Claridad Pt. 2

Hola amigos, enel programa anterior vimos seis títulos y diferentes características de la Palabra de Dios, y en este programa, quiero que veas como esos atributos de la Palabra nos afecta. Él se reveló a sí mismo en suficiencia y relevancia. Él es bueno, Él es claro, Él es santo, Él es verdadero en Su Palabra. Y luego, vemos la respuesta que viene después de eso.

Hemos analizado los atributos, ahora pensemos en la respuesta, los efectos de la revelación de Dios. Toma tu Biblia y acompáñame al Salmo 19 versículo 7, la Biblia dice: «La ley de Jehová es perfecta«. La Palabra de Dios es suficiente. ¿Qué significa eso? Eso significa que la Palabra nos transforma. Este verso continua, y dice: “que convierte el alma” La palabra es refrescante, revitalizante, restauradora. El Salmo 23 versículo 3 dice que el Señor “confortará mi alma.” Y el alma aquí, en todo el Antiguo Testamento, es una imagen de todo nuestro ser. Y, los efectos de la Palabra cuando entramos en ella es el de transformar todo nuestro ser para ser lo que Dios nos ha diseñado ser.

Todo el propósito de la Palabra es moldearnos a la imagen de Cristo, restaurarnos a la imagen en que Dios nos creó. Y nunca seremos capaces de ser transformados a su imagen, si no nos sumergimos en su Palabra, semana tras semana, día tras día. La Palabra es la avenida a través de la cual Dios nos transforma.

Segundo, la Palabra nos hace sabios. Continuamos con el verso 7 y al final de este la Palabra del Señor dice: «El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.» La sabiduría es la aplicación de la Palabra de Dios a la vida diaria. Hay una tendencia popular en la iglesia hoy en día, que dice que los predicadores necesitan dar consejos más prácticos, consejos psicológicos, sobre cómo lidiar con los problemas. No necesitamos más psicología los domingos por la mañana, de ninguna manera es mi deseo sofocar la psicología, sin embargo, quiero que veas que la Palabra sola es suficiente para hacernos sabios para vivir una vida como la de Cristo. La Palabra es suficiente y nos hace sabios.

Tercero, la Palabra nos satisface. El verso 8 dice: «Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón«. La Palabra es nuestra satisfacción. Esto se amplía en el versículo 10 donde dice: «Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal» La Palabra nos satisface como el dinero nunca pudo y la Palabra nos satisface como la comida nunca pudo. Comemos regularmente. De hecho, comemos algunas veces al día. Es más, nos sentamos en la adoración del domingo por la mañana pensando en lo que vamos a comer apenas salgamos de ahí. ¿Qué pasaría si vivimos de la Palabra así? ¿Cuál es el sustento que necesitamos para nuestras almas a diario? Su Palabra satisface más que la mejor comida. La Palabra llena mi alma y es más importante que el dinero.

Muchas veces he escuchado a gente decir que no pueden memorizar versículos bíblicos porque tienen su mente muy ocupada de otras cosas, además de usar cómo pretexto a su mala memoria, sin embargo, estoy convencido de que cada uno de nosotros puede memorizar las Escrituras, puede esconderlas en su corazón. Déjame hacerte una pregunta, especialmente si estás pensando que no puedes memorizar las Escrituras, ¿qué pasaría si te dijera que a partir de este momento y el final del día de hoy te daría mil dólares por cada versículo que puedas memorizar? ¿Cuántos de ustedes podrían aprender a memorizar? Bueno, estoy seguro que muchos podríamos memorizar un par de versículos hasta el final del día.

Dios nos ayude a ser un pueblo que se preocupa más por el valor de Su Palabra, que por el valor del dinero. Dios, líbranos del materialismo que nos tiene tan consumidos que no deseamos y anhelamos la Palabra de Dios. Entonces, la pregunta no es si podemos memorizar. La pregunta es, ¿es valioso para nosotros? ¿Satisface nuestras almas? No sólo de pan vivirá el hombre, sino de cada palabra que proviene de la boca de Dios dice la Palabra de Dios.

Entonces, la Palabra es nuestra comida, es nuestro sustento y nos satisface. Ahora, la Palabra nos ilumina. «Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.» La Palabra trae luz a las tinieblas de nuestra vida.

Luego, la Palabra de Dios nos infunde temor. Continuamos con el salmo 19 y llegamos al verso 9, la Biblia dice: «El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;«. La naturaleza eterna de la Palabra de Dios, nos lleva a un punto de asombro. ¿Recuerdas a Nehemías, capítulo 8? allí vemos un servicio de adoración congregacional, lo que sucede ahí es que una persona saca la Palabra de Dios, se pone de pie, abre la Palabra e inmediatamente todos se ponen de pie y comienzan a levantar sus manos, comienzan a gritar: “amén, amén”; luego se inclinan con la cara al suelo. Qué escena tan asombrosa, especialmente cuando la comparas con nuestra imagen de adoración. Cuándo nos paramos, levantamos nuestras manos o gritamos. Tal vez si somos realmente extremos caemos de rodillas, pero ¿hacemos eso en respuesta a qué? A la música. Si tocan el acorde correcto, todos se paran y levantan sus manos y ¿eso es algo bueno? Sí. Absolutamente eso es algo bueno, pero ¿qué pasaría si respondemos a la Palabra de Dios así? ¿Qué pasa si no toco un acorde? ¿Qué pasaría si no usara la canción de moda para tener temor y reverencia por Dios, sino que lo único que use seria Su Palabra? La Palabra es digna de adoración.

Finalmente, la Palabra nos hace justos. «Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.» El resto de este pasaje habla de cómo nuestro pecado está expuesto en la Palabra y vemos nuestra necesidad de un redentor que venga y nos haga justos. La imagen completa apunta a Cristo, el Verbo hecho carne que nos hace justos. Entonces la revelación es la respuesta de Su Palabra. ¿Lo ves?

Seis frases seguidas «La ley de Jehová es perfecta«. Hay revelación. La ley perfecta del Señor ¿Qué significa eso? Significa que la recibimos y ella transforma nuestras almas. Luego llegas a «El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.» Los estatutos del Señor son perfectos, completos, relevantes y nos hacen sabios. Entonces, la Palabra es suficiente, relevante, buena, clara, santa y verdadera. Tienes la respuesta. Su Palabra nos transforma. Nos hace sabios, nos satisface, nos ilumina, nos infunde temor y la Palabra nos hace justos.

Ahora, tomemos esta imagen del Salmo 19 y avancemos un par de miles de años desde que se escribió hasta la actualidad. La adoración implica un ritmo de revelación y respuesta. Dios se nos revela y respondemos en adoración. Pero hay una tendencia muy común en la iglesia hoy en día, la tendencia de minimizar la Palabra en el culto y hemos creado una situación en la que podemos poner palabras en una pantalla y comenzar a cantarlas sin pensar dos veces en lo bíblico o el fundamento teológico de esas palabras. Tal vez las cantamos o tal vez no, y luego, cuando nos ponemos de pie para predicar o escuchar la Palabra de Dios, es muy común leer un par de versículos y seguir hablando de esto o de aquello, opiniones, pensamientos, de vez en cuando se vuelve a la Palabra de Dios, pero no estamos realmente saturados en Su Palabra.

Lo que hemos hecho es que hemos socavado la primera parte de esta revelación de Su Palabra. Ahora, aquí está la pregunta que tenemos que hacer. Si sacamos la revelación y la primacía de la revelación de Dios fuera de nuestra adoración, entonces ¿qué es lo que vamos a responder? Lo único que queda por responder es a nosotros mismos y a nuestros propios pensamientos, nuestras propias opiniones. Mira, podemos hablar de Dios en nuestra adoración y cantar sobre Dios en nuestra adoración, pero si nuestro fundamento no está en su Palabra, entonces gradualmente crearemos un Dios, que es quien queremos que sea, un Dios que se parece mucho a nosotros y piensa como nosotros pensamos y que encaja en nuestros patrones de vida. Un Dios que realmente se parece mucho a nosotros y el peligro es que, si eso es lo que estamos creando, entonces cuando entramos en la iglesia y cantamos, incluso cuando vamos a la iglesia y escuchamos un sermón, si esa es la imagen de Dios y nos vamos, lo único que hemos hecho, es adorarnos a nosotros mismos; no a nuestro Dios Y, de repente, nuestra adoración se ha vuelto egocéntrica y ofensiva con Dios.

No podemos tener una respuesta aparte de la revelación. Es por eso que dije que, si la Palabra no es central en la adoración, entonces no estamos adorando. Lo que sucede es que cuando la Palabra está ausente en nuestra adoración, entonces nuestra respuesta es manufacturada. Y no te pierdas el peligro aquí. Podemos tocar las canciones correctas, tener los dramas adecuados, decir las cosas correctas y crear las emociones correctas en las multitudes; Podemos hacerlo. Pero nuestra respuesta será fabricada y el resultado finalmente será agradable para uno mismo. Sin embargo, cuando la Palabra es aparente en nuestra adoración, cuando está en el centro de nuestra adoración, nuestra respuesta será auténtica y no fabricada.

Aquí está la belleza de lo que la Palabra de Dios nos muestra. Cuando nos enfocamos en su revelación y cuando es suprema y primaria en nuestra adoración, la Palabra hará el trabajo por nosotros. No tenemos que darle sabor. No tenemos que hacer que algo suceda. La revelación de Dios hace que las cosas sucedan. Su Palabra nos alcanza. Ahí es cuando la verdadera respuesta realmente comienza a arraigarse en nuestra adoración.

Un pastor nos contó algo que le pasó hace algún tiempo cuando viajó a Nueva Orleans. Escucha lo que dijo: “Nueva Orleans es una ciudad única. Si llueve mucho, no hay ningún lugar para que el agua se vaya excepto por arriba. En una ocasión, un día de gran lluvia, un auto se encontraba detenido sin poder avanzar, y de repente, ese auto se hundió, ¡estaba atrapado por completo!” Cuando estaba escuchando esto, no pude evitar pensar: “Dios no permitas que nos convirtamos en el tipo de familia de fe, que tan solo se queda atrapada en Su Palabra semana, tras semana.” Atravesando por la Palabra sin saber dónde se va a profundizar realmente en la iglesia, porque Su Palabra nos está inundando sin que exista un accionar de nuestra parte.

La Palabra es lo que nos atrae profundamente a Cristo. Y nuestra respuesta fluye de eso. Nuestra respuesta será auténtica y será agradable para Dios. «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.» (Salmo 19:14). Aquí está el quid de la cuestión: la adoración aceptable a los ojos de Dios no es posible aparte de Su Palabra. Él lo ha diseñado para que su revelación, sea necesaria para transformarnos, hacernos sabios, satisfacernos, iluminarnos a todos y hacernos justos, entonces, ¿por qué querríamos dejarla fuera de nuestra adoración? Tenemos que poner la Palabra en el centro de todo lo que hacemos y lo que cantamos, lo que oremos, debe basarse en la Palabra y lo que sea que venga de la boca de los predicadores, debe basarse en la Palabra porque queremos ser transformados, queremos ser sabios, queremos estar satisfechos en Dios, es por eso que estudiamos su Palabra fervientemente. Que Dios te bendiga.C

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