Reciba muchos saludos amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida a un nuevo estudio bíblico en el evangelio según Juan. En nuestro último estudio, comenzamos a analizar el encuentro del Señor Jesús con la mujer samaritana. Rompiendo las barreras raciales, porque los judíos no se trataban con los samaritanos, el Señor Jesús pidió a la mujer samaritana agua para beber. Al dirigir la palabra a una mujer, el Señor Jesús también rompió las barreras culturales, porque en aquel tiempo un hombre no dirigía la palabra a una mujer en público. La mujer samaritana quedó asombrada por esto. En respuesta, el Señor Jesús dijo a la mujer samaritana: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer samaritana pensó que el Señor Jesús estaba hablando de agua literal, de modo que fue necesario que el Señor explique a qué se refirió cuando habló de agua viva. En su explicación, el Señor Jesús dijo: Cualquiera que bebiere el agua de este pozo, volverá a tener sed; pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. El Señor Jesús estaba hablando de la satisfacción total que experimenta el alma sedienta de una persona, cuando recibe a Cristo como Salvador. La mujer samaritana seguía pensando en que el Señor Jesús estaba hablando de agua literal y por eso dijo al Señor Jesús: Dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. El Señor Jesús por tanto va a mostrar a la mujer samaritana que para recibir el agua viva, primeramente tiene que reconocer su pecado. Es en este punto donde vamos a retomar la historia del encuentro del Señor Jesús con la mujer samaritana.
Abramos nuestras Biblias en Juan 4:16-30. Al escuchar el pedido de la mujer samaritana, en cuanto a tener el agua viva, el Señor Jesús le dijo lo que Juan recoge en el versículo 16: Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
El Señor Jesús sabía absolutamente todo acerca de la mujer samaritana. Lo que estaba buscando es que la mujer samaritana se quite la máscara de que todo está bien con ella en su vida privada y reconozca que es pecadora. Por eso le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. La mujer se resistía a sacar a la luz su sórdida forma de vivir. Note cual fue su respuesta. Aparece en la primera parte de Juan 4:17. La Biblia dice: Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Esta respuesta no es del todo falsa. Es lo que podríamos llamar una media verdad. El Señor Jesús se va a encargar de mostrar toda la verdad. Juan 4 desde la segunda parte del versículo17 y el versículo 18 encontramos lo que el Señor Jesús dijo a la mujer: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
La mujer no mintió cuando dijo: No tengo marido. Pero esto no era toda la verdad. El Señor Jesús tuvo que poner el dedo en la llaga. La mujer había tenido cinco maridos. No se puede precisar si algunos de esos cinco maridos murieron o si algunos de esos cinco maridos le abandonaron, o si alguno de esos cinco maridos se divorció de ella. El hecho real es que en algún momento de su vida, esta mujer se cansó de casarse y simplemente se unió a un hombre para vivir con él. Usted sabe, lo que se va haciendo cada vez más común también hoy en día, la unión libre. Dios tiene otro nombre para eso, lo llama fornicación. La verdad completa era que la mujer vivía en fornicación. De esta manera quedó al descubierto la cruda realidad de la vida de la mujer. Era una mujer de mala reputación en la ciudad de Sicar. Tal vez por eso es que fue sola a sacar agua del pozo de Jacob y a una hora en la cual normalmente no había otras mujeres en el pozo sacando agua. La mujer fue despojada de su falsa piedad, para que pueda mirarse tal cual como Dios la ve. Mientras el pecador no se vea tal cual como es delate de Dios, jamás podrá recibir el perdón de pecados que resulta de beber el agua viva, o en otras palabras, recibir a Cristo como Salvador. En este punto del diálogo, l mujer hizo lo que normalmente hacemos todos cuando alguien intenta confrontarnos con el pecado. Note lo que dice Juan 4:19-20. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
La mujer estaba cada vez más cerca de saber con quien estaba hablando. Por lo pronto admite que tal vez el Señor Jesús era profeta. Por supuesto que lo era, pero además sacerdote y rey, pero sobre todo el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador. Sin embargo, la mujer como que trata de desviar un tanto el diálogo y menciona algo que era motivo de controversia entre judíos y samaritanos. Tenía que ver con cuál es el lugar correcto para adorar a Dios en ese instante del tiempo. Los antepasados de la mujer, adoraban a Dios en el templo que se ubicaba en el monte Gerizim, que estaba a la vista desde el pozo de Jacob, por eso, la mujer dice: Nuestros padres adoraron en este monte. Pero lo judíos adoraban a Dios en el templo en Jerusalén. La pregunta, aunque la mujer no lo hizo, pero insinuó, sería: ¿Cuál es el lugar correcto? Veamos cuál fue la respuesta del Señor Jesús. Juan 4:21-24 dice: Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
La respuesta del Señor Jesús comienza afirmando que estaba pronto a llegar el día cuando la gente no tenga que adorar a Dios el Padre ni en Jerusalén como los judíos, ni en Gerizim como los samaritanos. Esto iba a ocurrir una vez que el Señor Jesús muera, resucite, ascienda a la gloria de su Padre, descienda el Espíritu Santo, y nazca la iglesia de Cristo. A partir de este momento, la adoración al Padre se llevará a cabo en la vida de todo aquel que reciba a Cristo como Salvador. Pero por el momento, en el instante en el cual la mujer samaritana hablaba con el Señor Jesús, lo samaritanos estaban haciendo mal en adorar al Padre en Gerizim. Adoraban lo que no sabían. Lo correcto en ese tiempo era adorar al Padre en Jerusalén, porque Dios escogió a los judíos, como sus representantes para testificar al mundo sobre Él. Por eso el Señor Jesús dijo que la salvación viene de los judíos. Sin embargo, el Señor Jesús como profeta, anunció que dentro de poco, los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Esto se refiere a los que han recibido a Cristo como Salvador, cuyo cuerpo es templo del Espíritu Santo. La adoración al Padre será entonces espiritual, no sobre la base de ritos religiosos de cualquier tipo, y además en verdad, sin ninguna motivación oculta, sin ninguna hipocresía, sin ningún engaño. Dios el Padre está vivamente interesado en este tipo de adoración, por eso el Padre, tales adoradores busca que le adoren. Acto seguido, la mujer samaritana sacó a colación lo que justamente le condujo al punto culminante de su conversación con el Señor Jesús. Juan 4:25 dice: Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
La mujer samaritana tenía conocimiento acerca de que algún día iba a venir el Ungido, el Cristo, el Mesías. Sabía también, que cuando él venga, arrojará luz para aclarar todas las cosas. La mujer samaritana estaba lista para saber sin lugar a dudas acerca de quién era el que le estaba hablando. Note lo que sucedió. Juan 4:26 dice: Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
¡Qué maravilla! Cuando el Señor Jesús dijo: Yo soy, está identificándose como el Jehová del Antiguo Testamento. La mujer samaritana sabía que por la pura gracia de Dios había estado hablando con el Ungido, con el Cristo, con el Mesías, con el Hijo de Dios, con Dios mismo. De aquí en adelante su vida dio un giro de 180 grados. En este preciso instante llegaron los discípulos del Señor Jesús que se habían ido de compras. Juan 4:27 dice: En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Los discípulos estaban asombrados que el Señor Jesús, siendo judío, esté hablando con una mujer, y encima de todo, con una mujer samaritana. Sin embargo, ninguno de ellos se atrevió a cuestionarlo. Ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O ¿Qué hablas con ella? Esta parte de la historia termina mostrando lo que hizo la mujer samaritana. Juan 4:28-30 dice: Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Joh 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
Joh 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
La mujer samaritana era una nueva persona. Ya no le importaba nada más sino la persona del Señor Jesús. El cántaro donde se supone iba a llevar el agua quedó junto al pozo. Había algo más importante que eso. Se fue a Sicar y a todos los hombres que se cruzaron en su camino les invitó a ir al pozo de Jacob porque allí estaba alguien espectacular. Alguien que le dijo todo lo que había hecho, de manera que todo indicaba que tal vez ese hombre era el Cristo, o el Mesías. La gente que escuchó la invitación de la mujer salió de la ciudad y se agolpó junto al pozo de Jacob para conocer al Señor Jesús. Más adelante en el texto se ve que muchos recibieron a Cristo como Salvador en esa ocasión. Una mujer hundida en el pecado acaba de ser transformada y guía a muchos a lo que ella había encontrado. Que maravilla.
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