arrojado a su propio mar enfurecido de aflicción y amargura. Tal vez como Jonás estará pensando que esto es el fin y que no hay esperanza para usted. Recuerde que junto a usted está el mismo Dios de misericordia que se manifestó tan milagrosamente a Jonás. Ánimo, amigo oyente, levántese de su estado de postración, confíe en un Dios que tiene recursos ilimitados para sacarle de las aguas turbulentas en las que se encuentra este preciso instante. No siga caído, sepa que Dios está listo para socorrerle. Si jamás ha recibido a Cristo como su Salvador, si hasta ahora ha sido desobediente al llamado de poner su fe en Él, recuerde que Dios es misericordioso y hasta ahora ha manifestado su misericordia extendiéndole todavía la invitación a ser salvo. Acepte hoy mismo esta invitación y en un acto de fe reciba a Cristo como su Salvador personal.
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