Las acciones de una persona hablan más alto que sus palabras

Es motivo de gran gozo compartir estos minutos con Usted, amiga, amigo oyente. Bienvenido al estudio bíblico de hoy dentro de la serie que lleva por título: Gálatas, La Carta Magna de la Emancipación Espiritual de la Iglesia. Las acciones de una persona hablan siempre más alto que las palabras de esa persona. Esto fue muy notorio en la vida del apóstol Pablo y fue una prueba de la legitimidad de su apostolado y de la legitimidad de su mensaje, elementos puestos en tela de duda por los judaizantes. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Gálatas capítulo 1, versículos 18 a 24. Este pasaje bíblico es la continuación de la defensa de Pablo de la legitimidad de su apostolado y de la legitimidad de su mensaje. En nuestro último estudio bíblico vimos que Pablo utilizó tres argumentos para defender la legitimidad de su apostolado y de su mensaje. En primer lugar, utilizó el compromiso total y absoluto a la causa de Cristo. En segundo lugar, utilizó la calidad del mensaje que predicaba. El mensaje que Pablo predicó no se originó en la mente de algún ser humano, sino en la misma mente de Dios y fue revelado sobrenaturalmente al apóstol Pablo. Temeraria es la acusación de que el mensaje que predicaba Pablo era de su propia invención. En tercer lugar, utilizó la conducta que tuvo en el pasado cuando estaba en el judaísmo y la conducta que tiene en el presente en el cristianismo. Pablo fue el más renombrado exponente del judaísmo en su tiempo, quien con un celo enfermizo persiguió y asoló a la iglesia de Cristo. Esteban fue el primer mártir de la persecución maquinada por Pablo y otros más, cuando Pablo formaba parte del judaísmo. Pero cierto día, mientras Pablo se encaminaba hacia Damasco para apresar a creyentes, tuvo un encuentro sobrenatural con Cristo resucitado, y a partir de este momento, Pablo dejó de ser un celoso perseguidor del cristianismo y pasó a ser un celoso defensor del cristianismo. Casi inmediatamente, Pablo se recluyó en Arabia con visitas esporádicas a Damasco. En ningún momento, Pablo fue a Jerusalén para ser encomendado o aprobado por los apóstoles que eran antes de él. Esto demostraba que el apostolado de Pablo no fue de hombres ni por hombre y que el mensaje que predicaba Pablo tampoco fue según hombres. Hasta aquí lo que estudiamos en nuestro estudio bíblico último. En el pasaje bíblico que tenemos para hoy, Pablo continúa con la defensa de su apostolado y de su mensaje. Lo hace ratificando que no fue a Jerusalén para pedir aprobación ni para su ministerio ni para el mensaje que predicaba. Note como lo hace. En los versículos 18 y 19 relata los detalles de su primer viaje a Jerusalén. Dice así: “Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.” Un rápido vistazo al relato sobre la conversión de Pablo, tal como aparece en el libro de los Hechos, mostrará que luego de su conversión Pablo permaneció por unos pocos días en Damasco, pero no estaba dedicado a descansar sino a predicar a Cristo en las Sinagogas, aseverando que Jesús es el Hijo de Dios. Inmediatamente se auto recluyó en Arabia con visitas esporádicas a Damasco para anunciar el glorioso mensaje del evangelio que le fue encomendado por Jesucristo. Así transcurrieron como tres años. Durante este tiempo, los judíos de Damasco ya no podían tolerar más a Pablo y resolvieron en consejo matarle, pero el complot llegó a conocimiento de Pablo y los discípulos le tomaron de noche y le bajaron por el muro descolgándole en una canasta. Pablo entonces se encaminó hacia Jerusalén, pero no era para que los apóstoles le apadrinen o para que aprueben el mensaje que estaba predicando, sino exclusivamente para conocer a Pedro, con quien se quedó quince días. Durante todo este tiempo, Pablo no tuvo reuniones con los otros apóstoles. Al único a quien vio fue a Jacobo o Santiago, el medio hermano del Señor Jesucristo. La visita fue más bien de cortesía. Pero aún así no estuvo libre de contratiempos porque los discípulos de Jesús en Jerusalén tenían miedo de relacionarse con Pablo. Quizá pensaban que todo podía ser una trampa de Pablo para apresar más discípulos. Fue necesario que intervenga Bernabé para que los discípulos tengan confianza plena en él. Como ya era característico en Pablo, ocupó su tiempo predicando denodadamente el mensaje del evangelio y debatiendo con los judíos acerca de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Los judíos no soportaron más a Pablo y procuraban matarle. Fue entonces cuando los hermanos llevaron a Pablo hasta Cesarea y de allí partió Pablo a su tierra en Tarso. Es a esta visita a la que se refiere Pablo en el libro de Gálatas. Los otros apóstoles no tuvieron que aprobar el apostolado de Pablo, ni tampoco tuvieron que aprobar el mensaje de Pablo. Esto es prueba de que Pablo era un verdadero apóstol de Jesucristo y que su mensaje era el verdadero evangelio de la gracia, el mismo evangelio que Pedro y los otros discípulos estaban predicando en Jerusalén. ¿Cómo se atreven entonces los falsos maestros a dudar del apostolado de Pablo y de la veracidad de su mensaje? Los falsos maestros acusaban también a Pablo de que era mentiroso. Por eso, Pablo tuvo que reivindicar su integridad moral. Note lo que dice Gálatas 1:20 “En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento.” Es inevitable que toda persona que esté en una posición de liderazgo sea acusada gratuitamente de mentirosa, inmoral, injusta, hipócrita y todo lo demás de la lista. Pero lo importante es mantener una conciencia limpia delante de Dios. Eso es lo que podemos ver en Pablo. Los judaizantes, falsos maestros que proclamaban una forma de salvación de gracia más obras, acusaron a Pablo de mentiroso. Eso sirvió para que Pablo reivindique su integridad moral, poniendo a Dios como su testigo. Hemos visto entonces que en defensa de su apostolado y de la veracidad de su mensaje, Pablo ha ratificado que jamás buscó aprobación de los otros apóstoles ni sobre su apostolado ni sobre la legitimidad de su mensaje. Esto era prueba de que era un verdadero apóstol y que el mensaje que predicaba también era verdadero. También Pablo ha reivindicado su integridad moral poniendo a Dios como testigo en cuanto a que lo que está diciendo no está mintiendo. Finalmente Pablo defiende su apostolado y la veracidad de su mensaje relatando su estadía en Tarso. Gálatas 1:21-24 dice: “Después fui a las regiones de Siria y de Silicia, y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí.” Después de las amenazas en contra de su vida mientras estuvo los quince días en Jerusalén, los hermanos tomaron a Pablo y le llevaron primeramente a Cesarea a prudente distancia al norte de Jerusalén. Esto queda en lo que en esa época se llamaba Siria. No se sabe con certeza cuanto tiempo pasó Pablo en esta ciudad, pero en algún momento hizo viaje a Tarso, de donde él era oriundo, ciudad que quedaba al noroeste de Cesarea en una región llamada Cilicia. Estos datos geográficos son importantes por cuanto demuestran que Pablo estaba bastante lejos de Jerusalén, el centro de la actividad de la iglesia cristiana en los primeros años del cristianismo. Cuanta razón tiene entonces Pablo al afirmar que durante todo el tiempo que estaba en Cesarea y en Tarso, no era conocido de vista de las iglesias cristianas de Judea. Lo único que las iglesias cristianas de Judea sabían sobre Pablo es que aquel era el personaje que en otro tiempo perseguía a los creyentes, pero ahora proclama el mensaje que en otro tiempo asolaba. Qué hermoso testimonio de Pablo. Era otra muestra de que era un verdadero apóstol y que el mensaje que predicaba era el verdadero evangelio. Note como las iglesias cristianas reconocieron esto último cuando dijeron que Pablo estaba predicando la fe que en otro tiempo asolaba. Es decir que Pablo predicaba el verdadero evangelio. Recuerde que este mensaje no lo aprendió de los otros apóstoles sino que lo recibió por revelación de Jesucristo. El pasaje bíblico termina con una frase digna de esculpirse en la roca. Pablo dice: Y glorificaban a Dios en mí. La vida de Pablo estaba dedicada a glorificar a Dios. Esto hacía que los que le conocían glorifiquen a Dios por eso. ¿Está su vida dedicada a glorificar a Dios amigo oyente? ¿Su conducta diaria hace que la gente glorifique a Dios por las cosas que ven en Usted? O más bien ocurre lo opuesto. Me refiero a que su conducta diaria hace que la gente se burle de Dios. No olvide que cada vez que cedemos al pecado, estamos poniendo en serio peligro el buen nombre de Jesucristo. El pecado del creyente, especialmente cuando es público y notorio hace que el nombre de Cristo sea blasfemado. Quiera Dios que nuestro testimonio sea como el de Pablo de modo que la gente glorifique a Dios por lo que ve en nosotros. En nuestro próximo estudio bíblico seguiremos viendo como Pablo prosigue con su defensa de su apostolado y del mensaje que predicaba.

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