Único digno de redimir la creación

Saludos cordiales amigo oyente y la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Continuando con el estudio del libro de Apocalipsis, hablaremos del único digno de redimir la creación, una vez que cayó bajo dominio de Satanás cuando Adán cayó en pecado.

El pasaje bíblico para hoy, se encuentra en Apocalipsis 5 desde el versículo 6 hasta el versículo 14. Como antecedente, recuerde amable oyente que estando en el cielo, Juan vio en la mano derecha del que se sentaba en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos. Llegamos a la conclusión que este libro es el título de propiedad de la creación. A causa de la entrada de pecado en el mundo, el hombre perdió el dominio de la creación, la cual quedó bajo dominio de Satanás, pero solo por un tiempo, lo necesario hasta la aparición del pariente redentor de la humanidad, el único digno de redimir a esa creación. Entonces, un ángel fuerte pregonó a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Pero no se halló a ninguno ni el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra que pueda abrir el libro, ni aun mirarlo. Juan entonces se puso a llorar mucho. En eso, se le acercó uno de los ancianos y le dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. El único digno de redimir la creación es Jesucristo, el Mesías, el Ungido, el León de la tribu de Judá, la raíz de David. Jesucristo tiene el poder y el derecho para redimir la creación. La deidad y humanidad que se funden en su persona le hacen el perfecto pariente redentor de la humanidad. Con su muerte y resurrección ha vencido a Satanás. Es así como llegamos al pasaje bíblico que tenemos para hoy. Allí vemos a Cristo tomando el libro y a Cristo recibiendo adoración. Consideremos el primer punto. Juan fue informado entonces que el único digno de abrir el libro y desatar sus siete sellos es Cristo, el León de la tribu de Judá, la raíz de David. Me imagino yo que Juan esperó ver eso, un león con toda su fiereza. Pero observe con atención lo que Juan vio. Apocalipsis 5:6-7 dice: “Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.” En lugar de un león, Juan vio a Cristo como un Cordero. León y Cordero nos hablan de que Cristo como León conquista por medio de su sumisión como Cordero. Cristo como León, es digno de poder y autoridad por medio de su mansedumbre, su inocencia y su sacrificio como Cordero. El Cordero estaba en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y en medio de los ancianos. Su posición denota excelencia. Está en el eje, en el centro del poder celestial. Otro dato interesante es la palabra que utiliza Juan para describir a Cristo. Dice que es el Cordero. En el idioma que se escribió el nuevo testamento existen dos palabras para Cordero. La una es amnós que significa justamente Cordero. La otra es arníon, que es el diminutivo de Cordero. Significa entonces Corderito. Se utilizaba para un cordero especial que una familia lo tenía en la casa como su mascota. Cristo es el Corderito de Dios. Qué interesante. Satanás se presenta en Apocalipsis, como un fiero dragón, como una bestia espantosa, pero fue vencida por el Corderito de Dios. Cristo como Cordero estaba de pie. Esto también es digno de notar. En el libro de Hebreos se ve que Cristo sentado a la diestra de Dios, pero hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Es la posición de quien ha terminado la obra de redención. En cambio en Apocalipsis vemos a Cristo de pie. Esto significa que habrá llegado el momento para que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Juan también vio a ese Cordero como inmolado. Esto significa que eran evidentes las huellas de su sacrificio. Es el precio que tuvo que pagar para redimir a su misma creación. Además tenía siete cuernos. Los cuernos simbolizan poder y siete simboliza algo perfecto o completo. El Corderito de Dios tiene poder absoluto para hollar a sus enemigos. También tenía siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Esto significa que Cristo tiene la plenitud del Espíritu Santo para examinar todos los asuntos que suceden en la tierra. En Cristo, como dice la Escritura se encuentran el poder y la sabiduría de Dios. El Cordero se acerca entonces al que estaba sentado en el trono y toma el libro de su mano derecha. Ahora la creación tiene un nuevo dueño, es el Señor Jesucristo. Esto nos lleva a nuestro segundo punto. Cristo recibiendo adoración. El primer grupo de adoradores son los personajes en el cielo. Apocalipsis 5:8-10 dice: “Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” Cristo, el Cordero, está recibiendo de manos de Dios el título de propiedad de la creación. Es un momento sublime. Tan pronto el libro pasa a las manos de Cristo, se escucha una alabanza indescriptible, es un coro celestial que prorrumpe en alabanza. Los integrantes de este coro son los cuatro querubines o seres vivientes y los veinticuatro ancianos con arpas y copas de oro llenas de incienso. El incienso representa las oraciones de la iglesia. Suave perfume para Dios. Recuerde que estos ancianos representan a la iglesia toda en su estado glorificado en el cielo. El cántico es majestuoso. Es un cántico nuevo. Esto significa de una naturaleza nunca antes conocida. Exalta la persona de Cristo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos. Exalta también la obra de Cristo: Porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. La iglesia reinará juntamente con Cristo en la tierra durante el milenio. A este primer coro se une un segundo coro. Apocalipsis 5:11-12 dice: “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” Qué grandioso será este espectáculo amable oyente. Millones de millones de ángeles exaltando al unísono al Cordero. Ponen en alto siete cualidades que le hacen digno de redimir la creación para Dios. Su poder, su riqueza, su sabiduría, su fortaleza, su honra, su gloria y su alabanza. Pero eso no es todo. Mi Cristo merece más alabanza y adoración. A los dos coros anteriores se une un tercer coro. Apocalipsis 5:13 dice: “Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.” La creación entera reconoce la maravilla de su redención por la obra de Cristo en la cruz. Llegó el momento de liberarse del dominio de Satanás. Las estrellas del firmamento unen su voz a todo lo creado en la tierra para exaltar al Cordero por la eternidad. Es hermoso oír alabanza a Cristo a tres voces. Cuánto más hermoso será oír alabanza a Cristo a tres coros. Y qué coros. Así es alabado nuestro grandioso Salvador. La alabanza culmina con la intervención de los querubines y los veinticuatro ancianos. Apocalipsis 5:14 dice: “Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos” Escuchando tan sublime alabanza, los querubines pronuncian el Amén. Esto significa: Así sea, o bien hecho, o estamos de acuerdo. Es la forma de poner un sello de aprobación a la alabanza ejecutada. Los veinticuatro ancianos no se quedan atrás. Sobrecogidos de un santo fervor, en absoluta humillación adoran al Cordero postrados sobre sus rostros, y reconocen que vive por los siglos de los siglos. ¿No le gustaría ser testigo de esta alabanza celestial al Cordero? Más aún, ¿No le gustaría ser parte del coro celestial que alaba al Cordero? Si Usted recibe a Cristo como su Salvador, Usted será parte de este coro. Pero si rehúsa recibir a Cristo como su Salvador, en lugar de alabar al Cordero, Usted estará sufriendo tormento eterno en el infierno. Usted tiene la palabra.

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