Características de un andar sabio

Saludos cordiales amable oyente. Es un gozo para mí compartir este tiempo junto a usted. Quiero darle la bienvenida al estudio bíblico de hoy. De un buen tiempo a esta parte venimos estudiando el libro de Efesios, en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. Espero que la exposición de las gloriosas verdades de Dios en el libro de Efesios esté edificando su vida espiritual. En nuestro último estudio bíblico, Pablo exhortó a los creyentes a no participar con los incrédulos en sus obras impías, debido a tres razones fundamentales. La primera, porque la esencia del creyente es muy diferente a la esencia del incrédulo. El creyente es luz, el incrédulo es tinieblas. La segunda, porque la manifestación del Espíritu que mora en el creyente es muy diferente de la manifestación de la carne en el incrédulo. La tercera, porque simplemente la luz no puede convivir con las tinieblas. Ambas cosas se excluyen. En el estudio bíblico de hoy, Pablo sigue en la misma línea de pensamiento y nos exhorta a andar como sabios dándonos las características de un andar sabio.

Gracias al Señor por su bendita palabra. Es maravilloso tener a nuestra disposición la guía sin igual para vivir como a Dios le agrada en este mundo. En la porción bíblica para nuestro estudio de hoy, la cual se encuentra en Efesios 5:15-17 encontramos un mandato. El apóstol Pablo va a enunciar el mandato y después va a explicar el mandato. Veamos pues el mandato enunciado. Efesios 5:15 dice: Mirad,  pues,  con diligencia cómo andéis,  no como necios sino como sabios,
El versículo comienza con la frase: Mirad, pues. La orden de Pablo tiene su fundamento en Efesios 5:8 donde dice: Porque en otro tiempo erais tinieblas,  mas ahora sois luz en el Señor;  andad como hijos de luz
A esto se refiere la conjunción “pues” de la frase: Mirad pues con la que comienza el texto que estamos analizando. En otras palabras, lo que Pablo está diciendo es: Porque ya no sois tinieblas, creyentes, sino luz, andad como hijos de luz, por tanto, mirad con diligencia como andéis. El mandato en sí mismo es a mirar con diligencia. Mirar con diligencia significa tomar en cuenta con precisión las normas establecidas. Lo que tenemos que mirar con diligencia es nuestro andar. Esto no se refiere a nuestra forma de caminar, sino a nuestra forma de vivir. Pablo está hablando en sentido metafórico cuando habla de andar. Existen dos formas de vivir, la una es la del necio. Esta forma de vivir se origina en una mente vacía, es la forma de vivir que produce todo tipo de pecador, es la característica del estilo de vida de un incrédulo. La otra forma de vivir es la del sabio. El sabio es aquel que vive como un hijo de luz, comprobando lo que es agradable al Señor. Interesante que Pablo está exhortando a los hijos de luz, esto es a creyentes, a que no vivan como los necios o como hijos de las tinieblas. Esto nos dice entonces, y la realidad lamentablemente lo ratifica, que existe la posibilidad de que haya creyentes sinceros, pero que están viviendo como si fueran incrédulos. El mandato de Pablo es: Mire con mucho cuidado, no ande como un necio. El necio va en la dirección que sople el viendo, no importa cual sea. Es como una oveja que sigue a las demás ovejas sin saber hacia donde va. El sabio marca su curso, eleva sus velas y mueve el timón hasta llegar al puerto. Después de enunciar el mandato a mirar con diligencia como debemos andar, Pablo va a explicar como es el andar del sabio. Por esto tenemos el mandato explicado. ¿Cómo podemos saber si estamos andando sabiamente? Hay dos indicios que nos van a enseñar si estamos andando sabiamente. El primero está en Efesios 5:16. La Biblia dice: aprovechando bien el tiempo,  porque los días son malos.
El primer indicio es: Aprovechar el tiempo. Esta frase traducida literalmente significa comprar para uno mismo las oportunidades. Pablo está hablando de apropiarse de cada oportunidad disponible para hacer la voluntad de Dios. Lo que pasa es que la vida es tan corta y las oportunidades tan escasas, que dejar pasar una sola es como perderse del único tren que puede llevarnos a nuestro destino. La razón para aprovechar bien el tiempo es porque los días son malos. Quizá esto se refería a la persecución que empezaba a tomar forma en los días de Pablo. A la luz de esto, cuán absurdo es desperdiciar las oportunidades de hacer lo bueno, porque esas oportunidades podrían ser quitadas por el avance del pecado en la sociedad. Hoy vivimos en plena libertad para anunciar el evangelio, aprovechemos la oportunidad para hacerlo, quien sabe si mañana será igual, o si la muerte o algún cambio en la sociedad nos impida anunciar la verdad del evangelio. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, dice el viejo refrán. Haz la voluntad del Señor hoy, el mañana nunca puede llegar, diríamos parafraseando un poco aquel refrán. Un segundo indicio para saber si estamos andando como sabios es estar haciendo la voluntad del Señor. Efesios 5:17 dice: Por tanto,  no seáis insensatos,  sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
Por cuanto debemos aprovechar el tiempo, no podemos ser insensatos, esto es desperdiciar las pocas oportunidades que Dios nos da para hacer su voluntad. Se vive sólo una vez en la tierra, no habrá otra vida en la tierra, como sostienen los que creen en la reencarnación, para tener otra oportunidad de hacer lo que es agradable al Señor. En lugar de ser insensatos, debemos ser entendidos. La palabra entendido significa experto. Tenemos que ser expertos. Expertos ¿en qué? De cual sea la voluntad del Señor. Para esto, necesitamos primeramente conocer la voluntad del Señor. La voluntad del Señor no se manifiesta hoy en día a través de sueños, ni visiones, falsos profetas, falsos apóstoles, ni ningún otro tipo de experiencia sobrenatural. La voluntad de Dios ha sido ya dada a conocer en su Palabra, la Biblia. Para conocer la voluntad de Dios, lo que hace falta hacer, amable oyente, es oír, leer, estudiar, meditar y memorizar la palabra de Dios. En la palabra de Dios se puede distinguir al menos seis elementos de la voluntad de Dios. La voluntad de Dios es salvar al pecador. 2 Pedro 3:9 dice: El Señor no retarda su promesa,  según algunos la tienen por tardanza,  sino que es paciente para con nosotros,  no queriendo que ninguno perezca,  sino que todos procedan al arrepentimiento.
La voluntad de Dios es que oremos y demos gracias al Señor en todo. 1 Tesalonicenses 5:17-18 dice: Orad sin cesar.
1Th 5:18  Dad gracias en todo,  porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
La voluntad de Dios es nuestra santificación. 1 Tesalonicenses 4:3 dice: pues la voluntad de Dios es vuestra santificación;  que os apartéis de fornicación;
La voluntad de Dios es que hagamos el bien. 1 Pedro 2:15 dice: Porque esta es la voluntad de Dios:  que haciendo bien,  hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos;
También, algo que tal vez no nos agrada mucho oír, la voluntad de Dios es que padezcamos por hacer el bien. 1 Pedro 3:17 dice: Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien,  si la voluntad de Dios así lo quiere,  que haciendo el mal.
Por último, la voluntad de Dios es que seamos llenos del Espíritu Santo. Efesios 5:18 dice: No os embriaguéis con vino,  en lo cual hay disolución;  antes bien sed llenos del Espíritu,
En resumen, Pablo enunció un mandato. Mirad pues con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios. Luego Pablo explicó el mandato. Andar como sabios implica aprovechar el tiempo y hacer la voluntad de Dios. ¿Estamos andando como sabios? Si es así, entonces debemos estar aprovechando cada oportunidad para hacer la voluntad del Señor, y debemos ser expertos en esto. Que el Señor le bendiga.

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