El mensaje del Señor Jesús

Cordiales saludos amable oyente. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Juan. En esta oportunidad vamos a estudiar el mensaje del Señor Jesús con ocasión de unos griegos que querían verle.

Abramos nuestras Biblias en Juan 12:20-36. Cinco días antes de la celebración de la fiesta judía de la pascua, el Señor Jesús hizo su entrada a Jerusalén montado en un asnillo. La gente manifestaba su alegría, agitando ramas de palmera, clamando: ¡Hosanna! Palabra que significa “sálvanos ahora” y diciendo: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! Los discípulos del Señor Jesús no comprendieron lo que significaba este evento, pero después de la muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesús, los discípulos reconocieron que este evento fue el cumplimiento de lo que escribieron los profetas Malaquías e Isaías acerca del Mesías de Israel, el Cristo, el Rey de los judíos. La gente que había estado presente cuando el Señor Jesús resucitó a Lázaro daba testimonio de este asombroso milagro y esto hacía crecer la euforia de la gente. Pero no todo era alegría en Jerusalén aquel día, porque los fariseos se decían entre ellos: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él. Este es el antecedente de lo que vamos a estudiar en esta ocasión. Juan 20:20 dice: Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.
Como estaba próxima la celebración de la fiesta judía de la pascua, subían a Jerusalén tanto judíos como griegos. Cuando el Nuevo Testamento habla de griegos no se está refiriendo a ciudadanos del país de Grecia, sino a gentiles, o no judíos. En este caso, estos gentiles también eran prosélitos. Los prosélitos eran gentiles que voluntariamente habían adoptado el judaísmo como su religión. Para que un gentil sea un prosélito tenía que pasar por varios ritos. Es de personas así, de quienes habla el versículo que acabo de leer. Como prosélitos, estaban entre los judíos que habían subido a Jerusalén a adorar en la fiesta. ¿Qué pasó con ellos? Juan 20:21-22 dice: Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Joh 12:22  Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
Estos griegos deben haber oído mucho sobre el Señor Jesús, las obras maravillosas que hacía y como es natural, su curiosidad les movió a aprovechar la ocasión para verle. Para esto, se valieron de Felipe, que era de Betsaida de Galilea, a quien seguramente conocían estos griegos. Fue así como le hicieron el pedido. Señor, quisiéramos ver a Jesús. Al oír el pedido, Felipe lo compartió con Andrés y los dos se lo dijeron al Señor Jesús. Esto motivó al Señor a formular una respuesta llena de significado. Juan 12:23-26 dice: Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
Joh 12:24  De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
Joh 12:25  El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.(F)
Joh 12:26  Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
El razonamiento a seguir parece ser que para que los griegos, o para que el mundo en general, tanto judíos como gentiles, puedan ver, no sólo con ojos físicos, sino con ojos espirituales, es necesario que primeramente el Señor Jesús, el Hijo del Hombre, sea glorificado. Esto de ser glorificado se refiere a su muerte, resurrección y ascensión. Para los que intervinieron en la crucifixión del Señor Jesús, lo que pasó fue una máxima humillación a él, pero para Dios, la crucifixión del Señor Jesús fue su glorificación. El Señor Jesús lo compara con lo que sucede en la agricultura. Cuando se siembra en la tierra un grano de trigo, es como si hubiera muerto, pero en su tiempo germina, brota una planta, crece y lleva mucho fruto. Lo mismo estaba por acontecer en el plano espiritual con el Señor Jesús. Estaba por morir en la cruz, sería sepultado, pero en su tiempo, iba a volver a la vida, para llevar un fruto espiritual abundante, una referencia a todos aquellos que obtenemos la vida eterna por medio de él. Pero algo interesante, es que algo parecido puede suceder también con los seres humanos. El que ama su vida, en el sentido de reservarla para sí mismo, termina perdiéndola, pero el que aborrece su vida en este mundo, en el sentido de ponerla a total disposición de Dios, la mantendrá por la eternidad. Perder la vida en este mundo significa servir sin condiciones al Señor Jesús. Los que le sirven le siguen. Para ellos hay una maravillosa promesa. El premio es que donde el Señor Jesús esté, estarán también los que le sirven. El principio espiritual es que si alguno sirve al Señor Jesús, va a ser honrado por el Padre celestial. Luego de pronunciar estas significativas palabras, el Señor Jesús nos abre una pequeña ventana en su corazón para mirar algo de sus emociones en ese instante. Juan 12:27-32. La Biblia dice: Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
Joh 12:28  Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Joh 12:29  Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
Joh 12:30  Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.
Joh 12:31  Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
Joh 12:32  Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
Joh 12:33  Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.
Al saber que en cuestión de días, el pecado del mundo iba a ser puesto sobre él, y sería clavado en la cruz, el alma del Señor Jesús estaba turbada. ¿Qué podría decir en cuanto a esto? ¿Cabría decir: Padre, sálvame de esta hora? Imposible, porque el Señor Jesús vino justamente para esta hora, esto es para morir en lugar de todo pecador. Ante esto, el clamor del Señor Jesús a su Padre fue: Glorifica tu nombre. Tan pronto el Señor Jesús elevó este clamor a su Padre, el Padre le respondió audiblemente. El mensaje fue: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. El Padre se glorificó a sí mismo cuando envió a su Hijo a este mundo a tomar el lugar del pecador, para perdonar al pecador y estaba por glorificarse otra vez, cuando el Señor Jesús sea crucificado y de esa manera Satanás el príncipe de este mundo sea herido de muerte en la cabeza. La gente que estaba presente oyó la voz, pero no comprendió el significado del mensaje. Algunos pensaban que simplemente fue un trueno, otros, tal vez un poco más inteligentes, pensaron que fue un ángel que había hablado. Ante esto el Señor Jesús, señaló que el mensaje que había proclamado su Padre, no era por causa del Señor Jesús, sino por causa de la gente que estaba presente. El Padre testificó sobre su Hijo tanto al inicio de su ministerio público como al final de su ministerio público. Estaba a la puerta el juicio de este mundo. La muerte del Señor Jesús fue el juicio para este mundo, porque Satanás, el príncipe de este mundo será echado fuera. Con su muerte en la cruz, el Señor Jesús hirió a Satanás en la cabeza. Para el Señor Jesús no era una novedad que estaba por ser crucificado. Él lo supo desde siempre. Por eso dijo: Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Juan menciona que el Señor Jesús dijo estas palabras para dar a entender de qué muerte iba a morir. Esto es la crucifixión, cuando fue levantado sobre aquella cruz. Así como Dios ordenó a Moisés que levante la serpiente de bronce sobre un asta, para que todos los que la vean sean librados de morir por la picadura de las serpientes, el Señor Jesús también estaba por ser levantado sobre una cruz, para que todo aquel que lo mire con los ojos de la fe y le reciba como Salvador, tanto judío como gentil, como los griegos que querían verle, sean perdonados de sus pecados y por tanto tengan vida eterna. La gente que acompañaba al Señor Jesús, muchos de los cuales hace poco estaban gritando Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel, comprendieron muy bien que el Señor Jesús estaba anunciando su muerte y esto les trajo mucha confusión. Note lo que dice Juan 12:34-36. Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre.(G) ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
Joh 12:35  Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.
Joh 12:36  Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.
Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
Al oír que el Señor Jesús iba a morir en la cruz, la gente le preguntó diciendo: Nosotros hemos oído de la ley, esto es el Antiguo Testamento en general, que el Mesías, o el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo dices entonces que es necesario que el Hijo del Hombre, sea levantado, o muera en la cruz? ¿Qué tipo de Hijo del Hombre eres? La gente tenía la mitad de la verdad, pero no toda la verdad. En verdad, el Cristo, el Mesías, o el Hijo del Hombre permanecerá para siempre, pero eso era sólo la mitad de la verdad. La otra mitad de la verdad, la cual la gente ignoraba, es que el Cristo, el Mesías, el Hijo del Hombre, tendría que ser humillado hasta la muerte, para después ser glorificado, tal cual como profetiza Isaías, por ejemplo. Por eso el Señor Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros, de modo que anden mientras tienen luz, para que no les sorprendan las tinieblas, porque si eso pasa, no van a saber por donde están andando. Mientras el Señor Jesús estaba con ellos la gente tenía la oportunidad para creer en él porque él es la luz del mundo, si lo hacen llegarían a ser hijos de la luz. Habiendo dicho esto, el Señor Jesús se fue y se ocultó de ellos. Si quiere estar en la luz necesita del Señor Jesús amable oyente. Si no lo ha recibido todavía hágalo hoy.

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