Dar a Dios con propiedad

Es motivo de gran gozo para La Biblia Dice… compartir este tiempo con usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos casi terminando el estudio de la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. Una de las áreas en la más dificultad experimenta todo creyente es en el dar a Dios lo que a él le pertenece. No debería ser así, pero lamentablemente es. Por este motivo, el Nuevo Testamento tiene abundante enseñanza en cuanto al dar a Dios con propiedad. Uno de los pasajes bíblicos que tratan este asunto es el que tenemos para nuestro estudio bíblico de hoy, el cual nos será explicado por David Logacho.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en 1 Corintios 16, versículos 1 a 4. Una de las metas que tenía Pablo para su tercer viaje misionero fue levantar fondos para ayudar económicamente a los creyentes pobres de Jerusalén. Romanos 15:25-26 nos habla de esto: «Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén.» Esto permitió a Pablo dejar importantes principios que rigen el dar, no sólo para ayudar a los pobres, sino para satisfacer las necesidades de la iglesia en general. Si una iglesia está interesada en saber cómo se debe ser el dar al Señor, es necesario que ponga mucha atención en esos principios que Pablo ha dejado. Esto también nos debe hacer pensar, en que el dar, debe ser muy importante para Dios, como para que haya dejado tantos principios que debemos seguir, sin embargo, es triste que muchos de nosotros, tomamos el dar tan ligeramente, pensando que solamente es cuestión de meter la mano al bolsillo, sacar unas cuantas monedas y depositarlas en el plato de la ofrenda. Miremos con atención a los principios para el dar que Pablo nos deja en el pasaje bíblico que tenemos para nuestro estudio de hoy. 1 Corintios 16:1-4 dice: «En cuanto a la ofrenda para los santos, haced también vosotros de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quien hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.» En este pasaje bíblico encontramos algunos principios que rigen el dar. Primero, tenemos que reconocer que al ofrendar somos el medio para que Dios supla determinada necesidad. Los santos de Jerusalén estaban atravesando por profunda pobreza. A lo mejor esta pobreza fue el resultado de una hambruna que por esa época se abatió sobre Judea, o tal vez por la persecución que estaban padeciendo los creyentes en Judea. En todo caso, entre los creyentes de Jerusalén había gran necesidad. Dios sabía lo que estaba pasando y es natural que Dios trate de suplir esa necesidad. Dios tiene a su disposición todos los medios imaginables para suplir esa necesidad, hasta podría hacer que lluevan billetes, pero en su gracia maravillosa, da a los creyentes la oportunidad de satisfacer la necesidad de otros creyentes y de la iglesia en general. Cada vez que entregamos una ofrenda, bien sea a la iglesia local, o a un ministerio, o a una persona en necesidad, estamos siendo instrumentos de Dios para satisfacer determinada necesidad. Dar es por tanto un privilegio. Pablo había dado instrucciones sobre como contribuir a ese fondo de ayuda a los necesitados en algunos lugares donde había estado, como en Galacia, por ejemplo, y está por entregar las mismas instrucciones a los creyentes de Corinto. En segundo lugar, el dar es un acto de adoración. Cada creyente que se reunía en la iglesia en Corinto debía venir a la reunión dominical preparado para dar su porción de esa semana. La iglesia primitiva se reunía el primer día de la semana, no el séptimo día de la semana. ¿Por qué? Pues, en conmemoración de la resurrección de Cristo. Recuerde que Cristo resucitó en un primer día de la semana. También en conmemoración de la venida del Espíritu Santo sobre la iglesia. Recuerde que el Espíritu Santo descendió por primera vez con poder sobre la iglesia, el día de Pentecostés, que coincide con el primer día de la semana. Es muy lamentable notar que una buena porción de los creyentes entrega sus ofrendas por obligación y olvida que la ofrenda es en realidad un sacrificio acepto que se entrega en adoración al Señor. Filipenses 4:18 dice al respecto: «Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios» Dar debe ser un acto de adoración a nuestro Salvador resucitado y ascendido. Así como disponemos el corazón con anticipación para adorar al Señor en el culto dominical, también debemos disponer el bolsillo con anticipación para adorar al Señor en el culto dominical por medio de dar la ofrenda. En tercer lugar, el dar debe ser sistemático. El texto habla de: «cada primer día de la semana». Eso significa: Cada domingo. No era cuestión de que un domingo si, otro domingo tal vez, otro domingo no, otro domingo si, etc. Pablo quería que como resultado de esta manera sistemática de dar, se tenga listo el fondo para la iglesia de Jerusalén, de modo que cuando Pablo llegue a Corinto, no sea necesario volverse locos para completar el fondo para la iglesia de Jerusalén. Si los creyentes practicaran el principio de ofrendar sistemáticamente, la iglesia no tendría que padecer necesidad como ocurre con tanta frecuencia. En cuarto lugar, el dar debe ser personal e individual. Cada uno de vosotros, dice el texto. Como en cualquier iglesia local, en la iglesia en Corinto había creyentes ricos, creyentes ni tan ricos ni tan pobres y creyentes pobres. Sin embargo, cada uno de los creyentes debía dar algo al Señor. De esto aprendemos que el privilegio de dar no es sólo para ricos, sino también para los pobres. No estoy diciendo que todos los creyentes deben dar la misma cantidad, sino que todos los creyentes deben dar algo. En quinto lugar, el dar debe ser proporcionado. En relación con el cuánto se debe dar, el Nuevo Testamento simplemente dice: Según haya prosperado. Esto significa en proporción directa a lo que el Señor haya dado al creyente. Los creyentes que tienen más, darán más, los creyentes que tienen menos darán menos. Jesús alabó a una viuda pobre que dio dos blancas, pero bien pudo haber condenado a un rico que hubiera dado dos blancas, porque no está dando conforme a lo que ha prosperado. En otra parte del Nuevo Testamento, se instruye a dar como se ha propuesto en el corazón. Note que no se fija determinado porcentaje, sino que se deja abierta la posibilidad para que el creyente sea tan generoso como quiera. Lo menos que se debería dar, tal vez sea el popular diezmo, pero lo deseable sería que alguien dé el 15, o el 20 o el 30 o el 50 o el 90 por ciento de sus ingresos. A más porcentaje, más promesa de bendición. 2 Corintios 9:6 dice: «Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.» En sexto lugar, el dar debe ser preparado con anticipación. El texto dice: Ponga aparte algo. Durante la semana, el creyente debe ir apartando lo que va a entregar como ofrenda el domingo, de modo que el momento de recoger la ofrenda, no se vea en la obligación de decidir en ese instante cuánto va a dar. Con demasiada frecuencia se ve en las iglesias locales, una total falta de preparación de la ofrenda que se va a entregar al Señor, al punto que inclusive algunos creyentes se atreven a solicitar cambio. Usted sabe, quieren dan un dólar, pero tienen sólo un billete de cinco dólares. Pues ponen el billete de cinco dólares y demandan cuatro dólares de cambio. ¡Qué vergüenza! ¡Qué falta de preparación! Es preferible no dar a hacer este ridículo. Por último, en séptimo lugar, el dinero que se recoge debe ser manejado con absoluta honestidad. Después de los problemas de inmoralidad sexual, los problemas más comunes en las iglesias locales son los de malos manejos del dinero que los creyentes entregan como ofrenda. Pero note lo que Pablo recomendó a los creyentes en la iglesia de Corinto. Debían guardar el dinero que recogían. Esto significa poner en un lugar seguro, de modo que nadie que no esté autorizado, tenga acceso a ese fondo. Por otro lado, Pablo habla de que la iglesia de Corinto debía designar por carta, a los que iban a llevar el donativo a Jerusalén. Inclusive, si fuera propio, Pablo estaba dispuesto a formar parte de ese grupo. Esto habla de un manejo diligente y transparente de los fondos de la iglesia. Siempre será riesgoso que sea una sola persona quien maneje los fondos de una iglesia. Debe haber más de una, por la elemental razón de seguridad de todos. El diablo es muy astuto para incentivar la codicia aun en los creyentes más maduros. Para evitar sorpresas desagradables hace falta tener un buen sistema de contabilidad, para saber cuánto se recibe, cuánto se gasta, cuánto es el saldo. Los líderes son los que establecen un presupuesto y aprueban los gastos que sobrepasan determinado nivel, pero es aconsejable que sean los diáconos quienes se encarguen de administrar la ofrenda de la iglesia. Como habrá notado, amigo oyente, lo que se da a la iglesia en calidad de ofrenda, demanda que se sigan al menos estos principios fundamentales. Si se violan estos principios, la iglesia local siempre vivirá en necesidad y los creyentes perderán la bendición resultante de dar al Señor como él se merece.

Antes de despedirnos queremos agradecerle por su sintonía y además le invitamos a visitar nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y además conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA La Biblia dice que debemos hacer todo decentemente y con orden. ¿Cómo se explica entonces el ruido y el desorden que se produce en algunas iglesias? Nuestra dirección en la Internet es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.

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