Muestra la Palabra Parte 1

Hola, te invito a escuchar el capítulo 17 de Juan. Quiero guiar nuestro tiempo juntos mientras continuamos en esta serie llamada Sígueme. Y responder la pregunta, ¿Cómo hacer discípulos en todas las naciones, y cómo eso afecta en nuestras vidas? He recibido correos electrónicos, y tenido conversaciones con muchos que dicen cosas como: “he sido cristiano durante 40 o 50 años, ¿por qué no escuché esto antes? ¡Cómo me he perdido de esto!” Llegando, sin lugar a duda, a la conclusión que es un tema tan central en la iglesia y en nuestras vidas. Mira, la verdad es que yo no sé las respuestas a todas esas preguntas, pero puedo darte un pequeño vistazo en mi propia vida. Anteriormente, había estado en numerosos viajes misioneros, pero cuando tuve un viaje a Honduras, recuerdo que fue diferente porque este viaje estaba ligado a un proceso de formación de discípulos y, por primera vez, comencé a ver realmente, cómo se ve la formación de discípulos.

Y comencé a luchar con el hecho de que fuimos creados para impactar a las naciones por la gloria de Cristo; eso es algo que está en la Biblia de principio a fin, entonces comencé a ver ese plan central de Cristo para hacer discípulos, y cómo se ve en nuestras vidas. Vi mi propia vida y me di cuenta de que tal vez, en algún momento del camino, podría haber hecho algunos discípulos, pero se hizo más accidental que intencionalmente. Pensé, “¿por qué tengo que ser accidental con el plan de Dios en lugar de intencional?” Creo que, comenzamos a darnos cuenta de que tenemos una tendencia, a contratar la formación de discípulos en seminarios o contratar la formación de discípulos a organizaciones para iglesias, y son ellos quienes nos ayudan a avanzar en el camino.

Al sumergirnos en las Escrituras, vimos la gloria de Cristo; como Dios desea darla a conocer a través de nosotros en todas las naciones; hablamos acerca de cómo algunas personas podrían pensar que es idealista, y estamos diciendo que aquellos que dicen que no se puede hacer, deben apartarse del camino de aquellos que lo están haciendo. ¿Y cómo vemos esto cuando los discípulos están en el centro de la iglesia y en el centro de nuestras vidas? ¿Qué se ve tangiblemente día tras día? Es más profundo que el lugar al que te vas de viaje o en qué ministerio estás involucrado. Así es como se ven nuestras vidas a diario. Así que estamos caminando a través de diferentes componentes de la formación de discípulos.

El primer componente de la formación de discípulos es, compartir la Palabra. Entonces estamos aquí para compartir la Palabra. Ese es un componente de la formación de discípulos. Sé que muchos de nosotros tuvieron a alguien que nos condujo a la fe en Cristo. Entonces, ¿cómo vamos a llevar a las personas afuera a conocer la fe en Cristo, si no es a través de nosotros? Y entonces hablamos acerca de cómo, esa es una faceta no negociable de la formación de discípulos. Lo que quiero hacer es sumergirme en un segundo componente de la formación de discípulos que no es solo compartir la Palabra, sino mostrar la Palabra.

Ahora, permítanme decir que estos no son necesariamente pasos cronológicos que debes tomar, no, estas son todas las facetas que vemos en la vida de Jesús cuando derramó Su vida en Sus discípulos y como Él dio el ejemplo para que hagamos lo mismo en la vida de los demás. Entonces compartiendo la Palabra y mostrando la Palabra. Bien, quiero que veamos el capítulo 17 de Juan y veamos, qué significaba para Jesús mostrar la Palabra. Recuerda que la Palabra, es el centro de hacer discípulos. La Palabra hecha carne, Cristo dando Su vida sabiendo que, a través de nosotros, se muestra la Palabra. Juan capítulo 17 versículo 6, Jesús dice: «He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.»(Juan 17: 6-12).

Ahora hablamos acerca de cómo Jesús nos ha puesto con la gente. Él ha puesto personas en nuestras vidas. Estamos rodeados de personas en nuestras esferas de influencia, a quienes tenemos la oportunidad de impactar para la gloria de Cristo. Él nos ha dado las palabras. Él nos ha dado la autoridad para compartir la Palabra con ellos. Quiero que veas, qué parte de compartir la Palabra con ellos implica mostrarles la Palabra y quiero que pensemos en las personas que Dios ha confiado en nuestras vidas para mostrarles la Palabra, y lo que eso significa. Veamos cómo se desarrolla esto en esta oración que Jesús hace. Desde el principio en el capítulo 17 de Juan, versículo 6 dice: «He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste» Ahora, algunos de ustedes en sus traducciones podrían tener «A los que me diste del mundo les he revelado quién eres»

A lo largo de la Escritura y especialmente en el Libro de Juan, lo que estamos viendo, es que el nombre de Dios se refiere al carácter de Dios, su persona y quién es Él. Entonces, para que Jesús dijera les he manifestado tu nombre a los discípulos, lo que Él está diciendo es: “les he revelado Tu carácter, he revelado quién eres para ellos.” En el antiguo testamento, Dios se reveló a su pueblo al habitar entre ellos en el templo o en el tabernáculo. Pero ahora, tienes a Jesús, a Dios que se revelan a sí mismo, cara a cara en la persona de Cristo. Él dice: “te he revelado de cerca y personalmente”. Incluso, recuerda que, con respecto al nombre de Dios, en el Antiguo Testamento, Moisés dice: “Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es Tu nombre?, ¿qué les responderé?” Y Dios dice: «Diles que Yo Soy». Ese era Su nombre. Piensa en cómo eso, es cercano y personal en el Libro de Juan.

En Juan capítulo 6 versículo 35 Jesús dice: «Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre«. En Juan capítulo 8 versículo 12 Él dice: «Yo soy la luz del mundo«. En Juan capítulo 10, dice: «Yo soy el buen pastor que cuida a su pueblo«. En Juan capítulo 11 versículo 25, Él le dice a Lázaro: «Yo soy la resurrección y la vida«. Juan capítulo 14, Él les dice a los discípulos que se preguntan: ¿vamos a perdernos en la confusión? Y Él dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida«. ¿Lo ves? Jesús era Dios de cerca y personal para estos muchachos. Si quieres ver una imagen de la bondad, la gracia, la misericordia de Dios, puedes verla en Jesús y Él no la reveló mostrando su esplendor. Él lo hizo a lo largo de un proceso de tres años. Día tras día, reveló a Dios y su carácter de cerca y personal para ellos. Ahora, aquí está el problema en el versículo 11 de Juan capítulo 17, Jesús dice: «Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti.»

Entonces, si Dios está a punto de salir del mundo, ¿cómo va a ver el mundo a Dios de cerca? Y ahí es donde tú y yo entramos. Primero que nada, como discípulos de Jesucristo, todos somos sus representantes en el mundo. Esto no es solo para los super cristianos; cada uno de nosotros tenemos que entender esto. Tenemos la responsabilidad de Dios, de mostrar su carácter al mundo. Esta no es una responsabilidad que tiene la iglesia como institución. Esta es una responsabilidad que tiene la iglesia como individuos. Somos Dios de cerca; Su bondad, Su misericordia, Su gracia, vista en nosotros en el mundo. Esa es la responsabilidad que Dios nos ha confiado, y es una gran responsabilidad.

¿Cómo están las personas en tu hogar, en tu lugar de trabajo o en tu escuela, cómo están las personas en tu vecindario o en la comunidad, cómo van a ver el carácter de Dios? ¿Cómo van a ver Su amor sin fin, Su perfecta paciencia en medio del sufrimiento y la prueba? ¿Cómo van a ver su abrumadora compasión por aquellos que a nadie más le importan? ¿Cómo van a ver su paciencia, y su bondad frente al mal? ¿Cómo van a ver su valentía frente a la prueba? ¿Cómo van a ver esas cosas si no están en ti y en mí? Dios nos ha dado personas en nuestras vidas al igual que Él le dio, los discípulos a Jesús y dijo, “revelares mi carácter.” Estoy convencido de que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros, personas en nuestras vidas que Él ha dicho “les revelaré mi carácter.”

Y si esas personas en tu vida y en mi vida no ven el carácter de Dios en nosotros, ¿dónde van a verlo? En sus DVD, en la televisión, en Internet, en la política, en la América corporativa. Si no ven el carácter de Dios en nosotros como sus representantes, ¿dónde lo van a ver? Aquí es donde comenzamos a levantarnos y nos damos cuenta de que ya no podemos eludir o evadir nuestra responsabilidad de mostrar el carácter de Dios al mundo que nos rodea y a las personas que Dios nos ha dado. Ahora, algunos piensan que es una tarea difícil, dice: “Se supone que debo mostrar el carácter de Dios, el amor, la misericordia, la gracia, la paciencia y la bondad de Dios. Se supone que debo hacer eso, pero no puedo hacerlo, todavía no estoy en un nivel tan alto en mi vida cristiana.” ese es uno de los pensamientos más comunes en las iglesias.

Segunda verdad, todos tenemos Sus recursos. Mira el capítulo 17 de Juan, versículo 10 Jesús dijo: «y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío«. Así que el Padre le había dado todo a Jesús y a nosotros también. Mira en el versículo 11, mientras Él ora en medio de ese versículo dice: «Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre» es la misma frase que vemos en el versículo 6, el nombre que «me diste«. Me diste tu carácter. Me diste tu persona. Verso 12 «Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me disté, yo los guardé«. Todo lo que Jesús tenía el Padre le había dado. Ahora en este momento estamos pensando, bueno, ese era Jesús. Él es un poco diferente a nosotros. Entonces ¿cómo se aplica eso a nosotros? ¿Cómo puedes decir que todos tenemos Sus recursos? Aquí están las buenas noticias. Todo lo que Jesús tenía del Padre Él prometió darlo a ti y a mí.

Mira lo que Jesús dice en el versículo 14. Él está hablando acerca de Sus discípulos y Él dice: «Les he dado tu palabra«. Escucha el versículo 22, Jesús dice: «La gloria que me diste, yo les he dado«. Tenemos la gloria de Cristo que nos fue dada. Verso 23 «Yo en ellos y tú en mí«. El Padre está en Jesús, Jesús está en nosotros. Eso significa que todo lo que el Padre tiene está en nosotros. Escucha el versículo 26 dice: «Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado esté en» ¿quién? » ellos, y yo en ellos» Todo el ministerio de Jesús, todo este proceso de hacer discípulos fue su vida misma entregando lo que el Padre le había dado, a las vidas de estos muchachos y es precisamente eso lo que nosotros debemos hacer. Ahora, a la luz de la Biblia sabemos que todo lo el Padre le dio a Jesús también nos lo dio a nosotros así que no hay más excusas, es hora de empezar a hacer discípulos sin reservas.

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