Aferrarse a la presencia de Dios para salir de la duda

Un saludo cordial amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de cómo enfrentar los momentos difíciles que la vida nos depara. Uno de estos momentos difíciles es cuando entramos al profundo valle de la duda. Esto puede resultar a raíz de circunstancias adversas que sobrevienen a nuestra vida. Cuando hemos entrado en el profundo valle de la duda, es necesario aferrarnos a cuatro asideros para que la duda no termine por destruirnos. El primer asidero son las promesas de Dios. El segundo asidero es la provisión de Dios. El tercer asidero es el poder de Dios. En esta oportunidad vamos a considerar el cuarto asidero, la presencia de Dios.

Un científico de origen Inglés creía que cuando una persona estaba determinado tiempo en total soledad podría llegar a cierto estado de éxtasis. Sin embargo, los experimentos demostraron todo lo contrario. En lugar de éxtasis, la soledad absoluta produjo una angustia indescriptible. Su experimento consistió en construir una cámara de aislamiento a prueba de ruido. Para evitar las vibraciones del exterior, colgó la cámara de aislamiento del techo de un alto edificio. Cada voluntario estaba equipado con guantes de piel muy gruesa y calzado con zapatos de una planta muy gruesa y suave para reducir la sensación de contacto. A los voluntarios se les podía ver desde afuera a través de una ventana con esos cristales que se puede ver solamente desde un lado, pero no se puede ver nada desde el otro lado. Es decir que los que estaban afuera podían ver a los voluntarios pero los voluntarios no podían ver a los que estaban afuera. Los voluntarios se alimentaban con comida que estaba almacenada dentro de la cámara, de modo que no tengan ningún contacto con el mundo exterior. Había tanto silencio, que parecía que se podía percibir la caída de un cabello al piso. La mayoría de los voluntarios informaron que después de estar más o menos una hora en ese ambiente de absoluto aislamiento, experimentaron problemas de falta de concentración. Después de una hora, experimentaron una sensación de angustia y pánico. Lo más que pudieron soportar en ese ambiente de total aislamiento fue alrededor de cinco horas. Bueno, mucha gente no necesita de un ambiente como el que diseñó ese científico para experimentar la misma sensación que experimentaron los voluntarios que se sometieron a la prueba del científico. Es el problema de la soledad amable oyente. Es lo que sufren los ancianos en los asilos, los enfermos en los hospitales, los huérfanos en los orfanatos. Tantos viudos que viven en soledad porque han visto partir a la eternidad a la única compañía que tenían. Cuando este problema ataca a una persona, no es raro que la persona se hunda en el valle de la duda. Duda de la presencia de Dios. La persona se siente tan sola que llega a pensar que a nadie le importa, piensa que inclusive Dios le ha abandonado. Para salir de este estado de duda es necesario aferrarse al asidero llamado la presencia de Dios. Dios no deja solo a ninguno de los suyos. Aunque los suyos a veces sintamos que Él no está a nuestro lado. Se cuenta que una vez en el cielo, un hombre de Dios tuvo la oportunidad de ver las huellas que había dejado en su caminar mientras vivió en este mundo. A lo lejos se veía las huellas dejadas por una sola persona. Jesús explicó diciendo: Ese fue el tiempo que caminaste solo, antes de recibirme como Salvador. Pero después ya se podían ver huellas de dos personas. Jesús explicó diciendo: Esto fue tan pronto me recibiste como Salvador. Pero algo que llamó poderosamente la atención al hombre en el cielo fue que en algunos tramos, aparecían las huellas de una sola persona. Sorprendido el hombre dijo a Jesús: Así que hubo momentos que me dejaste solo. Jesús respondió: No amigo. Esas no son tus huellas sino las mías. Esos fueron los momentos cuando estabas tan débil, cuando el camino se tornó tortuoso y peligroso y yo tuve que levantarte para llevarte en mis brazos. Así es amable oyente. Muchas veces, la vida se ha puesto cuesta arriba, pero jamás hemos quedado solos, porque allí ha estado la gloriosa presencia de Cristo llevándonos en sus brazos. El Evangelio según Mateo termina con palabras muy apropiadas a este respecto. En el capítulo 28 versículo 20, al final dice: Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Esta es la palabra inquebrantable de Dios. La declaración de Jesús está en tiempo presente. Jesús no está diciendo: Yo estuve con vosotros o estaré con vosotros. Jesús dijo: Yo estoy con vosotros. Cada año, cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante, mientras estén en este mundo. Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús cuando sus discípulos estaban justamente en el valle de la duda. Mateo 28:16-17 dice: Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.

Mat 28:17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.

Ante la presencia de la duda, es vital reconocer la presencia de Dios en su vida. Es a usted, a quien se dirigen las palabras de Hebreos 13:5-6. La Biblia dice: Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;

Heb 13:6 de manera que podemos decir confiadamente:

El Señor es mi ayudador; no temeré

Lo que me pueda hacer el hombre.

Dios no puede fallar a sus promesas, amable oyente y Él ha dicho: No te desampararé ni te dejaré. Puede ser que nuestros padres o nuestros hijos o nuestros hermanos o nuestros hermanos de la iglesia, o nuestros vecinos nos abandonen, pero Dios jamás lo hará. Note lo que dice Salmo 27:10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran,

Con todo, Jehová me recogerá.

Promesa hermosa que garantiza la presencia permanente de Dios junto a nosotros. En época de duda, hace mucho bien saber cosas así. Mire lo que dice Romanos 8:35-39. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Rom 8:36 Como está escrito:

Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero.

Rom 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Rom 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

Rom 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Más garantía no puede haber amable oyente. ¿Por qué dudar entonces de la presencia de Dios? Una madre se hallaba sola en su casa con su hijo de corta edad. El esposo se había salido de la ciudad por unos días por razones de trabajo. La primera noche que tenían que pasar los dos solos en casa, tanto la madre como el niño, tenían algo de temor por la soledad. Luego de asegurar bien la casa se dispusieron a dormir. Cuando la madre apagó la luz del dormitorio, el niño vio a través de la ventana la luz plateada de la luna y dijo: Mamá, ¿Es la luz de Dios? Si, hijo, respondió la madre en voz baja. La siguiente pregunta del niño fue: ¿Apaga Dios su luz para irse a dormir? La madre contestó: No hijo, Dios nunca se duerme, porque él no necesita dormir. Ante esto, el niño en su inocente fe dijo lo que justamente esa madre necesitaba oír ese momento para despojarse de su temor por la soledad. Bueno mami, si Dios está siempre despierto, entonces no hace falta que nosotros estemos también despiertos. Diciendo esto, el niño se quedó profundamente dormido en la dulce confianza de la presencia de Dios y la madre también agradeció a Dios porque a veces los niños dicen cosas que ni los adultos más sabios podrían decir. Puede ser que usted, amable oyente, se encuentre oyendo este programa radial en medio de la soledad y es posible que la duda sobre la presencia de Dios haya hecho presa de usted. Si ese es su caso yo le desafío a reconocer la presencia de Dios allí junto a usted y a recobrar la confianza en un Dios que se encarga de velar por su seguridad constantemente. No se deje atrapar en el valle de la duda. Aférrese a estos cuatro asideros. Las promesas de Dios, la provisión de Dios, el poder de Dios y la presencia de Dios. Si lo hace, los días de su permanencia en el valle de la duda está contados. Que Dios le dé el deseo y la voluntad para hacerlo.

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