Reciba cordiales saludos amable oyente. Es un gozo para mí compartir este tiempo junto a usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Jonás. En nuestro último estudio bíblico, Jonás fue comisionado por Dios por segunda vez para ir a Nínive a proclamar un mensaje de juicio. El mensaje era: De aquí a cuarenta días, Nínive será destruida. Esta vez, Jonás se levantó y fue a Nínive a hacer lo que Dios le ordenó. El pueblo de Nínive oyó el mensaje de Dios por medio de Jonás y se arrepintió de su pecado, dejándonos un hermoso modelo de lo que es un arrepentimiento genuino, lo cual será el tema para nuestro estudio bíblico de hoy.
Mucho se habla de arrepentimiento, pero muy poco se practica el arrepentimiento. Para algunos, arrepentimiento es simplemente dejar correr una cuantas lágrimas de pesar después de haber cometido algún pecado. Para otros, arrepentimiento es decir a Dios: Lo siento por lo que hice. Pero ¿Qué es el arrepentimiento genuino? En el Nuevo Testamento se utiliza una palabra griega muy descriptiva para referirse al arrepentimiento. Es la palabra “metanoia” Esta palabra literalmente significa un cambio de mente. Con relación al pecado, el cambio de mente se refiere a una diferente manera de mirar al pecado. Un cambio de actitud hacia el pecado. Significa mirar el pecado tal cual como Dios lo ve, como algo bajo y en extremo sucio. El arrepentimiento va íntimamente unido a la conversión. La conversión es volverse atrás del pecado. En el Nuevo Testamento en griego, la palabra que se traduce como conversión, significa dar un giro de 180 grados. Describe a una persona que está caminando en cierta dirección y de pronto gira 180 grados y comienza a caminar en la dirección contraria. Arrepentimiento sin conversión es pura hipocresía, pero desgraciadamente, esto es lo que vemos en la mayoría de los arrepentidos de la actualidad. Es necesario por tanto que miremos atentamente los hechos que se dieron en Nínive a raíz de la predicación de Jonás, porque allí, en Nínive, se dio un genuino arrepentimiento y una verdadera conversión. Titularemos a este estudio bíblico: Las condiciones para el arrepentimiento. Le invito a abrir su Biblia en el libro de Jonás, capítulo 5 versículos 4 a 10. La primera condición para el arrepentimiento es el conocimiento de la voluntad de Dios. Jonás 3:4 dice Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.
Como profeta de Dios, Jonás estaba dando a conocer a la gente de Nínive la voluntad de Dios para ellos. En este caso, la voluntad de Dios era destruir a la ciudad de Nínive dentro de cuarenta días a causa de la magnitud de su pecado. La gente de Nínive tuvo que escuchar, y entender este mensaje de Dios como paso inicial para un genuino arrepentimiento. Igual es hoy en día. Si vamos a hablar de un genuino arrepentimiento de cierto pecado, la gente primero tiene que saber qué es lo que ha dicho Dios en su palabra sobre este pecado. La voluntad de Dios para nosotros hoy en día, ha sido revelada en la Biblia. Si usted no conoce la Biblia, no conocerá tampoco lo que Dios ha dicho sobre cualquier pecado y por tanto no podrá arrepentirse de cualquier pecado. La segunda condición para el arrepentimiento verdadero es creer a la palabra de Dios. Jonás 3:5 en su primera parte dice: Y los hombres de Nínive creyeron a Dios,
Una cosa es conocer la palabra de Dios y otra muy distinta creer a la palabra de Dios. Creer a la palabra de Dios significa confiar plenamente en lo que ha dicho Dios, y actuar conforme a lo que Dios ha dicho. Note que el texto no dice que los habitantes de Nínive creyeron en la palabra de Dios, sino que creyeron a la palabra de Dios. Esa pequeña preposición hace un mar de diferencia. Muchos en la actualidad creen en la palabra de Dios, sin embargo hacen su propia voluntad. Pero pocos creen a la palabra de Dios y hace lo que la palabra de Dios demanda. La tercera condición para el arrepentimiento verdadero es la presencia de los frutos de arrepentimiento. Jonás 3, desde la segunda parte del versículo 5 hasta la primera parte del versículo 8 dice: y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos.
Jon 3:6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.
Jon 3:7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;
Jon 3:8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales,
Para la gente de Nínive, el ayuno acompañado de vestirse de silicio era la forma de expresar un profundo dolor por algún acontecimiento trágico. La tragedia era la inminencia de la destrucción de la ciudad de Nínive. Vaya que era motivo más que suficiente para ser considerado trágico. Pero sobre ello estaba la conciencia de la gravedad del pecado cometido contra Dios. El arrepentimiento es como dijimos un cambio de mentalidad o un cambio de actitud hacia el pecado es por tanto algo interno en la persona, pero ciertamente que de alguna manera se manifiesta exteriormente. Juan el Bautista predicó un mensaje de arrepentimiento y parte de su mensaje era la necesidad de mostrar frutos dignos de arrepentimiento. Lucas 3:8 dice: Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento
Dios puede ver el corazón del hombre y saber si hay o no un arrepentimiento sincero, pero los hombres no podemos ver los corazones de los demás, necesitamos por tanto manifestar acciones externas que comprueben que ha existido interiormente un arrepentimiento genuino. La cuarta condición para el arrepentimiento es el clamor a Dios por misericordia. Jonás 3:8 continúa diciendo: y clamen a Dios fuertemente;
Una persona verdaderamente arrepentida, no justificará su pecado, tampoco echará a otros la culpa por haber pecado, sino que mirando a Dios por la fe clamará a Dios por perdón y esperará que Dios en su misericordia pase por alto el castigo. Esto es lo que hicieron los habitantes de Nínive. Clamaron a Dios fuertemente, reconociendo su culpa y depositándose en la misericordia de Dios. La quinta condición para un verdadero arrepentimiento es la conversión del mal camino. Jonás 3:8 prosigue diciendo: y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos.
Conversión significa dar marcha atrás y caminar en la dirección contraria. Los Ninivitas tenían que apartarse de su maldad y abandonar sus obras perversas. Arrepentimiento sin conversión es pura hipocresía. Cuantos hay en el mundo que dicen que se han arrepentido de su pecado, pero viven acariciando el mismo pecado Su falta de abandonar ese pecado les delata como hipócritas. La sexta condición para un arrepentimiento verdadero es la confianza en la misericordia de Dios. Jonás 3:9 dice: ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
La persona arrepentida no demanda absolutamente nada de Dios. Simplemente espera en humillación que Dios en su misericordia no sea drástico en el castigo. Dios había anunciado destrucción para Nínive, pero la gente de Nínive se arrepintió. En su arrepentimiento están confiando que Dios detenga el castigo y otorgue vida. Si Dios tuvo misericordia de Jonás y no le castigó con la muerte, era probable que también preservara la vida de los Ninivitas. Sus expectativas se cumplieron, porque Salmo 145:8 dice: Clemente y misericordioso es Jehová,
Lento para la ira, y grande en misericordia.
Por esta característica de Dios, Jonás 3:10 dice: Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.
Como consecuencia del genuino arrepentimiento y la verdadera conversión, Dios detuvo el castigo que había anunciado a Nínive. Para muchos, el encontrar textos como este es piedra de tropiezo. Dicen horrorizados: ¿Cómo es posible que Dios pueda arrepentirse de algo? ¿Acaso Dios puede equivocarse para luego arrepentirse? Pero no hay ningún motivo para escandalizarse. La expresión: Se arrepintió del mal que había dicho que les haría, es lo que se llama un antropomorfismo, es decir describir una cualidad de Dios en términos humanos, como si Dios fuera humano. Esta manera de expresar ideas sobre Dios es muy común en el Antiguo Testamento. Se habla de las manos de Dios, los ojos de Dios, los oídos de Dios, pero todos sabemos que Dios es Espíritu, por tanto no tiene un cuerpo físico, pero para entender humanamente ciertas cosas de él se recurre a esta forma de expresión. Dios no cambia, él es inmutable, pero el detener el castigo a Nínive como consecuencia de su arrepentimiento es visto desde el lado del hombre como si Él se hubiera arrepentido del castigo. Un arrepentimiento genuino requiere de un conocimiento de la voluntad de Dios, de una creencia a la palabra de Dios, de una manifestación de los frutos de arrepentimiento, de un clamor a Dios por misericordia, de una conversión del mal camino y de una confianza en la misericordia de Dios. Que Dios nos ayude a mostrar un genuino arrepentimiento cada vez que pequemos.
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