Introducción a la carta

Saludos cordiales amigo oyente. Es un gozo compartir con Ud. estos momentos de estudio bíblico. En nuestro estudio bíblico anterior sentamos algunas bases que nos permitirán entrar de lleno a la exposición de la carta del apóstol Pablo a los Filipenses. Entre otras cosas dijimos que en esta carta encontramos el secreto para experimentar gozo en medio de la tribulación. En el estudio bíblico de hoy, vamos a la primera sección del libro que no es otra cosa sino la introducción a la carta.

Si tiene una Biblia a la mano, le ruego que la abra en la Epístola del Apóstol Pablo a los Filipenses, capítulo 1 versículos 1 y 2. En este par de versículos tenemos lo que podríamos llamar la introducción a la carta. Cuando Ud. escribe una carta, en lo primero que piensa es en la fecha que está escribiendo, la persona a quien escribe, la ciudad donde está esta persona incluyendo el país y luego de una frase introductoria como: estimado hermano o apreciado amigo y finalmente expresa un saludo en los términos más comedidos que sean posibles. Esta es nuestra manera de introducir las cartas. En el primer siglo, la manera de introducir cartas era un poco distinta. Parece que no se ponía mucha atención a la fecha de escritura, sino que inmediatamente se pasaba a citar la identidad del autor y los destinatarios de la carta. Esto es algo diferente a la manera como nosotros lo hacemos hoy en día. Nosotros normalmente nos identificamos al final de las cartas que escribimos, por eso es que en ocasiones, al abrir un sobre y sacar una carta, lo primero que hacemos es tratar de buscar quien nos escribe y para ello vamos al final de la carta. Cuando sabemos de quien se trata, regresamos al comienzo de la misma y procedemos con su lectura. Antes no había necesidad de esto, porque de entrada se sabía quién es el que escribe, y a quien escribe. Luego, al igual que nosotros, ellos también incluían un saludo lo más amable posible. Muy Bien, por esto es que lo primero que encontramos en nuestro pasaje bíblico para hoy es la identidad del autor de la carta. Filipenses 1:1 en su primera parte dice: «Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo» Aparentemente estamos ante una carta con una doble autoría, Pablo y Timoteo, pero pronto resultará obvio que se trata de un solo autor. Un poco más abajo del versículo 1, en el versículo 3 ya encontramos la primera persona de singular que confirma que se trata de un solo autor, el apóstol Pablo para ser más precisos. ¿Por qué aparece entonces el nombre de Timoteo? La razón es sencilla, porque Timoteo era muy conocido por los creyentes de Filipos por cuanto estuvo con Pablo la primera vez que el evangelio fue anunciado en esa ciudad y además estaba junto a Pablo el momento que Pablo estaba escribiendo la carta. Note la manera como se autocalifican. No usan títulos rimbombantes como lo harían muchos líderes religiosos de la actualidad, simplemente se autodenominan como siervos de Jesucristo. La palabra siervo significa en realidad un esclavo o uno que voluntariamente somete su propia voluntad a la voluntad de su amo motivado por el amor hacia él. El amo es nada más y nada menos que el Dios hombre, quien murió y resucitó, Jesucristo. No hay privilegio mayor que ser esclavo de él. Vayamos ahora a la identificación de los destinatarios de la carta. La segunda parte de Filipenses 1:1 dice: «a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos» Pablo se dirige no a una sola persona, sino a todo un grupo de personas. Los llama los santos en Cristo Jesús que están en Filipos. Para cuando Pablo escribe esta carta, existía una sola iglesia local en Filipos y Pablo dirige su carta a todos y cada uno de los creyentes que se congregaban en esa iglesia local. Es interesante la manera como los llama. Los santos en Cristo Jesús. Santo significa uno que es tomado de un lugar y puesto aparte para un propósito especifico. Cada uno de nosotros los creyentes somos santos, porque hemos sido tomados del mundo y puestos aparte para Dios. De los santos se espera que vivan para agradar a Dios y que cumplan con los propósitos que Dios tiene para ellos. Note que los santos estamos en Cristo Jesús. Lo que pasa es que para ser sacados del mundo, se tenía que pagar un precio muy elevado. Cristo Jesús pagó ese precio cuando murió por nuestros pecados y por tanto los que lo hemos recibido como nuestro Salvador hemos sido comprados por él y pasamos a pertenecer a él. Estar en Cristo Jesús también tiene que ver con ser parte de la iglesia que es su cuerpo. Todos los santos somos miembros del cuerpo de Cristo, hemos sido introducidos o bautizados en él mediante el bautismo por el Espíritu Santo, una obra de Cristo por medio del Espíritu Santo por la cual Ud. y yo que creemos en Cristo fuimos introducidos en su cuerpo que es la iglesia el instante que recibimos por fe a Cristo como nuestro Salvador. Los creyentes a quiénes escribió Pablo estaban en Filipos. Filipos era una ciudad de Macedonia. Aproximadamente en el año 51 DC Pablo, y su equipo evangelistico entre quienes estaban Silas, Timoteo y Lucas llegaron a esta ciudad en su segundo viaje misionero. Como resultado de este ministerio, quedó establecida una iglesia local en esa ciudad. Observe también que entre los santos en Cristo Jesús que están en Filipos estaban los obispos y diáconos. Los obispos y diáconos son los líderes de la congregación. Obispo es sinónimo de anciano y pastor, tres nombres diferentes que designan a una misma persona cuya principal función es el bienestar espiritual de la congregación. Había varios obispos en una misma iglesia local, no uno solo. Diácono es el oficio de la persona cuya principal función es el bienestar material de la congregación. Había varios diáconos en una misma iglesia local. En síntesis, tenemos aquí la forma más básica de constitución de una iglesia local. Está formada por tres grupos de creyentes, a saber, primero, los santos en Cristo Jesús, segundo, los obispos o ancianos o pastores y tercero, los diáconos. Finalizando ya, entramos a la intensidad del saludo de la carta. No es un saludo cualquiera, sino un saludo con un profundo contenido espiritual. Filipenses 1:2 dice: «Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» Gracia era el típico saludo griego, paz era el típico saludo hebreo. Gracia y paz se combinan para comunicar que por la gracia de Dios Ud. y yo podemos tener paz con Dios. En nuestro estado pecaminoso estábamos enemistados con Dios. Nuestro pecado hizo que nos tornáramos en enemigos de Dios. No había manera de que por nuestro propio esfuerzo pudiéramos tener paz con Dios. Pero por gracia o favor no merecido. Dios dio a su Hijo para que muriera en nuestro lugar. Su sacrificio fue perfecto y suficiente para salvar a cualquier pecador que cree en él. Esta es la obra de gracia de Dios. Por esta obra podemos ser declarados, justos o justificados delante de Dios y por tanto podemos reconciliarnos con él o tener paz con él. El orden es importante. Primero tiene que haber gracia para que luego haya paz. Sin gracia no puede haber paz con Dios. La salvación o lo que es lo misma estar en paz con Dios es una obra de gracia. Nadie puede merecer la salvación. La salvación no se gana por ser bueno o por ser religioso, no, la salvación es un regalo inmerecido que Dios hace a todos los que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador. ¿De dónde proviene la gracia y la paz? El texto dice: De Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Dios el Padre fue quien planificó en la eternidad pasada la manera como el hombre pecador tendría paz con él. Sería una obra de gracia. Algo gratuito para el pecador pero algo costoso para Dios. Quien haría posible que este plan de gracia se haga una realidad seria el Hijo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Llegado el cumplimiento del tiempo, el Hijo, tomó forma humana y vino a este mundo para morir en lugar del pecador. El camino quedó entonces abierto para que la gracia de Dios se manifieste trayendo paz a todo pecador que recibe a Cristo como Salvador. La gracia y la paz vinieron por tanto de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador. Con esta introducción, Pablo va a entrar en materia acerca de cómo se puede experimentar gozo en medio de la tribulación. Ahora, mi amigo, mi amiga, si en lo profundo de su corazón Ud. sabe que no tiene paz con Dios es porque Ud. jamás ha confiado en Cristo como su Salvador. Recuerde que Ud. puede tener paz con Dios con solo recibir a Cristo como su Salvador. Si no lo ha hecho antes, hágalo hoy mismo y pase a disfrutar de lo hermoso que es estar en paz con Dios.

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