Cómo el dinero puede llegar a ser una bendición

Es motivo de mucho gozo para mí, saludarle amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Seguimos tratando el tema de la mayordomía cristiana. Lo último que vimos sobre este asunto fue que el dinero puede ser una bendición o puede ser una maldición, todo depende de la actitud que tengamos hacia él y de lo que hagamos con él. En el estudio bíblico de hoy trataremos acerca de cómo el dinero puede llegar a ser una bendición.

El dinero, no importa si es mucho o poco, es una fuente de bendición o de maldición. Ya hemos hablado acerca de cómo el dinero puede tornarse en fuente de maldición. Ahora nos corresponde tratar el asunto de cómo podemos hacer que el dinero sea una fuente de bendición. En primer lugar, el dinero es fuente de bendición cuando honramos con él al Señor. Proverbios 3:9 dice: Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;
El verbo honrar con el cual comienza este texto, está conjugado en modo imperativo, denotando una orden y no una opción. En el idioma en que se escribió el Antiguo Testamento el verbo que se ha traducido como honrar significa literalmente ser pesado. En su sentido negativo, podría traducirse como ser una carga o ser severo, pero en su sentido positivo significa abundar o hacer rico. Con total seguridad podemos entonces afirmar que honrar a Jehová con los bienes significa amontonar sobre Jehová los bienes de una forma generosa y abundante. Por eso, la segunda parte del texto dice que debemos dar al Señor la primicias o lo mejor de todos nuestros frutos. Nuestra naturaleza caída nos incita a dar al Señor lo que nos sobra, o lo que ya no necesitamos, pero si en verdad queremos cumplir con lo que dice la palabra de Dios, debemos amontonar sobre el Señor lo mejor de nuestros bienes en una forma rica y abundante. Algo interesante es notar que cuando honramos al Señor de esta manera, el Señor responde de una forma muy especial. El texto que aparece a continuación de Proverbios 3:9, el versículo 10, dice: Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto.
Al amontonar sobre el Señor los bienes, entregándole lo mejor de lo que Él mismo nos ha dado, normalmente resulta en bendición de parte de Dios. Así entramos en la espiral de dar más al Señor para recibir más del Señor, no para derrochar en lujos viviendo ostentosamente como lo hacen los propulsores del evangelio de la prosperidad, sino para dar mucho más al Señor. Note lo que dice 2 Corintios 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
¿Quiere que el dinero sea una fuente de bendición en su vida? Entonces debe estar dispuesto a dar al Señor más allá de sus fuerzas, amontonando sobre Dios lo mejor de sus bienes en una forma generosa y abundante. Todo lo que sea menos de esto no es honrar al Señor con los bienes. En segundo lugar, el dinero es fuente de bendición cuando ayudamos con él a los pobres. Existe un hecho que desconocerlo sería como tratar de ocultar el sol con un dedo. El hecho es que a medida que avanza el tiempo, se va haciendo más y más ancha la barrera entre ricos y pobres. El mundo se va polarizando entre los extremadamente ricos y los extremadamente pobres. Cada vez, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres. Cada vez los ricos son menos en número y los pobres son más en número. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? Algunos la han ignorado auto exiliándose en alguna vecindad que esté muy distante de los sectores empobrecidos. Esto no es sino la proverbial imagen del avestruz escondiendo la cabeza en la arena ante el peligro. La pobreza del mundo no va a disminuir por el solo hecho de negarse a reconocer su existencia. Otros han acallado su conciencia razonando que los pobres merecen estar en el estado en que están por sus propios errores, pero esta actitud tampoco resuelve el problema de la desigual distribución de la riqueza. Otros se desentienden de la necesidad de los pobres diciendo que eso es responsabilidad del gobierno de los países, por medio del seguro social o las obras de beneficencia. Otros inclusive lo han espiritualizado afirmando que la voluntad de Dios es que haya pobres en el mundo y que ellos, los ricos, no van a hacer nada para aliviar esta situación porque estarían haciendo algo contrario a lo que es la voluntad de Dios. Todo esto es nada más que una elegante manera de esquivar la responsabilidad hacia los menos favorecidos. La Biblia entra en este cuadro con su palabra oportuna y su consejo sabio. Jesús es el máximo ejemplo, quien puso a la necesidad social de la gente en un plano elevado, superado solamente por la necesidad espiritual de la gente. El creyente por tanto no puede escapar de su responsabilidad hacia los pobres. Proverbios 28:27 dice: El que da al pobre no tendrá pobreza;
Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.
En la misma línea de pensamiento, Proverbios 22:9 dice: El ojo misericordioso será bendito,
Porque dio de su pan al indigente.
Velar por la necesidad de los pobres es tarea de todos, amable oyente. Y Dios tiene en alta estima al que asume esa responsabilidad. Promete que el que da al pobre no vendrá a pobreza y el que da al pobre será bendito. 1 Timoteo 5:8 dice: porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
No es posible, amable oyente, cerrar los ojos a las necesidades de los pobres, principalmente de los pobres dentro de la familia de la fe. El Dr. Woodrow Kroll, en su libro sobre la mayordomía del dinero, cita un proverbio rabínico que de una forma precisa resume todo lo dicho en este punto. La puerta que no se abre para el mendigo, muy pronto se abrirá para el médico. ¿Quiere que el dinero que administra sea una fuente de bendición en su vida? Entonces mire a su alrededor y comparta sus bienes con los que no han sido tan afortunados como usted. El Señor no sólo que aliviará la carga del pobre sino que recompensará su generosidad con creces. En tercer lugar, el dinero es una fuente de bendición cuando quien lo tiene se mira a sí mismo como simplemente un canal para que Dios derrame bendiciones sobre otros. Cuando el dinero está en nuestro poder, corremos el riesgo de sentirnos depositarios del mismo y con un celo enfermizo lo cuidamos para que no se gaste en lo más mínimo. Nos produce mucha satisfacción saber que tenemos guardada una considerable cantidad de dinero. ¡Cómo afecta a las personas algo de dinero en un banco! Pero Dios no nos ha confiado los bienes materiales para que lo guardemos o para que lo adoremos como si fuera Dios en persona. Dios nos ha dado los bienes materiales para que con ello honremos su nombre y seamos de bendición a muchos al ayudar con generosidad. La lógica del hombre es tan diferente a la lógica de Dios. El hombre dice: Retén lo que más puedas y así tendrás más. La lógica de Dios dice: Reparte lo más que puedas y así tendrás más. Eso es lo que enseña la Biblia en Proverbios 11:24 donde dice: Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
He allí la lógica de Dios. Repartir para tener más. El dinero y las posesiones en general no han sido dadas para sentirnos extasiados al ver que están intactas. Han sido dadas para que por medio de ellas seamos un canal de bendición para otros. Una persona así fue un hombre de la alta aristocracia inglesa, quien se llamaba Carlos T. Stud. Siendo un brillante estudiante de la universidad de Cambridge, y a la vez una estrella a escala nacional en un deporte llamado críquet, un día escuchó predicar a D. L. Moody y recibió a Cristo como Salvador. Muy pronto reconoció que Cristo no le había salvado solamente para librarle de la condenación eterna sino también parea que fuera su testigo en el mundo. Fue así como llegó en calidad de misionero a la China. Estando allí, falleció su padre en Inglaterra y Carlos T. Stud heredó algo así como medio millón de dólares. En un acto que asombró al mundo y enalteció al Salvador, en solamente 24 horas, Carlos T. Stud repartió toda su herencia. Dio 25,000 dólares a D. L. Moody, quien usó ese dinero para establecer la obra del Instituto Bíblico Moody que hasta ahora existe y donde se han capacitado miles de creyentes que están sirviendo al Señor. Dio una cantidad similar a Jorge Muller para ayudarle en su obra a favor de los huérfanos y así por el estilo, la obra del Señor se nutrió de este legado de Carlos T. Stud. ¿Perdió Carlos T. Stud todo ese dinero que recibió como herencia? No amable oyente. Fue una inversión que trajo bendición a millones. Los réditos son de valor eterno porque estamos hablando de almas que llegaron a Cristo. Dios nos ha dado dinero y bienes materiales para que seamos un canal de bendición, no para que lo guardemos. Solamente así haremos del dinero una fuente de bendición y no de maldición.

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