Como debe relacionarse un creyente con otro creyente

Es grato estar junto a usted, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera epístola de Pablo a los Corintios en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis, en esta ocasión, David Logacho nos hablará acerca de la manera como debe relacionarse un creyente con otro creyente que por su vida de pecado ha sido puesto en disciplina por la iglesia local.

Todo comunicador social, ya sea que lo haga verbalmente o por escrito corre el riesgo de ser mal interpretado por las personas con quienes está tratando de comunicarse.

El apóstol Pablo no fue una excepción. En alguna de sus cartas a los creyentes de Corinto les comunicó un principio, pero los creyentes corintios no lo entendieron muy bien y eso debe haber ocasionado más de una confusión. Ventajosamente, en su primera epístola a los Corintios, Pablo va a arreglar este malentendido.

Abramos nuestras Biblias en 1 Corintios 5:9-13. En este pasaje bíblico encontramos el principio enunciado, luego el principio explicado y finalmente el principio expandido. No olvide que el contexto de este pasaje bíblico tiene que ver con la santidad que debe haber en la iglesia local. Dicho esto, vayamos a nuestro primer punto.

El principio enunciado. 1 Corintios 5:9 dice: «Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios»

Según este versículo, es obvio que Pablo había escrito al menos una carta a los corintios antes de la carta que nosotros llamamos: primera carta a los Corintios. Esta carta de Pablo, anterior a 1 Corintios, no fue inspirada por el Espíritu Santo y por eso no forma parte de nuestro Nuevo Testamento. Esto no debe incomodarnos de ninguna manera, por cuanto no todo lo que Pablo escribió fue inspirado por el Espíritu Santo, pero todo lo que bajo la inspiración del Espíritu Santo fue escrito por Pablo, está registrado en nuestro Nuevo Testamento.

Fue en una de esas cartas no inspiradas por el Espíritu Santo, que Pablo pidió a los creyentes de Corinto que no se junten con los fornicarios. Al leer lo que Pablo había escrito, los creyentes de Corinto deben haber comenzado a aislarse poco a poco de todo aquel que parecía que no estaba viviendo en integridad moral. La iglesia local debe haber comenzado a perder el contacto necesario con la gente que verdaderamente necesitaba escuchar las buenas nuevas de salvación en Cristo.

Pero esta no fue la idea que Pablo tenía en mente. Por eso es que en la primera carta a los Corintios encontramos el principio explicado. 1 Corintios 5:10 dice: «no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo.»

Pablo mandó a no juntarse con los fornicarios, pero no absolutamente con todos los fornicarios de este mundo, aclara Pablo. Tampoco absolutamente con todos los avaros de este mundo. Tampoco absolutamente con todos los ladrones de este mundo. Tampoco absolutamente con todos los idólatras de este mundo.

Más adelante, Pablo va a aclarar a qué fornicarios se refería, y a qué avaros y a qué ladrones y a qué idólatras. Si Pablo hubiera tenido en mente que los creyentes no se junten con todo fornicario en absoluto, o con todo avaro en absoluto, o con todo ladrón en absoluto, o con todo idólatra en absoluto, hubiera sido necesario que los creyentes de Corinto tengan que salir del mundo, porque estando en el mundo es inevitable relacionarse con algún fornicario o con algún avaro o con algún ladrón o con algún idólatra.

Piense solamente en este caso. Digamos, en el dependiente del almacén donde usted compra los víveres para su casa. ¿Qué sabe usted de esta persona? A lo mejor sólo lo conoce de vista, pero no sabe si es fornicario o avaro o ladrón o idólatra. Sin embargo, se junta con él porque es él quien le vende sus víveres. ¿Ve? Por eso Pablo tiene toda la razón cuando dice que si él hubiera dicho que no nos juntemos con absolutamente todo fornicario o avaro o ladrón o idólatra, tendríamos que salir del mundo para cumplir con este pedido.

Entonces ¿Qué es lo que estaba realmente diciendo Pablo? Pues veamos el principio expandido. 1 Corintios 5:11-13 dice: «Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.»

Cuando Pablo estaba hablando a los creyentes de Corinto que no se junten con los fornicarios, no se estaba refiriendo a todos los fornicarios del mundo, sino que se estaba refiriendo a un tipo particular de fornicarios. Son los que llamándose hermanos, sin embargo son fornicarios. Quizá le parezca extraño que haya hermanos que sin embargo de ello sean fornicarios. Pues, lamentable así es.

Cuando el creyente voluntariamente cede el control de su vida a su carne o a su vieja naturaleza, es inevitable que ese creyente actúe como un incrédulo, o inclusive, peor que un incrédulo, justamente como el hermano de la iglesia en Corinto, quien tenía a su propia madrastra como su amante.

La carne o la vieja naturaleza en el creyente es capaz de lo peor, amigo oyente. Ninguno de los creyentes está libre de su perniciosa influencia. No importa cuan maduro sea en lo espiritual, de todas maneras, su carne o su vieja naturaleza le puede jugar una mala pasada en cualquier momento, si usted se lo permite, por supuesto.

Justamente por esto, los creyentes no debemos ceder ni un milímetro de control sobre nuestra vida a la carne. De modo que, no debe sorprendernos por tanto, que de vez en cuando encontremos un hermano fornicario, o un hermano avaro, o un hermano ladrón, o un hermano idólatra.

Que por la gracia de Dios, nosotros no caigamos en esta terrible contradicción. Digo contradicción, porque lo que se espera de los hermanos en la fe es santidad, no impiedad. El mandato de Pablo es que los creyentes de Corinto eviten todo contacto con aquel que llamándose hermano sin embargo, es fornicario y por ese motivo ha sido separado o expulsado de la comunión de la iglesia local.

Pero observe que este principio de separación no se aplica única y exclusivamente a los fornicarios. Fornicación es un término que describe todo uso del sexo fuera de lo que Dios ha establecido en su Palabra. La Biblia es clara al indicar que el sexo dentro del matrimonio es bueno y puro, pero el sexo fuera del matrimonio, es lo que la Biblia llama fornicación.

El principio de separación se aplica también al que llamándose hermano fuere avaro. La avaricia es el deseo inmoderado por tener más, bien sea de posesiones materiales o de sensualidad. El principio de separación se aplica también al que llamándose hermano fuere idólatra. La idolatría es poner a personas o cosas por encima de Dios o como algo más importante que Dios.

Un creyente es idólatra cuando considera a su trabajo como algo más importante que Dios, cuando considera a su esposo o esposa o hijos como algo más importante que Dios, cuando considera sus estudios como algo más importante que Dios, etc.

¿Ha encontrado a creyentes que no tienen tiempo ni para ir el domingo por la mañana al culto dominical porque están ocupados en su trabajo o en sus estudios, o en sus negocios, etc?

Bien puede tratarse de idolatría. Hay cosas más importante que Dios. El principio de separación se aplica también al que llamándose hermano fuere maldiciente. Este adjetivo es la traducción de una palabra griega que literalmente significa injurioso, ofensivo. En algunos países se le conoce como un mal hablado. Uno que al hablar usa palabras obscenas. El creyente debe ser reconocido por su hablar para edificación, para pacificación, para alabanza a Dios, pero cuando un creyente utiliza palabras hirientes, ofensivas, obscenas, etc., es un maldiciente y merece ser separado de la comunión de la iglesia local.

El principio de separación se aplica también a los borrachos. Todos sabemos lo que es la borrachera. La borrachera amable oyente no es una enfermedad, es un pecado. Los creyentes no deben andar en borracheras y si un creyente persiste en la borrachera después de haber sido amonestado en la iglesia local, es necesario sacar a ese creyente de la comunión de la iglesia local.

El principio de separación se aplica también a los ladrones. Ladrón es aquel que toma como suyo lo que no le pertenece, sin importar el monto que está en juego. Se roba tanto cuando se toma un alfiler que no le pertenece, como cuando se toma un costoso tesoro que no le pertenece. Pablo dice que con este tipo de creyentes ni siquiera debemos comer.

Finalmente Pablo muestra que no tiene sentido juzgar a los incrédulos, o a los que están fuera, porque los incrédulos no tienen el poder para vivir en santidad, en cambio tiene mucho sentido el juzgar a los creyentes, o a los que están dentro, porque es de esperarse que ellos vivan en santidad, porque tienen el poder para vivir en santidad. Dios se va a encargar de juzgar a los incrédulos por sus malas obras, no nosotros, los creyentes.

En conclusión, y de acuerdo con todo lo que ha dicho, Pablo demanda que el hermano que está viviendo en fornicación sea quitado de la iglesia local de Corinto. Pablo califica a este hermano en fornicación como un perverso.

Perverso, es la traducción de una palabra griega que también significa maligno o malvado. A ese plano cae el creyente que a pesar de tener todo para vivir en santidad, sin embargo escoge vivir en impiedad.

Que Dios en su gracia nos ayude a vivir en santidad.

Antes de despedirnos queremos agradecerle por su sintonía y además le invitamos a visitar nuestra página en Internet y nos haga llegar sus comentarios acerca del programa y además conozca la respuesta a la PREGUNTA DEL DÍA. Mateo 12:36 dice que los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa en el día del juicio, pero Salmo 103:3 dice en cambio que Dios perdona todas las iniquidades. ¿Puede explicarme cómo puede ser esto? Nuestra dirección en la Internet es: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga ricamente.

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