Una visita que hizo el Señor Jesús a sus amigos de Betania

Qué grato saludarle amable oyente. Soy David Logacho, dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy en el evangelio según Lucas. En esta oportunidad vamos a extraer preciosas lecciones de una visita que hizo el Señor Jesús a sus amigos de Betania.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Lucas 10:38-42. La Biblia dice: Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
Luk 10:39  Esta tenía una hermana que se llamaba María,(R) la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
Luk 10:40  Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Luk 10:41  Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
Luk 10:42  Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
El Señor y sus discípulos estaban en camino a Jerusalén, en donde un poco más tarde el Señor Jesús iba a ser crucificado. El camino escogido pasaba por una aldea especial para el Señor Jesús. En el evangelio según Juan se hace evidente que el nombre de esta aldea era Betania. El nombre Betania significa casa del pobre o casa de Ananías. Se trata de una pequeña aldea en la ladera oriental del monte de los Olivos, en el camino de Jerusalén a Jericó, muy cerca de Jerusalén. En esta aldea vivía una familia muy querida por el Señor Jesús. La familia estaba formada por tres hermanos, Marta, María y Lázaro. Lázaro fue el personaje a quien el Señor Jesús hizo volver a la vida después de haber estado muerto por cuatro días. Nada es imposible para nuestro bendito Salvador. Volviendo a nuestro texto, Lucas registra que Marta, seguramente la mayor de los hermanos, recibió en su casa al Señor Jesús. Lucas confirma lo que mencioné anteriormente, en el sentido que Marta tenía una hermana, seguramente menor que ella, quien se llamaba María. Tan pronto el Señor Jesús se puso cómodo en la casa, María se acercó a él y se sentó a sus pies para oír su palabra. Es interesante notar que esta mujer, me refiero a María, aparece por tres ocasiones en el Nuevo Testamento, y en cada una de ellas está a los pies del Señor Jesús. La primera vez cuando murió su hermano Lázaro, antes que el Señor Jesús lo resucite. Juan 11:32 dice: María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
La segunda vez, cuando ungió con perfume los pies del Señor Jesús. Juan 12:3 dice: Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos;(A) y la casa se llenó del olor del perfume.
La tercera vez, en el pasaje bíblico que estamos estudiando en esta ocasión. Qué maravilloso. Tres veces aparece su nombre en el Nuevo Testamento y en cada una de estas veces, María está a los pies del Señor Jesús, en actitud de humillación, en actitud de adoración y en actitud de devoción. Grandioso ejemplo para nosotros. Así que, dejemos a María extasiada oyendo las palabras del Señor Jesús, sentada a sus pies, y pongamos nuestra atención en Marta, su hermana mayor. Lucas dice: Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres. La palabra “pero” con la cual comienza esta declaración, denota el contraste entre lo que hacía María y lo que hacía Marta. María estaba tranquila, absorta a los pies del Señor Jesús, oyendo su palabra, mientras Marta estaba preocupada con muchos quehaceres. El verbo preocuparse, que describe la actitud de Marta, significa ser arrastrado en diversas direcciones. Esto describe muy bien a una persona preocupada, su mente es arrastrada con violencia en diversas direcciones. Pobre Marta, estaba arrastrada por muchos quehaceres. La palabra quehaceres es la traducción de la palabra griega, diakonía, que básicamente significa servicio. Marta pensaba que tener al Señor Jesús en su casa era la ocasión ideal para esmerarse en el servicio al Señor. Esto le tenía preocupada, con la limpieza de la casa, con lucir bien ante el invitado, con preparar la comida y tantas otras cosas más que seguramente eran práctica común en aquella época. Fue en estas circunstancias que Marta hizo algo que para ella parecía lo más sensato, pero en el fondo era lo más ilógico. Lucas dice que Marta se acercó al Señor y prácticamente le recriminó diciendo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Cuando estamos preocupados con alguna cosa, perdemos el sentido de realidad y comenzamos a hacer cosas o decir cosas que nos parecen lógicas pero en el fondo son ilógicas. Fíjese en el caso de Marta, en su preocupación le pareció lógico recriminar al mismísimo Señor Jesús. Fue como si le dijera: ¿Cómo es posible que no te importe que yo me esté matando con todo lo que hay que hacer en esta casa, mientras María, mi hermanita, no hace nada? Y como si esto fuera poco, controlada por su preocupación, se atribuyó el derecho de ordenar al mismo Señor Jesús. Increíble, pero cierto. El texto dice que Marta dijo al Señor Jesús: Dile, pues que me ayude. Esto es el colmo. No sólo recriminó al Señor Jesús, sino que le dio órdenes. Marta perdió totalmente el sentido de la realidad. Así nos ocurre cuando estamos preocupados. ¿Cuál fue la respuesta del Señor Jesús? Pues, en tono conciliador, a pesar de la actitud de Marta, el Señor Jesús le dijo: Afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. El Señor Jesús comienza su respuesta mostrando a Marta su lamentable situación. Marta pensaba que estaba haciendo lo correcto, pero la infalible evaluación del Señor Jesús dice que en realidad estaba afanada y turbada. Esto significa inquieta y preocupada. ¿Qué es lo que condujo a Marta a este estado de inquietud y preocupación? El Señor Jesús dijo: Muchas cosas. Usted sabe. El servicio al Seño Jesús. Marta quería que se sienta a gusto en su casa, que la comida sea lo que le gusta, que la comida esté a tiempo y tantas otras cosas más. Por estar absorbida por estas cosas, Marta terminó inquita y preocupada. Pero lo más triste es que Marta descuidó la única cosa necesaria, o la única cosa importante. ¿Cuál es esta cosa importante o necesaria? Es lo que María estaba haciendo. Nadie ordenó hacer esto a María. Es algo que ella de su propia voluntad lo escogió. El Señor Jesús calificó a esto como la buena parte. Esto significa que es bueno en carácter. Siempre será algo bueno, o la buena parte, oír la palabra de Dios, leer la palabra de Dios, estudiar la palabra de Dios, meditar en la palabra de Dios y memorizar la palabra de Dios. Salmo 119:14-16 dice: Me he gozado en el camino de tus testimonios
Más que de toda riqueza.
Psa 119:15  En tus mandamientos meditaré;
Consideraré tus caminos.
Psa 119:16  Me regocijaré en tus estatutos;
No me olvidaré de tus palabras.
La mejor parte, la parte que escogió María, debe haber producido en ella el resultado que describe el salmista. Pero hay algo más. El Señor Jesús también dijo a Marta que esta buena parte que escogió María no le será quitada. Esto es algo hermoso. Todo lo que atesoramos en nuestra mente y corazón proveniente de la palabra de Dios, es algo que va a estar con nosotros por la eternidad. Nadie nos lo podrá quitar. Las cosas materiales, por contraste, o nos dejan mientras estamos vivos en este mundo o las dejamos cuando muramos, pero no así el tesoro de sabiduría que es la palabra de Dios en la mente y el corazón. Maravilloso. ¿Qué aprendemos de todo esto? Pues, mucho. Las preocupaciones de la vida nos pueden hacer tomar decisiones ilógicas. Por algo dice la Biblia en Filipenses 4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
También aprendemos que la devoción al Señor, como lo hizo María al sentarse a los pies del Señor Jesús para oír su palabra, es el fundamento para el servicio al Señor. No debemos sacrificar la devoción al Señor en el altar del servicio al Señor. Antes del servicio al Señor viene la devoción al Señor, sólo así el servicio al Señor tendrá sentido. De otra manera será simple activismo. El activismo no es lo mismo que espiritualidad.

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