El Evangelio y el Matrimonio Pt. 2

Hola amigo, amiga oyente, que gusto poder estar junto a ti un día más. Estamos involucrados en una nueva serie en donde buscamos conocer los propósitos de Dios para el matrimonio, así que toma tu Biblia y acompáñame al libro de Efesios capítulo 5, versículo 22, la Palabra de Dios dice: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.» (Efesios 5: 22-33)

Ahora, para empezar nuestro estudio quiero tomar este texto y dividirlo en tres áreas. Quiero que veamos algunos fundamentos que son fundamentales para entender la cosmovisión bíblica cuando se trata de matrimonio. Luego vamos a ver algunas instrucciones específicas basadas en los fundamentos que se dan en Efesios 5 y luego vamos a cerrar reflexionando en un par de conclusiones diferentes cuando se trata de cómo poner esto en práctica. Entonces comenzaremos con fundamentos y esto es vital. No podemos ir a la parte de instrucciones hasta que tengamos los fundamentos claros.

Fundamento número uno, la gloria de Dios es el objetivo final del matrimonio. Todo en Efesios 5 gira alrededor de la gloria de Dios, específicamente la gloria de Dios en Cristo. Mira el versículo 22: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor«. Verso 25: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella«. Verso 29: » Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia «. Cristo impregna todo este pasaje. Todo vuelve a Cristo. Todo vuelve a mostrar la gloria de Cristo, imitando a Cristo, obedeciendo a Cristo. Haciendo lo que hacemos en el matrimonio como para el Señor, para la gloria de Dios en Cristo. La gloria de Dios es el objetivo final del matrimonio. Para ponerlo de otra manera, el matrimonio existe para Dios más de lo que existe para ti.

Esposos, esposas, el matrimonio existe para Dios más de lo que existe para ustedes. Y quiero que te dejes absorber por un momento y pienses conmigo ¿por qué es tan importante el matrimonio? No tienes que caminar a la librería cristiana local para comprar toda una sección sobre el matrimonio y la familia, no necesitas tener una gran cantidad de libros y recursos sobre el matrimonio y la familia. Tristemente el negocio de marketing de matrimonio cristiano está en auge: libros, seminarios, conferencias, todos hablando de cómo tener un mejor matrimonio. Sin embargo, lo interesante es que la tasa de matrimonio sigue disminuyendo a medida que la tasa de divorcio sigue aumentando. Y la imagen del matrimonio en la iglesia continúa disminuyendo, continúa devaluada y hace que uno se pregunte, ¿qué significa esto? Bueno, no quiero dibujar demasiado una imagen de causa y efecto, pero la realidad es que se nota.

Nos aferramos tanto a la idea de ser felices en nuestro matrimonio que buscando desesperadamente formas de conseguirlo. Pero la pregunta que quiero hacer esta mañana es ¿qué ocurre si estamos buscando en el lugar equivocado? ¿Qué pasa si vamos a libros, conferencias, seminarios y expertos en esto o aquello para ayudarnos en el matrimonio y en el camino estamos eludiendo al experto que nos ha dado su perfecta palabra sobre el matrimonio? No digo que los libros, las conferencias u otras personas sean en sí mismos algo malo. Mi cuestionamiento se refiere al hecho de que hasta qué punto ignoramos la palabra de Dios y colocamos otros recursos para ayudarnos porque aparentemente esta palabra no es suficiente para nosotros.

Hasta qué punto nos hemos perdido de este valioso evangelio por preferir libros, conferencia o seminarios.  De hecho, cuando se trata de matrimonio, esto puede no ser un signo de enfermedad en la iglesia porque estamos mirando más allá. Nos encontramos constantemente aferrándonos más allá de lo que la Palabra nos ha mostrado sobre el matrimonio. Y quiero recordarte que Dios es el Señor del matrimonio. Él creó el matrimonio, Él conoce el matrimonio mejor que todos los psicólogos en el mundo. Él conoce el matrimonio y nos ha dado en su Palabra lo que necesitamos. Él nos ha dado lo que necesitamos y su Palabra es buena, su Palabra es suficiente.

Y, cuando se trata de matrimonio, debemos ser cuidadosos con esta tendencia peligrosa de eludir el mensaje más importante de todos. Entonces, la pregunta que determinará el estado de tu matrimonio es: ¿es Dios el Señor de tu vida?  Esposo, esposa, ¿Tu vida se rindió a lo que sea que Él diga que hagas?, haz dicho en tu corazón: “esto haré, por amor a mi matrimonio” han dicho: “esto lo haremos juntos”.

Él creó el matrimonio. Él es el Señor del matrimonio y existe principalmente por su bien. Esposo o esposa, si tu punto de partida cuando piensas en tu matrimonio es que es lo mejor para ti, entonces habrás perdido el punto de vista del cristianismo desde el principio.

La pregunta no es qué funcionaría mejor para ti, la pregunta es qué funciona mejor para Dios en tu matrimonio. Esa es una pregunta radicalmente diferente que hacer y no es una pregunta fácil en el mundo en el que nos encontramos, pero hoy quiero invitarte a que te preguntes lo que es mejor para Dios en tu matrimonio porque Él es tu Señor, Él es tu pasión, Él es tu todo y todo en tu vida está bajo su señorío y todo lo que Él diga, lo debes hacer.

Y hasta que lleguemos a ese punto, no importa con cuántos expertos hablemos y cuántos libros hayamos leído, nunca experimentaremos lo que Dios ha diseñado para nosotros en el matrimonio. Todo vuelve al señorío de Cristo. El matrimonio existe para Dios aun antes de que exista para ti. La gloria de Dios es el objetivo final del matrimonio.

Ahora, veamos un segundo fundamento, la gracia de Dios es la máxima esperanza para el matrimonio. Estas son buenas noticias. Es el Señor de los matrimonios quien promete darte la gracia de experimentar el matrimonio como Él lo ha diseñado. La gracia de Dios, los recursos divinos del cielo están disponibles para que experimentes el matrimonio tal como Él lo diseñó. La gente dice: “bueno, ¿por qué tenemos tantas luchas entonces en los matrimonios?”. Y si vas a los libros y a los expertos encontrarás todo tipo de respuestas, encontrarás que el problema son los problemas de comunicación, de compatibilidad, de personalidad, con tu pasado, con tu presente, con tu futuro; tienes problemas en todas partes. Tienes problemas financieros, sexuales, etc, etc, etc. y no quiero simplificar demasiado esta imagen, pero en el fondo, las Escrituras dicen que hay un problema importante en cada matrimonio y se llama pecado.

El problema principal en cada matrimonio es el pecado. Cada marido y cada esposa es un pecador y cuando se casan dicen algo como: “soy un gran pecador y soy tuyo de por vida”, y la verdad es que eso no favorece al romance. Toma tu Biblia y acompáñame al libro de Romanos capítulo 3, versos del 9 al 18 y vamos a aplicarlo al matrimonio, esto dice: «¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:  No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.» ¿Eso te alienta? Nunca había escuchado una canción de boda basada en esas letras, ni siquiera la mejor cantante del mundo podía hacer que eso sonara hermoso.

Ahora esto es extremadamente importante porque mientras vamos a libros, conferencias y seminarios que nos ayuden a lidiar con el matrimonio para trabajar en cosas externas, seguiremos ignorando nuestra verdadera problemática, nuestro pecado, el cual está en el centro de cada uno de nuestros corazones. Y lo que hacen estas ayudas externas es colocar remiendos temporales y tristemente preferimos esto que enfrentarnos con nuestra realidad, porque el último lugar que queremos buscar cuando se trata de problemas en nuestros matrimonios está dentro de nosotros mismos y podemos encontrar muchas personas que nos dicen que los problemas en nuestros matrimonios no tienen nada que ver con nosotros, tienen que ver con el exterior, con factores más allá de nuestro control. Y bajo la luz de la Palabra de Dios queda claro que no es así, queda claro que hay un problema que se encuentra dentro de cada uno.

Cuando un hombre y una mujer se unen y ambos son pecadores, tienen un pecado innecesario en sus vidas, eso creará algunos problemas. Y hasta que se resuelvan esos problemas, no podrán tener un matrimonio estable, esto no es muy alentador para nuestro matrimonio. Pero solo cuando nos encontramos cara a cara con la realidad innegable del pecado que está en nuestras vidas, incluso como seguidores de Cristo, un pecado que se opone a la unión, es hasta que nos encontremos cara a cara con esa realidad que no iremos a la solución para este problema. Pero cuando nos enfrentamos cara a cara con esa realidad, solo tenemos un lugar a donde ir y es a Cristo y esa es la intención de esta imagen. El matrimonio tiene la intención de llevarnos a Cristo.

Entonces, ¿Qué pasa si el matrimonio no está destinado principalmente para hacernos felices sino para hacernos santos, para llevarnos a Cristo? Pues ese es el fin último de lo que el matrimonio debe hacer.

El principal problema en el matrimonio es el pecado y la solución principal para cualquier matrimonio es un Salvador. Es por eso que necesitamos el Evangelio en nuestros matrimonios. No necesitamos el Evangelio solo para salvarnos, si fuera así bastaría con levantar una oración y seguir con nuestras vidas. No, necesitamos el Evangelio todos los días para darnos poder, necesitamos el Evangelio para darnos cuenta de que es nuestra única esperanza en el matrimonio, la gracia de Dios es nuestra única esperanza para el matrimonio. Cristo es nuestro remedio.

Entonces, en base a todo lo que hemos visto el día de hoy, ¿qué te parece si oramos?

Dios, ayúdanos a ver esto, perdónanos por tu Palabra e intentar buscar respuesta en todos estos otros recursos cuando la realidad es que tú, Cristo, eres suficiente para mi matrimonio. Hoy te pido Padre que tu gracia nos permita restaurar nuestros matrimonios, porque hoy entendemos que el fin último de cada uno de nuestros matrimonios es glorificarte a ti, el único digno de gloria y alabanza. Gracias Padre por permitirnos aprender más de tu hermosa Palabra, permite que cada día nos acerquemos a ti con un corazón sincero y dispuesto a obedecerte. En el nombre de Cristo Jesús. Amén.

Dejar un comentario Cancelar la respuesta

Salir de la versión móvil