Para ser un buen ministro de Jesucristo es necesario pelear la buena batalla de la fe

Qué bendición saludarle amable oyente. Reciba una cordial bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la primera epístola de Pablo a Timoteo en la serie titulada: Claves para ser un buen ministro de Jesucristo. Para ser un buen ministro de Jesucristo es necesario pelear la buena batalla de la fe, echando mano de la vida eterna, mientras estemos en este mundo, bien sea porque sobreviene la muerte o porque viene el Señor Jesucristo para llevarnos con Él. Este es el tema del estudio bíblico de hoy.

Qué privilegio es abrir la palabra de Dios para que nos alumbre el camino a seguir en este mundo. ¿Ha leído alguna porción de la palabra de Dios, el día de hoy? Le animo que lo haga. No deje pasar ni un día sin abrir y leer con atención la palabra de Dios. Si tiene una Biblia allí cerca de donde se encuentra en este momento, que tal si busca el pasaje bíblico en 1 Timoteo 6:12-16. En este pasaje bíblico, encontramos la orden de Pablo a Timoteo en el sentido que pelee la buena batalla de la fe, pero no en su fuerza sino echando mano de la vida eterna, mientras tenga vida en este mundo. Lo primero que notaremos es la orden a pelear la buena batalla de la fe. La primera parte de 1 Timoteo 6:12 dice justamente así: Pelea la buena batalla de la fe. El verbo que se ha traducido como pelear, es el verbo griego agonízomai, que significa luchar entregando todo lo que se puede dar, al punto de agonizar. Nuestra palabra agonía está relacionada con este verbo griego. Es lo que haría un deportista responsable que por tener éxito en alguna disciplina hace un generoso derroche de energía en la cancha. Un buen ministro de Jesucristo no puede realizar su ministerio sin poner pasión y altas dosis de energía, al punto de la agonía. La buena batalla de la fe se refiere a la lucha que tiene todo creyente para mantener intacta la fe, entendiéndose la fe como el cuerpo de doctrina cristiana, o todo lo que Dios ha revelado en su Palabra. Pelear la buena batalla de la fe debe ser la meta de todo creyente, no solo de los que quieren ser buenos ministros de Jesucristo. Así fue el caso del apóstol Pablo, quien poco tiempo antes de su muerte escribió lo que dice 2 Timoteo 4:7 donde leemos: He peleado la buena batalla,  he acabado la carrera,  he guardado la fe.
Para poder pelear la buena batalla de la fe es necesario equiparse adecuadamente. Esto es lo que aparece en nuestro estudio bíblico a continuación. 1 Timoteo 6:12 en su segunda parte dice: echa mano de la vida eterna,  a la cual asimismo fuiste llamado,  habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
La buena batalla de la fe no se puede pelear en el poder de la carne, o echando mano de meros recursos humanos. Note lo que dice 2 Corintios 10:3-5 Pues aunque andamos en la carne,  no militamos según la carne;
2Co 10:4  porque las armas de nuestra milicia no son carnales,  sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
2Co 10:5  derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,  y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
El enemigo que enfrentamos los creyentes no es de carne y hueso sino un enemigo espiritual, y para eso hace falta echar mano de recursos espirituales. Observe lo que dice el mismo apóstol Pablo en Efesios 6:10-12 Por lo demás,  hermanos míos,  fortaleceos en el Señor,  y en el poder de su fuerza.
Eph 6:11  Vestíos de toda la armadura de Dios,  para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Eph 6:12  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne,  sino contra principados,  contra potestades,  contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,  contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por esta razón, los creyentes necesitamos apropiarnos de los recursos que Dios ha puesto a disposición de todo creyente. Efesios 6:13-18 dice: Por tanto,  tomad toda la armadura de Dios,  para que podáis resistir en el día malo,  y habiendo acabado todo,  estar firmes.
Eph 6:14  Estad,  pues,  firmes,  ceñidos vuestros lomos con la verdad,  y vestidos con la coraza de justicia,
Eph 6:15  y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Eph 6:16  Sobre todo,  tomad el escudo de la fe,  con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Eph 6:17  Y tomad el yelmo de la salvación,  y la espada del Espíritu,  que es la palabra de Dios;
Eph 6:18  orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu,  y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Concordante con todo esto, Pablo ordena a Timoteo a echar mano de la vida eterna. Esto se refiere no sólo a la esperanza viva de que un día vamos a estar con Dios en el cielo, sino más bien a todo lo que los creyentes llegamos a tener desde el mismo instante que recibimos al Señor Jesucristo como nuestro único y personal Salvador. No olvide amable oyente que desde el momento que recibimos a Cristo como nuestro Salvador, llegamos a ser perdonados de nuestros pecados, librados de la condenación eterna, adoptados como hijos adultos en la familia de Dios, con todos los privilegios que eso conlleva, llegamos a ser morada o habitación permanente del Espíritu Santo, llegamos a ser copartícipes de la victoria que nuestro Salvador ganó sobre Satanás, cuando murió en la cruz, llegamos a tener el poder para vivir en santidad, y tantas otras cosas más que sería largo mencionar todas. Todo esto comprende la vida eterna. Timoteo y cada uno de nosotros que somos creyentes hemos sido llamados a recibir esta vida eterna. Fuimos llamados por Dios. Dios nos sacó de un mundo destinado a condenación, y sin merecerlo nos dio ese tesoro llamado vida eterna. Pablo recuerda a Timoteo que él en algún momento, había hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Esto se refiere a la confesión pública de la fe en el Señor Jesucristo, que Timoteo debe haber hecho ante muchos testigos. Probablemente ocurrió cuando Timoteo fue bautizado en agua, conforme a lo que se conoce como la gran comisión, en Mateo 28:19-20. De manera que, amable oyente, si usted desea ser un buen ministro de Jesucristo, debe pelear la buena batalla de la fe, pero no en su propia fuerza, sino echando mano de todos los recursos espirituales que Dios ha derramado sobre usted el momento que recibió a Cristo como su Salvador. Finalmente, Pablo ordena a Timoteo a guardar el mandamiento, es decir la palabra de Dios. 1 Timoteo 6:13-16 dice: Te mando delante de Dios,  que da vida a todas las cosas,  y de Jesucristo,  que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,
1Ti 6:14  que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión,  hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo,
1Ti 6:15  la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano,  Rey de reyes,  y Señor de señores,
1Ti 6:16  el único que tiene inmortalidad,  que habita en luz inaccesible;  a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver,  al cual sea la honra y el imperio sempiterno.  Amén.
Para dar mayor peso y solemnidad a su mandato, Pablo pone como testigos a Dios el Padre, quien es la fuente de la vida no sólo para los humanos sino para todas las cosas, y a Jesucristo, quien dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato. Esto último es una referencia al poderoso testimonio que dio el Señor Jesucristo ante el gobernador romano Poncio Pilato, sabiendo que ese testimonio sería utilizado para condenarlo a muerte. Es como si Pablo estuviera diciendo a Timoteo: No dudes en hacer lo que te voy a ordenar aun si eso pone en riesgo tu propia vida. Luego Pablo menciona el mandato: Que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión. Esto significa que se someta a lo que dice Dios en su palabra sin mancha ni reproche. Es una meta extremadamente elevada, pero a eso es a lo que nos llama Dios a todos los creyentes. Dios dejaría de ser Dios si exigiera algo menos que esto. Esta es la meta de todo creyente, mientras el Señor Jesucristo tarde en venir por segunda vez a este mundo. Por eso Pablo dice a Timoteo: Hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo. Esto ocurrirá no en el tiempo del hombre sino en el tiempo de Dios. Pablo se explaya mostrando la majestuosidad de Dios al afirmar que Dios es el bienaventurado y solo Soberano, Rey de Reyes y Señor de Señores. Esta descripción se aplica tanto a Dios el Padre como a su Hijo el Señor Jesucristo. Dios es el único que tiene inmortalidad, porque Él es eterno, no tiene comienzo ni tiene fin. Él simplemente existe en sí mismo. Dios es quien habita en luz inaccesible, tiene que ver con la luz admirable que le rodea, la shekinah, esa luz que ojo humano no puede ver a simple vista, así como no se puede ver a simple vista al sol. Dios es Espíritu y por eso ninguno de los hombres le ha visto ni puede ver. Es a este excelso Dios a quien pertenece con exclusividad la honra y el imperio por la eternidad. Pablo termina esta parte con su sonoro: Amén. Así sea. Si usted quiere ser un buen ministro de Jesucristo, debe pelear la buena batalla de la fe, echando mano de los recursos espirituales de la vida eterna, mientras el Señor Jesucristo tarde en venir, o hasta que vaya a él cuando le sobrevenga la muerte. Que Dios le bendiga.

¿Hay algún versículo que enseñe con claridad la preexistencia de Cristo?. Visite nuestra página Web y en la sección PREGUNTA DEL DÍA encontrará la respuesta a esta inquietud. Además puede hacernos llegar sus consultas y sugerencias y por supuesto escuchar nuevamente el programa de hoy. Le recuerdo nuestra dirección: labibliadice.org Hasta la próxima y que Dios le bendiga grandemente.

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