La destrucción, otro resultado de desobedecer a Dios

Reciban cordiales saludos hermanos y amigos. Es motivo de profunda satisfacción para La Biblia Dice… el compartir este estudio bíblico con ustedes. La obediencia a Dios ha sido el tema de nuestros últimos estudios bíblicos. Obediencia a Dios es hacer lo que él nos pide, sin ninguna variación, sin ninguna demora y sin ningún reclamo o murmuración. El creyente tiene la facultad de obedecer o desobedecer a Dios. Si su decisión es obedecer a Dios, no solamente recibirá galardones en el cielo sino también experimentará la verdadera libertad en Cristo. Si su decisión es desobedecer a Dios, no solamente perderá galardones en el cielo sino también arruinará su vida en la tierra. Hemos visto ya que el desánimo es una consecuencia directa de desobedecer a Dios, aunque no siempre el desánimo es por haber desobedecido a Dios, la Biblia nos presenta casos de personajes bíblicos que desobedecieron a Dios e inmediatamente se vieron atrapados en las garras del desánimo. El desánimo es como una gruesa cadena que maniata al creyente y hace imposible que el creyente sea útil para el Señor. Tanto Elías como Jonás desobedecieron a Dios en algún momento de sus vidas y como consecuencia de ello, pensaron que lo mejor sería morir cuando les llegó el desánimo. Otra consecuencia de desobedecer a Dios es la enfermedad. Nuevamente aquí, no toda enfermedad es consecuencia de la desobediencia a Dios, pero la desobediencia a Dios produce enfermedad. Las enfermedades transmitidas por contacto sexual son claros ejemplos de enfermedades producidas por la desobediencia a Dios. Pablo advertía a los corintios a arreglar sus cuentas con Dios, so pena de caer enfermos, tener debilidad física y aun morir. Desobedecer a Dios es algo muy serio hermanos y amigos. Ananías y Safira desobedecieron a Dios en el asunto de las ofrendas y Dios les disciplinó con la muerte. Para qué jugar con fuego desobedeciendo a Dios. En el estudio bíblico de hoy, vamos a presentar otra consecuencia de la desobediencia a Dios.

Otro resultado de desobedecer a Dios es la destrucción. A lo largo de la historia, la humanidad ha sido testigo del surgimiento y caída de poderosos imperios. Ciertamente que la elevación y caída de estos imperios obedece a los planes y propósitos del Dios Altísimo, pero no es menos cierto que en la caída y extinción de los grandes imperios del pasado tuvo mucho que ver la inmoralidad de sus líderes y súbditos. La desobediencia a Dios llevó a grandes imperios mundiales a la ruina, aun cuando eran poderosos militarmente, y llenos de riqueza en recursos naturales. Pero cuando la fibra moral se corrompió hasta el extremo, Dios trajo juicio sobre ellos y como resultado vino la destrucción. La nación de Israel es un claro ejemplo de esto. Cuando Dios con su poder los sacó de la esclavitud de Egipto, vez tras vez, Dios les advirtió que vendrían sobre ellos bendición si obedecían a Dios, pero vendría maldición y destrucción si desobedecían a Dios. Deuteronomio 30:16-18 dice por ejemplo: «Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella» Bueno, todos sabemos que Dios cumplió al pie de la letra con su palabra a Israel. La nación floreció y gozó de las bendiciones de Dios. La época de David y Salomón fue testigo de ello, pero poco a poco empezaron a alejarse de los mandamientos de Dios. Los profetas confrontaron esta situación con valentía. Entre ellos tenemos a Jeremías, quien no se cansó de advertir a Israel por su pecado. Jeremías 12:17 dice: «Mas si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice Jehová» Estas no son palabras ligeras. Era lo que Dios pensaba hacer con Israel a causa de su desobediencia. Jeremías 18:10 dice: «Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle» Jeremías 26:13 dice: «Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz cié Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros» A pesar de estas severas advertencias, el pueblo de Israel persistió en su empeño de hacer su propia voluntad en contrario a la voluntad de Dios. A causa de esta desobediencia a Dios, los asirios conquistaron las diez tribus del norte y prácticamente los exterminaron. Años más tarde, los babilonios al mando de Nabucodònosor conquistaron a las dos tribus del sur y por un tiempo Israel casi dejó de existir como nación. Todo su poder y su gloria y su riqueza quedaron transformados en escombros. La destrucción había llegado a causa de la desobediencia. Satanás es astuto para torcer la verdad y hacernos mirar las cosas al revés. Satanás trata por ejemplo, de hacernos pencar que obedecer a Dios nos priva de la libertad que debemos tener, que nos hace esclavos. Este pensamiento ha sido recibido por mucha gente y de esta manera Satanás es quien quiere privarnos de la verdadera libertad que proviene de obedecer a Dios. La desobediencia a Dios destruye no solo naciones e imperios sino también individuos. Cuantas personas hay hoy en día que tienen sus vidas destruidas por el alcohol, el tabaco, las drogas, el sexo, etc. Hace pocos días leí un artículo en una revista en el cual se hacía un recuento detallado de las personalidades famosas que hasta la fecha habían muerto con el sida. Era impresionante ver tanto talento junto. Había escritores, filósofos, pintores, músicos, políticos, actores, etc. El promedio de edad de todos ellos al morir era 40 años. Qué tragedia, la desobediencia a Dios les condujo a destruir sus vidas, no solo en este mundo, sino lo peor, en el mundo después de la muerte, porque si no aceptaron a Cristo como su Salvador antes de morir, hoy estarán en el castigo eterno del infierno. Yo no sé cómo estará su vida, mi hermano y amigo, pero a lo mejor, Ud. se ha dado cuenta que desobedecer a Dios en realidad le ha esclavizado no dándole la libertad que Ud. esperaba alcanzar. En el nombre del Señor yo le ruego que lo antes posible se libere de su esclavitud. ¿Cómo? Pues reconociendo que sin Cristo en su corazón, lo único que ha logrado es desobedecer a Dios y empezar a ver en su vida la destrucción a la cual la desobediencia a Dios conduce. Reconociendo que la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario tiene poder para limpiar el pecado más grave que Ud. pueda imaginar. Reconociendo que Cristo derramó esa sangre porque le ama a Ud. y quiere ser su Salvador y aceptando a Cristo como su Salvador personal. No importa cuán lejos Ud. haya llegado ya en su pecado, en su desobediencia a Dios, no importa cuán destrozada ya esté su vida por la desobediencia a Dios. Venga a Cristo hoy mismo. Venga tal como está. El perdonará su pecado y le limpiará de todo mal. La palabra de Dios en 2ª Corintios 5:17 dice: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» Ud. quiere salir de ese estilo de vida pecaminosa que hasta ahora ha llevado, ¿verdad? Ud. quiere ser una nueva criatura, con una nueva mente para conocer a Dios, con una nueva voluntad para obedecer a Dios, con un nuevo corazón para amar a Dios, ¿verdad? Entonces Ud. necesita invitar a Cristo a su corazón, cuando lo haga, Ud. empezará una nueva vida en Cristo. Hágalo hoy mismo, no espere que su desobediencia a Dios consuma lo poco que le ha dejado su vida de pecado. Si Ud. ya es un hijo de Dios, pero ha estado últimamente viviendo en desobediencia a Dios, sepa que su desobediencia fácilmente le puede conducir a terminar con su vida en este mundo como una medida de disciplina de parte de Dios. No espere más, por qué tiene que vivir en el fango del pecado pudiendo vivir en el palacio del rey. Arrepiéntase de su pecado de desobediencia a Dios, confiéselo a Dios como pecado y propóngase a vivir para él venciendo el pecado. Que Dios le bendiga.

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