Sugerencias acerca de cómo evitar perder el tiempo

Reciba cordiales saludos amable oyente. Es un gozo compartir este tiempo con usted. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de la mayordomía cristiana y como parte de ello, la mayordomía del tiempo. Lo último que planteamos sobre esto fue la necesidad de tener en orden las prioridades, para evitar ocuparnos demasiado en las cosas que no son importantes. En el estudio bíblico de hoy, vamos a compartir algunas sugerencias acerca de cómo evitar perder el tiempo.

Proverbios 28:19 dice: El que labra su tierra se saciará de pan;
Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.
Estas son magistrales palabras que enaltecen el trabajo diligente y denigran la ociosidad. En su primera cata a los Tesalonicenses, capítulo 5 versículo 14, Pablo dice lo siguiente: También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.
Los ociosos son una lacra social y por tanto los hermanos de Tesalónica tenían que ser exhortados para que hagan buen uso de su tiempo por medio del trabajo diligente. La ociosidad está íntimamente ligada al mal uso del tiempo amable oyente. Todos nosotros somos propensos a ser ociosos, porque eso es parte de nuestra naturaleza caída. Por esto, en esta ocasión nos corresponde tratar el tema de cómo evitar la pérdida de tiempo, que es en esencia la ociosidad. Permítame sugerir seis maneras que han ayudado a mucha gente y a mí en particular. Primero, planificar con anticipación las actividades del día siguiente, dando prioridad a aquellas que tienen que ver con las metas que nos hemos trazado. Un dicho que vale oro afirma que fallar en planificar es equivalente a planificar fallar. No planifique fallar, amable oyente sino planifique lo que va a hacer el día siguiente y procure cumplir a cabalidad. Le ayudará a no perder el tiempo en cosas vanas. Segundo, evitar las conversaciones innecesarias. El tiempo que el Señor nos ha dado es demasiado precioso como para desperdiciarlo en conversaciones innecesarias. Esta es una lección que podemos aprender directamente de Jesús. Cuando Jesús comisionó a los 70 para que vayan de dos en dos delante de él, a toda ciudad y lugar adonde él había de ir, entre otras instrucciones les dio la tenemos en Lucas 10: 4 donde dice: No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino.
Se ha preguntado: ¿Por qué Jesús está pidiendo a sus discípulos que a nadie saluden por el camino mientras duraba la misión que les estaba encomendando? Bueno, la razón es porque Jesús no quería que estos setenta pierdan su preciso y limitado tiempo en las elaboradas salutaciones que eran propias de la cultura judía de la época. Ante la urgencia de cumplir con la meta que tenían por delante, no era apropiado perder el tiempo en saludos. Nosotros también, amable oyente, quizá no perdamos tiempo en los saludos, porque vivimos en una época diferente, donde saludarse no demanda mucho tiempo, pero en cambio perdemos mucho tiempo hablando con cada persona que se nos cruza en el camino sobre asuntos que no tienen ningún valor eterno. No estoy incitando la indiferencia y la frialdad hacia los demás, simplemente estoy diciendo que no abusemos del privilegio de vivir en sociedad para gastar la mayor parte de nuestro tiempo en conversaciones vanas. Pablo, hablando a Timoteo, le dice justamente eso, según 1 Timoteo 6:20. Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia,
Esto es un buen consejo para evitar perder el tiempo y perder la santidad, amable oyente. Tercero, evitar comprometernos a hacer más cosas de las que podemos hacer. A muchos de nosotros nos es muy difícil decir no cuando alguien nos pide hacer algo. El problema con esto, es que para decir sí a alguna cosa tenemos que decir no a otra cosa y normalmente esta última cosa es algo muy importante o algo muy elevado en nuestra lista de prioridades. Debemos aprender a invertir la mayor parte del tiempo en lo que hemos planificado hacer y si alguien por más buena intención que tenga, nos trata de sacar de lo planificado, debemos decir no, con amor y mucho tino para no herir a nadie sin necesidad. El no saber decir no, casi siempre se debe a un desmesurado afán por guardar nuestra propia imagen de bienhechores al elevado precio de dejar a un lado cosas importantes. El Señor Jesús dijo no cuando fue requerido por Pedro y algunos más para que atendiese a la gente en cierto lugar. Marcos 1:36-38 dice: Y le buscó Simón, y los que con él estaban;
Mar 1:37 y hallándole, le dijeron: Todos te buscan.
Mar 1:38 El les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
Ciertamente había mucha necesidad en aquel lugar donde estaba Jesús y debe haber sido muy necesario que se quede allí, pero Jesús no se quedó más tiempo allí, atendiendo a los necesitados, sino que se fue a los lugares vecinos, conforme a los planes que previamente se había trazado. Es necesario aprender a decir no de vez en cuando. Cuarto, evitar las visitas por teléfono. En verdad que contar con el servicio telefónico es una bendición de Dios. Pero esta bendición de Dios, cuando es mal administrada puede tornarse en una gran fuente de pérdida de tiempo. Es tan fácil aferrarse al auricular y soltar la lengua hasta decir basta. Si los asuntos que hablamos fueran importantes, a lo mejor valdría la pena, pero lo triste es que los asuntos tratados son totalmente intrascendentes y por tanto perdemos el tiempo hablando sobre ello. Mire lo que dice Proverbios 10:19 y esto se aplica no solamente a las largas tertulias por teléfono sino también a toda conversación sin importancia. Dice así este texto: En las muchas palabras no falta pecado;
Mas el que refrena sus labios es prudente.
Para aplicar de la mejor manera posible este texto, un amigo mío se ha comprado un aparado que provee una señal audible después de tres minutos de que ha sido activado. Cada vez que suena su teléfono, mi amigo activa el aparato y después de tres minutos suena la alarma indicando que es hora de terminar la conversación. No es que cierra el teléfono a los tres minutos de hablar, sino que esto le sirve de incentivo para no perder el tiempo en el teléfono. Estoy seguro que con algo así, no sólo ahorrará tiempo sino también ahorrará dinero amable oyente, al pagar menos por las planillas telefónicas. Quinto, evitar el abuso de la televisión. Al igual que el teléfono, la televisión también es algo que nos trae mucho beneficio, pero a la vez mucho peligro. El peligro radica no solamente en dejar entrar a nuestra mente escenas de dudosa calidad moral, sino, sobre todo, el perder infamemente el precioso tiempo. Es tan estimulante esto de sentarse ante la pantalla del televisor y pasar horas de horas. Lo recomendable es fijar de antemano el tiempo que vamos a pasar ante el televisor y procurar no ir más allá del tiempo establecido. Un conocido mío, intentó muy sinceramente aplicar este método, pero por más que se esforzó, notó que aquello era más poderoso que él. Aplicó una solución drástica, pero efectiva. Simplemente se deshizo del televisor. En algún lado, una vez leí un poema que haciendo una parodia del Salmo 23 se titulaba: La televisión es mi pastor. Las primeras líneas del poema decían así: La televisión es mi pastor, nada me faltará. En lugares de comodidad me hace descansar. Satisface mi carne, me hace olvidar del trabajo pendiente que debo terminar. Si quiere que la televisión no consuma su tiempo, amable oyente, evite que sea el pastor de su vida. Sexto, evite dormir más de lo que es estrictamente necesario. Dormir es indispensable para el buen equilibrio físico y mental. Pero es tan fácil abusar de dormir. No olvide que debemos dormir para vivir no vivir para dormir. La Biblia reconoce este problema y note lo que dice en Proverbios 6:6-11 Ve a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos, y sé sabio;
Pro 6:7 La cual no teniendo capitán,
Ni gobernador, ni señor,
Pro 6:8 Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.
Pro 6:9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Pro 6:10 Un poco de sueño, un poco de dormitar,
Y cruzar por un poco las manos para reposo;
Pro 6:11 Así vendrá tu necesidad como caminante,
Y tu pobreza como hombre armado.
Cada persona tiene necesidad de cierta cantidad de sueño. Procure investigar cuánto sueño es lo usted realmente necesita para sentirse bien planifique su día de actividades para no invertir más tiempo durmiendo. Uno de los inventos de la humanidad que yo más aprecio, es el reloj despertador y lo catalogo como algo espiritual, porque me obliga a ser disciplinado en el tiempo que tengo para dormir, lo cual resulta en una buena mayordomía del tiempo. Se ha dicho que la humanidad está en perenne deuda con el gallo, porque antes de que haya relojes despertadores, era el gallo quien ayudaba a muchos a controlar el deseo muy nuestro de dormir más de lo necesario. Estas ideas, amable oyente, son las que han ayudado a mucha gente a evitar perder el tiempo. En nuestro próximo estudio bíblico hablaremos acerca de cómo sacar el máximo provecho del tiempo que el Señor nos ha entregado para que lo administremos. Espero su compañía.

Dejar un comentario Cancelar la respuesta

Salir de la versión móvil