Seguridad en Dios

Es un privilegio estar nuevamente con Ud. para juntos compartir estos minutos con la palabra de Dios. Cuando yo era niño tenía un maestro de escuela dominical muy ingenioso para ilustrar las verdades bíblicas. En cierta ocasión quería mostrar cuan seguros estamos en Cristo los que hemos confiado en él como nuestro Salvador. Para ello, sacó una moneda de su bolsillo, lo puso en su mano y la apretó fuertemente. Luego dijo a toda la clase. El que logra sacar esta moneda de mi mano, recibirá 10 dólares. Eso era muchísimo dinero para niños entre 6 y 8 años. Cada uno de nosotros, por turno, hicimos lo más que pudimos para intentar sacar esa moneda de su mano, pero todo esfuerzo fue vano. Claro, el maestro era un fornido hombre hecho y derecho y nosotros apenas unos débiles niños. Apretaba tanto la moneda que parecía que tuviera las manos de acero. Cuando todos nos rendimos, dijo: Así nos tiene Dios en su mano a cada uno de los que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador. Nadie puede ser más fuerte que él como para poder sacarnos de su mano. Acto seguido leyó las hermosas palabras de Juan 10:29 donde dice «Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre» Recuerdo vividamente la seguridad plena que experimenté en aquella ocasión. Sabía que nadie podía separarme de Dios. Sabía que en Cristo estaba totalmente seguro. Sabía que mi salvación es eterna, porque no dependía de mí sino de Dios quien me tenía en su mano. Ah, cuan importante es experimentar esa seguridad. En el estudio bíblico de hoy, vamos a tratar justamente sobre ello.

Abra por favor su Biblia en la carta de Judas, versículos 1 y 2. En este corto pasaje tenemos al escritor de la carta, los destinatarios de la carta y el saludo de la carta. En primer lugar entonces, en cuanto al escritor de la carta, éste se identifica como Judas. Judas 1 comienza diciendo: «Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo» Del estudio bíblico anterior, sabemos que este Judas es el medio hermano de Jesús, es decir uno de los hijos que María la madre de Jesús tuvo con José su esposo. Recuerde que María concibió del Espíritu Santo a Jesús siendo una virgen, pero después de dar a luz a Jesús María tuvo hijos e hijas. Mateo 13:55-56 dice «¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?» Este Judas es el escritor de la carta que lleva su nombre. Además de su nombre, el escritor hace dos afirmaciones sobre sí mismo. La primera, que es siervo de Jesucristo. Judas no esta negando su parentesco con Jesucristo, lo que Judas está diciendo es que para él lo Importante no es ser pariente de Jesucristo sino ser siervo o mejor dicho esclavo de Jesucristo. Judas tenía un concepto adecuado de Jesucristo, sabía que Jesucristo es el Señor, el Dueño, el Amo, el Creador, el Soberano. Al mirarlo así, se consideró un esclavo de él. Así debe ser con todos nosotros. Cuando nos ponemos junto a él todos quedamos a un mismo nivel, no importa nuestro trasfondo social, económico o cultural. La segunda afirmación que hace Judas es que es hermano de Jacobo, esto mas bien para que los lectores sepan quien era. Habrán habido varios Judas que eran siervos de Jesucristo, pero había uno solo que era hermano de Jacobo, el respetado líder de la iglesia de Jerusalén. Ese era el que escribía la carta. En segundo lugar, en cuanto a los destinatarios de la carta, Judas 1 continúan diciendo «a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo» Judas no dirige su carta a una sola persona sino a todos los creyentes en general, por eso esta carta se la conoce como una carta universal. Judas nos deja con tres características de los creyentes. Número uno, son llamados. Esto da una gran valía a los creyentes. Permítame ilustrarlo así. En mi país el fútbol es el deporte más popular. Como es lógico, el país cuenta con su selección nacional y por supuesto con su entrenador. Antes de cada, torneo internacional, el entrenador llama a los jugadores que según él merecen ser parte de la selección. Cuando un jugador es llamado, se siente en las nubes. Un jugador decía: Se ha cumplido el sueño que como futbolista siempre tuve. Ser llamado por el entrenador de la selección nacional, para este jugador era lo mejor que le podía pasar en la vida. Ahora, imagine como deberíamos sentirnos nosotros al ser llamados no por un hombre por más importante que fuera sino por el Dios del universo. Lo increíble de nuestro llamado es que no depende de nuestros méritos. Dios nos llamó a pesar de que no teníamos ningún mérito para ser llamados. Simplemente por su gracia y por su misericordia, él nos llamó para pasar la eternidad junto a él. Con el llamado, él proveyó la manera para que podamos quedar libres de la pena, el poder y la presencia del pecado. Es decir, Dios hizo una obra completa. Nos llamó, nos transformó y hoy somos parte de su familia. ¿No le parece algo por demás extraordinario? Pero eso no es todo. Número dos, los creyentes son santificados en Dios Padre. Santificar significa poner aparte. En cuanto a los creyentes. Dios Padre nos ha puesto aparte del mundo para él. ¿Qué significa esto? Pues mucho. Solamente considere lo siguiente. El mundo como sistema está condenado a la destrucción. 2ª Pedro 3:10 dice «Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» No hay esperanza para este mundo. Según los designios de Dios va camino a la destrucción. Yo no sé en cuanto a Ud, pero en cuanto a mí me interesa mucho no ser parte de este mundo condenado a la destrucción. Eso es justamente lo que ha hecho Dios conmigo, me ha puesto aparte del mundo para él. Hoy sé que no seré condenado con el mundo porque no pertenezco al mundo sino a Dios. Qué seguridad tan preciosa. Ud puede tener la misma seguridad con solo recibir a Cristo como su Salvador personal. Número tres, los creyentes son guardados en Jesucristo. La palabra guardar enfatiza vigilancia y cuidado, habla de un verdadero compromiso de parte del Señor para vigilar y guardar algo, tratándolo con profundo cariño como a una valiosa joya. Juan 10:28-30 dice:»Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos» Si tenemos dudas respecto a la seguridad de nuestra salvación, estamos en realidad dudando del poder de Dios. No hay motivo alguno para temer cuando sabernos que el Señor Jesucristo nos guarda. Estamos seguros en él y por él. En tercer lugar, en cuanto al saludo de la carta, Judas 2 dice «Misericordia y paz y amor os sean multiplicados» Este saludo es muy apropiado para todos aquellos que están viviendo en medio de una creciente apostasía. La misericordia es el regalo de Dios por el cual él se compromete a sí mismo a no terminar con nosotros cuando pecamos. Su palabra dice que él es lento para la ira y grande en misericordia. Paz es el estado del alma que descansa confiadamente en algo seguro. Cuando comenzamos a dudar de nuestra salvación, vivimos angustiados por la Incertidumbre, pero allí es cuando entra en escena Dios trayendo paz al mostrarnos que estamos más que seguros en Cristo. Amor es lo que Dios nos demostró al darnos a su amado Hijo para que muera en la cruz en nuestro lugar. Por amor, Dios nos hizo sus hijos a pesar de que no lo merecíamos. Qué grandioso es pensar que Dios nos da su misericordia, su paz y su amor, no en pequeñas cantidades, mezquinamente, sino en grandes cantidades, porque el texto dice que tanto la misericordia como la paz y el amor nos sean multiplicados. Si Ud ha recibido a Cristo corno su Salvador personal, Ud debe saber que ha sido llamado por Dios, debe saber que ha sido santificado en Dios Padre, debe saber que está guardado por Cristo Jesús y como si eso fuera poco, debe saber que la misericordia, la paz y el amor han sido multiplicados por Dios sobre Ud. Qué más seguridad podemos tener. No hay motivo alguno para tener la más mínima sombra de duda sobre nuestra seguridad de salvación. Si Ud es un verdadero creyente, debe abandonar entonces cualquier incertidumbre acerca de su salvación y aferrarse a lo único que tiene total garantía en esta vida: La Inmutable Palabra de Dios.

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