La muerte y sepultura del Señor Jesús

Es motivo de mucho gozo saludarle amiga, amigo oyente. Muchas gracias por su sintonía. Soy David Logacho dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. En esta oportunidad vamos a estudiar el relato que proporciona Lucas sobre la muerte y sepultura del Señor Jesús.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 23:44-56. Lo primero con lo que nos encontramos es con el relato de la muerte del Señor Jesús. Lucas 23:44-46 dice: Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Luk 23:45  Y el sol se oscureció, y el velo(C) del templo se rasgó por la mitad.
Luk 23:46  Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.(D) Y habiendo dicho esto, expiró.
Según lo que dice Marcos 15:25, era la hora tercera cuando se crucificó al Señor Jesús. Esto significa a las nueve de la mañana del día 14 de Nisán. En las tres horas siguientes, el Señor Jesús padeció indescriptiblemente sobre aquella cruz, soportando no solamente los dolores propios de la crucifixión, sino también la burla y el desprecio de los soldados romanos, de los gobernantes del pueblo y del pueblo en general. Inclusive uno de los malhechores que estaba muriendo junto al Señor Jesús, le injuriaba diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Sin embargo, el otro malhechor reprendió a su compañero de fechorías diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Este malhechor reconoció su pecado y reconoció que el Señor Jesús estaba muriendo en lugar de los pecadores y en un acto de fe pidió al Señor Jesús que se acuerde de él cuando venga en su reino. Este malhechor estaba convencido por fe que el Señor Jesús, es Rey, que tenía un reino, que iba a morir, pero iba a resucitar. La respuesta del Señor Jesús al pedido de este malhechor fue: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. La fe del malhechor le permitió obtener algo que de ninguna otra manera podía obtener, debido a su mala vida. Todo porque el Señor Jesús estaba por pagar la deuda que este malhechor tenía. Para entonces ya era como la hora sexta, esto es medio día, cuando el sol debía estar en su cenit. A esta hora ocurrieron dos eventos sobrenaturales. El primero, el sol se oscureció desde esa hora hasta la hora novena, esto es hasta las tres de la tarde, tres horas de densas tinieblas a pleno medio día. No existe explicación para este fenómeno. Fue un milagro. La creación entera se vistió de duelo por la muerte de su Creador. El segundo, el velo del templo se rasgó por la mitad. El velo del templo era una pesada cortina que dividía el lugar santo del lugar santísimo en el templo de Jerusalén. El lugar santísimo era el lugar donde se manifestaba la presencia de Dios en aquellos tiempos. Solamente el sumo sacerdote podía atravesar por esta cortina una vez al año para rociar el propiciatorio con la sangre de un macho cabrío sacrificado en el día de expiación, o en el día del perdón y tenía que salir de allí tan pronto realizaba esta acción. Si alguien se atrevía a atravesar por esta cortina, aparte del sumo sacerdote y en el instante establecido, moría al instante. El hecho que este velo se rasgó por la mitad el momento que murió el Señor Jesús, reviste enorme importancia. Significa que a raíz que murió el Señor Jesús en la cruz, está abierto el camino hacia Dios el Padre, para todos aquellos que confiamos en Cristo como Salvador. Note lo que dice el autor de Hebreos en Hebreos 10:19-22  Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
Heb 10:20  por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,
Heb 10:21  y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
Heb 10:22  acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones(F) de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.(G)
Fue en estas circunstancias que expiró el Señor Jesús. Lucas relata que clamando a gran voz, el Señor Jesús dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. La muerte del Señor Jesús ocurrió a las tres de la tarde del 14 de Nisán, exactamente a la misma hora, que según la tradición, se sacrificaba los corderos para la celebración de la pascua. Quedaban solamente tres horas para que comience el 15 de Nisán, el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, un día de reposo de gran solemnidad, que no debe ser confundido con el séptimo día de la semana, que también era un día de reposo. A continuación, Lucas registra la reacción de algunas personas ante la muerte del Señor Jesús. Lucas 23:47-49 dice: Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
Luk 23:48  Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
Luk 23:49  Pero todos sus conocidos, y las mujeres(E) que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
El centurión era el oficial romano que estaba a cargo de los soldados romanos que estaban cuidando el orden en el Gólgota. Al ver las tinieblas, el terremoto que se relata en Mateo, y sobre todo al ver morir al Señor Jesús, de la manera que lo hizo, el centurión dio gloria a Dios. Su conclusión fue: Verdaderamente este hombre era justo. Por su lado, la gente que se había congregado para mirar el espectáculo, viendo lo que había acontecido, retornaron a sus lugares golpeándose el pecho. Esta era la acción que denotaba aceptación de culpa. Más tarde, en el día de Pentecostés, estas personas tendrían la oportunidad para enmendar su error y recibir al Señor Jesús como su Salvador. Algunos deben haberlo hecho. Así obra la gracia de Dios. Pero Lucas cita a un tercer grupo. Son los conocidos del Señor Jesús, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea. ¿Dónde estaban? Lucas dice que estaban mirando desde lejos. No seamos prontos para juzgarlos. El temor o tal vez el dolor de ver a su amado maestro sufriendo lo indecible, les llevó a mirar de lejos lo que estaba pasando. Entre estas personas había mujeres, entre las cuales estaban las que el primer día de la semana fueron al sepulcro al amanecer. Por último, en este pasaje bíblico tenemos la sepultura del Señor Jesús. Lucas 23:50-56 dice: Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo.
Luk 23:51  Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos,
Luk 23:52  fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Luk 23:53  Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
Luk 23:54  Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo.[a]
Luk 23:55  Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo.
Luk 23:56  Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo,[b] conforme al mandamiento.
No todos los miembros del sanedrín estuvieron de acuerdo en crucificar al Señor Jesús. Uno de ellos era José, natural de Arimatea. José era varón bueno y justo quien esperaba el reino de Dios. Otro era Nicodemo. Seguramente José era conocido de Pilato y aprovechó este vínculo para solicitar el cuerpo del Señor Jesús. Según el relato de Marcos, José entró osadamente a la presencia de Pilato para hacer este pedido. Si no hubiera intervenido José, el cuerpo del Señor Jesús hubiera sido arrojado a la basura, como se hacía con los cuerpos de los que morían crucificados. Pilato debe haber aceptado el pedido y fue así como José retiró el cuerpo del Señor Jesús de la cruz, lo envolvió en una sábana y según lo que relata Juan en su evangelio, el cuerpo del Señor Jesús fue envuelto en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Todo esto se hizo aprisa porque estaba por comenzar el día de reposo de gran solemnidad, el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. La intención era completar el trabajo de preparación del cuerpo del Señor Jesús para la sepultura, una vez que pase el día de reposo. Lucas relata que el cuerpo del Señor Jesús fue colocado en el sepulcro de José de Arimatea, el cual había sido abierto en una peña, sepulcro en la cual aún no se había puesto a nadie. De esta manera se cumplió la profecía de Isaías 53:9 cuando dice que se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte. Una vez que se hizo rodar la piedra para cerrar el sepulcro se inició el día de reposo de gran solemnidad. A todo esto, las mujeres que habían venido con el Señor Jesús desde Galilea estaban muy atentas mirando dónde se ponía el cuerpo del Señor Jesús. Esto jugó un papel clave en el relato de la resurrección. Mientras tuvieron tiempo antes de que comience el día de reposo de gran solemnidad, las mujeres prepararon especias aromáticas y ungüentos para terminar el trabajo de preparar el cuerpo del Señor Jesús para la sepultura, una vez que pase el día de reposo. La historia no termina aquí, porque la muerte no tuvo poder para retener al Señor Jesús en un sepulcro, pero esto será tema de nuestro próximo estudio bíblico.

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