Cordiales saludos amiga, amigo oyente. La Biblia Dice le da la bienvenida al estudio bíblico de hoy. David Logacho está listo para compartir un nuevo estudio bíblico de la serie que lleva por título: Romanos, la salvación por gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. En esta oportunidad, examinaremos un contraste entre Adán y Cristo.
En nuestro último estudio bíblico vimos la cuantiosa fortuna espiritual que resulta del hecho de ser justificado o declarado justo por Dios. Al mirar esta formidable fortuna espiritual, Pablo hace un contraste entre Adán y Cristo y la caída del hombre por medio del primero, el primer Adán y su redención por medio del segundo, el postrer Adán, Cristo Jesús, el Señor. En ambos casos las consecuencias siempre han tenido su origen en una persona. Nuestra ruina vino por Adán, nuestra redención vino por Cristo. Dicho esto, abramos nuestras Biblias en Romanos capítulo 5 versículo 12 donde dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” Este versículo habla de un hombre, este hombre es Adán. De este hombre desciende toda la humanidad. Adán fue creado inocente, con libre voluntad para hacer el bien y el mal, para obedecer o desobedecer a Dios. Lamentablemente, Adán, voluntariamente decidió desobedecer a Dios. De esta manera, arrastró a la humanidad entera al pecado. En un sentido muy real, Adán se constituyó en la cabeza federal de una raza hundida en el pecado. Adán pasó a su descendencia su naturaleza pecaminosa. A partir de él, todo ser humano nace con esa naturaleza pecaminosa, la cual en esencia es la propensión o la disposición al pecado. El pecado, o la naturaleza pecaminosa entró al mundo por un hombre. Esto tiene severas consecuencias. Una de las consecuencias es la muerte. Adán no estaba sujeto a la muerte originalmente, pero a causa de su pecado, la muerte llegó a ser una amarga experiencia para él y para su descendencia. La muerte tiene tres distintas manifestaciones. Primero, la muerte espiritual, o la separación entre el hombre pecador y Dios. Segundo, la muerte física, y tercero, la muerte eterna, también conocida como la muerte segunda, la cual no sólo comprende la eterna separación de Dios sino el tormento eterno en el lago de fuego. La naturaleza sujeta a la muerte de Adán pasó a toda su descendencia. ¿La razón? Por cuanto todos pecaron. Es decir que por cuanto toda la humanidad desciende de Adán, por medio de la procreación toda la humanidad ha heredado su caída y depravación. La humanidad entera ha pecado en Adán. Esta es la razón por la cual con frecuencia se afirma que los humanos no son pecadores porque pecan, sino que pecan porque son pecadores. En este punto, Pablo hace un paréntesis que va desde el versículo 13 hasta el versículo 14, en el cual explica que el pecado dominó en el mundo aun antes de que entre en vigencia la ley de Moisés. Romanos 5:13-14 dice: “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.” El pecado dominó al hombre en el mundo desde la caída de Adán, aun antes de que entre en vigor la ley que Dios dio a Israel por medio de Moisés. La única diferencia era que entre Adán y el momento que Dios dio la ley a Moisés, el pecado no tenía el carácter de transgresión, porque no había un código legal que se había violado. Transgresión es la acción y efecto de transgredir. Transgredir significa quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto. Por eso es que el texto leído dice que donde no hay ley no se inculpa de pecado. Pero esto no significa que antes de la ley de Moisés no había pecado, o que el hombre podía pecar y no pasaba nada. De ninguna manera. El pecado era tan pecado antes de la ley de Moisés como después de la ley de Moisés. La prueba es que la muerte estaba presente tanto en la gente que vivió antes de Moisés, como en la gente que vive después de la ley de Moisés. El hecho es que el problema de pecado y la consiguiente muerte, no proviene de transgredir la ley de Moisés, sino de ser descendientes de Adán. Adán entonces se constituye en cabeza federal que tiene muchos paralelos con Cristo, quien también es cabeza federal, pero con resultados totalmente opuestos. Esta es la razón por la cual Pablo dice que Adán es figura del que había de venir. A partir de este momento, Pablo explora el contraste entre el acto que trajo condenación por parte de Adán y la acción que trajo redención por parte de Cristo. En Romanos 5:15 encontramos que fueron diferentes en su efectividad. Dice así: “Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo” La transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios, pues si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡Cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos!” En Romanos 5:16 encontramos que fueron diferentes en su extensión. Dice así: “Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación.” Tampoco se puede comparar la dádiva de Dios con las consecuencias del pecado de Adán. El juicio que lleva a la condenación fue resultado de un solo pecado, pero la dádiva que lleva a la justificación tiene que ver con una multitud de transgresiones. En Romanos 5:17 encontramos que fueron diferentes en su eficacia. Dice así: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.” Si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón, los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo. El pecado de Adán trajo la muerte universal, exactamente lo opuesto que prometió Satanás cuando dijo que serán como Dios. El sacrificio de Cristo trajo salvación a los que creen. Al contrario de la acción de Adán que trajo muerte, la acción de Cristo trajo y sigue trayendo vida. En Romanos 5:18-19 encontramos que fueron diferentes en su esencia. Dice así: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muertos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.” Esta porción constituye prácticamente la conclusión de todo lo que viene diciendo Pablo. Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Esta es la parte negativa, la parte obscura. Pero todo cambia con lo que dice el versículo 18. Así como una sola transgresión de una sola persona causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia de una sola persona produjo la justificación que da vida a todos. La persona que por su pecado permitió que el pecado entre en el mundo y como consecuencia la muerte, fue Adán. La persona que por su justicia permitió la justificación que da vida a todos es Jesucristo. Esto no significa que automáticamente todo el mundo es justificado o declarado justo por Dios, porque para poder ser justificado o declarado justo por Dios es necesario confiar en Jesucristo y recibirlo como Salvador personal. Pablo enfatiza la misma idea cuando dice que por la desobediencia de uno solo, Adán, muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno sólo, Cristo Jesús, muchos serán constituidos justos. Al finalizar toda esta sección, Pablo muestra el papel que jugó la ley en todo esto. Romanos 5:20-21 dice: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” La ley de Moisés jamás fue dada para que el hombre sea declarado justo o justificado por Dios mediante su cumplimiento. La ley de Moisés fue dada para que el hombre entienda cuán pecador es y cuan imposibilitado está de satisfacer las justas demandas de Dios. Es en este sentido que se debe entender las palabras de Pablo cuando dice que la ley intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Esta sobreabundancia de gracia se manifestó trayendo justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. Uno ha traído una herencia de pecado, el otro ha traído una herencia de justicia. Uno ha traído condenación, el otro ha traído justificación. Uno ha traído muerte, el otro ha traído vida. Adán y Cristo son cabeza federal de dos descendencias totalmente diferentes. ¿A cuál descendencia pertenece usted?
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