La suficiencia de Cristo Pt.3

Queridos oyentes, bienvenidos a un programa más de “La Biblia Dice Presenta”, gracias por sintonizarnos y acompañarnos en esta serie denominada Hilos, ya que el propósito es tejer los hilos del evangelio en nuestras conversaciones diarias.

El día de hoy vamos a continuar estudiando la suficiencia de Cristo. Les recuerdo que en programas anteriores topamos dos ítems sobre el carácter de Dios y la pecaminosidad del hombre. Con esto en mente, retomamos la idea de que Jesús es absolutamente único, su vida, su muerte, su resurrección; Él fue suficiente para redimirnos de todo pecado. Esto quiero que entiendan para que vayan, sin dudas, sin miedo, sin desconocimiento a compartir las buenas nuevas.

Si esto es una verdad para sus vidas, simplemente no podrán quedarse callados ante una realidad tan maravillosa. Entonces, pueden preguntarse, bueno yo lo hago, pero ¿de qué manera introduzco el evangelio en mis conversaciones? Puede parecer una respuesta obvia o demasiado abierta, pero la manera más importante es hablar intencionalmente sobre Jesús. Solamente para aclararlo, déjame decirte que es fácil hacerlo dentro de la iglesia con nuestros hermanos y hermanas en la fe, sí, pero lo que quiero el día de hoy es que te animes a hacerlo con tus compañeros de trabajo, con tus vecinos, con aquellos familiares que aún no conocen a Cristo.

No te voy a mentir, sé que no será fácil, porque cuando lo hagas te darás cuenta que las cosas tendrán otro ambiente, que las conversaciones después del café no volverán a ser las mismas porque llegarás a un nivel donde se tornarán incómodas tanto para ti como para los oyentes. Sin embargo, no estoy para desanimarles, todo lo contrario, estoy aquí para alentarles y por eso déjenme contarles una historia sobre una madre que viajaba en un taxi con su hijo de dos años. Ella sabía que tenía la oportunidad de compartir el evangelio con el señor taxista, pero ella estaba sentada en silencio, hasta que su hijo empezó a cantar fuerte en el auto, Jesús me ama, entonces ella decidió hacerlo a pesar de su miedo. Esto fue el inicio para que pudiera hablar con el taxista sobre Jesús. ¿No les parece algo maravilloso que podamos compartir de Cristo en todo momento donde nos encontremos? Y decir todo lo que Jesús hizo aquí en la tierra, hablar de su muerte y su resurrección.

¿Hay algo más importante que hablar de la vida de Jesús? Yo creo que no, más bien vale la pena no sólo intentarlo sino hacerlo. Sé que pueden pensar que no hay tiempo, que no hay el lugar correcto, que las personas no son abiertas y así un millón de argumentos; pero hoy te invito a buscar oportunidades para resaltar el ejemplo que el Señor Jesús nos dio. En este punto quiero aclararles que Jesús no sólo fue una buena persona moral, como muchos lo piensan, sino que es nuestro salvador, señor y Dios. Sin embargo, el testimonio de vida que nos dio cuando estuvo aquí en la tierra puede ser muy útil para que los demás comprendan que se puede vivir una vida consagrada a Dios, una vida con sentido y felicidad, aun en medio del ajetreo diario.

En los pasajes como cuándo Jesús calmó la tempestad se evidencia que Dios tiene el control de nuestros problemas, cuando Él se encontraba en medio de una multitud y una mujer que llevaba 12 años enferma a causa de un sangrado y toca su manto; entonces se da la vuelta y le presta atención. En este caso, comprendemos que el Señor tiene cuidado de nuestra vida, que nos estima de una manera especial.

Por ejemplo, cuando alguna persona esté pasando por momentos difíciles ¡cómo no contarle la historia entre Jesús y la mujer a la cual iban a apedrear! y decirle que, aunque todo parezca perdido, siempre habrá nuevas oportunidades.

Nunca olvides que Dios es grande y misericordioso que busca lo mejor para sus hijos. Por eso al enviar a Jesús, no solamente lo hizo con el propósito de salvarnos que eso ya es grandioso, sino que vino como hombre como un ser humano más para enseñarnos a identificarnos con Él, con su belleza humana, con su humildad, con su servicio a los demás y también con la victoria frente a las tentaciones y pruebas; Él sintió, la tristeza, el dolor y el sufrimiento. Con esto que estoy mencionando, me refiero a que no tenemos un salvador distante que no sabe nada de nosotros. Les estoy hablando de un Rey humilde que estaba íntimamente enterado de todo lo que enfrentamos en nuestras vidas porque Él se identifica con todo esto. Por ejemplo, si en este momento o en algún momento te has sentido rechazado, déjenme decirles que Jesús fue rechazado también, así que Él entiende perfectamente lo que estas sintiendo en este momento.

Ahora les invito a que escuchen lo que está escrito en Hebreos 4, versículo 15, esto dice: “porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. A través de este versículo quiero retomar en parte la necesidad de enfatizar sobre la gravedad del pecado en nuestra vida que nos separa de nuestro creador y no permite que tengamos una relación estrecha; pero esta aclaración es porque si no comprendemos que el pecado nos lleva a la muerte espiritual y sus consecuencias, nunca entenderemos la urgencia de tener un encuentro personal con Cristo.

Cada vez que tomamos un enfoque informal del pecado en una conversación, aligeraremos el significado de la cruz y si queremos que la gente vea cuán hermosa es la cruz, de lo que debemos hablar es acerca de cuán letal es el pecado. Pero, quizá se pregunten: ¿si estamos hablando de las buenas nuevas, por qué hablar del pecado que causa muerte? Y pueda que este tema dentro de una conversación pudiera parecer muy fuerte para la otra persona, lo sé. Pero ante eso, déjenme contarles que hace una semana un joven lo hizo en su oficina, al principio pensó que no debió haber mencionado sobre el tema, pero ya lo había hecho. Después de unos días uno de sus compañeros se le acercó y le dijo: Tengo algunas preguntas sobre lo que nos compartiste el otro día. Con esta pequeña anécdota, vemos que cuando una persona se arriesga por contar todo sobre Jesús, el mismo prepara el corazón de los otros para que puedan recibirlo.

Obviamente, el hablar del pecado no quiere decir que nos quedemos en eso, sino que debemos ir más allá. Hablar sobre el pecado significa hablar de la gracia, la misericordia y la gratitud a Jesús por lo que hizo en la cruz. De hecho, si nosotros nos fortalecemos y lo contamos a las personas del trabajo, a vecinos, les vamos a animar a estar también agradecidos por la libertad que trae Cristo a sus vidas. Así que, no dudes más y empieza a mencionar cómo Cristo resucitó de los muertos.

Ahora, puede que se pregunten: “estoy lleno de dificultades familiares, profesionales, y personales, ¿cómo se supone que debo hablarles de esperanza? Mira, cuando pensamos que no hay esperanza, estamos menoscabando el evangelio porque este es esperanza. De hecho, no sé si les ha pasado, pero cuando conocemos de la Biblia, cuando conocemos del evangelio, entonces tenemos la certeza de que por más difícil que fuere una situación sabemos que Dios tiene todo bajo control y eso nos da esperanza para continuar. Al experimentar esto, podemos llevar este mensaje a otros para que lo vivan de igual manera y en el hipotético caso de que ellos se pregunten: ¿qué pasa si realmente no hay ninguna esperanza que supere este cáncer o este obstáculo?, pues es ahí donde ustedes y ellos deben recordar que la esperanza no es terrenal sino eterna. Tenemos una esperanza que trasciende la muerte.

En todo este tiempo hemos estado compartiendo historias sobre cómo hablar el evangelio con las personas a nuestro alrededor que están pasando por algún tipo de dificultad. Esto parecía ser un hilo común para usar el lenguaje de esperanza. Para algunos de ustedes ha sido su familia por el que han estado orando durante años, hermanos que se han apartado de Dios y ahora se encuentran al final de sí mismos, sin embargo, les tienen a ustedes para mostrarles el camino de la vida, la bendición y la restauración.

Tal vez han escuchado muchas historias que les han conmovido, pero nunca está demás unas cuantas más. Así que permítanme contarles algunas de ellas. Alguna vez un hermano en la fe contó sobre la vida de su hermano quien había sido esclavo de las drogas y el alcohol durante 20 años, pero en los últimos seis años estos hermanos interrumpieron la comunicación. Un día en que se encontraron, él le preguntó si alguna vez se había sentido amado y la respuesta fue negativa, el hermano no desaprovechó el momento y le habló sobre el amor incondicional de Cristo y eso causo un cambio radical en la vida de su hermano.

Además, quiero contarles otra historia de un hermano en la fe quien había estaba corriendo en una cinta rodante en el gimnasio cuando vio a una chica al otro lado del camino que reconocía vagamente, aunque nunca se habían visto. Y este miembro de la iglesia dijo, “mientras corría, seguí sintiendo que Dios me estaba diciendo que orara por ella”. Pensó: “No puedo acercarme a ella” pero, sentía la necesidad de hacerlo, entonces no tenía idea de lo que diría o la reacción de ella. Independiente de eso, se le acercó y le preguntó si quería hacer alguna oración y si tenía una petición. Ella simplemente comenzó a llorar y dijo que sí, salieron, empezó la conversa y oraron juntos. Ella sentía que su vida se desmoronaba y lo único que necesitaba era a Dios. Después él entendió que no había sido algo al azar, sino que era parte del plan de Dios.

Bien, estas dos historias, nos muestran que debemos aprovechar las dificultades de las personas, no porque nos alegremos de ello, sino porque a través de esas experiencias, ellos logran entender la necesidad de buscar a Cristo. Y encuentran esperanza en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

En la Biblia está escrito que nos regocijamos en todo tiempo, aún en la adversidad porque Cristo ha vencido a la muerte. ¡Así que no te preocupes! Cuando esto se hace realidad en nosotros, vemos y actuamos de diferente manera, por ejemplo, si hablamos sobre el cáncer lo hacemos con alegría y esperanza; si hablamos sobre el dolor o sobre arriesgar la vida para ir a las naciones lo hacemos de la misma manera, con auténtica alegría, y cuando eso sucede, entonces la gente comienza a preguntarse ¿qué pasa? Y es porque estamos hablando de una permanente sensación de confianza y alegría porque Cristo ha resucitado y ahora, sabemos que la muerte es ganancia y el vivir es Cristo.

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