Es grato saludarle amiga, amigo oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Nuestro tema de estudio es la primera epístola de Pablo a los Corintios, en la serie que lleva por título: Un mensaje oportuno para una iglesia en crisis. Uno de los muchos problemas que había en la iglesia en Corinto era las divisiones. Unos decían que eran de Pablo, otros de Apolos, otros de Cefas y otros de Cristo. Enarbolando cada uno su bandera se dedicaron a la ingrata tarea de atacarse y desprestigiase mutuamente. Pablo confronta esta falta de unidad y de armonía y uno de sus argumentos es que no tiene sentido elevar a los altares a un ser humano, porque todo lo que ese ser humano es, se lo debe íntegra y totalmente a Dios. El único que merece ser reconocido y adorado es Dios. Sobre esto nos hablará David Logacho en el estudio bíblico de hoy.
Los creyentes de Corinto cayeron en el error de seguir al hombre antes que a Dios. Por esta causa, la iglesia en Corinto se dividió en varios grupos.
Estaban los que admiraban la sabiduría de Pablo, los que admiraban la oratoria de Apolos, los que admiraban la osadía de Cefas, y los que poniéndose el ropaje de falsa piedad, se declaraban seguidores de Cristo, aunque no se parecían a Cristo en lo más mínimo por su conducta contenciosa en contra de los otros grupos.
Las peleas entre estos grupos eran públicas y notorias. Pablo confronta esta práctica nada digna en la iglesia de Corinto y para ello echa mano de diversos argumentos, entre los cuales está el que vamos a estudiar en esta oportunidad.
Sabemos muy bien que Dios es experto en milagros. El mayor milagro que ha realizado y sigue realizando es el de darnos vida espiritual a los que estábamos espiritualmente muertos. Pero este no es el único milagro que Dios hace con nosotros los creyentes. Hace muchos otros milagros más.
Consideremos uno de ellos. Para esto, vamos a abrir nuestras Biblias en 1 Corintios 1:26-31. Lo que primero tenemos en esta porción bíblica es el antecedente del milagro. 1 Corintios 1:26 dice: «Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles»
Cuando Pablo está hablando de la vocación se está refiriendo al llamamiento de los creyentes en Corinto. Se trataba de un llamamiento cuyo origen, naturaleza y destino son celestiales. Pablo invita a sus lectores a mirar con atención este llamamiento. Desea que los creyentes corintios miren lo que son según la carne. Les hace ver lo que ellos son ante sus propios ojos y ante los ojos de los demás.
A decir verdad, entre los creyentes corintios no había muchos que sean considerados sabios a los ojos de los hombres de la época. Tampoco había muchos que sean considerados poderosos a los ojos de los hombres de la época. Tampoco había muchos que sean considerados nobles a los ojos de los hombres de la época.
Los sabios, poderosos y nobles a los ojos de los hombres de la época, tal vez eran tan pocos en la iglesia de corinto, que se los podía contar con los dedos de una mano. La gran mayoría de los creyentes en la iglesia de Corinto era gente del vulgo, gente común y corriente, gente nada impresionante en el medio social en el cual vivían.
Pero esta es la gente que Dios escoge para hacer algo maravilloso. Dios va a hacer un milagro con ellos.
Consideremos por tanto el milagro propiamente dicho. 1 Corintios 1:17-28 dice: «Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es»
Aquí está el milagro de Dios. Dios escoge lo que los hombres consideran lo menos indicado y con ellos hace un maravilloso milagro. El ser humano pensaría que los sabios, los poderosos y los nobles deberían ser los más indicados para conocer a Dios, pero Dios tiene una manera diferente de pensar. Dios escoge a los necios, a los débiles y a los viles, para que le conozcan, de modo que los sabios, los fuertes y los nobles se sientan avergonzados.
En realidad, Dios escoge lo que no es, para deshacer lo que es. ¿Cómo es posible que la gente del vulgo logre algo que ellos no pueden alcanzar a pesar de toda su sabiduría, todos su poder y toda su nobleza?
Así es amigo oyente. El creyente más sencillo sobre la faz de la tierra ha logrado algo que ni el más sabio de los incrédulos puede lograr, algo que ni el más poderoso de los incrédulos puede lograr, algo que ni el más noble de los incrédulos puede lograr.
Ha logrado conocer en forma personal a Dios a través de Cristo Jesús, su Salvador. Así es Dios, hace el milagro de darse a conocer personalmente a los menos indicados en este mundo. Jamás olvide esto amable oyente. Si usted es un hijo de Dios, alabe al Señor con todo su corazón, porque ha sido escogido directamente por Dios para alcanzar algo que ni los sabios ni los poderosos ni los nobles de este mundo han podido alcanzar.
Jamás dejaré de maravillarme que él me haya escogido a mí, algo necio, débil y vil, para avergonzar a los sabios, a los fuertes y a los nobles. Bendito seas, Señor, eternamente y para siempre.
Hemos considerado el antecedente del milagro y el milagro propiamente dicho.
En último lugar consideremos el propósito del milagro. 1 Corintios 1:29-31 dice: «a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.»
¿Por qué es que Dios escogió a lo necio, a lo débil, a lo vil, a lo menospreciado y a lo que no es, para avergonzar a los sabios, a lo fuerte y a lo que es? La respuesta es muy sencilla: Para que nadie se jacte en su presencia. El hombre no puede decir: Yo conozco a Dios porque soy sabio, o yo conozco a Dios porque soy poderoso, o yo conozco a Dios porque soy noble. Nada de esto.
Ningún hombre llega a conocer a Dios por algún mérito que pueda tener. La prueba de esto es que Dios se ha dado a conocer a los menos indicados para que le conozcan, como a los necios, a los débiles, a los viles, a los menospreciados y a los que no son. De esta manera Dios se asegura que nadie en absoluto tenga el más mínimo motivo para sentirse orgulloso delante de Dios.
Lo que Dios ha hecho es algo por demás maravilloso. Es realmente un milagro. Dios nos ha puesto en Cristo a todos los que hemos confiado en Cristo como Salvador, y esto sin mirar nuestra condición ante los ojos de los hombres. De esta manera, cuando Dios nos mira, no nos ve a nosotros, sino a Cristo Jesús su amado Hijo. Cristo Jesús es todo.
Pablo dice que Cristo Jesús nos ha sido hecho por Dios sabiduría. Nadie puede ser más sabio que Jesucristo. Hablando de Cristo, note lo que dice Colosenses 2:3 «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.»
Tener a Cristo como Salvador personal significa tener todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, algo que el hombre jamás podrá logra por sí mismo, no importa cuan sabio se crea ante otros hombres. El estar en Cristo y que Cristo nos sea hecho por Dios sabiduría garantiza al creyente tener justificación, santificación y redención ante Dios. Dice la Biblia que no hay justo ni aún uno.
Esto significa que el hombre por su propia cuenta está imposibilitado de ser justificado por sí mismo ante Dios. Pero qué maravilla, cuando el hombre pecador recibe a Cristo como Salvador, Dios pone a ese creyente en Cristo y en lo que a Dios respecta, ese creyente es justo, porque Cristo es justo. Además, dice el texto que el creyente es santificado por estar en Cristo. Esto es también maravilloso. Santificación significa poner algo aparte para un propósito específico.
Cuando el hombre pecador recibe a Cristo como Salvador, es puesto aparte del mundo, para honrar, glorificar y servir a Dios. De esta manera el creyente deja de pertenecer al mundo y pasa a pertenecer a Dios. El creyente deja de pertenecer a la familia de Satanás y pasa a pertenecer a la familia de Dios. Esto es maravilloso.
Dice también el texto que en Cristo, el creyente es hecho por Dios redención. Esto completa el cuadro. La palabra que se ha traducido como «redención» es la palabra griega «apolutrosis» que literalmente, en el caso de la compra de esclavos, significa pagar el precio que se pide por un esclavo para dejarlo en libertad.
Qué hermoso es pensar que Cristo Jesús, pagó el precio para comprarnos del mercado de esclavos en el que nos encontrábamos y para dejarnos en libertad. Así es amable oyente, antes de recibir a Cristo como Salvador, éramos esclavos del diablo, del mundo y de nuestra propia carne, pero Cristo pagó el precio para comprarnos y dejarnos en libertad.
¿Cuál fue el precio que él tuvo que pagar? Romanos 5:6 dice al respecto: «Porque Cristo, cuando aun éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos»
Así es amable oyente, Cristo Jesús pagó con su vida para redimirnos o comprarnos y dejarnos en libertad. Esto es maravilloso. Por lo dicho, habrá notado que al estar en Cristo, tenemos todo delante de Dios. No nos falta nada y no nos sobra nada. Por eso Pablo trae a la memoria un pasaje bíblico que encierra una verdad profunda: El que se gloría gloríese en el Señor. No tiene sentido robar a Dios la gloria que sólo a él le pertenece. No tiene sentido idolatrar a los hombres en la iglesia, porque todo lo que tienen ha sido dado por Dios y la gloria debe ser solo para Dios. Cuidado amable oyente con seguir a los hombres y no a Dios.
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