Lo peligroso que es quedar fascinado con doctrinas de hombres

Damos gracias a Dios por la oportunidad de compartir este tiempo junto a Usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy dentro de la serie titulada: Gálatas, la Carta Magna de la Emancipación de la Iglesia. En esta ocasión, David Logacho nos guiará en el estudio de lo peligroso que es quedar fascinado con doctrinas de hombres.

En lo que va de nuestro estudio bíblico del libro de Gálatas, hemos terminado los dos primeros capítulos, los cuales tienen un énfasis eminentemente personal por cuanto Pablo defiende su mensaje y su apostolado del ataque despiadado de los judaizantes. Hoy vamos a entrar a la segunda división del libro, los capítulos 3 y 4, los cuales tienen un énfasis eminentemente doctrinal, por cuanto Pablo desarrolla importantes principios doctrinales del Cristianismo en general. Por ahora, estudiaremos los primeros cinco versículos del capítulo tres. En esta sección el apóstol Pablo hace una pregunta muy interesante a los creyentes de Galacia. Aparece en el versículo 1. ¿Quién os fascinó? El verbo fascinar es la traducción del verbo griego “baskaino” que literalmente significa embrujar o hechizar. Pablo está preguntando a los Gálatas entonces: ¿Quién os embrujó? ¿Quién os hechizó? Esto por supuesto que no significa que un creyente puede ser objeto de algún maleficio de los brujos. Pablo está utilizando el término en un sentido figurado para indicar que los Gálatas estaban tan embelesados en algo, que actuaban como si estuvieran bajo algún poderoso hechizo. ¿Quién tenía a estos creyentes de Galacia tan embelesados, tan fascinados, tan hechizados? Pues no eran otros sino los falsos maestros llamados judaizantes, quienes con un falso evangelio de salvación por fe más obras estaban alejando de la verdad a los creyentes de Galacia. Veamos qué es lo que estaba pasando. En primer lugar, los Gálatas estaban fascinados para no obedecer la verdad. Gálatas 3:1 dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” Bueno, Pablo está reprendiendo firme y enérgicamente a los creyentes gálatas. Los llama “gálatas insensatos” La palabra griega que se ha traducido como insensato describe a una persona con alguna deficiencia mental, sin inteligencia, incapaz de comprender, incapaz de entender. Es decir que, al menos momentáneamente, los gálatas estaban actuando como si fueran incapaces de pensar con cordura. A eso conduce el dejar la verdad de la palabra de Dios para seguir doctrinas de hombres. Luego Pablo prosigue diciendo: Yo mismo les presenté claramente a Jesucristo como crucificado. Yo me encargué de mostrarles que Cristo murió por Ustedes, para que Ustedes sean declarados justos por Dios al confiar en él como Salvador. ¿Quién les ha hechizado para no obedecer a esta verdad? La respuesta a esta pregunta es: Los judaizantes. Estos falsos maestros quienes inquietaron a los creyentes gálatas diciéndoles que para ser declarados justos por parte de Dios tenían que recibir a Cristo como Salvador y además circuncidarse y guardar la ley de Moisés. Y como si no tuvieran entendimiento, los creyentes gálatas quedaron embelesados o fascinados o hechizados por esta falsa enseñanza. Así son muchos creyentes hoy en día. Cuando escuchan a alguien predicando algo novedoso, quedan como hechizados por esa enseñanza y la siguen sin pensarlo dos veces, a pesar que esa enseñanza contradice la verdad del evangelio. Cuidado amigo oyente con dejarse hechizar por las doctrinas de hombres. No olvide que toda enseñanza que no se fundamenta en la Biblia debe ser desechada para que no nos atrape y nos mantenga hechizados. Pero los creyentes de Galacia no solamente estaban fascinados para no obedecer a la verdad sino también para no reconocer la presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Gálatas 3:2-3 dice: “ Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? Los creyentes de Galacia provenían de un trasfondo gentil. Eran paganos por naturaleza. Pero un día glorioso, escucharon el sencillo mensaje del evangelio predicado por el apóstol Pablo. Era ese mensaje bendito de que el hombre es pecador y como tal está bajo la condenación de Dios. Era ese mensaje bendito de que Cristo murió en lugar del pecador para que el pecador pueda quedar libre de la condenación que pesa sobre él a causa de su pecado. Era ese mensaje bendito de que con tan solo recibir por la fe a Cristo como Salvador, el pecador condenado se convierte en un pecador perdonado. Cuando los gálatas escucharon este mensaje abrieron sus corazones a Cristo y fueron salvos. Por la sola fe en la sola persona de Cristo fueron declarados justos por Dios. Inmediatamente comenzaron a manifestarse evidencias de la nueva vida que los gálatas tenían ahora en Cristo. Una de esas evidencias era justamente la presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Era obvio para propios y extraños que los creyentes gálatas habían recibido el Espíritu Santo. Pero recuerde que estamos hablando de personas de trasfondo gentil. Esto significa que estas personas no eran circuncidadas y tampoco guardaban la ley de Moisés, como lo hacían los judíos. Sin embargo, con tan solo creer y confiar en Cristo como su Salvador llegaron a ser salvos y la evidencia de ello era la presencia del Espíritu Santo en sus vidas. No había por tanto la menor duda que la presencia del Espíritu Santo en estos creyentes gálatas no fue el resultado de la circuncisión y el guardar la ley de Moisés, sino el resultado de oír el mensaje del evangelio y creer a lo que ese mensaje dice. Pablo hizo la pregunta: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? La respuesta es: Por el oír con fe. Los gálatas probablemente ni siquiera habían oído de la ley de Moisés. Mal podían obedecer algo de lo cual ni siquiera sabían que existía. Sin embargo, por la sola fe en el solo Cristo tenían el Espíritu Santo en sus vidas. Es entonces cuando Pablo nuevamente viene a la carga. Pregunta a los creyentes gálatas: ¿Tan necios sois? Lo que sería lo mismo: ¿Tan faltos de entendimiento son? ¿Tienen tan poca capacidad de comprender? Pero, ¿Qué es lo que los gálatas no alcanzaban comprender? Pablo lo pone en forma de pregunta: ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? Fue el Espíritu Santo quien logró lo imposible en los gálatas. El hecho que los gálatas llegaron a ser creyentes fue una obra conjunta de la palabra de Dios y el Espíritu Santo. En esto nada tuvo que ver el mérito humano. Nada tuvo que ver el mérito del hombre. Nada tuvo que ver la circuncisión, nada tuvo que ver el guardar la ley de Moisés. Fue la obra de Dios en su totalidad. ¿Cómo es posible entonces que los gálatas estén ahora pensando que deben hacer obras para llegar a ser salvos o para mantener la salvación? Interesante que para Pablo, el hacer obras para la salvación o para mantener la salvación es algo propio de lo que él llama la carne. La carne en este caso se refiere a la naturaleza caída del creyente. La carne es experta en hacernos pensar que para ser salvos es necesario hacer buenas obras. El otro día estaba hablando a una persona acerca de su necesidad de salvación en Cristo. Cuando llegué al punto que la salvación es un regalo de la gracia de Dios y el que el hombre no puede hacer nada para merecerla, se enojó mucho y me dijo: Si ser salvo es algo tan bueno como Usted dice, entonces debería ser algo costoso. No estoy de acuerdo en que algo tan bueno no cueste nada. Luego me puso un ejemplo. Me dijo: Mire, si yo quiero comprar el auto más lujoso del mercado tengo que estar dispuesto a pagar mucho dinero. Es la única forma de obtenerlo. Las cosas buenas no son gratis. Así es como piensa la carne. Pero la maravilla del evangelio es que siendo tan excelente, sin embargo no cuesta nada a la persona que lo quiere recibir, aunque costó todo a quien lo da. Porque él tuvo que dar a su propio Hijo para que muera en la cruz, y fue muy costosa también para el Hijo de Dios porque él tuvo que dar su vida en la cruz del calvario. En tercer lugar, los gálatas estaban fascinados para no ver lo que experimentaron como creyentes al inicio de su vida cristiana. Gálatas 3:4 dice: “¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano.” El verbo que se ha traducido padecer, significa también pasar por alguna experiencia, no necesariamente dolorosa. Los creyentes de Galacia pasaron por muchas experiencias maravillosas tan pronto recibieron a Cristo como Salvador. Los borrachos dejaron de emborracharse, los ladrones dejaron de robar, etc. ¿Fue esto algo vacío, algo vano, algo irreal? Por supuesto que no. Fue absolutamente real, y fue el resultado de que los creyentes gálatas eran verdaderamente salvos. ¿Cómo entonces ahora están pensando que les hace falta circuncidarse o guardar la ley de Moisés para ser salvos? En cuarto y último lugar, los creyentes gálatas estaban fascinados para no ver los milagros que Dios hizo en medio de ellos. Gálatas 3:5 dice: “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” Los creyentes gálatas no solo vieron a Dios derramando el Espíritu sobre ellos sino también vieron a Dios haciendo milagros entre ellos. Y todo esto fue antes que vengan los judaizantes con su torcido mensaje de que es necesario circuncidarse y guardar la ley de Moisés. ¿Qué es entonces lo que hizo a Dios obrar tan poderosamente en medio de los creyentes de Galacia? No fueron las obras de la ley o el someterse a la ley de Moisés. Lo que llevó a Dios a obrar poderosamente fue la fe de esos creyentes cuando abrieron su corazón para recibir a Cristo como Salvador. En conclusión entonces, si una persona tiene fe en Cristo y le recibe como Salvador, esto es más que suficiente para hacer salva a esa persona. No es necesario circuncidarse ni guardar el séptimo día, ni guardar la ley de Moisés. Cuidado con dejarse fascinar de algún falso maestro que enseña que para ser salvo es necesario algo más además de la pura fe en Cristo.

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