La función de Dios con la función del rey

Es grato saber que Usted nos está escuchando, amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy en el libro de Proverbios. Todo está listo para que David Logacho nos guíe en el estudio de la primera parte del capítulo 25 de Proverbios. Este estudio bíblico es parte de la serie que lleva por título: Proverbios, sabiduría celestial para la vida terrenal.

Al llegar al capítulo 25 de Proverbios, nos encontramos con una nueva colección de hermosos proverbios. El autor de estos proverbios fue Salomón, pero sus dichos no formaron parte del libro de Proverbios sino hasta el reinado de Ezequías, cuando fueron incorporados al libro.

Esta colección de proverbios de Salomón cubre los capítulos 25 a 29 del libro de Proverbios.

Lo que primero encontramos es una introducción a esta sección del libro. El versículo 1 del capítulo 25 dice así: «También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá»

Esta colección de proverbios fue pronunciado por Salomón y seguramente aparecieron como colección durante el reino de Ezequías, quien reinó sobre Judá entre el año 715 a 686 antes de Cristo, es decir unos 200 años después del tiempo de Salomón.

Proverbios 25:2-3 dice: «Gloria de Dios es encubrir un asunto; pero honra del rey es escudriñarlo. Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, y para el corazón de los reyes, no hay investigación.»

Lo que hace este proverbio es contrastar la función de Dios con la función del rey. Por ser Dios, él se reserva el derecho de encubrir determinados asuntos. Esto no reviste problema para Él, porque es Dios. Deuteronomio 29:29 dice: «Las cosas secretas pertenecen a nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.»

Por contraste, el rey, está en la obligación de escudriñar o descubrir todos los asuntos de su reino, si pretende ser un buen gobernante. Esta capacidad de escudriñarlo todo por parte de los reyes, les otorga una profunda sabiduría, algo que el común de los hombres no puede cuantificar, así como no puede cuantificar cuán alto está el cielo o cuan profundo es el abismo en la tierra.

Ahora tenemos Proverbios 25:4-5 donde dice: «Quita las escorias de la plata, y saldrá alhaja al fundidor. Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia.»

El proceso de purificar un metal precioso, como la plata, es muy interesante. Se coloca la plata en un crisol y se lo somete a una elevada temperatura, hasta llegar al punto de fusión. En estas circunstancias, las escorias de la plata ascienden a la superficie y pueden ser retiradas sin dificultad. Mientras más pura la plata, más fina la joya que con ella se fabrica.

Este proceso halla su paralelo en el gobierno de un rey. Para que el gobierno sea bueno, o para que el trono del rey se afirme en justicia, es necesario someterlo a un proceso de purificación. Es necesario quitar las escorias. Las escorias de un gobierno son los impíos, o los funcionarios corruptos, los funcionarios que obtienen provecho personal en el desempeño de sus cargos. Mientras menos impíos haya en un gobierno, más estable y próspero será ese gobierno.

La clave para el éxito de una gestión de gobierno está en deshacerse de los funcionarios corruptos.

Proverbios 25: 6-7 dice: «No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes; porque mejor es que te diga: Sube acá, y no que seas humillado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.»

Este proverbio confronta el orgullo. Advierte en contra de la auto promoción delante de las personas poderosas. Usted sabe, el arrojarse flores a uno mismo para agrandar nuestra propia imagen ante la gente que consideramos de importancia. La autopromoción puede perfectamente conducirnos a hacernos pensar que somos tan importantes que debemos estar en el mismo plano que la gente verdaderamente importante.

Esto es extremadamente peligroso porque es muy probable que seamos arrojados de ese lugar por la fuerza, lo cual será un doloroso golpe para nuestro agigantado ego. Por algo afirma el dicho popular: Mientras más alto estés, más dolorosa es la caída. Es mejor ubicarse en donde tal vez pensemos que merecemos más, de modo que seamos invitados a ocupar un lugar mejor.

El Señor Jesucristo se hizo eco de este principio cuando según Lucas 14: 8-11 dijo: «Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, vé y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.»

Esta es la mejor explicación del proverbio que estamos estudiando.

Tenemos ahora Proverbios 25:8-10 donde dice: «No entres apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado. Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro, no sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.»

Se trata de una persona que por el apresuramiento no toma en cuenta los detalles de lo que ve, y rápidamente lleva el caso a un juicio. Ya dentro del juicio, la otra parte presenta las pruebas que demuestran que la persona que inició el juicio ha estado errada. Esto traerá gran vergüenza a esta persona apresurada. Lo mejor es calmarse, analizar con profundidad los detalles de la situación, y sobre todo, hablar con la otra persona buscando una solución extra judicial.

El proverbio advierte también en contra del chisme. No descubras el secreto a otro, dice el texto. El chismoso está siempre en gran peligro de ser deshonrado por alguien que aborrece el chisme y será muy difícil deshacerse de la mala fama o la infamia de ser un chismoso. Aplicando este proverbio al diario vivir, debemos entonces evitar lo más posible llevar a juicio a una persona.

En tratándose de creyentes, el principio del Nuevo Testamento es que un creyente no debe llevar a juicio a otro creyente. Además, no vale la pena ganarnos la mala fama de ser chismosos, así que es mejor no chismear de ninguna manera.

Ahora tenemos Proverbios 25:11-12 donde dice: «Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.»

Aquí tenemos dos metáforas.

La primera, usa a la manzana de oro con figuras de plata, para describir a la palabra dicha como conviene. La característica de la manzana de oro con figuras de plata es su hermosura. De la misma manera, la palabra dicha como conviene, es hermosa. Trae paz, alegría, reflexión, exhortación, solución y tantas otras cosas más.

La segunda metáfora, usa el zarcillo de oro y joyel de oro fino para describir al que reprende al sabio que tiene el oído dócil. La característica del zarcillo de oro y el joyel de oro fino, además de su belleza es su elevado costo. Así de hermoso y precioso es para el sabio que tiene oído dócil, la reprensión que recibe de alguien.

Ambas metáforas tienen que ver con la lengua. Cuán importante es poner atención a lo que decimos. Si nuestro hablar es sabio, será catalogado por los que oyen como algo hermoso, algo comparable a una joya preciosa. ¿Cómo es su hablar amable oyente?

Ahora tenemos el siguiente proverbio. Se encuentra en Proverbios 25: 13 donde dice: «Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían, pues al alma de su señor da refrigerio»

El clima en el tiempo de la siega se caracteriza por ser extremadamente caluroso. Luego de una agotadora jornada de trabajo en medio de ese calor, los segadores estarán desesperados por encontrar un lugar fresco para descansar. A esto se refiere el proverbio cuando habla del frío de nieve en tiempo de siega. Algo refrescante, algo placentero, algo que satisface. Lo mismo experimenta un amo al ver la fidelidad de un siervo en la entrega de un mensaje importante.

Idéntica experiencia tienen los que reciben el mensaje traído por un mensajero fiel. En un sentido muy real, todos los creyentes somos mensajeros de nuestro grandioso Señor. La pregunta es: ¿Somos mensajeros fieles, como el frío de la nieve en tiempo de la siega? O tal vez somos tan negligentes que traemos aflicción a nuestro Señor.

Finalmente por ahora, vamos a considerar Proverbios 25:14 donde dice: «Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.»

Jactarse de falsa liberalidad significa ser tacaño o mezquino en el dar, sin embargo, hacer aparecer como si se hubiera dado en abundancia. Una persona que se jacta de falsa liberalidad, es comparable a las nubes y vientos que presagian una abundante lluvia, pero que pasan y se alejan sin dejar caer una sola gota de lluvia.

Cuidado amable oyente con jactarse de falsa liberalidad. Puede ser que esté poniendo en juego su misma vida. ¿Recuerda lo que les pasó a Ananías y Safira, según el relato en el libro de los Hechos? Los dos se jactaron de falsa liberalidad. Vendieron su heredad en determinada cantidad de dinero, guardaron una parte de ese dinero para ellos mismos, y se presentaron ante los apóstoles como grandes filántropos, que estaban entregando todo el monto que resultó de la venta de su heredad. Querían el aplauso sin merecerlo. Se jactaron de su falsa liberalidad. La consecuencia fue funesta para los dos, porque ese día los dos murieron. Cuidado amable oyente con esto de jactarse de falsa liberalidad.

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