Manera como Jesús pronunció juicio sobre los escribas y fariseos de su tiempo

Hola mi amiga, mi amigo. Le saluda David Araya y le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. Estamos estudiando el Evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo Rey de reyes y Señor de señores. En instantes más estará con nosotros, David Logacho para continuar mostrándonos la manera como Jesús pronunció juicio sobre los escribas y fariseos de su tiempo.

Es una bendición para mí compartir este tiempo con usted, amable oyente. Que Dios por gracia ilumine nuestra mente para comprender su palabra y aplicarla a nuestro diario vivir. En nuestro último estudio bíblico analizamos cuatro de los ocho juicios que pronunció Jesús en contra de los escribas y fariseos de su tiempo. Hoy vamos a analizar los cuatro restantes. El quinto se encuentra en Mateo 23:23-24. La Biblia dice: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
Jesús fue drástico en su trato a los escribas y fariseos. ¡ay! Es una interjección que denota pena, temor, conmiseración o amenaza. Jesús ataca la hipocresía de los escribas y fariseos. Hipocresía significa ponerse una careta para esconder la verdadera identidad. En esto, Jesús no está reaccionando emocionalmente con ira, sino simplemente, como Dios en forma humana, está informando lo que bien merecido tienen los escribas y fariseos de su tiempo. No olvide amable oyente que por como tres años, Jesús les dio la oportunidad de reconocer su estado espiritual y hallar en él el perdón de sus pecados. Pero los escribas y fariseos endurecieron su corazón y rechazaron a Jesús y su mensaje. Lo único que les queda es recibir el castigo que merecen. La hipocresía de los escribas y fariseos consistía en ocuparse de cosas ínfimas de la ley, cosas que inclusive fueron establecidas por ellos mismos, y descuidar lo más importante de la ley como la justicia, la misericordia y la fe. Fíjese el punto al cual llegaron. La ley dice en Levítico 27:30 que se debe diezmar de la tierra, así de la simiente de la tierra como el fruto de los árboles. Se entendía que esto habla de los cereales, tubérculos y frutas. A ningún momento se menciona específicamente las plantas aromáticas como la menta, el eneldo y el comino, pero en un celo enfermizo por cumplir con la ley, los escribas y fariseos entendieron que debían también incluir las plantas aromáticas. Esto no necesariamente estaba mal, lo malo es que los escribas y fariseos se ocupaban tanto en cosas mínimas como esta, pero no prestaban atención a los asuntos verdaderamente importantes como la practicar la justicia en todos los asuntos de la vida, como practicar la misericordia hacia los desvalidos, como practicar la fe o la total dependencia en Dios. Jesús dice que debemos ocuparnos de las cosas más importantes como la justicia, la misericordia y la fe, pero también de las cosas más pequeñas, como diezmar hasta lo mínimo, la menta, el eneldo y el comino. Por la práctica de los escribas y fariseos, se ganaron la reprensión de Jesús cuando les dijo: Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello. Esta es una manera muy gráfica de describir la conducta de los escribas y fariseos. Algunos escribas y fariseos colaban sus bebidas utilizando una tela como colador, con la finalidad de no tragar algún insecto, no por razones de salud, sino por razones de la ley, porque los insectos alados con cuatro patas eran considerados como animales inmundos según Levítico 11:23, pero incomprensiblemente estaban dispuestos a tragarse algo tan grande como un camello, aunque el camello es también el animal inmundo de mayor tamaño, según Levítico 11:4. ¿Ve lo absurdo de esta conducta? Pero los escribas y fariseos no veían ningún problema. Mucho cuidado amable oyente con imitar la conducta de los fariseos al dedicarse absolutamente a cosas nada importantes de la vida cristiana y descuidar las cosas verdaderamente importantes de la vida cristiana. Luego tenemos el sexto juicio de Jesús sobre los escribas y fariseos. Se encuentra en Mateo 23:25-26. La Biblia dice: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
Los escribas y fariseos se preocupaban únicamente de lo externo y descuidaban lo interno. Por fuera parecían un dechado de virtud, pero en su mente y en su corazón estaban totalmente podridos, llenos de robo y de injusticia. Jesús confronta esta conducta comparándola con un vaso o un plato que ha sido limpiado por fuera, pero al interior tiene todo tipo de suciedad. Nadie osaría beber algo en un vaso que está limpio por fuera y sucio por dentro. Nadie osaría comer algo en un plato que está limpio por la parte de abajo, pero sucio por la parte de arriba, donde se coloca la comida. Pero los escribas y fariseos lo estaban haciendo, en el sentido de aparentar que eran buenos, cuando por dentro eran malos. Jesús dice a uno de ellos: Fariseo ciego. Limpia primero lo de dentro del vaso o lo de arriba del plato, para que también esté limpio lo de fuera del vaso y lo de encima del plato. Cuanta importancia tiene este principio hoy en día. Nada sacamos poniéndonos el traje de espiritualidad para ir a la iglesia el domingo si por dentro estamos con los harapos de una vida de pecado. Si lo hacemos somos como los fariseos ciegos. El séptimo juicio de Jesús sobre los escribas y fariseos está en Mateo 23:27-28. La Biblia dice: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
Este juicio de Jesús sobre los escribas y fariseos es idéntico al anterior, solo con una figura diferente. La figura es un hermoso sepulcro que para embellecerlo ha sido blanqueado. Los que lo miran lo encuentran hermoso. Si embargo, detrás de la hermosa fachada se esconden los restos mortales de una persona. No olvide que los judíos no podían tocar el cadáver de una persona, porque se hacían ceremonialmente inmundos. Por eso, los restos mortales eran repulsivos para los judíos. Pues así eran los escribas y fariseos del tiempo de Jesús. Por fuera lucían ceremonialmente limpios, justos a los hombres, pero por dentro, estaban llenos de hipocresía e iniquidad. Así que, amigo oyente, no cultive sólo lo externo, cultive también lo interno. De otra manera será catalogado por Dios como un sepulcro blanqueado. Puede ser que por un tiempo logre engañar a los hombres, pero puede estar absolutamente seguro que ni por un instante logrará engañar a Dios. Por último tenemos el octavo juicio de Dios sobre los escribas y fariseos. Se encuentra en Mateo 23:29-33. La Biblia dice: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?
En esto se hace muy evidente la hipocresía religiosa de los escribas y fariseos, se morían por homenajear a los profetas que ofrendaron su vida por anunciar el mensaje que Dios les había dado para que prediquen en Israel. Se morían por cuidar los monumentos de aquellos que murieron por causa de la justicia, tal vez hasta organizaban procesiones a los sepulcros de los profetas y a los monumentos de los justos. Una vez allí, vertían lágrimas y a lo mejor golpeándose el pecho decían: Si nosotros hubiéramos estado vivos cuando mataron a tal o cual profeta, o a tal o cual varón justo, nosotros lo hubiéramos evitado, pero lamentablemente como eso no sucedió, nuestros padres, o nuestros antepasados los mataron. ¡Que dolor! ¡Hipócritas! Si ellos hubieran vivido en la época que mataron a los profetas y a los justos, ellos también hubieran estado de acuerdo en su muerte. La prueba de eso es que estaban prestos a matar a Jesús el profeta con mayúscula, el justo con mayúscula. Jesús no se dejó impresionar por la hipocresía de los escribas y fariseos y les dijo: Al admitir que sus antepasados mataron a los profetas y a los justos, ustedes están admitiendo que son hijos de asesinos. Por eso, ustedes son la gota que hace derramar el vaso de la ira de Dios. Jesús termina esta parte con palabras fuertes para los escribas y fariseos: ¡serpientes, generación de víboras! Esto manifestaba la esencia misma del carácter de los escribas y fariseos. Eran peligrosamente mortales como una serpiente venenosa. En un sentido espiritual eran descendientes del diablo, porque la víbora representa al diablo. Su castigo por tanto es bien merecido. Jesús hace la pregunta retórica: ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? No había manera. Los escribas y fariseos desperdiciaron todas las oportunidades para arreglar su problema espiritual con Dios. ¿Y usted amable oyente? Mi oración es que si todavía no ha arreglado su problema espiritual con Dios, lo haga este mismo instante por medio de recibir a Jesucristo como su personal Salvador.

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