Una lucha sin cuartel

Es un privilegio para mí compartir este tiempo junto a usted por medio de esta emisora amiga. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es el libro de Efesios en la serie titulada: Las Maravillas de la Gracia de Dios. En nuestro último estudio bíblico vimos una de las maneras como se manifiesta la llenura del Espíritu Santo. Cuando una persona está llena del Espíritu Santo, va a estar dispuesta a someterse a otros. Efesios 5:21 dice: Someteos unos a otros en el temor de Dios.
Una vez un joven se acercó a su pastor y le dijo: Ya no soporto más vivir en mi casa, he decidido huir de mi casa y vivir con un amigo. El pastor preguntó la razón para esta abrupta decisión. El joven respondió: Es que ya no soporto a mis padres. Quieren que todos los días me levante a la hora que ellos se levantan, quieren que haga esto y aquello… ya estoy harto de ellos. Este joven tenía un problema, no quería someterse a sus padres en obediencia. No era que no sabía que debía someterse a sus padres, sino que le costaba mucho hacerlo. Dentro de él había una gran lucha. Por un lado reconocía que debía obedecer a sus padres, pero por otro lado se resistía a hacerlo. Cada uno de nosotros también, tarde o temprano va a descubrir que dentro de nosotros hay una lucha. Una lucha sin cuartel, en la cual el enemigo es muy poderoso y no pocas veces nos ha hecho morder el polvo de la derrota. Es sobre esta lucha que nos habla el apóstol Pablo en el estudio bíblico de hoy.

Si tiene una Biblia a la mano, ábrala en el libro de Efesios capítulo 6 versículos 10 a 12. En toda lucha hay un propósito a conseguir. Cada contendiente busca alcanzar su propósito. En la lucha sobre la cual estamos hablando, el propósito de los contrincantes ha sido establecido en la segunda parte del versículo 11 de Efesios 6. La Biblia dice: para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Lo primero que notamos en esta declaración es la identificación de los contrincantes. Por un lado están los creyentes, redimidos por la sangre de Cristo y por otro lado está el diablo. Luego notamos el propósito de cada uno de los contrincantes. El creyente trata de mantenerse firme. El diablo trata de hacer caer al creyente. Adicionalmente, se presenta el plan de ataque del diablo. El diablo no es un ser repugnante de color rojo, con cuernos en su cabeza, con cola que termina en punta de flecha y un trinche en su mano. Todo lo contrario, el diablo se presenta como un ángel de luz para deslumbrar a sus víctimas. El texto dice que el diablo usa asechanzas. Esta palabra significa astucia, engaño, artimaña. Esta es la razón por la cual, por ejemplo, en la publicidad de bebidas alcohólicas o de cigarrillos, usted nunca va a ver imágenes de una persona ebria tirada en alguna esquina o a un paciente de cáncer pulmonar producido por el vicio al tabaco, agonizando en una cama de hospital. No. Usted va a ver hermosas mujeres y apuestos caballeros, invitando a todos a que se unan a ellos en lo que están haciendo. Luego de identificar a los contrincantes y al propósito de cada uno de ellos, veamos tres detalles de esta lucha. En primer término, la provisión para la lucha. Efesios 6:10 dice: Por lo demás,  hermanos míos,  fortaleceos en el Señor,  y en el poder de su fuerza.
Todo ejército que aspira ganar una guerra debe tener un buen sistema logístico para la fluida provisión de los insumos para la batalla. Una de las tácticas de guerra es cortar el flujo de suministros o pertrechos para la guerra. Si se corta la provisión de material bélico, el ejército quedará abandonado a una muerte lenta pero segura cuando terminen las provisiones disponibles. Al creyente se le invita a fortalecerse en el Señor. El diablo no puede cortar el suministro de fuerza que podemos extraer del Señor y por tanto hay una garantía de victoria para todo creyente. Notemos que es responsabilidad del creyente el fortalecerse. Varias enfermedades presentan como síntoma la falta de apetito y cuando el enfermo no come, poco a poco se va debilitando más y más hasta el punto de fallecer. Al creyente se le ordena comer del Señor para fortalecerse, esto es a alimentarse diariamente de la palabra de Dios. Dijimos que el enemigo al cual enfrenta el creyente es extremadamente poderoso, por esto el creyente necesita tener a su disposición un poder superior al del enemigo si espera salir victorioso. Este poder no reside en el creyente por sí mismo. El poder viene del Señor, quien es el único capaz de superar en fortaleza e inteligencia al diablo y sus huestes. En segundo término tenemos la protección para la lucha. Efesios 6:11 en su primera parte dice: Vestíos de toda la armadura de Dios,
Una vez que el creyente se ha fortalecido en el Señor, entonces puede vestirse de toda la armadura de Dios. La armadura era la vestimenta defensiva de un soldado. Pablo utiliza esta figura para indicar que el creyente necesita estar bien protegido contra el ataque del enemigo. La protección es clave en una batalla y en la batalla espiritual no podría ser de otra manera. En los versículos 13 a 17 de Efesios 6 se hace un recuento minucioso de los elementos que componen esta armadura, lo cual será motivo de nuestro próximo estudio bíblico. Por lo pronto, notemos que la capacidad defensiva viene de Dios, la armadura es de Dios, no es algo que proviene de nosotros mismos, porque si dependemos de nuestra propia armadura estamos expuestos a los ataques despiadados del enemigo. El tercer y último elemento de la lucha es el peleador de la lucha. Efesios 6:12 dice: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne,  sino contra principados,  contra potestades,  contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,  contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Anteriormente ya identificamos al líder de las tropas enemigas. No es un ser humano, a esto se refiere el texto cuando dice que no tenemos lucha contra sangre y carne. El enemigo es el diablo. Diablo significa acusador y es un buen título para él, porque según Apocalipsis 12:7-11 el diablo acusa al pueblo de Dios día y noche ante el trono de Dios. La Biblia dice: Después hubo una gran batalla en el cielo:  Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón;  y luchaban el dragón y sus ángeles;
Rev 12:8  pero no prevalecieron,  ni se halló ya lugar para ellos en el cielo.
Rev 12:9  Y fue lanzado fuera el gran dragón,  la serpiente antigua,  que se llama diablo y Satanás,  el cual engaña al mundo entero;  fue arrojado a la tierra,  y sus ángeles fueron arrojados con él.
Rev 12:10  Entonces oí una gran voz en el cielo,  que decía:  Ahora ha venido la salvación,  el poder,  y el reino de nuestro Dios,  y la autoridad de su Cristo;  porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos,  el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Rev 12:11  Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos,  y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
El diablo también se llama Satanás. Satanás significa adversario, porque él es enemigo de Dios. También se le llama tentador, homicida, mentiroso y maligno. El diablo es un ser creado, tiene un conocimiento limitado, no es omnisciente, mientras más vive más sabe. El diablo sabe más por viejo que por diablo. Tampoco es omnipresente ni omnipotente. Entonces, ¿cómo llega a ser tan poderoso? Es por su bien organizado ejército, el cual está compuesto de principados, ángeles caídos en posiciones de autoridad espiritual, bajo el liderazgo de Satanás. Potestades, otros ángeles caídos que reciben órdenes de los principados, de los gobernadores de las tinieblas de este siglo. Seres angélicos que trabajan para los que están en potestad y por último las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Estos son millones de millones de demonios o ángeles caídos que de una manera muy bien ordenada y efectiva llevan a cabo los designios del diablo a través de los mandos que ya hemos mencionado. Así es mi amiga, mi amigo, nunca subestimemos el poder del diablo. Según el Señor Jesús, el diablo tiene su proyecto de vida. Es triple, hurtar, matar y destruir. No solamente es poderoso, sino hábil y astuto. Todos estamos en una lucha contra él y contra sus siervos, pero fortaleciéndonos en el Señor y vistiéndonos de toda la armadura de Dios, podemos mantenernos firmes, por los méritos de Cristo nuestro Salvador.

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