El precio de la desobediencia a Dios

Un saludo cordial y fraterno para todos nuestros hermanos y amigos. Es un gozo para La Biblia Dice… compartir con Ud. estos pocos minutos. Sean todos ustedes bienvenidos a nuestro estudio bíblico. En nuestros últimos programas hemos estado hablando de la obediencia a Dios. Hemos señalado que obediencia es hacer lo que se nos pide hacer, sin variación, sin demora y sin reclamo. El ejemplo supremo de obediencia es el Señor Jesucristo, quien obedeció a su Padre sin la más mínima variación, sin la más mínima demora y sin el más mínimo reclamo. Su obediencia fue en realidad perfecta, y gracias a ello, él es también nuestro perfecto Salvador quien nos garantiza igualmente una perfecta salvación. Obedecer a Dios, siempre cuesta algo. El costo es en ocasiones extremadamente alto. Considere por ejemplo lo que le costó a Jesucristo el obedecer a su Padre. Le costó su propia vida. ¿Habrá precio más alto que ese? Así como él, han habido otros también que han decidido pagar el alto precio cié sus propias vidas para obedecer a Dios. El primer mártir de la iglesia, Esteban, lo hizo. El Libro de los Hechos nos relata de una forma detallada los eventos que culminaron con su trágica muerte por apedreamiento. La tradición nos cuenta que el Apóstol Pedro fue condenado a morir como su maestro, es decir crucificado, pero él dijo que no era digno de morir como su maestro y pidió ser crucificado con su cabeza hacia abajo. Aparentemente todos los apóstoles, quizá con la excepción de Juan, murieron martirizados de una u otra forma. Después de ellos, una pléyade de amados hermanos pagaron con sus vidas el precio de obedecer a Dios durante la despiadada persecución de los primeros siglos del cristianismo. No hay lugar a dudas. Obedecer a Dios demanda un precio elevado y pocos son los que están decididos a pagarlo. Por el otro lado, desobedecer a Dios también tiene un precio, quizá tan alto como el de obedecer a Dios, pero muchos no se dan cuenta de ello y lo están pagando sin siquiera pensarlo. En el estudio bíblico de hoy, vamos a ver algo del precio de la desobediencia a Dios.

La desobediencia a Dios cuesta caro, mis hermanos y amigos. La Biblia está llena de advertencias sobre ello. Dios ha establecido que los hijos obedezcan a sus padres, que las esposas se sometan a sus esposos, y que todos nos sometamos a las autoridades que Dios ha puesto sobre nosotros. Desobedecer estos y muchos otros mandamientos más o cumplirlos pero con demora o con una mala actitud en el corazón, produce todo una serie de funestas consecuencias. Las consecuencias funestas son el precio que tenemos que pagar por desobedecer, pero en esta ocasión, me gustaría enfocar sobre la mas funesta de las consecuencias de la desobediencia a Dios. Se trata de la salvación. Si una persona decide voluntariamente no someterse al plan de Dios para la salvación, simplemente rechaza el único camino a Dios. El hecho mis hermanos y amigos es que nadie puede ir al cielo por ser bueno, o por pertenecer a cierta religión, cualquiera que sea, o por ser un buen vecino, o un buen ciudadano, o por ser muy moral, etc. Dios no es como muchos creen, un juez con venda en los ojos y balanza en la mano, poniendo en él un plato de la balanza las buenas obras y en el otro las malas obras de cada persona. Si las buenas obras pesan más que las malas obras, entonces la persona va al cielo, pero si las malas obras pesan más que las buenas obras, entonces la persona va al infierno. Dios no actúa así. La salvación no tiene en absoluto que ver con lo que la persona haga o deje de hacer. La salvación tiene que ver enteramente con lo que Jesús ha hecho ya por la persona en la cruz del Calvario y con la decisión que la persona tome respecto a ello. Si la persona acepta lo que Cristo hizo por ella, la persona es salva inmediatamente, totalmente y eternamente. Si la persona rechaza lo que Cristo hizo por ella en la cruz del Calvario, la persona simplemente tendrá que pagar el precio de su desobediencia a Dios. Esta es la forma como Dios salva al pecador. Notemos con atención lo que dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» Todo es cuestión de creer en la persona y obra de Cristo, para ser salvo. Cristo vino al mundo para salvar al mundo. En su conversación con Saqueo, el jefe de los publícanos, Jesús le dijo: «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» Así es mi hermano y amigo, la salvación no está en hacer sino en creer en aquel que vino justamente para salvar al mundo. El Señor Jesucristo dijo a Tomás y también a todo ser humano, en Juan 14:6: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» Errar el camino lleva a un lugar distinto al que uno espera llegar. Errar el camino de Dios para la salvación, lleva también al hombre a la condenación eterna. De modo que, lo que una persona haga o deje de hacer, es sin duda importante, pero no es la manera como esa persona se salva. La fe o la confianza en lo que Cristo hizo en la cruz cuando pagó el castigo por los pecados es lo único que puede salvar a una persona. Cuando el carcelero de Filipos preguntó a Pablo y Silas: Qué debo hacer para ser salvo, Pablo y Silas respondieron que la salvación no es cuestión de hacer sino de creer. En Hechos 16:31 tenemos el registro de su respuesta: «Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa». ¿Pero qué pasa si una persona no cree en la persona y obra de Cristo? ¿Qué tal si Ud. mi amigo que me escucha, rechaza lo que Cristo hizo por Ud. en la cruz? Pues, Ud. entonces debe saber que rehusar a creer en Jesucristo como su Salvador personal es equivalente a desobedecer a Dios el Padre, quien fue el que envió a Jesús a morir en el lugar que a Ud. le corresponde. El escritor del Libro de Hebreos en Hebreos 5:9, hablando de Cristo dice: «vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen» Aquí está demasiado claro mí querido amigo, si Ud. decide no aceptar a Cristo como su Salvador, ha decidido desobedecer a Dios y de esa manera perderá su única esperanza de salvación. Al escribir a los creyentes de Éfeso acerca de la salvación que ellos ya tenían Pablo les dijo lo siguiente, según Efesios 2:1-2: «Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” Note que Pablo califica a los que rehúsan aceptar a Cristo como hijos de desobediencia. Dios puede perdonar cualquier desobediencia, pero hay una desobediencia que él no puede perdonar, es la desobediencia a aceptar a Cristo como Salvador personal. Esta desobediencia del hombre impide que Dios pueda manifestarse con su gracia para salvar. Así es mi querido amigo que me escucha, su desobediencia a aceptar a Cristo como Salvador, priva a Ud. de salvación, Ud. por tanto seguirá sin un Salvador, lo cual es la peor de las tragedias, especialmente pudiendo haberla prevenido, con tan solo creer y confiar en la persona y obra de Cristo. Sí, la desobediencia a Dios cuesta caro, el precio más alto que pagar es aquel que muchas personas están pagándolo cada día, cuando salen de este mundo en desobediencia a Dios al no haber aceptado a Cristo como Salvador y como consecuencia de ello están perdiendo sus vidas eternamente en el infierno. Para Ud. amigo que me escucha, todavía no es demasiado tarde, Ud. ha escuchado lo que Dios ha dicho en cuanto a tener la salvación. Todo es cuestión de obedecer a lo que Dios ha dicho. El ha establecido que la salvación está en Cristo, en aceptar a Cristo como Salvador, confiando en lo que él hizo en la cruz por Ud. ¿No le gustaría hoy mismo dejar de ser un hijo de desobediencia y pasar a ser un hijo de Dios? Si es así, acepte a Cristo como su Salvador este mismo instante. ¿Cómo? Pues hable con él, dígale que Ud. reconoce que Ud. es un pecador, que Ud. reconoce que Cristo murió en la Cruz por sus pecados, que Ud. reconoce que Cristo resucitó y hoy vive para ofrecer salvación y simplemente aprópiese del perdón que él ofrece. Si Ud. lo hace con fe, creyendo y confiando, Cristo será su Salvador personal y Ud. será un hijo de Dios. Que Dios le ayude a tomar esta decisión vital.

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