El Evangelio Exige Compasión Radical Parte 1

Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Ese es un fragmento de Mateo 10 y el día de hoy queremos sumergirnos en él, para entender lo que Jesucristo pide de nosotros. Bienvenidos a este su programa “La Biblia Dice Presenta” Soy Nelson Cabrera y estoy junto a David Platt. Él ha sido un gran instrumento de Dios para llevar el evangelio a miles de personas.

La pregunta es: ¿por qué no queremos obedecer a Jesús? CS Lewis dijo: «Somos criaturas a medias engañadas con bebida, sexo y ambición cuando se nos ofrece una alegría infinita. Como un niño ignorante que sigue haciendo tartas de barro en el barrio pobre porque no puede imaginar lo que significa la oferta de unas vacaciones en el mar”. Estas palabras perforan mi corazón y espero perforen el tuyo. C.S. Lewis dice: «Estamos demasiado complacidos. Creemos que nuestras casas, automóviles, planes, deseos y esa sensación de seguridad son buenos”.

Estamos jugando con pasteles de barro en el barrio pobre y tenemos la oferta de unas vacaciones en el mar. Dejemos eso atrás y vámonos. Hagamos lo que dice Hebreos 12:2 : «puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”, sigámoslo y digámosle que lo queremos, que seremos sus discípulos. Estos son los términos de Jesús. Y hoy te pregunto: ¿alguna vez has venido a Jesús en estos términos: amor superior, lealtad exclusiva y pérdida total? Esa es una pregunta fundamental y eternamente importante.

Ayer, mientras oraba estaba pensando en este texto, y pensaba que esto no tiene sentido para el mundo y para la cultura en la que vivimos. Para mí, estar haciendo este programa para tantas personas y decir aborrece a tu padre, madre, hermano, hermana, esposa e hijos y sigue a Jesús no tiene sentido, porque si lo que quiero es lograr tener millones de oyentes a través de este programa, entonces decirles eso no tiene sentido. Decir ese tipo de cosas ante tantas personas no mejora mis relaciones públicas, y entonces ¿por qué lo hago?

Pues esta es mi respuesta: por obediencia. Mira yo sé que, la única forma en que alguien en este momento podría renunciar a todo a favor de Cristo es si el Espíritu de Dios estuviera desgarrando su corazón y abriendo los ojos a la supremacía de Cristo y eso sucede únicamente a través de las verdades eternas de la Palabra de Dios.  Es por eso por lo que le he estado pidiendo a Dios que desgarre sus corazones y abra sus ojos a Cristo, y creo que lo está haciendo. He estado orando para que, entre los hombres, mujeres y estudiantes, que me escuchan Él abra sus ojos para que vean la supremacía de Cristo. Y si eso está pasando en ti, mientras me escuchas, entonces quiero llamarte a abandonarlo todo, a correr hacia Él y abrazarlo con todas tus fuerzas, pero eso sólo puedes hacerlo a través del Espíritu de Cristo. No se puede fabricar este tipo de lealtad, amor y pérdida por nuestra propia cuenta, los seres humanos somos incapaces de eso.

Entonces yo te pregunto: ¿Cristo es supremo?, ¿eres su discípulo? Si lo eres, entonces este es el amor superior, la lealtad exclusiva y la pérdida total que Él pide de ti, y Él te guiará, Él es bueno y quiere que su palabra se realice en nuestras vidas.

De manera que, nos postrémonos ante Él, pidámosle que tome nuestras vidas y las use de la manera que Él quiera para su gloria. Digámosle que le amamos y que hemos decidido seguirlo, que Él es nuestro todo. Esto no es un juego, no es una rutina de domingo por la mañana para nosotros, esto es vida. Así que digámosle a Dios: “todo en mi vida depende de Ti, así que corro hacia Ti”.

Voy a invitarte a que abras conmigo el capítulo 9 de Mateo. Mientras encuentres ese pasaje de la Escritura, oremos juntos:

Dios, este es el grito de nuestros corazones. Queremos ver una gran cosecha. Dios, oramos esta mañana por una gran cosecha en las escuelas de toda esta comunidad. Hoy te pedimos por innumerables estudiantes que no te conocen, por un despertar de tu Espíritu para que agarres a los adolescentes, a los estudiantes de esta comunidad y comiencen a correr hacia Cristo. Oramos porque hombres y mujeres de nuestras ciudades, puedan ver tu gloria y majestad a través de nuestras vidas, que ellos vean su necesidad de Cristo y que tu Espíritu los despierte para tu salvación, tu gloria y tu majestad.

Oramos por una gran cosecha en cada una de nuestras ciudades. Oramos por una cosecha en nuestros vecindarios. Dios, estamos rodeados de personas que no saben que eres bueno y eres digno. Y pedimos para que tu Espíritu les abra los ojos a tu grandeza y ellos corran hacia tu Evangelio. Dios, queremos ser parte de una gran cosecha. Queremos ser parte de algo que sea eternamente bueno, queremos ser parte de la cosecha entre las naciones. Dios, queremos hacer una profunda mella en los mil millones de personas que nunca han escuchado el nombre de Jesús. Oramos para que nos muestres lo que significa ser parte de esta cosecha. Sabemos que esto es algo que sólo tu Espíritu puede hacer. Entonces, nos inclinamos ante ti para que lo hagas, para que abras nuestros ojos y nuestros corazones a la necesidad que nos rodea y despierten los corazones y las vidas de las personas a tu gracia y gloria. Oramos para que tu nombre tenga una gran gloria. Oramos para que seas grande en las naciones y lo hagas a través de nosotros.

Dios, queremos ser parte de avanzar en tu reino y multiplicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Y por eso oramos para que tu Espíritu nos guíe en nuestro tiempo en la Palabra de hoy con ese fin. Te alabamos por esta iglesia. Te alabamos por las personas, los dones, las habilidades y las pasiones que están representadas en esta sala. Te alabo por lo que has hecho. Dios, te ruego que tomes tu gracia y que multipliques el Evangelio a través de nosotros y hagas que cada uno de nosotros vivamos para contar tu gloria en los extremos de la tierra. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

 Nicholas Ridley era una de las mejores mentes de Inglaterra. Después de una formación educativa de primer nivel, se instaló en una carrera académica en Cambridge. Más tarde fue nombrado capellán del arzobispo de Canterbury. Pero en 1540 algo sucedió en el corazón de Ridley y se dio cuenta de que no podía continuar siguiendo la fe que normalmente había seguido y se unió a la Reforma Protestante en Inglaterra. Y Mary Tudor, que mató a 280 cristianos en su breve reinado de cinco años, encarceló a Ridley, allí conoció a Hugh Latimer un predicador principal en la Reforma Protestante, ellos fueron condenados a muerte.

Ridley y Latimer llegaron al campo de ejecución más o menos al mismo tiempo, apenas unos minutos después del otro, para ser quemados en la hoguera. Ellos se abrazaron y Ridley dijo: «tenga buen corazón, hermano, porque Dios mitigará la furia de las llamas o nos fortalecerá para soportarla». Ambos se arrodillaron y oraron, sin embargo, sus verdugos les dieron la oportunidad de retractarse pero ellos no lo hicieron. Ridley dijo: «mientras el aliento esté en mi cuerpo, nunca negaré a mi Señor Cristo ni a su verdad. La voluntad de Dios se hará en mí». Entonces envolvieron una cadena de hierro alrededor de Ridley y Latimer y fueron quemados en la hoguera juntos. Cuando la leña se encendió bajo los pies de Ridley, Latimer dijo: «Siéntase bien, señor Ridley, este día encenderemos una vela por la gracia de Dios en Inglaterra, y confío que nunca se apagará».

Estamos en una serie llamada “Radical, lo que exige el Evangelio”. Hasta este punto hemos estado hablando sobre el Evangelio y las implicaciones de este para nuestras vidas; si realmente creemos en este Evangelio, cambia todo acerca de cómo vivimos. Si no creemos en este Evangelio, entonces el movimiento y la actividad religiosa sistemática de rutina tiene sentido, de todos modos, sólo jugamos juegos los domingos. Pero si creemos en este Evangelio, las implicaciones son radicales por la forma en que vemos nuestras vidas, por la forma en que vemos a la iglesia, por la forma en que vemos a los que están perdidos y la forma en que vemos a los pobres.

Y hoy vamos a ver la forma en que el Evangelio cambia radicalmente la forma en que vemos a los perdidos y la forma en que vemos a las personas que no tienen una relación con Cristo. El Evangelio exige compasión radical. Quiero mostrarles dos ingredientes de la compasión radical a la luz de Mateo 9 y 10:

Número uno, conciencia sobrenatural de la condición de los perdidos. Y el segundo ingrediente es una obediencia sacrificial a la comisión de Cristo. Conciencia sobrenatural de la condición de la obediencia perdida y sacrificial a la comisión de Cristo. Si unes a estos dos, tienes la compasión radical que exige el Evangelio. Recuerda que estamos hablando de venir a Jesús en sus términos.

Entonces, lo que vamos a hacer es leer el final de Mateo 9 y luego vamos a leer el capítulo 10. El capítulo 9 de Mateo prepara el escenario. Quiero que veas cómo responde Jesús a sus discípulos y lo que los llama a hacer. Vamos a leer un pasaje bastante extenso de las Escrituras y quiero que a medida que lo hacemos, te imagines a ti en ese momento. Mateo capítulo 9, versículo del 35 al 38 dice: «Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.

Capítulo 10 versos del 1 al 8: «Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó”. “A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia».

Así que aquí está la imagen, comencemos con la condición de los perdidos. ¿Qué hizo Jesús? Él vio su tamaño; cuando Jesús vio a la multitud, tuvo compasión de ellos. Los historiadores estiman que en esta región de Galilea probablemente habían alrededor de 200 ciudades o pueblos diferentes. Algunos estiman que eran tres millones de personas. Jesús estaba interactuando en una región con muchísima gente y cuando vio la multitud, tuvo compasión de ellos. Aquí hay un sentimiento profundo que va más allá de un sentimiento emocional, Jesús vio a las masas de gente y lo experimentó física, espiritual y emocionalmente. Y este es el Jesús que vive en ti y en mí, así que te imploro que mires más allá de tu habitación. Mira más allá de las cómodas sillas en las que te encuentras y ve a la multitud 6.700 millones de personas.

Segundo, siente su sufrimiento. Jesús no sólo vio su tamaño y no sólo vio su pecado. Él vio la profundidad del sufrimiento que los atormentaba por su pecado.

Me encanta lo que dice un tipo llamado Paul Brand. El Dr. Brand trabajó con leprosos durante muchos años y reflexiona sobre la forma en que Jesús interactuó con las multitudes, especialmente con aquellos que estaban enfermos. Y quiero que escuches lo que escribe. Él dice: «Jesús extendió su mano y tocó los ojos de los ciegos, la piel de la persona con lepra y las piernas del lisiado. A veces me he preguntado, por qué Jesús con tanta frecuencia tocaba a las personas que sanó, muchas de las cuales deben haber sido poco atractivas, obviamente enfermas, insalubres y malolientes. Con su poder, fácilmente podría haber agitado una varita mágica, pero eligió no hacerlo. La misión de Jesús no fue principalmente una cruzada contra la enfermedad, sino un ministerio para personas individuales, algunas de las cuales tienen una enfermedad. Quería que esas personas, una a una, sintieran su amor y calidez y una identificación plena con ellas. Jesús sabía que no podía demostrar fácilmente amor a una multitud porque el amor generalmente implica tocarse”.

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