Encontrar alguien que le tome cuentas

Un cálido y fraternal saludo amigo oyente. Qué gozo es saber que Ud. nos está sintonizando. El tema de estudio en esta serie tiene que ver con lo que todo nuevo creyente debería estar haciendo una vez que ha obtenido la salvación por la fe en Cristo Jesús. Como guía de estudio estamos utilizando un librito que fue publicado en español por La Biblia Dice… escrito por el Dr. Woodrow Kroll y que se titula 10 Primeros Pasos para el Nuevo Creyente, el cual es una guía para que todo nuevo creyente sepa lo que debe hacer una vez que ha nacido de nuevo y de esa manera proceda a desarrollar espiritualmente. En esta ocasión David Logacho nos hablará del décimo y último paso de este programa básico de discipulado para nuevos creyentes.

Un dicho popular afirma lo siguiente: El ojo del amo engorda al caballo. Con esto se da a entender que cuando sabemos que una persona, ante quien somos responsables, nos está observando, automáticamente rendimos mejor en cualquier actividad que estamos desarrollando. ¿Verdad que así es? Casi puedo percibir su respuesta afirmativa. Viene a mi mente una historia que leí en algún lado. Un supervisor de una fábrica tenía un problema con el rendimiento de los trabajadores de su sección, quienes eran personas muy sencillas, aborígenes de una tribu cercana. Sucedía que cuando el supervisor estaba presente, todos los trabajadores realizaban sus tareas con prontitud y esmero y obviamente se cumplían con las metas de producción, pero cuando el supervisor tenía que salir de la fábrica por algún asunto imprevisto, los trabajadores se dedicaban a cualquier cosa, menos a trabajar y consecuentemente no se podían cumplir con las metas de producción. Ud. sabe, como reza el viejo dicho: Cuando el gato no está en casa, los ratones hacen fiesta. Sucede además que este supervisor había tenido en el pasado un accidente y como resultado había perdido un ojo, por lo cual tenía un ojo de vidrio en lugar del ojo verdadero. Cierto día, tuvo que salir de la fábrica con urgencia. Mientras retornaba, venía pensando en que nuevamente tendría que exhortar a los trabajadores por no haber cumplido con lo que se supone debían haber hecho. Pero, oh sorpresa, casi se desmaya al llegar a la fábrica, cuando vio que todo mundo estaba trabajando con entusiasmo y energía y las metas de producción no solo que se habían cumplido sino que se habían superado. Perplejo se dirigió a su escritorio, tratando de hallar una explicación a lo sucedido. Pronto fue evidente lo que pasó. Lo que sucede es que había sentido molestias con su ojo de vidrio, y para hallar alivio se lo había sacado y ante la mirada estupefacta de todos los trabajadores lo había puesto en un vaso con agua para finalmente colocarlo sobre su escritorio. En eso, surgió la necesidad ingente de salir y no tuvo tiempo para volver a colocarse el ojo de vidrio. Los trabajadores vieron aquel ojo en el vaso con agua y pensaron que el ojo del supervisor estaba presente y eso les condujo a no disminuir en absoluto su rendimiento. ¿Ve Ud.? El ojo del amo engorda el caballo, amigo oyente. No solo los aborígenes actúan así, sino todos nosotros, en mayor o menor grado. Y más aún, esto se cumple no solo en el plano material, sino también en el plano espiritual. Por eso amigo oyente, es importante para un nuevo creyente, encontrar alguien que le tome cuentas, alguien ante quien ser responsable en asuntos espirituales. Quizá alguien dirá, pero si ya tenemos a Dios, ante quien somos responsables, para qué buscar un ser humano para rendir cuentes. Ah… amigo oyente, Ud. no se imagina como olvidamos que somos responsables ante Dios y hacemos cada cosa que solo de pensarlo nos avergüenza. Por eso, no está por demás hallar un creyente maduro espiritualmente hablando ante quien vamos a sentimos responsables. ¿Quién es este amigo que le toma cuentas? Es un creyente maduro en el Señor que accede a discipulado, para ayudarle a crecer y madurar en su nueva fe en Cristo. Es alguien que accede a vigilar el cumplimiento de las responsabilidades espirituales. Alguien que le ayuda a realizar lo que se ha propuesto hacer. Por ejemplo, si Ud. dice a este amigo que ha decidido tener un tiempo devocional cada mañana, por media hora, durante el día, él, o ella, le llamará para preguntarte si ese preciso día Ud. cumplió con su meta de tener un tiempo devocional por 30 minutos. Un amigo que le toma cuentas se asegura de que Ud. cumpla todo lo que Ud. prometió a Dios. Pero la responsabilidad es un sendero en dos direcciones. Frecuentemente dos personas se sirven mutuamente como amigos que se toman cuentas. Se apoyan el uno al otro y se animan cuando surge la necesidad. Si alguno cae, está el otro para levantarle. Existe una asombrosa ilustración de esto en Eclesiastés 4:9-10 donde dice: «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere no habrá segundo que lo levante» Este principio funciona no solo cuando Ud. tropieza físicamente, sino también cuando Ud. tiene alguna debilidad en el campo espiritual. Si Ud. tiene un amigo que le toma cuentas, Ud. sabrá que tiene alguien a su alcance cuando tropieza, alguien que le ayudará a evitar que vuelva a caer. Digamos por ejemplo que Ud. pierde entusiasmo en su andar con el Señor y se entibia, su amigo que le toma cuentas puede llamado aparte y darle una exhortación amable y sincera respecto al peligro espiritual en el cual Ud. se halla. Un antiguo refrán del Cercano Oriente dice: Un amigo es uno que te advierte. Pero un amigo como el que estamos hablando, un amigo que le toma cuentas, nunca se detiene solo en la advertencia sino que también ora por Ud. le anima y le guía de vuelta al buen camino. Para eso son los amigos que toman cuentas. Henry Ford dijo una vez algo que tiene mucho sentido. Mi mejor amigo es uno que hace que de mí salga lo mejor que tengo. Los amigos no simplemente critican sino ayudan. Un amigo quien nos toma cuentas no solamente manifestará su desacuerdo con lo mal que hacemos, sino que nos ayudará a hacer acopio de fuerzas para vencer la debilidad y andar de victoria en victoria. Cuando Ud. y otro creyente se comprometan a tomarse mutuamente cuentas, lograrán que de ambos salga lo mejor. De esta manera, amigo oyente, llegamos al final de esta corta serie sobre los 10 Primeros Pasos para un Nuevo Creyente. Espero que el material presentado haya sido de mucha bendición para Ud. ¿Ha venido Ud. hace poco a Cristo como Salvador? Si es así, es importante que empiece bien la vida cristiana. Ahora que Ud. tiene una vida nueva, es necesario que empiece a crecer, porque el crecimiento es tan importante como el nacimiento. Que trágico sería que un niño recién nacido permanezca en ese estado toda la vida. Sería igual de trágico si Ud. ha nacido de nuevo pero nunca crece espiritualmente. Estos diez pasos para el nuevo creyente no constituyen una fórmula mágica, sino que se han derivado de la palabra de Dios, y por generaciones los han practicado con éxito los creyentes que han alcanzado madurez. Si Ud. da estos primeros pasos en el camino hacia el cielo, hallará que su jornada es un desafió y un bendición. Pero, más que eso, sus primeros pasos no serán los últimos. Dios le bendecirá al empezar a andar por ellos.

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