Una decisión extremadamente importante

Es muy grato saber que Usted nos está escuchando amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido a un nuevo estudio bíblico de La Biblia Dice… Continuamos con nuestro estudio bíblico en el Libro de Nehemías. En instantes más estará con nosotros David Logacho para guiarnos en el estudio bíblico de hoy.

El autor James Barrie solía decir: «El secreto de la felicidad no está en hacer lo que se quiere sino en querer lo que se hace» Este es un pensamiento interesante. Se ha dicho que un buen líder es aquel que hace que la gente ame lo que tiene que hacer. Nehemías es un clarísimo ejemplo de este principio. Cuando Nehemías llegó a Jerusalén, se encontró con un cuadro desolador. Los muros de la ciudad estaban derribados y sus puertas quemadas a fuego. Por años la ciudad de Jerusalén se encontraba en esta situación, pero nadie, antes de Nehemías, se atrevió a organizar la reconstrucción. Todos los judíos en Jerusalén tal vez se molestaban al ver los escombros que rodeaban la ciudad, inclusive, es posible que hayan tenido que abrirse paso entre los escombros para poder entrar y salir de la ciudad, con la consecuente incomodidad, pero nunca se decidieron a hacer algo para solucionar el problema reconstruyendo esos muros derribados. Un hecho era muy obvio. Nadie quería hacer esa obra. Si los planes de Nehemías eran la reconstrucción del muro de la ciudad, de Jerusalén entonces su misión tenia que comenzar haciendo que los judíos quieran hacer la obra de reconstrucción. Esto no es una tarea fácil, se requiere de un verdadero líder y Nehemías ciertamente lo era. Veamos pues como hizo para que los judíos quieran una obra que por décadas estuvo abandonada.
Abramos nuestras Biblias en el Libro de Nehemías, capitulo 2, versículos 17 a 20. Antes de ir al primer versículo de este pasaje, me gustaría dar una mirada a la última parte del versículo 18. Dice así: » Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien» Esta sola frase vale oro. ¿Por qué? Pues porque marca un cambio de 180 grados en la actitud de los judíos de Jerusalén. Por años, digamos mejor por varias décadas, los judíos diariamente fueron testigos de las ruinas en las cuales estaba la ciudad de Jerusalén, pero nunca hicieron nada para cambiar la situación. Se fastidiaron quizá por el estado de su amada ciudad, pero era como si hubiera algo que les detenía. Se quedaron como fósiles en el lugar que estaban y los montones de escombros seguían allí donde siempre estuvieron. Lo que Nehemías logró es poco menos que un milagro. Hizo que los judíos se levanten de su letargo y con decisión marchen hacia delante, hacia la edificación de la obra. El texto dice que esforzaron sus manos para bien. Esto me hace pensar no sólo en que decidieron hacer la obra sino que además empezaron a amar esa obra, esto es algo fabuloso, de pronto cambio todo el panorama. Se hizo como de día en medio de la noche. Uno no puede sino preguntarse: ¿Qué habrá hecho Nehemías para lograr este cambio?. Esto nos lleva a nuestro bosquejo de este pasaje. Para hacer una obra que agrade a Dios necesitamos tres ingredientes básicos: Una motivación adecuada, una molestia acentuada y una mirada acertada. Veamos como estos tres ingredientes estaban presentes en la obra que Nehemías pretendía hacer. En primer lugar una motivación adecuada. Nehemías 2:17-18 dice: «Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Entonces les declaré como la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho». Se dice que la clave para hacer con éxito cualquier cosa radica en la motivación que tengamos para hacerla. Por ejemplo, se requiere de un mayor despliegue físico para jugar al tenis que para trabajar en una oficina, pero todos sabernos que jugando tenis nos cansamos, menos que cuando trabajamos en una oficina. ¿Por qué? La respuesta es por la motivación. En la oficina no nos motivamos tanto como cuando queremos ganar un partido de tenis. Así es mi amiga, mi amigo, el éxito en la vida depende de nuestra motivación para vivir. Existe una antigua fábula sobre un perro que se jactaba de su capacidad como corredor. Un día, ante la presencia de otros perros se le cruzó una liebre, el perro salió corriendo tras ella, pero fracasó en atraparla. Inmediatamente, los otros perros comenzaron a ridiculizarlo mofándose de su jactancia de buen corredor. La respuesta del perro fue muy sabia «Ustedes deben recordar que la liebre estaba corriendo por su vida, mientras que yo estaba corriendo por mi cena”. El perro tenía toda la razón, la motivación es lo permite alcanzar el éxito en cualquier empresa. Nehemías sabía esto y motivó de una manera extraordinaria a los judíos. Es interesante notar que al motivar al pueblo, Nehemías se incluyó a sí mismo en la obra. No dio órdenes como un sargento a sus soldados. Lo que dijo fue: «edifiquemos, no estemos más en oprobio». Note como Nehemías tocó el amor propio del pueblo. Cómo es posible que seamos el motivo para que la gente hable mal de nosotros y de nuestro Dios. Además de incluirse personalmente en la obra, Nehemías echó mano de un testimonio que lo tenía fresco en su mente. Compartió con ellos su experiencia ante el rey Artajerjes, en la cual Dios se manifestó de una manera maravillosa. Esto sin duda contribuyó para que los judíos lleguen a un estado de tan elevada motivación que sin pensarlo dos veces dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Además de la motivación adecuada, el segundo ingrediente que Nehemías usó para el éxito de la obra fue una molestia acentuada. En verdad, Nehemías no provocó esta situación pero ciertamente que esta molestia fue bien utilizada para el éxito de la obra. Nehemías 2:19 dice: «Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?” La oposición causó una profunda herida en el amor propio de los judíos y esto sirvió corno un desafío que debía ser vencido. Notemos que la oposición vino en forma de escarnio y desprecio. Cuanto nos hace recordar esto nuestra propia experiencia como creyentes. A veces el mundo hace escarnio de nosotros y nos desprecia. Recordemos que la oposición es en realidad un ingrediente importante para el éxito de la obra de Dios. Los escarnecedores son Sanbalat, Tobías y Gesem. De Sanbalat y Tobías ya escuchamos en el versículo 10, pero ahora se ha añadido uno más, Gesem. Así actúan siempre los enemigos de la obra de Dios, se juntan entre ellos para unir fuerzas y hacer más efectiva su oposición. Dios se ríe de ellos como dice el Salmo 2 y más bien utiliza su oposición para fortalecer a los obreros de su obra. Además de una motivación adecuada y una molestia acentuada, Nehemías usó una mirada acertada para el éxito de la obra. Nehemías 2:20 dice: «Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos, prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.» El éxito o el fracaso de una obra depende de donde tenemos puesta nuestra mirada Nehemías pudo haber puesto su mirada en la oposición de Sanbalat, Tobías y Gesem, esto hubiera significado el fin de la obra, pero lejos de ello, fijó su mirada en el Dios de los cielos. Esto significó el éxito de la obra. Notemos la confianza que tenía Nehemías en la persona de Dios. Dijo Dios nos prosperará, él nos dará el éxito que estamos buscando, no tenemos que preocuparnos por la oposición, nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos. ¿Tiene Usted la misma confianza en Dios, amable oyente? Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? Tenemos entonces que Nehemías cambió un cuadro de indolencia en un cuadro de acción. ¿Cómo lo hizo? Pues con una motivación adecuada, con una molestia acentuada y con una mirada acertada. Es posible mi amiga, mi amigo que Ud. hoy mismo esté haciendo una gran obra para el Señor. Recuerde el ejemplo de Nehemías, para el éxito de su obra necesita estar altamente motivado. Saber que la obra es del Señor ya es en sí mismo una gran motivación. Luego necesita reconocer que las molestias, o la oposición, son medios que Dios utiliza para fortalecer nuestras manos para la obra, y finalmente, necesita reconocer que su mirada tiene que estar puesta en el Señor de la obra. Cuando estos tres ingredientes están presentes, el éxito de la obra es solo cuestión de tiempo. Que el Señor le bendiga.

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