Dos graves peligros

Qué gozo poder encontrarme con usted nuevamente a través de las ondas radiales de esta emisora amiga. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el libro de Efesios en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. En nuestro último estudio bíblico, vimos que los creyentes, quienes somos hijos de Dios, debemos imitar a Dios nuestro Padre en la pureza. Una vida contaminada por la impureza sexual no es compatible con el carácter cristiano. La pureza en lo sexual es un blanco preferido por Satanás para causar un terrible daño a la obra de Dios. Con demasiada frecuencia se escucha de casos en los cuales la indulgencia sexual fue el motivo para la desintegración de hogares, la destrucción de iglesias y el descrédito de la obra de Dios. Por esto reviste tanta importancia no sólo entender sino practicar el principio de la pureza sexual en la vida de un creyente y el apóstol Pablo ha sido muy franco y directo al ordenar que los pecados sexuales ni siquiera se debería nombrar entre los creyentes, peor practicarlos. Es triste ver cuan fácilmente algunos creyentes caen en las garras de la inmoralidad. Muchos de ellos fueron víctimas del engaño. El pecado sexual prometió tanta satisfacción a tan bajo precio pero el resultado fue una fugaz satisfacción a un precio extremadamente alto. Esta es la razón para que en el pasaje bíblico que vamos a estudiar el día de hoy, Pablo nos advierta de dos graves peligros.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Efesios en el capítulo 5 versículos 6 y 7. En este pasaje bíblico el apóstol Pablo nos va a advertir sobre dos peligros que acechan cual león rugiente a todo creyente. El primero es el peligro de ser engañado con palabras vanas. Efesios 5:6 dice: Nadie os engañe con palabras vanas,  porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.
Pablo está hablando de los pecados sexuales que mencionó en el capítulo 5 versículo 3 y está diciendo: Cuidado, no se dejen engañar con palabras vanas. ¿Cómo puede un creyente ser engañado con palabras vanas a cometer un pecado sexual? Pues por medio de las palabras vanas pronunciadas por otros creyentes o incrédulos. El razonamiento que esgrimen, palabras más palabras menos, sería como lo siguiente: Todos tenemos deseos, el deseo sexual no es pecado, Dios nos lo ha dado deseo sexual para que lo disfrutemos, de modo que no tengas miedo de tener relaciones sexuales con cualquier mujer, aun cuando tú seas casado. Esto es un ejemplo de lo que el apóstol Pablo llamaría palabras vanas. Vano significa algo vacío, algo sin sustancia, algo sin verdad ni realidad. Para un creyente maduro no será difícil detectar la falacia del razonamiento que pusimos como ejemplo, porque Dios ha establecido en su palabra el principio para el uso del sexo, y esto es entre un hombre y una mujer, quienes previamente se han casado. Pero un creyente inmaduro o débil puede llegar a creer en este vano razonamiento y caer en el pecado con las funestas consecuencias que pueden resultar. Así es amigo oyente, siempre van a existir personas a nuestro lado que están listas para arrojar sobre nosotros un torrente de razonamientos huecos tratando de hacernos caer en pecados que atentan contra nuestra pureza sexual. Tiempo atrás una joven creyente, con lágrimas en los ojos, fue a la oficina de su pastor. Era soltera, pero estaba embarazada, y su novio se había esfumado cuando supo que ella estaba embarazada. Entre sollozos, la joven no dejaba de pronunciar: Pero dijo que me amaba… Dijo que nos casaríamos… Dijo que nunca me dejaría… ¡Qué doloroso! ¿verdad? Esta es la cara fea del pecado que no se la ve antes de cometerlo. El pecado promete mucha felicidad pero a la larga sólo trae angustia, dolor, desesperación. Por eso el apóstol Pablo exhorta con las siguientes palabras: Nadie os engañe con palabras vanas. La mejor prueba de que hay engaño en las palabras vanas de los que intentan hacernos caer en los pecados sexuales es que pretenden hacernos creer que Dios no nos va a castigar si cometemos tales pecados. Pero la Biblia es clara cuando afirma que por estas cosas, los pecados sexuales, viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No crea, amable oyente, que va a salir bien librado después de cometer cualquier pecado sexual. Algún día va a ser juzgado por Dios y si no se arrepiente y se aparta, recibirá el justo castigo de Dios. No se deje llevar por la idea de que no pasa nada cuando se cae en la inmoralidad sexual. Lo prudente es reconocer su pecado y apartarse de ese pecado. Como resultado, Dios será amplio en perdonar al pecador. Proverbios 28:13 dice: El que encubre sus pecados no prosperará; 
 Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Es interesante notar el calificativo que Pablo da a los que cometen pecados sexuales. Les llama hijos de desobediencia. Esto significa que su padre es el primer desobediente del universo, Satanás. Hijos de desobediencia se podría también entender en el sentido que su naturaleza es la desobediencia. Siendo hijos de desobediencia se resisten a obedecer el Evangelio, las buenas nuevas de salvación en Cristo y de esa manera avanzan raudamente a su castigo eterno. El primer peligro que enfrentamos los creyentes es ser engañados con palabras vanas para desobedecer a Dios y cometer pecados sexuales. Pero Pablo también nos habla de otro peligro que enfrentamos los creyentes. Es el peligro de enredarnos en los pecados sexuales que cometen otros. Tal vez no sea una participación directa en los pecados que Pablo describe en su carta, sino más bien una participación indirecta. Observe lo que Pablo dice en Efesios 5:7 No seáis,  pues,  partícipes con ellos.
La palabra partícipe indica complicidad en un acto inmoral o ilegítimo. Lo que Pablo está diciendo, entonces es: No sea cómplice de alguien que vive practicando pecados sexuales. La Biblia condena a quien practica pecados sexuales y también a sus cómplices. Si usted sabe de un creyente que ha caído en algún pecado de inmoralidad sexual, no se quede callado. Hable con ese creyente animándole a reconocer su pecado y apartarse del mismo. Si el creyente en pecado lo hace, habrá ganado a su hermano, si no lo hace, vaya con dos o tres testigos y confronte al hermano en pecado. Si reconoce su pecado y se aparta, habrá ganado a su hermano, si no, lleve el caso a la iglesia, hable con los ancianos o pastores y si aun en esta instancia el hermano en pecado se resiste a arrepentirse y apartarse, entonces la iglesia debe separar a este hermano de la comunión de la iglesia. Los creyentes debemos ser muy celosos para no participar en nada que tenga que ver con algún desliz moral. Esto es difícil de practicar en un mundo tan corrupto como en el que vivimos los creyentes, pero tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para alejarnos de los que tercamente cometen todo tipo de inmoralidad sexual. No nos expongamos innecesariamente al peligro de caer en la tentación sexual. Hoy en día, por ejemplo, es inconcebible la carga de inmoralidad sexual que se presenta en la mayoría de programas de televisión, en el cine, en la literatura. Evitemos tener parte en esta poderosa industria inmoral. Cuidado con lo que mira en la televisión amable oyente. Cuidado con lo que entra por sus ojos cuando está en el cine. Cuidado con lo que ve y lee en libros, revistas, periódicos. Si bien es cierto que no está cometiendo esos actos inmorales, sin embargo está siendo partícipe con los que lo están cometiendo cuando por su propia voluntad se detiene a mirarlos. Y no me diga que como adulto no hay problema con participar en cualquier cosa que hagan los que cometen cualquier pecado de índole sexual. El mandato de Pablo no es sólo para menores de edad sino para todos: No seáis, pues, partícipes con ellos, independientemente de la edad, el género, la época, el lugar y cualquier otra cosa más. Hemos visto que el creyente está expuesto al peligro de ser engañado con palabras vanas y de enredarse en los pecados sexuales que cometen otros. El mandato de Pablo a los creyentes es: Nadie os engañe y no seáis partícipes. Que por su gracia podamos lograr siempre la victoria en nuestra vida de pureza en lo sexual.

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