Cordiales saludos amable oyente. Soy David Araya para extenderle la bienvenida, al estudio bíblico de hoy. Con la ayuda del Señor, por medio de su Espíritu, el hermano David Logacho compartirá con nosotros un estudio sobre las tres últimas bienaventuranzas pronunciadas por Jesús en el Sermón del Monte, según Mateo capítulo 5. Este estudio bíblico es parte de la serie que lleva por título: Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores.
Qué bendición es para mí, compartir este tiempo junto a usted, amable oyente. En nuestro estudio del Evangelio según Mateo, estamos examinando el Sermón del Monte. Lo primero que encontramos en el Sermón del Monte son las bienaventuranzas. Ya hemos analizado seis de las nueve bienaventuranzas. Con la ayuda del Señor, en esta ocasión vamos a analizar las tres restantes. La séptima bienaventuranza se encuentra en Mateo 5:9 donde dice: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados es un adjetivo que significa muy felices o muy dichosos. Si este texto, al igual que los anteriores está hablando de cómo ser muy felices o muy dichosos, es algo digno de ser tomado muy en cuenta, porque en todo ser humano existe un deseo innato de ser feliz. Si está en su poder, nadie rechazaría voluntariamente la felicidad suprema. ¿Desea ser muy dichoso amiga, amigo, oyente? Me imagino que sí. Yo también. ¿Quiénes entonces son los bienaventurados? No son los afortunados, o los famosos, o los más estudiados. Son los pacificadores. La palabra, pacificadores, es un adjetivo que en el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento es una palabra compuesta. Viene del sustantivo eirene que significa paz y el verbo poieo que significa hacer. Los pacificadores son entonces los hacedores de la paz. Esto es importante tomar en cuenta porque muestra que los pacificadores no son sólo los que estiman en alto grado la paz, sino los que hacen algo práctico para mantener la paz. La tendencia natural del ser humano no es hacer la paz sino la guerra. Por eso es que han existido, existen y existirán guerras en el mundo. Inclusive, el mundo piensa que es posible obtener paz por medio de una guerra. Así es como se han iniciado las guerras mundiales. La guerra jamás ha producido paz, amable oyente. Ser pacificador es alguien que en contra de su tendencia natural de fomentar la guerra, da los pasos necesarios para mantener relaciones cordiales con los demás. ¿Por qué son bienaventurados o muy dichosos los pacificadores? La respuesta amable oyente, es porque ellos serán llamados hijos de Dios. Esto por supuesto no significa que para llegar a ser hijos de Dios es necesario ser pacificadores. Todos sabemos que llegar a ser hijos de Dios es resultado de recibir por la fe a Cristo como Salvador. Note lo que dice Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; Lo que Jesús está diciendo es que por medio de hacer la paz, los creyentes manifiestan su carácter como hijos de Dios y la gente no tendrá problema en reconocerlos y hasta llamarlos hijos de Dios. De manera que, amable oyente, ¿Cómo reacciona cuando sus derechos son violentados o es atacado de alguna manera? Si usted es un hijo de Dios por haber recibido a Cristo como su Salvador, debe tener siempre en mente que debe ser un pacificador o un hacedor de la paz, aun si eso conlleva sufrir alguna pérdida. Fue muy reconfortante saber el lema de la misión Apolo 11 que por primera vez llegó a la luna en una misión tripulada. El lema de esta misión fue: Venimos en paz en nombre de la humanidad. Inclusive este lema estaba inscrito en una placa que fue depositada en el mar de la Tranquilidad, donde la nave espacial se posó en la luna. Si… bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios. Muy bien. Ahora analicemos la octava bienaventuranza. Se encuentra en Mateo 5:10 donde dice: Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurado es un adjetivo que significa muy feliz o extremadamente dichoso. En este caso, una persona muy feliz o extremadamente dichosa, es aquella que padece persecución por causa de la justicia. Mientras estemos en el mundo, los creyentes podemos padecer persecución de diversa índole. Pero Jesús está restringiendo la persecución exclusivamente a aquella que se debe, o es por causa de la justicia. Esta persecución resulta de hacer lo que es justo. El mundo en el cual vivimos se ofende con las personas que hacen lo que es justo o hacen la justicia. Es muy probable que usted, siendo creyente, en algún momento de su vida haya sufrido la burla, el desprecio, la incomprensión por no seguir la corriente de este mundo. Este es el tipo de persecución del cual está hablando Jesús. Los que padecen esta persecución son bienaventurados. Este tipo de persecución no debe ser algo extraño en la experiencia de todo creyente. Note lo que dijo el Apóstol Pedro al respecto, en 1 Pedro 4:15-19 Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien. Pero ¿cuál es la promesa para los bienaventurados que padecen persecución a causa de la justicia? Jesús dijo: Porque de ellos es el reino de los cielos. Puede ser que por ahora, mientras tarda el establecimiento del reino de los cielos en la tierra, los creyentes tengamos que padecer persecución por causa de la justicia, pero debemos saber que no siempre será así. Está cercano el día cuando toda persecución y aflicción terminarán para los creyentes. Será el tiempo de recibir la recompensa. De modo que amable oyente, si usted está atravesando por el profundo valle de la persecución a causa de la justicia, no se desanime, no piense que Dios le ha abandonado, más bien gócese sabiendo que es bienaventurado y sabiendo que Dios le está preparando una maravillosa recompensa. Pues, dicho esto, llegamos a la novena y última bienaventuranza. Se encuentra en Mateo 5:11-12 donde dice: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Esta bienaventuranza tiene alguna similitud con la anterior y de hecho, muchos la consideran como parte de la bienaventuranza anterior, pero a mí me parece que enfoca sobre un aspecto especial de persecución. La bienaventuranza anterior enfocaba sobre la persecución por causa de la justicia, mientras que esta bienaventuranza enfoca sobre la persecución por la causa de Cristo. Muy felices o extremadamente dichosos, o simplemente bienaventurados son aquellos que son vituperados y perseguidos por la causa de Cristo. Bienaventurados son aquellos que son el blanco de todo tipo de mentira y maldad por el solo hecho de seguir a Cristo. Llevar el membrete de cristiano no es tarea fácil amiga, amigo oyente. Cuando se mantiene en alto el nombre de Cristo, es inevitable que la gente nos tilde de anticuados, exagerados, intolerantes, fanáticos y tantas otras cosa más. Inclusive es inevitable que la gente invente mentiras para atacarnos y de esa manera ponernos en mal predicamento ante los demás. ¿Qué cristiano no habrá sido acusado de cosas que jamás hizo o dijo, con el único propósito de dañar su imagen ante los demás. Yo sé que usted habrá sufrido esto porque yo lo he sufrido y en un grado que le resultaría difícil creer. El mundo no tiene escrúpulos a la hora de atentar contra el honor de alguien que está siguiendo fielmente al Señor Jesucristo. Ahora, le digo que no es fácil padecer este tipo de persecución. Pero en situaciones así es cuando hace mucho bien el tomar en cuenta lo que dice Dios en su palabra: Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos. Mientras mayor el sufrimiento por la causa de Cristo, mayor el galardón o el premio que Dios nos tiene preparado en el cielo. Esto debe ser fuente de gozo y alegría para el creyente. Pedro habló de lo mismo en 1 Pedro 4:12-14 donde dice: Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Los creyentes no son los únicos que sufren persecución por causa de Cristo. Jesús dijo que los profetas también padecieron persecución por causa de Cristo. Un típico ejemplo fue Jeremías, otro ejemplo notable fue Isaías, ambos y muchos como ellos realmente pusieron en riesgo su vida por la causa de Cristo, aun cuando Cristo todavía no se había manifestado al mundo en la persona de Jesús. Viéndolo bien, es un privilegio sufrir por la causa de Cristo y el galardón que nos espera en la gloria es maravilloso. De esta manera, terminamos esta parte tan hermosa del Sermón del Monte, conocida como las bienaventuranzas. Espero que nos acompañe en los estudios siguientes, en los cuales analizaremos el resto del Sermón del Monte.
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