El viaje no fue del todo placentero

Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía, hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios nos quiere decir acerca de esto.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie: La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu Santo. En nuestro último estudio bíblico, dejamos a Pablo en calidad de prisionero en el pretorio romano en Cesarea, esperando ser trasladado a Roma para ser juzgado en el tribunal de César, quien por ese entonces era el temible Nerón. No se sabe exactamente cuánto tiempo tuvo que esperar Pablo en Cesarea, pero eventualmente llegó el momento de partir. El viaje no fue del todo placentero y sobre esto trata el estudio bíblico de hoy. Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 27 a partir del versículo 1.

Lo primero que notaremos es el relato del primer tramo del viaje a Roma. Hechos 27:1-5 dice: Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia.

El uso de la primera persona de plural, nosotros, indica que Lucas, el escritor estaba junto a Pablo. Siendo médico, es posible que Lucas se haya ofrecido voluntariamente acompañar a Pablo en su prisión como su médico personal. También era parte del grupo Aristarco, un discípulo de Pablo, quien era macedonio y se congregaba en la iglesia de Tesalónica. Pablo ciertamente estaba privado de su libertad, pero siempre podía contar con el Padre, con el Hijo, con el Espíritu Santo y con cercanos colaboradores como Lucas y Aristarco. Las autoridades romanas en Cesarea determinaron la fecha de partida e hicieron los arreglos correspondientes, entre los cuales estaba el entregar a Pablo y a otros presos al cuidado de un centurión llamado Julio, miembro de la compañía llamada Augusta. Cuando Lucas habla de otros presos, utiliza un lenguaje que denota que eran presos de otra clase, tal vez se trataba de hombres que iban a ser ejecutados en Roma. De ser así, no habrá sido nada placentero para Pablo viajar en compañía de esas personas, pero por otro lado, por el hecho que Pablo hablaba de Cristo a todos los que tenía cerca, no había duda que debe haber compartido el evangelio con estos sentenciados a muerte y tal vez algunos de ellos hallaron perdón de pecados justo antes de salir de este mundo. El centurión Julio y las personas que estaban bajo su cuidado, abordaron en Cesarea una nave Adramitena que tenía previsto tocar los puertos de Asia. Esto de Adramitena, tiene que ver con el origen de la nave. Era de Adramitio, puerto en la costa Oeste del Asia Menor, en lo que hoy es Turquía, al Sur de Troas. Al siguiente día, la nave arribó a Sidón, en donde el centurión Julio permitió que Pablo, probablemente con la custodia de un guardia, desembarque y visite a los creyentes que había en esa ciudad. Debe haber habido mucho gozo entre los creyentes de Sidón al ver a Pablo, a pesar de estar en cadenas. En su debido tiempo, Pablo abordó nuevamente la embarcación y ésta navegó a sotavento de Chipre por cuanto los vientos eran contrarios. Los fuertes vientos del inminente otoño venían del Nor Oeste, haciendo difícil con el viento en proa, el manejo de una embarcación costera en pleno océano. Así que el barco zarpó para navegar en torno al extremo oriental de Chipre, donde tenía cobijo y avanzó hacia el Norte para alcanzar las costas de Cilicia y Panfilia, donde giraría después hacia el Oeste, bordeando la costa por una gran distancia. Así llegaron a Mira, ciudad de Licia. En segundo lugar encontramos el relato de la segunda etapa del viaje de Pablo a Roma. Aquí es cuando se produjo el naufragio. Consideremos primero los antecedentes del naufragio. Hechos 27:6-20 dice: Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.

La nave Adramitena no prestaba garantías para navegar en mar abierto o tal vez no tenía previsto navegar hasta Roma y por eso, Julio, el centurión romano se vio forzado a buscar otra embarcación en Mira. Fue así como encontró una nave Alejandrina que justo zarpaba hacia Roma. Naturalmente, el centurión y los presos bajo su custodia, incluido Pablo y sus ayudantes, se embarcaron en esa nave. Las naves Alejandrinas se armaban en Egipto. Eran enormes embarcaciones diseñadas para transportar tanto pasajeros como carga. En la que Julio se embarcó con Pablo y con los otros, había 276 pasajeros y muchas toneladas de trigo. Roma dependía de Egipto para su provisión de cereales y por tanto el gobierno romano trataba con mucha consideración a estas embarcaciones. Los fuertes vientos hacían difícil la navegación, de modo que se requirió de muchos días para cubrir los aproximadamente 200 km. que separaban a Mira de Gnido. Estando frente a Gnido, el piloto de la nave giró hacia el sur-suroeste, hacia Creta, frente a Salmón. Con mucha dificultad, la nave costeó la isla de Creta y arribó a Buenos Puertos cerca de la ciudad de Lasea. La nave se quedó bastante tiempo en este puerto esperando vientos favorables para zarpar. Esos vientos favorables nunca llegaron. Mientras esperaban, llegó y pasó la fiesta judía del Yom Kipur o el día de expiación, la cual caía a fines de Septiembre y comienzos de Octubre. Todos los marineros sabían que la navegación entre mediados de Septiembre a mediados de Noviembre era muy riesgosa e imposible hasta Febrero. Lo más sensato hubiera sido que la nave alejandrina se quede en Buenos Puertos mientras dure el mal tiempo. Al menos, eso era lo que Pablo aconsejaba. Sin ser marinero, Pablo exhortaba diciendo: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. No es que Pablo hubiera tenido una visión o alguna revelación especial proveniente de Dios, sino simplemente el sentido común, que lamentablemente es el menos común de los sentidos, tal cual como lo demostraron el piloto y el patrón del navío. Julio tuvo que decidir entre lo que decía Pablo y lo que decían el piloto y el patrón del navío. El factor decisivo fue la incomodidad en Buenos Puertos. La decisión que se tomó resultó ser trágica. Acordaron zarpar de Buenos Puertos y navegar hasta el puerto de Fenice en la misma isla de Creta, donde había mejores condiciones para invernar. Este puerto miraba al nordeste y al sudeste. Teniendo una brisa del sur y pensando que eso era justamente lo que necesitaban, levaron anclas e iban costeando Creta. Aquí es cuando comenzó la debacle. No mucho tiempo después se levantó sobre el mar un viento huracanado llamado Euroclidón. Esta palabra viene de Euros que significa viento del este y la palabra en latín aquilo que significa viento del norte. Este era un viento muy temido por los marineros de aquella época. Los marineros hicieron todo lo posible para controlar la nave, pero fue imposible, de modo que el navío quedó a merced del viento. En algún momento divisaron la pequeña isla de Clauda a unos 37 Km al sur oste de Creta. Probablemente el esquife estaba siendo remolcado y ya comenzaba a llenarse de agua y por eso tuvieron que recogerlo con dificultad. El esquife es el barco pequeño que llevaban en el navío para saltar a tierra y para otros usos. Una vez subido a bordo, los marineros amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo. Temiendo que fueran a encallar en los bancos de arena de la Sirte, echaron el ancla flotante y dejaron el barco a la deriva. La Sirte es una región de bancos de arena hacia las costas de Africa, la cual ha sido tumba de muchas embarcaciones. Al día siguiente, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos del barco. Lucas registra que como pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas, y la tempestad seguía arreciando, perdieron toda esperanza de salvarse. En nuestro próximo estudio bíblico veremos cual fue el desenlace de este episodio. Espero su compañía.

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