Nuestro propio punto de vista puede estar equivocado

Saludos cordiales amigo oyente. Bienvenido a nuestro estudio bíblico de hoy en la epístola del apóstol Pablo a los Filipenses. La mayoría de nuestros problemas personales tienen una cosa en común. Parten de un deseo innato de hacer prevalecer nuestros propios puntos de vista sobre determinado asunto. Lo triste es que muchas veces nuestro personal punto de vista sobre algún asunto es incompleto, porque no hemos considerado todos los factores que debían haberse tomado en cuenta. Esto me trae a la mente una lección objetiva que utilizaba un pastor para ilustrar esta situación. Este pastor tenía una pequeña pelota pintada de dos colores. La una mitad era blanca y la otra mitad negra. Poniendo la pelota en su mano con la parte negra hacía arriba, de modo que no se veía la parte blanca, el pastor preguntaba a una persona. Qué color es esta pelota, la persona, sin vacilación respondía negra. Sin hacer notar el pastor giraba la pelota en su mano, de modo que ahora la parte blanca de la pelota se hacía visible y la parte negra quedaba oculta. Qué color es esta pelota preguntaba a la persona que estaba junto a la persona consultada anteriormente. Blanca respondía la persona aludida. Inmediatamente se desataba una pequeña discusión entre las personas consultadas. La una decía que la pelota es negra, porque la vio con sus propios ojos, mientras la otra aseguraba que también la vio con sus propios ojos, pero la pelota era blanca. Finalmente intervenía el pastor y mostraba la realidad de la situación. La pelota era la mitad negra y la mitad blanca, pero ninguna de las dos personas consultadas examinó en detalle la pelota, sino que cada una llegó a su propia conclusión en base a su propio punto de vista pero ese punto de vista era incompleto, porque no consideró todos los factores que debían ser tomados en cuenta. Luego decía: Si cada uno de Uds. hubiera intentado entender el punto de vista de la otra persona, no hubiera habido necesidad de discusión alguna. En realidad es así. Si todos tratáramos de entender por qué otras personas piensan diferente a lo que nosotros pensarnos, nos ahorraríamos muchas discusiones y desacuerdos. Tratar de entender el punto de vista de las personas que están en desacuerdo con nosotros no es fácil. ¿Sabe por qué? Porque demanda cierta dosis de humildad. Demanda admitir que nuestro propio punto de vista puede estar equivocado o al menos incompleto, pero no estamos muy dispuestos a ellos, nos atrae más la idea de que nosotros estamos en lo correcto y todos los demás están equivocados. En el estudio bíblico de hoy, el apóstol Pablo trata este asunto y el hermano David Logacho compartirá con nosotros sobre ello.

CORTINA—————————————

Abramos nuestras Biblia en la epístola de Pablo a los Filipenses capitulo 3 versículos 15 y 16.

Para retomar el contexto, recordemos que Filipenses es una carta de gozo.

El gozo tiene varios frentes. En nuestro estudio bíblico último, vimos que el gozo tiene mucho Que ver con una relación estrecha y significativa con Dios por medio de Cristo, en el estudio bíblico de hoy, vamos a ver que el Gozo tiene también mucho que ver con nuestra disposición a vivir en armonía con los demás.

Vivir en armonía con los demás no siempre es el resultado de mirar las cosas de la misma manera que todos las miran. Ciertamente que si todos pensamos lo mismo sobre cierto asunto, no hay problema para tener armonía, pero lamentablemente no siempre todos pensamos lo mismo sobre cierto asunto.

Casi siempre tenemos diferentes puntos de vista, distintas formas de pensar, diversas maneras de mirar las cosas. ¿Se puede tener armonía a pesar de tener diferentes puntos de vista? Felizmente si y de esto trata el pasaje bíblico que nos toca estudiar el día de hoy.

Primeramente encontramos lo que podríamos llamar el sentir de los perfectos. Filipenses 3:15 en su primera parte dice: «Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos»

Cuando Pablo habla de los perfectos, no está refiriéndose a personas que nunca pecan. Perfectos significa en realidad maduros. Cual debe ser el sentir de estos creyentes maduros. Pablo dice: esto mismo sintamos. ¿Esto mismo qué? Pues lo que Pablo acaba de decir.

Básicamente lo que acaba de decir es que todos los creyentes debemos tener el sentir de Cristo Jesús, quien siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojo a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Esta debe ser la mentalidad de todo creyente maduro. Una mentalidad humilde. Humilde no es el que piensa mal de sí mismo, humilde es el que no piensa en absoluto en sí mismo. Cristo no pensó en sí mismo cuando fue a la cruz. El fue humilde. Los que somos maduros en Cristo debemos olvidarnos de nosotros mismos para pensar solamente en los demás.

Así que, el sentir de los perfectos es humildad, una actitud que no piensa en uno mismo sino solo en el bienestar de los demás. No todos los creyentes están dispuestos a pensar así, por eso Pablo nos habla del sentir de los imperfectos. Filipenses 5:15 en su segunda, parte dice: «Y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios»

Los imperfectos se refiere a creyentes tiernos, no necesariamente porque tienen poco tiempo con el Señor, sino mayormente porque han descuidado su crecimiento. No se han alimentado espiritualmente mediante la palabra de Dios, la oración y el servicio y por tanto su crecimiento se ha atrofiado.

Estos creyentes imperfectos son los que tienen un sentir de superioridad. Nadie hay mejor que ellos, se creen indispensables, se creen súper espirituales, creen que sus puntos de vista son los únicos válidos y con toda su energía atacan a los que tienen un punto de vista diferente al de ellos. Es a este tipo de creyentes, los imperfectos que Pablo les dice: Y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.

Los creyentes imperfectos se sentían superiores y trataban de hacer prevalecer sus propios puntos de vista. Pablo afirma que ellos también algún día, cuando crezcan espiritualmente y lleguen a ser maduros Dios les mostrará que su actitud sobre ellos mismos debe cambiar. Dios les mostrará que es necesario que ellos se humillen, que dejen de pensar en ellos mismos para pensar en el bienestar de los demás.

Así que, el sentir de los perfectos es humildad. No piensan en ellos mismos sino en el bienestar de los demás. El sentir de los imperfectos es superioridad, arrogancia pensando que sus puntos de vista son los únicos correctos y que todos deben someterse a ellos. Todavía no han llegado a recibir la revelación de Dios en el sentido que lo que Dios demanda de nosotros es humildad.

Finalmente tenemos el sentir de todos. Filipenses 3:16 dice: «Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa»

Cuando tanto perfectos como imperfectos, llegan a un acuerdo sobre cierto asunto, la orden de Pablo es sométanse a ello, sigan una misma regla, sientan una misma cosa. Al hacerlo se habrá arribado a la armonía que es sin duda una fuente de gozo.

Recordemos que la armonía no fue porque todos pensaban lo mismo sobre cierto asunto, la armonía fue porque probablemente los creyentes maduros cedieron su derecho de hacer prevalecer sus puntos de vista y en humildad se sometieron al punto de vista de los demás en aras de la paz, la armonía, y el bienestar de todos.

Tome nota que no estamos refiriéndonos a asuntos morales, sino a asuntos en los cuales existen varias opciones igualmente válidas. En asuntos morales, la Biblia tiene la última palabra y no podemos tener distintos puntos de vista sobre eso.

Pecado es pecado desde cualquier ángulo que se lo mire. La próxima vez que se encuentre con alguien que tiene un punto de vista diferente al suyo sobre cierto asunto, qué tal si se esfuerza por entender por qué esa persona está pensando de esa manera y voluntariamente en humildad cede su derecho de hacer las cosas como Ud. pensaba que deberían ser hechas. Eso sería una manera de demostrar que Ud. tiene la mente de Cristo, quien no buscó lo suyo sino el bienestar de los demás aún al elevado precio de su propia vida.

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