El Evangelio, el Poder de Dios y el Sufrimiento Pt. 3

Lo que quiero que hagamos este día, mientras luchamos con todo lo que hemos aprendido bajo la luz de la Palabra de Dios y la revelación de Dios en sí mismo en medio del sufrimiento, es que evitamos los extremos.

A lo largo de esta serie hemos visto a Job, llegar a varios extremos y justo ahí aparece un nuevo personaje, Eliú y lo que pretende hacer es contrarrestar algunos extremos a los que Job parece haber acudido mientras buscaba una respuesta de Dios en el sufrimiento, donde una vez más ha estado al borde o probablemente haya caído en un par de puntos ciegos.

Sabemos esto porque llegas al final del libro y Job llega a un punto de arrepentimiento por algunas de las formas en que ha respondido. Así que, quiero alentarte sobre la base de la imagen que hemos visto aquí, de la revelación de la gloria de Dios. Quiero alentarte a evitar estos extremos cuando pasas por el sufrimiento. Extremo número uno, declarando nuestra inocencia. Vuelve conmigo hasta el final de Job 31.

Hemos visto a Job como un hombre íntegro y recto, él es justo, él es un buen hombre él no ha hecho algo específico para ocasionar lo que le ha sucedido. Al mismo tiempo, quiero que vean cómo Job toma esta inocencia que él está reclamando y comienza a afirmarla en puntos a costa de la gracia de Dios y la justicia de Dios. Escucha su osadía al final de Job 31, justo antes de que Eliú venga y comience a hablar. Job 31 versículo 35, escucha lo que dice: “¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme proceso. Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ceñiría como una corona. Yo le contaría el número de mis pasos, Y como príncipe me presentaría ante él». ¿Eso te parece atrevido?

Job dice: “Deje que el Todopoderoso me responda. Deje que el acusador presente su acusación por escrito”. Mira cómo Job ha llevado las cosas demasiado lejos, hasta el punto de decir que Dios le debe responder por lo que está pasando en ese momento. La imagen ahí es que Job es intachable y recto, pero no es perfecto y hay un ego que viene junto al sufrimiento, que nos hace sentir el deseo de declarar nuestra inocencia.

Así que hoy te pido que cuando camines por el sufrimiento, especialmente el sufrimiento que no ha sido causado por un pecado particular en tu vida, quiero alentarte a que no te quedes demasiado tiempo preguntándote: ¿por qué me pasó esto a mí?  O ¿qué hice para merecer esto? Ten mucho cuidado de no ir demasiado lejos hasta el punto de perder la humildad. Recuerda mantener tu mirada en la supremacía de Dios, y nunca olvides que Él siempre tiene un plan perfecto para ti en medio del dolor. No olvides que eres un hombre y que Él es Dios. Cuidado con el extremo de declarar nuestra inocencia.

Segundo, ten cuidado con el extremo de desconfiar de la justicia de Dios. Lo que Job comenzó a hacer es, llamar a Dios a los tribunales. El sufrimiento es un tiempo en el que, muchas veces, si no tenemos cuidado, podemos llegar al extremo de desconfiar de la justicia de Dios. Esta es parte de la razón por la que quiero que repasemos este libro en este momento como familia de fe porque sé que muchos de ustedes han sufrido o están sufriendo por diversas situaciones, así que necesitamos estar preparados para no dejar que la mala teología se infiltre en tiempos de sufrimiento, porque sí sutilmente permitimos que eso suceda, entonces empezaremos a decir cosas sobre Dios que no son ciertas, cosas sobre la Palabra que no son ciertas. Y decimos estas cosas porque queremos sentirnos mejor, pero hay un problema con esto y es que si decimos estas cosas podemos empezar a creer que son verdad y aferrarnos a ellas, y la verdad es que no necesitamos aferrarnos a la falsa esperanza.

Y eso es justamente lo que le está sucediendo a Job, él se encuentra en medio de un dolor y lleno de dudas, sin saber por qué está sucediendo esto, así que en medio de su dolor él comienza a cuestionar qué es verdadero, Job empieza a dudar de la justicia de Dios. Él comienza a desconfiar del carácter de Dios. Déjame decirte algo, cuando no sepas qué hacer, haz lo que sabes hacer. Cuando no sabe exactamente en qué creer, cree en lo que sabes que debes creer. En la curiosidad y el asombro, el crujido y el forcejeo, no te desvíes de lo que sabes que es verdad. Cuando luches con las preguntas, el sufrimiento y el dolor en tu vida, aférrate al carácter de Dios que sabes que es verdadero.

Evita el extremo de la desconfianza en el carácter mismo de Dios y particularmente en su justicia. Aun cuando veas injusticias en tu vida y en el mundo que te rodea, aférrate aún más a lo que sabes. Lucha con las preguntas, y aférrate a lo que sabes. Evita el extremo de declarar tu inocencia, desconfiando de la justicia de Dios.

Tercero, perder de vista su misericordia. Todos sabemos que cuando caminamos por el sufrimiento y vemos los detalles, las dificultades y la oscuridad por la que estamos caminando, y si no tenemos cuidado, podemos enfocarnos tanto en los detalles, las dificultades y la oscuridad y en algún punto del camino comenzamos a perder la piedad, la presencia, la bondad y la esperanza que está detrás de todo eso.

Cuando Eliú habla de la misericordia de Dios él le dice a Job: “Sí, estas caminando por el sufrimiento, pero no olvides que la misericordia todavía está allí”. Mira, Dios no ha retirado su misericordia de ti y no retirará su misericordia de su pueblo. Dios no retirará su misericordia de su pueblo. Así que no quites la mirada de su misericordia. Si estás caminando por el sufrimiento ahora, busca evidencia de su misericordia. Ten cuidado de no perderse de vista su misericordia en la oscuridad que está frente a ti.

Y cuarto, evita el extremo de minimizar su grandeza. Ya hemos hablado de esto antes, especialmente hace un par de semanas, cuando hablamos de ejemplos como el rabino Harold Kushner, quien escribió un libro llamado “Cuando a la gente buena le pasan cosas malas” ahí Kushner llegó a la conclusión de que, si el sufrimiento estaba sucediendo en su vida, aparentemente Dios no era lo suficientemente poderoso como para superarlo, él pensó que Dios no podía hacer todo, así que comienzan a cuestionar el carácter, el poder y la soberanía de Dios. Y la imagen completa que Eliú está mostrando a Job es que la grandeza de Dios se exalta en medio de nuestro sufrimiento.

Toda esta imagen de Dios usando el sufrimiento para revelar su gloria es el punto perfecto donde el Evangelio y el sufrimiento se cruzan. Miren la cruz, damas y caballeros. Mira la cruz. Ve el sufrimiento del Hijo de Dios y observa la más clara revelación que tenemos de la gloria de Dios. Esta es la justicia, la misericordia, la ira y la gracia de Dios, esta es la imagen del amor y el propósito de Dios al sufrir por todos de una manera que nos hace resonar en su alabanza, honor y gloria. Así que, alaba a Dios por la cruz y por su perfecta obra de amor. Alaba la gloria de su nombre.

De manera similar, Dios nos ayuda a ver la revelación similar de tu gloria en el sufrimiento de nuestras vidas, tal como lo vemos en el sufrimiento de su Hijo. Dios, usa su sufrimiento para refinar nuestra fe y luego revelar su gloria.

En tercer lugar, Dios usa el sufrimiento para enseñarnos a confiar en él. Vamos al capítulo 34, versículo 13. Cuando Eliú habla él dice que somos dependientes en Dios. Dependemos de Dios para respirar, dependemos de Dios para todo, para nuestro propio aliento. Él dice: «¿Quién visitó por él la tierra? ¿Y quién puso en orden todo el mundo? Si él pusiese sobre el hombre su corazón, Y recogiese así su espíritu y su aliento» (Job 34: 13-14). Eliú le está diciendo a Job: “Job, no olvides que cuando pases por el sufrimiento, cada aliento que tienes, cada cosa buena que tienes proviene de Dios. Todo lo que eres, todo sobre ti depende de Dios” Y tú ¿confías en Él para todo?

Esta es la última razón por la que hablamos sobre nuestros amigos y las batallas que han tenido con el cáncer. Hablamos de cómo su comodidad no provenía de los pronósticos y diagnósticos de los médicos, de las probabilidades, los porcentajes de supervivencia, las posibilidades que tenían, el tiempo que algunos decían que vivirían. No es donde llegó su comodidad o confianza. Respetamos mucho a cada profesional médico que nos escucha, a cada médico, enfermera que es un instrumento en la mano de Dios cuidando nuestros cuerpos y alabamos a Dios por sus dones y habilidades que están representados en ellos. Pero la realidad es que no confiamos en los médicos, no confiamos en los porcentajes o las posibilidades de supervivencia, no confiamos en los diagnósticos, ni en los pronósticos.

Algunos confían en autos, en casa, en las cosas que este mundo tiene para ofrecer, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios. Todo lo que tenemos depende de Él y si Él elige que vivamos, vivimos. Si Él elige que nosotros muramos, nosotros morimos.

Leamos 2 Corintios 1: 8 al 9: “porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. Pablo dice que recibimos la sentencia de muerte, ¿para qué? Para que no dependamos de nosotros mismos, sino de Dios.

El sufrimiento es un recordatorio humillante para cada uno de nosotros de que la única razón por la que tenemos salud en este momento es porque Dios nos la da. La razón por la que no tendríamos salud mañana es porque Dios es soberano sobre ella y confiamos en Él, ya sea que goce de buena salud o no. Confiamos en Dios si las cosas van bien o no. Si nuestra confianza, si nuestra base está en nuestras circunstancias, nuestra salud o en las cosas que escuchamos de los demás como los médicos, los jefes o nuestro cónyuge, entonces no podremos estar seguros, pero si nuestra confianza, nuestra roca sobre la que nos apoyamos es Dios, entonces tenemos una base firme. Y el sufrimiento tiene la intención de llevarnos a depender de Dios cada vez más y más convirtiendo a Él en nuestro todo. Esto es parte del diseño de Dios en el sufrimiento para enseñarnos a confiar en él.

Cuarto, Dios usa el sufrimiento para hacernos arrepentir y renunciar a todos los pecados en nuestras vidas. Quiero mostrarte esto en el capítulo 36, versículo 17. Probablemente esta sea la parte de mi estudio más desafiante especialmente a la luz de lo que hemos estado viendo. Miremos el capítulo 36, versículo 17. Escucha lo que dice Elihu sobre el sufrimiento y el pecado de Job. Esto es muy diferente de lo que los otros tres amigos de Job dijeron. Quiero que escuches lo que dice el versículo 17: «Mas tú has llenado el juicio del impío, En vez de sustentar el juicio y la justicia. Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate. ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro, O de todas las fuerzas del poder? No anheles la noche, En que los pueblos desaparecen de su lugar” (Job 36: 17-20). Escucha el versículo 21: «Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción”. Recuerda que Eliú no dijo: “Job, eres malvado y es por eso que has recibido todo el sufrimiento”.

Ahora, echa un vistazo a todos los desastres naturales que hemos visto alrededor del mundo. También echa un vistazo a todo el mal moral y natural en el mundo; la violencia, el asesinato, los tiroteos escolares o incluso los chismes, todo eso es evidencia de mal moral a nuestro alrededor en este mundo. También hablamos sobre el mal natural: tsunamis, tornados, terremotos y ciclones. Y todo ese mal se debe a la entrada del pecado en el mundo en Génesis 3, ¿verdad? Todo esto se remonta al comienzo de la historia. Todo está bien en Génesis 1 y 2 hasta que el pecado entra al mundo.

Romanos 5 dice que un pecado trajo la condena a todos los hombres y como resultado de ese pecado tenemos todos los efectos del pecado que vemos en el mundo de hoy.

Esa es la gravedad del pecado de uno; todo el mal moral que hemos visto: los holocaustos, los genocidios, el mal natural y los tsunamis que han barrido a un cuarto de millón de personas de la noche a la mañana. Todas estas imágenes son resultado de un pecado y la realidad es que hemos cometido miles de pecados en esta habitación. La gravedad del pecado es real en las Escrituras. Por un solo pecado vinieron todas estas cosas, pero es gracias a la misericordia, amor y sobrenatural cuidado que Dios tuvo para con nosotros que ahora ya no sentimos más dolor, es gracias a su amor que ahora podemos tener la certeza que tendremos una gloria venidera.

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