El apóstol Pablo termina su carta

Qué gozo es estar nuevamente junto a usted amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando la Epístola de Pablo a los Colosenses, en la serie titulada: La supremacía de Cristo. Esta es una ocasión especial, primeramente porque tenemos el privilegio de escudriñar la palabra de Dios, luego porque usted está en nuestra sintonía y por último, porque hoy terminamos el estudio de esta maravillosa carta. Damos gracias sinceras a nuestro buen Dios quien nos ha permitido llegar al final de este estudio bíblico. Gracias también a usted, amiga, amigo, por haberme acompañado todo este tiempo. Gracias por sus oraciones y por su aporte económico para poder continuar con este ministerio. Que la honra y la gloria sean para el Señor.

Si tiene una Biblia a la mano, le invito a abrirla en Colosenses, capítulo 4 versículos 15 a 18. Con estos cuatro versículos, el apóstol Pablo termina su carta y en ellos deja instrucciones para los Colosenses, indicaciones para Arquipo e información para todos en general. Veamos en primer lugar las instrucciones para los Colosenses. Colosenses 4:15-16 dice: Saludad a los hermanos que están en Laodicea,  y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.
Col 4:16  Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros,  haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses,  y que la de Laodicea la leáis también vosotros.
La instrucción final a los Colosenses comprendía dos aspectos. El primero: Saludar. El saludo era para los hermanos que se congregaban en el nombre de Cristo en la ciudad de Laodicea, la cual estaba muy cerca de Colosas. En esta ciudad vivía un creyente que se llamaba Ninfas, en cuya casa se congregaban en el nombre de Cristo un grupo de creyentes. Era la iglesia local en Laodicea. En el primer siglo, los creyentes se congregaban en casas. Aun en nuestro tiempo, muchas iglesias locales se inician de esta manera, en casas de hermanos de buen corazón que deciden sacrificar algo de su comodidad con la finalidad de prestar su casa para realizar las reuniones de la iglesia. La costumbre de reunirse en templos específicamente construidos para este fin, no comenzó sino cuando terminó la persecución a la iglesia cristiana, allá por el final del tercer siglo. A decir verdad, no importa en absoluto el lugar donde se congreguen los creyentes, ya sea en una casa o un templo, lo que importa es que Cristo sea el centro de la comunión de los creyentes y que la palabra de Dios sea expuesta y practicada. El segundo aspecto de las instrucciones a los Colosenses era que la carta de Pablo a ellos, los Colosenses, sea también leída en la iglesia de Laodicea y que otra carta que Pablo escribió a los creyentes en Laodicea, sea leída en la iglesia en Colosas. Se trataba entonces de un intercambio de cartas de Pablo entre Colosas y Laodicea. El gran anhelo de Pablo era que los creyentes escuchen y entiendan la palabra de Dios. El verbo que se ha traducido como “leer” significa en realidad leer en voz alta. En ese tiempo no había copias de una carta para cada creyente en particular, por tanto era vital que las cartas se lean en alta voz de modo que todos puedan escuchar, entender y poner en práctica lo que habían oído. En 1 Timoteo 4:13 Pablo exhorta a Timoteo que se ocupe en la lectura. En este caso también, la idea es que Timoteo lea la palabra de Dios en voz alta. Es importante que la palabra de Dios sea leída en voz alta en todo lugar, tanto más en las reuniones de la iglesia local. No hay ningún problema con entender que la carta a los Colosenses habrá sido leída en la iglesia de Laodicea, pero ¿Qué de la carta a los de Laodicea? ¿Será que falta una carta de Pablo, la escrita a los de Laodicea, en nuestras Biblias? No. De ninguna manera. Recordemos que lo que fue inspirado por Dios fueron los escritos originales, mas no los autores. Pablo debe haber escrito cientos de cartas, siendo que era un prolífico escritor, pero no todas las cartas que escribió Pablo fueron inspiradas por Dios. Varias de ellas fueron inspiradas por Dios y son las que se incluyen en el Nuevo Testamento. Esto nos lleva a pensar que la carta de Pablo a los de Laodicea no fue inspirada por Dios y por esa razón no ha sido incluida en el Nuevo Testamento. Pero para algunos estudiosos de la Biblia, la carta de Pablo a los de Laodicea, tal vez era la carta de Pablo a los Efesios, por cuanto en esta carta, en algunos manuscritos antiguos, no aparece la palabra Efeso en el primer versículo del capítulo 1, dando a entender que en realidad se trataba de una carta circular, para ser leída en varias iglesias locales. Además en la epístola de Pablo a los Efesios no se saluda a nadie en particular, lo cual reforzaría el concepto que se trataba de una carta circular para ser leída en varias asambleas locales y no en una en particular. Nada de esto se puede comprobar totalmente, por tanto no se puede ser dogmático en cuanto a ello. Lo cierto es que el Nuevo Testamento no contiene una epístola de Pablo a los de Laodicea. Pasemos ahora a las indicaciones para Arquipo. Colosenses 4:17 dice: Decid a Arquipo:  Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor.
Arquipo era natural de Colosas, probablemente hijo de Filemón y Apia. Arquipo estaba dedicado a la obra del Señor en Colosas. Quizá Arquipo se encontraba algo desanimado por la amenaza de los falsos maestros gnósticos en la iglesia en Colosas y por eso Pablo le exhorta a continuar fielmente con el ministerio. Es una realidad que los que estamos en la obra del Señor, de vez en cuando nos desanimamos ante la oposición de los falsos maestros, o ante las pruebas, o ante la falta de fondos para realizar el ministerio, o ante la falta de interés de los hermanos en la fe, a quienes tenemos la solemne responsabilidad de pastorear. Bien nos viene por tanto, solamente mentalmente sustituir el nombre de Arquipo de este versículo por nuestro propio nombre, para que el texto lea, por ejemplo, en mi caso, así: David Logacho, mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor. El versículo tiene ahora un sabor personal. Es Dios mismo hablándome mediante su palabra y diciéndome: Mira, observa detenidamente, despierta de tu letargo. Cumple el ministerio que has recibido del Señor. No importa lo que suceda alrededor. Tu tarea es cumplir con lo que Dios te ha dado para hacer. El verbo cumplir, conlleva la idea que Dios trabaja en nosotros y por medio de nosotros para lograr los propósitos que él mismo ha pre establecido para nosotros. Pablo recordó a Arquipo que su ministerio ha sido dado por el Señor y que él es simplemente un mayordomo de algo que algún día tendrá que dar cuentas al Señor. El ministerio no es algo que nosotros hacemos para Dios, sino algo que Dios hace por medio de nosotros. Se espera por tanto que seamos fieles. Llegamos finalmente a la información para todos en general. Colosenses 4:18 dice: La salutación de mi propia mano,  de Pablo.  Acordaos de mis prisiones.  La gracia sea con vosotros.  Amén.
Pablo tenía la costumbre de dictar sus cartas a un secretario. A lo mejor por la dificultad que representaba el escribir estando encadenado, o quizá porque le estaba fallando la vista como generalmente se asume. Pero al final de dictar la carta a los Colosenses, parece que Pablo pidió la pluma a su secretario y escribió su nombre: Pablo. Era como poner una rúbrica a un documento importante. Los receptores de la carta sabían a ciencia cierta que fue Pablo el autor intelectual de la carta. Pablo termina con dos pensamientos. Primero: Acordaos de mis prisiones. Pablo está pidiendo a los creyentes de Colosas que oren por él. No debe haber sido nada fácil para Pablo estar en prisión y necesitaba de las oraciones de otros creyentes para soportarlo con gozo. En segundo lugar, expresaba el deseo más caro de su corazón: Que la gracia sea con vosotros. Amén. Hermosa manera de terminar una carta. Todo lo grandioso que el creyente posee en Cristo, no es algo que el creyente merezca. Es algo inmerecido, es gracia. Así terminamos el estudio de esta fascinante carta. Confío en el Señor que los que ya conocen a Cristo como Salvador, se hayan sentido motivados al saber que Cristo es todo lo que el creyente necesita para estar bien con Dios. Los creyentes no debemos andar buscando cosas adicionales para sentirnos bien. Lo que debemos hacer es apropiarnos de lo que ya tenemos y así nos sentiremos siempre bien. Confío en el Señor que los que todavía no han recibido al Señor Jesucristo como su Salvador, puedan mirar a Cristo con los ojos de la fe y lo vean muriendo en una cruenta cruz por los pecados de ellos. Que esta mirada les mueva a ir a Cristo y recibirlo como Salvador personal. El Señor Jesús ha dicho en su palabra: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. No espere más amiga, amigo oyente. Venga a Cristo hoy.

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