Resurrección del Señor Jesús

Cordiales saludos amable oyente. Soy David Araya dándole la bienvenida al estudio bíblico de hoy. El tema de estudio es el Evangelio según Mateo, en la serie que lleva por título: Jesucristo Rey de reyes y Señor de señores. En esta oportunidad, David Logacho nos hablará acerca de la resurrección del Señor Jesús.

Gracia por su sintonía amable oyente, estoy seguro que el Señor derramará abundante bendición sobre su vida por medio de su palabra. En nuestro último estudio bíblico, vimos como José de Arimatea y Nicodemo tomaron el cuerpo muerto del Señor Jesús, lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos, y lo pusieron en un sepulcro nuevo labrado en una roca de propiedad de José de Arimatea. Después de hacer rodar una gran piedra para cubrir la entrada, se retiraron aprisa, porque estaba ya por comenzar el día de reposo de gran solemnidad, el cual era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. Todo lo que hicieron José de Arimatea y Nicodemo fue seguido en silencio por algunas mujeres, entre las que estaban María Magdalena y María la madre de Jacobo el menor y José. Estas dos mujeres sabían con absoluta precisión donde estaba el sepulcro en el cual fue puesto el cuerpo sin vida del Señor Jesús. Con esto en mente, si tiene una Biblia a la mano, ábrala en Mateo 27 a partir del versículo 62. Allí vamos a encontrar las medidas de seguridad que se tomaron para evitar que los discípulos roben el cadáver del Señor Jesús. Voy a leer el pasaje bíblico entre los versículos 62 a 66. La Biblia dice: Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.
Mateo comienza por registrar el momento cuando ocurrió este episodio. Dice que fue al día siguiente que el Señor Jesús fue crucificado. El día que el Señor Jesús fue crucificado, era el día de la preparación de la pascua. En este día se sacrificaba el cordero pascual, entre las dos tardes, y se lo comía asado en las primeras horas del gran día de reposo, conocido también como el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. A pesar de ser un día de reposo de gran solemnidad, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron con Poncio Pilato el gobernador romano de Judea, para hacerle una petición. Sustentando su pedido, los principales sacerdotes y los fariseos informaron a Pilato, que el Señor Jesús, a quien ellos llamaron “engañador”, mientras estaba vivo, había dicho que iba a resucitar después de tres días. Como los principales sacerdotes y los fariseos estaban convencidos que esto no podría ser, temían mucho que los discípulos del Señor Jesús vayan por la noche al sepulcro y roben el cuerpo inerte del Señor Jesús, para luego proclamar que el Señor Jesús había resucitado. Los principales sacerdotes y los fariseos, pensaban que si esto llegara a pasar, el postrer error será peor que el primero. En otras palabras, según los principales sacerdotes y los fariseos, ya era suficiente engaño que el Señor Jesús diga que es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios, pero más engaño sería afirmar que habiendo muerto ha resucitado. Luego de razonar su pedido, los principales sacerdotes y los fariseos fueron directos en solicitar a Poncio Pilato que asegure el sepulcro hasta el tercer día. Como Pilato era fácilmente manejable, no se hizo ningún problema para poner a disposición de los principales sacerdotes y fariseos una guardia romana para asegurar el sepulcro. Ni cortos ni perezosos, los principales sacerdotes organizaron el operativo de seguridad. Dentro de esto, sellaron la piedra que bloqueaba la entrada al sepulcro. Romper este sello sin autorización expresa de Pilato, era exponerse a una sentencia de muerte. Como si esto no fuera suficiente, los principales sacerdotes y los fariseos, organizaron a la guardia romana para que vigilen el sepulcro en todo momento. Así transcurrieron las cosas, durante el primer día de la fiesta de los panes sin levadura. El siguiente día era el séptimo día de la semana, también un día de reposo. Lo que Mateo relata a continuación, ocurrió el día siguiente después del séptimo día de la semana, es decir en el primer día de la siguiente semana. Con esto en mente, permítame leer el texto en Mateo 28:1. La Biblia dice: Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Para entonces ya era domingo. María Magdalena y la otra María, quien era la madre de Jacobo el menor y José, deben haber estado aguardando con expectación que aparezcan los primeros rayos del sol para ir al sepulcro donde José de Arimatea y Nicodemo habían depositado el cuerpo sin vida del Señor Jesús. El Evangelio de Lucas señala que estas mujeres y otras más, llevaban especias aromáticas. Su idea era completar el trabajo que José de Arimatea y Nicodemo hicieron en el cuerpo sin vida del Señor Jesús cuando lo sepultaron, por cuanto ya no tenían tiempo para hacer lo que se acostumbraba hacer, debido al comienzo del primer día de los panes sin levadura, el cual era un día de reposo de gran solemnidad. María Magdalena y la otra María conocían muy bien el lugar donde estaba el sepulcro, porque las dos estaban sentadas frente al sepulcro mientras José de Arimatea y Nicodemo depositaban allí el cuerpo inerte del Señor Jesús y hacían rodar una gran piedra para tapar la entrada. Al llegar al sepulcro, se llevaron una gran sorpresa. Note como lo registra Mateo. Leo en Mateo 28:2-4. La Biblia dice: Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos.
Este es el segundo terremoto relacionado con la muerte del Señor Jesucristo. El primero ocurrió cuando él estaba todavía en la cruz. Mientras las mujeres tal vez se recuperaban del susto por la tierra que temblaba bajo sus pies, sus ojos se fijaron en algo que jamás habrían imaginado ver. Un ángel del Señor descendió del cielo y llegando al sepulcro, removió la gran piedra que cubría la entrada y como si nada, se sentó sobre ella. Las mujeres deben haber quedado extasiadas por lo que tenían ante sus ojos. El ángel del Señor era tan refulgente que lo compararon con un relámpago. Su vestido era tan blanco como la nieve. Los guardas romanos que por órdenes de Pilato y bajo la supervisión de los principales sacerdotes y los fariseos, estaban cuidando el sepulcro tuvieron tanto miedo que se pusieron primero a temblar y luego perdieron el conocimiento y quedaron como muertos. Era el momento para que el ángel del Señor explique el motivo de su presencia. Note lo que dice Mateo 28:5-7. La Biblia dice: Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.
El ángel del Señor comunica confianza y seguridad a las mujeres. Luego comunica el propósito de su presencia. Dios y por tanto su ángel, sabían que las mujeres estaban buscando al Señor Jesús, quien fue crucificado y cuyo cuerpo fue sepultado en aquella tumba. El ángel del Señor había venido para anunciar a las mujeres que el Señor Jesús no está más en aquella fría tumba, porque ha resucitado conforme a lo que él mismo había dicho en repetidas ocasiones. Para comprobar lo que estaba afirmando, el ángel del Señor invitó a las mujeres a entrar al sepulcro, y ver el sitio mismo donde hace tres días se había colocado el cuerpo sin vida del Señor Jesús. Sin tardar, las mujeres deben haber entrado al sepulcro y deben haber constatado que la tumba estaba vacía. Juan en su Evangelio dice que lo únicos restos que quedaban en la tumba eran los lienzos y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Mientras las mujeres contemplaban extasiadas todo esto, el ángel del Señor pidió a las mujeres que vayan pronto a decir a los discípulos del Señor Jesús, que el Señor Jesús ha resucitado de los muertos y que está en camino hacia Galilea, donde se iba a encontrar con ellos. De todo esto se desprende que el ángel del Señor no removió la gran piedra que cubría la entrada al sepulcro, para que pueda salir el Señor Jesús resucitado, sino para que las mujeres y más tarde algunos de los discípulos puedan entrar a la tumba y comprobar que el cuerpo del Señor Jesús ya no estaba allí. La tumba estaba vacía. Esto es principio fundamental de la fe cristiana. La tumba vacía significa que la muerte ha sido vencida, significa que el Señor Jesús en realidad es el Hijo de Dios. Significa que todo lo que él dijo se cumplió. Significa que los que creemos en él tenemos también esperanza de resurrección. Significa que el Señor Jesús vive eternamente para interceder por nosotros y tantas otras cosas más. Bien vale citar al apóstol Pablo cuando en 1 Corintios 15:17 dice: Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Que el Señor le bendiga amable oyente.

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