Actitud que usted y yo debemos tener acerca del dinero y las posesiones

Reciba cordiales saludos amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio durante esta serie es la mayordomía cristiana. Ya hemos señalado que mayordomía es el trabajo o la obra de un mayordomo. Un mayordomo es un siervo o un criado que se encarga de la administración de los bienes de su amo o señor. Todo creyente es un siervo de Dios. La iglesia es un pueblo con un llamado a servir. Dios, el Señor, el amo, ha entregado algunos de su sus bienes al cuidado de sus siervos, no para que los malgasten sino para que sean mayordomos o lo administren con beneficio para el dueño de esos bienes, es decir, para que los beneficios sean para Dios, el Señor. Los bienes pueden ser el dinero, las posesiones, el cuerpo, el tiempo, la familia, los dones, los talentos, la naturaleza. Hemos comenzado por la mayordomía del dinero y las posesiones. Lo último que vimos fue que la manera como administramos el dinero y las posesiones parte de las actitudes que tenemos hacia el dinero y las posesiones. Ya hemos visto que la riqueza cualquiera que sea pertenece a Dios y que la riqueza, cualquiera que sea es un don o un regalo inmerecido de Dios al hombre. En el estudio bíblico de hoy vamos a considerar otra actitud que usted y yo debemos tener acerca del dinero y las posesiones, no importa si somos ricos o pobres materialmente hablando.

¿Ha escuchado alguna vez lo siguiente? Siembra una actitud y cosecharás una acción. Siembra una acción y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino. Esta es una realidad amable oyente. Todo comienza con las actitudes. Por eso es necesario formar actitudes correctas si es que pretendemos que nuestras acciones, nuestros hábitos, nuestro carácter y nuestro destino sean los correctos. Al hablar de actitudes correctas estamos hablando de actitudes bíblicas. Las actitudes bíblicas sobre el dinero y las posesiones comienzan por reconocer que Dios es dueño de todas las cosas. El dinero que usted piensa que tiene no es suyo, pertenece a Dios. Las posesiones que usted piensa que tiene no son suyas, pertenecen a Dios. Los negocios o las industrias que usted piensa que tiene, no son suyas, pertenecen a Dios, porque la palabra de Dios declara que toda las cosas pertenecen a Dios. A continuación, las actitudes bíblicas sobre el dinero y las posesiones pasan por reconocer que todo lo que poseemos, no importa si se trata de dinero o posesiones y no importa si es mucho o poco, son en realidad un don de Dios. Esta palabra, don significa un regalo inmerecido que Dios hace a cada uno de sus hijos. No existe por tanto, lugar a la jactancia por parte de los que tienen mucho o la queja por parte de los que tienen poco. No ser rico, no necesariamente significa que alguien ha sido ocioso o improductivo. Significa simplemente que la riqueza no ha sido parte del plan soberano de Dios para esa persona. La voluntad de Dios no es que todos sus siervos sean ricos así como tampoco es que todos sus siervos sean pobres. Por decisión soberana y voluntaria de Dios, Él ha dado mucho a algunos y ha dado poco a otros. Esto nos conduce a una tercera actitud sobre el dinero y las posesiones amable oyente. El ser rico no es pecado. Debido a la mala administración del dinero y las posesiones por parte de algunos a quienes Dos ha dado mucho, hemos llegado a pensar que el ser rico debe ser pecado, o que todos los ricos deben ser pecadores. Pero no es así amable oyente. Si ser rico fuera pecado, no encontraríamos en la Biblia a hombres piadosos y temerosos de Dios que también fueron ricos. Un caso así es Salomón. Este hombre, al menos en la etapa de su juventud fue muy piadoso. Un buen día, Dios se presentó ante Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras y yo te daré. ¿Qué le parece amable oyente? Es como darle a alguien un cheque en blanco para que él ponga la cantidad que quiera recibir. ¿Qué hubiera pedido si estuviera en los zapatos de Salomón? Pues, para que vea la calidad espiritual de nuestro personaje, ponga atención a lo que pidió. 2 Crónicas 1:10 dice: Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque, ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?
Sin lugar a dudas que Salomón era un hombre muy piadoso y temeroso de Dios. En lugar de pedir cosas materiales está pidiendo cosas espirituales. Dios por tanto honró a este hombre. No sólo le dio lo que pidió, es decir sabiduría y ciencia, sino que sobre eso le dio también riqueza sin igual. 2 Crónicas 9:22 dice: Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría.
Un hombre piadoso y rico. Ser rico no es pecado amigo oyente. Otro caso parecido fue el de Josafat. De este hombre, el Antiguo Testamento nos provee parte de su testimonio. Se encuentra en 2 Crónicas 17:2-4. La Biblia dice: Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales;
2Ch 17:4 Sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel.
Bueno, Josafat fue un hombre íntegro. Buscó al Dios verdadero, al Dios de su padre. Pero note lo que pasó después. 2 Crónicas 17:5 dice: Jehová por tanto confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia.
Nuevamente aquí, amable oyente, tenemos el caso de un hombre íntegro que sin embargo era un hombre en extremo rico. La conclusión obvia es que la riqueza no es pecado y los ricos no son necesariamente pecadores. Lo propio aconteció con Ezequías. Ponga atención a lo que la Biblia dice sobre él. 2 Crónicas 29:2 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre.
Eso fue Ezequías, alguien que hizo lo recto ante los ojos de Jehová. Un hombre piadoso y temeroso de Dios. Pero al igual que en los casos ya citados, observe lo que también dice la Biblia sobre él. 2 Crónicas 32:27 Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables.
Interesante, ¿no le parece? Un hombre piadoso pero a la vez muy rico. La riqueza amable oyente, no es pecado. La riqueza no es patrimonio de los pecadores. No todo rico es pecador. Idénticas características podemos contemplar en Booz quien se casó con Rut. Job, quien de un día para otro vio morir a sus hijos, perder sus propiedades, su ganado, sus criados, su salud y aun su esposa. Igual cosa vemos en personajes del Nuevo Testamento. Allí tenemos a José de Arimatea, quien según dice el Nuevo Testamento, además de haber sido un discípulo de Jesús, era un hombre rico, dueño de un sepulcro nuevo que había cavado en la peña, en donde fue sepultado Jesús. También podemos citar a Bernabé, quien fue dueño de una propiedad que fue vendida para atender las necesidades de los discípulos. Y qué decir de Filemón, quien tenía siervos y una casa tan grande que la iglesia se reunía en ella. Todos estos hombres, amable oyente, no fueron seres malvados que con ansias buscaban la fortuna y el poder. De ninguna manera. Como hemos visto, eran hombres íntegros, comprometidos con el reino de Dios, pero eso no fue obstáculo para que además sean hombres acaudalados. Hoy en día también tenemos varios personajes que siendo muy fieles al Señor han acumulado mucha riqueza. Uno de ellos se llamaba Henry P. Crowell, quien luego de un comienzo nada auspicioso en el mundo de los negocios, llegó a ser el dueño de la transnacional Avena Quaker. Por más de 40 años, Henry P. Crowell dio entre el 60 y el 70% de sus ganancias a la causa de Dios. Otro personaje distinguido en este campo fue William Colgate, cuyo apellido vemos en la pasta dental que inunda los mercados. Este hombre era tan fiel al Señor que comenzó dando una décima de sus ganancias al Señor. Luego daba las tres décimas al Señor, y así sucesivamente, hasta que al final de sus días se encontró dando todas sus ganancias al Señor. Como ellos, existieron y existen muchos hombres y mujeres que siendo muy piadosos e íntegros, también fueron muy ricos. No se puede llegar a ninguna otra conclusión sino a aquella que hemos dicho: La riqueza no es pecado y no todo rico es pecador. La riqueza es simplemente un don de Dios. La forma como se usa esa riqueza puede conducir al pecado, pero esto es otra cosa. No nos apresuremos a juzgar o criticar a los ricos, dando por sentado que por ser ricos son pecadores, porque no es así. La riqueza no es pecado y no todos los ricos son pecadores.

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