Cómo debemos tratar a tres diferentes grupos de personas

Saludos cordiales amigos oyentes. Sean todos ustedes bienvenidos al estudio bíblico del día de hoy. En lo que hemos progresado dentro del libro de Judas hemos visto cuan desastroso es el efecto causado por la apostasía en la iglesia. Cuando la apostasía entra a una iglesia se corrompen las fibras morales y espirituales de la misma. Moralmente, la apostasía impulsa un estilo de vida disoluto. Según lo que nos ha enseñado Judas, los apóstatas convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios. Esto significa que la apostasía en lugar de confrontar el pecado, justifica el pecado bajo la falsa premisa que la libertad que tenemos en Cristo nos permite satisfacer todo tipo de apetito desordenado de la carne. Espiritualmente también la Iglesia sufre a causa de la apostasía, porque la apostasía trae mala doctrina. Judas nos ha mostrado que el mensaje favorito de los apóstatas es aquel que dice que Cristo no es Dios. Interesante es la relación entre la moral y lo espiritual en los apóstatas. Según lo que ha dicho Judas los apóstatas no tienen al Espíritu Santo, por tanto no tienen vida espiritual. Al no tener vida espiritual y no tener el Espíritu Santo no tienen la capacidad de refrenar las pasiones de la carne y por tanto se entregan como animales irracionales a la lascivia. Por eso Judas los llama los sensuales, o los que se gobiernan por sus instintos únicamente. El Espíritu Santo obrando en la vida de una persona, es lo único que garantiza el poder sobre el pecado. Si el Espíritu Santo no mora en una persona es dudable que esa persona viva una vida pura. ¿Qué hacer ante la cada vez más creciente manifestación de la apostasía? Judas dice: Contended ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. ¿Cómo lograrlo? Bueno, ya hemos visto que lo primero es recordar lo que los apóstoles nos han enseñado y cuyo registro está en la Biblia. En el estudio bíblico anterior vimos que debemos crecer o madurar en el conocimiento de la Palabra de Dios por medio de oírla, leerla, estudiarla, meditarla y memorizarla. También debemos orar en el Espíritu Santo, lo cual significa que debemos estar en permanente contacto con el Señor por medio de la oración. No pidiendo cualquier cosa sino pidiendo solamente aquello que es la voluntad de Dios o aquello que el Espíritu Santo guía. El Espíritu Santo siempre glorifica al Hijo. Cuando nuestros pedidos de oración están guiados por el Espíritu Santo, serán respondidos por el Señor porque lo que pedimos tendrá el propósito de glorificar a Jesucristo y no glorificarnos a nosotros mismos. Hasta aquí, todo tiene que ver con nuestra relación con el Padre. El nos habla por medio de su Palabra y nosotros le hablamos por medio de la oración. Pero qué de nuestros semejantes, especialmente hacia aquellos que están influenciados por los apóstatas, o los que ya han caído en la apostasía. De esto justamente tratará el estudio bíblico de hoy.

Les invito a abrir sus Biblias en la epístola de Judas, versículos 22 y 23. En estos dos versículos Judas nos muestra cómo debemos tratar a tres diferentes grupos de personas. Los que dudan, los que están al borde de caer en el error y los que desafortunadamente ya han caído en el error. Para ayudar a estos tres grupos de personas se necesita de mucho discernimiento espiritual. Veamos qué es lo que aconseja Judas. En primer lugar a los que dudan. Judas 22 dice «a los que dudan, convencedlos» Judas está refiriéndose a un grupo especial de personas que están abiertas, tanto al error como a la verdad. Son personas que simplemente carecen de discernimiento espiritual para distinguir lo falso de lo verdadero. ¿Qué hacer con estas personas? Judas dice: Convencedlos. La idea detrás del mandato de Judas es: Ud. que es creyente, no calle, proclame la verdad a los cuatro vientos. Es triste admitirlo, pero es la realidad. Nosotros tenemos la verdad porque Cristo Jesús mora en nosotros y él es la verdad. Sabemos que debemos compartir la verdad con los que no conocen la verdad, pero nos callamos. Somos como el mendigo egoísta que encontró una casa donde daban gratuitamente toda la comida que pidiera cualquier mendigo, pero jamás comunicó esto a otros mendigos para que ellos también pudieran saciar su hambre. Nosotros como creyentes debemos compartir con otros el mensaje de salvación, especialmente con los que tienen inquietudes espirituales. Recuerde que si alguien tiene inquietudes espirituales puede perfectamente ser victima de los movimientos apóstatas que por miles existen en la actualidad. No callemos jamás ante las necesidades espirituales de la gente. Comuniquemos de la manera más clara y sencilla posible las verdades del Evangelio. Quizá Ud. me dirá, pero es que yo no conozco mucho de la Biblia. Como respuesta le diré que lo único que Ud. requiere para ser un testigo de Cristo es ser salvo. Cuando hable de Cristo comunique cómo era su vida antes de conocer a Cristo, cómo y cuando conoció a Cristo como su Salvador, qué cambios ha experimentado después de aceptar a Cristo como Salvador y unos pocos textos bíblicos en los cuales se fundamenta para saber que Ud. es salvo. Como Ud. verá no se necesita ser un teólogo para hablar a otros acerca de Cristo. En segundo lugar, a los que están al borde de caer en el error de los apóstatas. Judas 23 en su primera parte dice «A otros salvad, arrebatándolos del fuego» Judas está hablando de una persona que está tan cerca del fuego del error, que sus ropas ya tienen olor a humo. Esto se refiere a personas que han sido tan influenciadas por los apóstatas que están al borde mismo de aceptar esa falsa doctrina y práctica. A esas personas tenemos que arrebatarlas como a un tizón de en medio del fuego. Lo que quizá estaba en la mente de Judas fue el incidente entre los ángeles y Lot antes que de Dios descienda fuego y azufre para consumir la ciudad donde él vivía. Según el relato bíblico, los ángeles decían a Lot, levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. Pero Lot se detenía, entonces los ángeles tomaron la mano de Lot, su mujer y sus hijas y los sacaron y los pusieron fuera de la ciudad. Los ángeles estaban literalmente arrebatando del fuego a Lot y su familia, porque instantes después Sodoma y Gomorra fueron consumidas por el fuego y azufre que descendió del cielo. Algo parecido tenemos que hacer con personas que están casi al borde del precipicio de la apostasía. Estas personas necesitan ser confrontadas con la verdad y compelidas a volverse a Cristo Jesús. Un hermano me escribió contándome como estaba por ser atrapado por una secta falsa. Estaba tan confundido y engañado que le parecía que lo que la secta falsa decía era la verdad. Faltando una escasa semana antes de ser bautizado dentro de esta secta, un amigo suyo le habló de Jesucristo. Fue como si alguien le quitara una venda de sus ojos. Inmediatamente reconoció el engaño de la secta falsa y de todo corazón recibió el perdón de pecados que solo Dios puede dar en Cristo. Este hermano fue como un tizón arrebatado del fuego. Jamás nos cansemos de arrebatar almas de las llamas mismas del infierno. En tercer lugar, los que desafortunadamente ya han caído en el error de la apostasía. Será muy difícil, rescatar personas así. ¿Qué hacer con ellos? La segunda parte de Judas 23 dice «y de otros, tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne» Tener misericordia con temor, nos habla de un genuino interés en esas personas, pero teniendo suma cautela para no ser arrastrados en el error que ellos están. No es fácil confrontar a alguien que ya ha caído en la apostasía. Se necesita de mucho conocimiento bíblico y mucha dependencia del Espíritu Santo. Debemos amar al pecador y odiar el pecado. Aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne dice el texto. Quien sabe si el incrédulo que ha sido inducido al error de la apostasía pueda arrepentirse del mismo y volver sus ojos a Cristo Jesús. No son muchos los casos de personas que se han enredado en las sectas falsas y han logrado escapar de ellas, pero existen algunos y siempre han sido el resultado de la obra de Dios por medio de alguien que sin llegar a la discusión ha comunicado el mensaje de Cristo tanto con sus labios como con sus hechos. En todo caso, amigos oyentes, nosotros que conocemos a Cristo como nuestro Salvador, no debemos jamás cesar de comunicar las buenas nuevas de salvación a todo el mundo. Algunos dudosos serán convencidos, algunos que están al borde del precipicio volverán su mirada a Cristo e inclusive algunos atrapados en el error podrían ser liberados de su error para refugiarse en Cristo, la única fuente segura de salvación.

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