El problema de la lengua suelta

Qué bendición saludarle amiga, amigo oyente. Muchas gracias por su sintonía. Gracias también por sus oraciones y sus ofrendas para este Ministerio. Su contribución es vital para la continuidad de esta obra del Señor. Estamos estudiando el libro de Santiago. Una pequeña y hermosa familia vivía en un pueblecito de Dakota del Norte en Estados Unidos. La joven esposa no se había estado sintiendo del todo bien a raíz del nacimiento de su segundo bebé. Pero a pesar de esto, los vecinos eran testigos del calor humano que había en sus corazones cuando todos los días, al atardecer, esposa e hijos salían a la puerta de la casa a esperar al esposo y padre, quien venía de su trabajo. Todo era felicidad en ese hogar aun hasta bien entrada la noche. Cuando el clima era propicio, el papá y los hijos se divertían en el patio mientras la mamá los miraba con una sonrisa desde una ventana. Pero cierto día se echó a correr un rumor infundado entre el pueblo. La gente comenzó a hablar en cuanto a que el esposo estaba siendo infiel con su esposa. Como era de esperarse, el rumor llegó a oídos de la esposa y obviamente fue demasiado para ella en las circunstancias que estaba viviendo por su frágil salud. Total que en un fatídico día, al atardecer, el esposo llegó a la casa. No había nadie que lo reciba en la puerta de la casa, no se escuchaba las risas de los niños, no había el fragante aroma a comida que salía de la cocina, solamente una extraña sensación que se clavó como un puñal en el corazón del atribulado esposo. Bajó al sótano y allí encontró a sus tres seres queridos colgados inertes de una misma viga. La enfermedad y el desánimo habían hecho que la joven esposa quite la vida a sus tiernos hijos y después ella mismo se quite la vida de la misma manera. En los días subsiguientes, salió a la luz la verdad de lo ocurrido. Una lengua chismosa, una historia falsa y una terrible tragedia. Cuánto daño puede causar la lengua. En el estudio bíblico de hoy, Santiago se va a referir al problema de la lengua suelta.

Le invito a abrir su Biblia en el libro de Santiago, capítulo 3 versículos 1 a 12. En este pasaje bíblico encontramos la responsabilidad de dominar la lengua y la razón para dominar la lengua. La responsabilidad de dominar la lengua se expresa por medio de un mandato. Santiago 3:1 dice: Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
Santiago se dirige a los creyentes en general. Esto lo sabemos porque les dice hermanos míos. Leyendo ligeramente parecería como si Santiago estuviera advirtiendo en contra de ser un maestro, porque dice: No os hagáis maestros muchos de vosotros. Si este fuera el caso, nadie debería ser un maestro, pero el mismo Nuevo Testamento afirma que Dios ha dado a la iglesia a algunos como maestros. Efesios 4:11 dice: Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
De ninguna manera entonces Santiago podría estar advirtiendo en contra de ser un maestro. Lo que Santiago tiene en mente es que nadie debería darse de maestro sin serlo. Aparentemente, entre la comunidad de creyentes a quienes escribía Santiago había muchos que se las daban de maestros sin serlo. La idea es por tanto: Hermanos, cuidado con usar su lengua diciendo que es maestros sin serlo por no estar capacitado para ello. La razón de su advertencia descansa en el hecho que los maestros recibiremos mayor condenación. La mayor condenación provienen del hecho que los maestros podemos causar mucho daño por medio de nuestra lengua. Un maestro que proclame una falsa enseñanza, no sólo acarreará condenación sobre sí mimo sino que también acarreará condenación sobre los que le siguen en el error. Por eso dice el texto que los maestros recibiremos mayor condenación si proclamamos un mensaje errado por supuesto. Una ve que hemos considerado la responsabilidad de dominar la lengua, para no recibir mayor condenación, Santiago pasa a explicar las razones para dominar la lengua. Notamos cuatro razones. Primero porque la lengua experta en ofender. Santiago 3:2 dice: Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
Note la declaración inicial en este texto: Todos ofendemos muchas veces. La conjugación en tiempo presente del verbo ofender indica una acción continua. La lengua amable oyente es muy propensa a ofender. Inclusive en ocasiones sin tener la intención de ofender ofendemos por lo que decimos o la manera como lo decimos. Si alguien no ha ofendido nunca con su lengua, entonces aquel es un varón perfecto. No se puede pensar en algún otro sino en el Señor Jesucristo, como aquel que nunca ofendió con su lengua. Una persona que sabe dominar su lengua tendrá también la capacidad de dominar cualquier otra área de su vida. La lengua, sin lugar a dudas es el miembro del cuerpo más difícil de dominar. La segunda razón por qué debemos dominar la lengua es porque la lengua es pequeña pero poderosa. Para ilustrar este hecho, Santiago nos provee de tres comparaciones. Primero un freno controlando a un caballo. Santiago 3:3 dice: He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.
El freno del caballo, es algo pequeño en relación con el cuerpo del caballo, sin embargo tiene el poder de dirigirlo. Segundo el timón guiando un barco. Santiago 3:4 dice: Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.
El trasatlántico Queen Elisabeth pesa 83,600 toneladas. Sin embargo, su timón pesa nada más que 140 toneladas. ¿Ve la proporción? Sin embargo, el timón permite que quien gobierna la nave dirija la nave por donde él quiera. Tercero, una chispa de fuego. Santiago 4:5 dice: Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
Los más grandes incendios forestales se han iniciado por turistas descuidados que han dejado vestigios de una hoguera en un bosque. Ante este cuadro, Santiago dice: Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. Qué poderosa que es la lengua, puede causar verdaderos desastres si la dejamos sin control. Tenemos la responsabilidad de dominar la lengua porque es propensa a ofender y porque es pequeña pero poderosa. La tercera razón es porque es necesaria a pesar de ser peligrosa. Para ilustrar esto Santiago nos provee de dos comparaciones. Primero con el fuego. Santiago 3:6 dice: Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
La lengua descontrolada es un mundo de maldad. Encierra la maldad misma. Una lengua descontrolada como el fuego nos consume y enciende fuego en toda la creación. Ella mismo es inflamada por el infierno, en el sentido que Satanás y sus demonios sacan mucho provecho de la pervertida labor de la lengua. Segundo, con una bestia indomable. Santiago 3:7-8 dice: Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana;
Jas 3:8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Las bestias por más salvajes que sean pueden ser domadas por el hombre, pero no así la lengua. Ningún hombre puede decir que ha logrado domar su lengua en un 100%. La falta de docilidad de la lengua le hace más rebelde que el más salvaje de los animales, por eso dice el texto que es como si fuera una animal lleno de veneno mortal. La cuarta y última razón porque debemos dominar la lengua es porque la lengua es beneficiosa pero variable. Santiago 3:9-10 dice: Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
Jas 3:10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
Con la lengua podemos disfrutar del privilegio de bendecir a Dios. Cuan beneficioso es esto para nosotros, pero a la vez, con la misma lengua podemos maldecir a los hombres. Cuan denigrante es esto para nosotros. Para que veamos lo absurdo de este comportamiento de la lengua, Santiago dice lo siguiente en Santiago 3:11-12 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
Jas 3:12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
Es de lo más absurdo que con la misma lengua que bendecimos al Señor maldigamos a sus criaturas o a su creación. La responsabilidad de dominar la lengua y las razones para dominar la lengua. ¿Cómo auto evaluaría su lengua a la luz de este pasaje bíblico? ¿Tiene a su lengua bajo control? ¿Qué hace cuando alguien viene a usted con algún chisme o un rumor? ¿Tiene la costumbre de prestar atención a los chismes o a los rumores, para después tener de qué conversar con sus amigos? Cuidado con los chismes, cuidado con los rumores, cuidado con las calumnias, cuidado con hablar a gritos, cuidado con quejarse, cuidado con difamar, cuidado con maldecir, cuidado con mentir. Cuidado con exagerar.

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