Mayordomía de la naturaleza

Saludos cordiales amable oyente. Sea bienvenida o bienvenido al estudio bíblico de hoy. Muchas gracias por su sintonía. Estamos estudiando el tema de la mayordomía cristiana. Hemos cubierto ya la mayordomía del dinero, la mayordomía de los bienes materiales, la mayordomía del cuerpo, la mayordomía del tiempo y la mayordomía de la familia. En esta oportunidad vamos a tratar el tema de la mayordomía de la naturaleza.

Recuerde amable oyente, que mayordomía es el trabajo que realiza un mayordomo. Mayordomo es el criado principal a cuyo cargo está el gobierno económico de una casa o hacienda. En otras palabras, un mayordomo es alguien que administra algunos bienes que no son suyos. En un sentido muy real, todos los creyentes somos mayordomos de Dios, porque Dios nos ha encomendado algunos bienes que no son nuestros para que los administremos de la mejor manera posible. Estos bienes son el dinero, los bienes materiales en general, el cuerpo, el tiempo, la familia y ciertamente la naturaleza. Cuando hablamos de la naturaleza nos referimos a todo lo que Dios ha creado, aparte del ser humano, es decir, el globo terrestre con su flora, su fauna, sus ríos, sus lagos, sus mares, su suelo, su atmósfera. Todo esto, amable oyente, no es nuestro. Todo esto pertenece a Dios, porque fue él quien lo creó y nos ha sido prestado, entre comillas, por un tiempo determinado para que lo administremos en buena manera, como buenos administradores o mayordomos de Dios. Cuando abrimos la Biblia, lo que primero encontramos es que Dios es autor de la naturaleza. Por medio de su poder infinito, Dios creó los cielos y la tierra con todo lo que en ellos hay. En algún momento, Dios creó también al hombre y a la mujer y note lo que les dijo, según el relato de Génesis 1:28-31. La Biblia dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Gen 1:29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Gen 1:30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
Gen 1:31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
Varias cosas surgen de este pasaje bíblico. Primero, vemos que la naturaleza fue creada para el hombre, por eso dice el texto que la función del hombre era fructificar, multiplicarse, sojuzgar la tierra y señorear sobre los peces, las aves, y todo animal sobre la tierra. El hombre está recibiendo la comisión de administrar al estilo de un mayordomo, todo lo que acaba de ser creado por Dios. Acorde con el propósito de Dios para la naturaleza, vemos en segundo lugar que la naturaleza estaba proveyendo el sustento necesario para el hombre y los animales. Tanto el hombre como los animales eran vegetarianos en ese entonces. La naturaleza estaba al servicio del hombre. Este sistema funcionaba a la perfección, por eso, en tercer lugar, Dios dice que al ver lo que él mismo había hecho dijo: Es bueno en gran manera. ¿No le parece algo hermoso? Ciertamente sí. El hombre vivía en un paraíso, en el cual él tenía el control sobre la naturaleza y la naturaleza respondía sumisamente dando todo lo que él necesitaba para vivir. A estas alturas de la historia de la humanidad, había una perfecta unidad entre el hombre y la naturaleza. ¿Cuánto duró este idilio? Pues no se sabe con certeza. Lo que sí se sabe es que en algún momento fatídico para la humanidad, el hombre y la mujer cayeron en pecado y esto marcó un distanciamiento no sólo entre Dios santo y el hombre pecador sino también entre el hombre pecador y la naturaleza. Escuche cuidadosamente como relata la Biblia la separación entre el hombre y la naturaleza. Génesis 3:17-19 dice: Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
Gen 3:18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
Gen 3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Lo que tenemos aquí es un cambio en el hombre y en la naturaleza. De aquí en adelante, el hombre tuvo que arrancar de la naturaleza su sustento y eso no fue fácil, por eso dice que el hombre comerá con dolor de ella y con el sudor de su rostro. Por el lado de la naturaleza, ésta se volvió hostil al hombre. Por eso dice que producirá espinas y cardos. Aquí fue cuando comenzó una lucha sin cuartel entre el hombre y la naturaleza. El hombre tratando de someter a una naturaleza hostil para poder sobrevivir y la naturaleza resistiéndose a entregar lo que el hombre busca con tanto anhelo. Aquí es cuando el hombre comenzó a destruir la naturaleza y eso se mantiene hasta ahora. El resultado del maltrato del hombre a la naturaleza ha sido, entre otras cosas, la erosión del suelo y la consiguiente desertificación, la contaminación de la atmósfera, la destrucción de la capa de ozono de la atmósfera, la contaminación de los ríos y los lagos, la contaminación de los océanos. Si el hombre no hace un cambio radical en su conducta hacia la naturaleza, es muy probable que en un tiempo relativamente corto, el globo terrestre se transforme en un lugar inhóspito para la raza humana. De aquí es de donde parten los esfuerzos para mantener a la naturaleza en el mejor estado posible. En lo que va de la existencia del ser humano sobre la tierra, la naturaleza ha sufrido demasiado maltrato y por eso está como está. Es hora de hacer un esfuerzo consciente por mantener un medio ambiente sano, por cuidar el planeta, protegiéndolo y conservándolo, evitando de esta manera un futuro trágico para sus habitantes. Sin embargo, ¿Qué se hace en realidad para conseguir este cometido? Por desgracia en este, como en muchos otros temas de importancia para la humanidad, los discursos y la retórica toman el lugar de la acción. Para poder ir más allá de las palabras, para crear una verdadera conciencia ecológica y conseguir que las nuevas generaciones respeten la naturaleza y cuiden la tierra, es necesario enseñarles desde la más temprana edad lo que esto significa y que el esfuerzo constante de todos y cada uno de los habitantes del planeta es la clave para lograrlo. A esto es lo que apunta la mayordomía de la naturaleza amble oyente. Con esto, no estamos diciendo que en el hombre reside el poder para conservar o destruir la naturaleza. Simplemente estamos diciendo que como creyentes que somos, es nuestra responsabilidad mantener en el mejor estado posible lo que Dios ha creado. La Biblia nos muestra muy claramente que será el mismo Dios quien tendrá que intervenir directamente para cambiar el destino de la naturaleza y restaurarla al estado que él la creó en el principio. Así que, amable oyente, cada vez que usted respire aire fresco o se deleite mirando un sobrecogedor paisaje, piense que usted también es responsable delante de Dios por el buen estado de la naturaleza. Tanto usted como los que le rodean busquen manera prácticas para conservar la naturaleza y eviten toda acción que cause contaminación, destrucción de lo que Dios ha creado para nuestro beneficio. Si por ejemplo, usted posee una basta área de terreno con bosques naturales, piense en que la tala indiscriminada de los bosques naturales produce la erosión del suelo y atenta contra la absorción del anhídrido carbónico del aire, contribuyendo con la contaminación de la atmósfera. Si corta un árbol, siembre al menos uno para reforestar. Evite arrojar sustancias tóxicas a los ríos. La mayoría de los ríos que atraviesan las grandes urbes del planeta están contaminados con desechos humanos e industriales. Quizá usted no pueda hacer que cambien los sistemas de manejo de aguas servidas, pero al menos usted hará su parte para evitar la contaminación de los ríos. Cuide el aire que respiramos. Ponga atención a las instrucciones que publican las entidades encargadas de progre la atmósfera y póngalas en práctica. No importa que usted sea el único en el vecindario que lo hace. Evite arrojar basura en cualquier lugar, involúcrese en los esfuerzos de su comunidad para logra un medio ambiente sano. La naturaleza se lo agradecerá, y usted será premiado por el Señor como un mayordomo fiel. La recompensa es excelente. Al decir todo esto, no estoy insinuando siquiera que los presentes cielos y la presente tierra, contaminada o no, van a durar eternamente. No es así. La Biblia dice que en algún momento todo esto va a ser destruido con el fuego. Pero de todas maneras, la creación pertenece a Dios y nosotros sus hijos debemos administrarla de la mejor manera posible, evitando su contaminación. De esta manera, amable oyente, terminamos esta serie sobre la mayordomía cristiana. Espero que le haya sido útil y le invito a seguir escuchando nuestra programación por medio de esta emisora.

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