Cordiales saludos amable oyente. Es un verdadero placer compartir este tiempo de Estudio Bíblico con Usted. Hoy comenzamos a estudiar un hermoso libro del Antiguo Testamento. Se trata del libro de Daniel. Que Dios mediante su Espíritu, ilumine nuestra mente para comprender las maravillosas verdades espirituales reveladas en este fascinante libro.
Antes de introducirnos en el cofre de tesoros que es el libro de Daniel, es necesario hacer una breve introducción al mismo. En cuanto al autor, se trata de un judío llamado Daniel, nombre que significa: Dios es mi Juez. Siendo apenas un joven, Daniel fue arrancado de su tierra y de su familia y llevado en cautiverio hacia Babilonia, en año 605 AC. A pesar de estar en el exilio, Daniel jamás negó su fe en el Dios de Israel, y por eso Dios le otorgó gran sabiduría, lo cual permitió que Daniel sea reconocido como un exitoso funcionario gubernamental en los reinos más importantes de su época. Daniel ejerció sus funciones hasta el tercer año de Ciro el persa, es decir, hasta el año 536 AC. Fue durante su vida como exiliado, que Daniel recibió de Dios todo lo que por inspiración del Espíritu Santo dejó escrito en el libro que lleva su nombre. Lo que aparentemente fue una terrible desgracia en la vida de Daniel, Dios lo utilizó como un trampolín para elevar a Daniel a un plano que seguramente él jamás siquiera lo imaginó. La clave de todo fue la inquebrantable fe de Daniel en el Dios de Israel a pesar de las circunstancias adversas que tuvo que enfrentar. Si somos fieles al Señor y vivimos en obediencia a su Palabra, y nos suceden cosas que parecen ser terribles desgracias, no debemos claudicar en nuestra fe en nuestro Señor, porque de seguro que se trata de un trampolín para elevarnos a alturas insospechadas. Cuanta razón tiene la palabra de Dios cuando en Romanos 8:28 dice lo siguiente: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Si está sufriendo sin causa aparente, no baje los brazos amable oyente. De seguro que Dios le está preparando para algo grandioso. El libro de Daniel forma parte de lo que en el Canon Hebreo se llama los Escritos, más precisamente, en la parte de los Escritos conocida como los libros históricos, junto a Crónicas, Esdras y Nehemías. Los Escritos en el Canon Hebreo tienen tres partes, la primera conocida como libros poéticos, dentro de la cual están Job, Salmos y Proverbios. La segunda conocida como los rollos, dentro de la cual están Rut, Ester, Eclesiastés, Cantares y Lamentaciones. Y la tercera, como ya dije, conocida como libros históricos, dentro de la cual están Crónicas, Esdras, Nehemías y Daniel. Algo que llama atención es que el libro de Daniel no forme parte de los Profetas en el Canon Hebreo, sino de los Escritos, como un libro histórico. La razón para esto es que Daniel fue tanto historiador como profeta. Su libro en realidad puede ser considerado como un libro histórico-profético. Es de notar sin embargo, que el Señor Jesús prefería reconocer a Daniel como profeta y por eso se refirió a él como profeta en Mateo 24:15 y Marcos 13:14. A diferencia de todos los otros libros del Antiguo Testamento, los cuales fueron originalmente escritos en idioma Hebreo, el libro de Daniel fue originalmente escrito tanto en Hebreo como en Arameo. Desde el comienzo del libro hasta la primera parte de Daniel 2:4 se escribió en Hebreo. Desde la segunda parte de Daniel 2:4 hasta el final del capítulo 7 fue escrito en Arameo y desde el comienzo de Daniel capítulo 8 hasta el final del libro, fue escrito en Hebreo. El libro de Daniel se puede dividir en dos partes fácilmente reconocibles. Los capítulos 1-6 son la parte histórica del libro. Los capítulos 7-12 son la parte profética del libro. Por la precisión con que se cumplieron las profecías en el libro de Daniel, algunos críticos de la Biblia han cuestionado la fecha de escritura del libro, afirmando que debe haber sido escrito después que sucedieron los eventos allí relatados. Pero los críticos de la Biblia no tienen la razón. La precisión con que se cumplieron las profecías se debe a que Dios reveló a Daniel todo lo que Daniel escribió por inspiración del Espíritu Santo y como Dios conoce el futuro tan bien como si fuera el pasado, todo lo que Daniel profetizó se cumplió a la perfección. Esto es como una inyección de confianza en la bendita palabra de Dios, porque implica que las cosas que profetizó Daniel y todos los otros profetas bíblicos y que todavía apuntan hacia el futuro, se van a cumplir con la misma precisión que se cumplieron las anteriores. Entre las profecías importantes del libro de Daniel se puede mencionar por ejemplo el ascenso y descenso de los poderes gentiles en el mundo. En el tiempo de Daniel estaba en pleno apogeo el imperio Babilónico, pero este imperio no iba a durar para siempre, porque iba a ser derrotado por el imperio Persa y Medo-Persa. Pero este imperio tampoco iba a durar para siempre, porque iba a ser derrotado por el imperio Griego. Pero este imperio tampoco iba a durar para siempre por cuanto iba a ser derrotado por el imperio Romano, este imperio tampoco iba a durar para siempre porque se iba a debilitar y así iba a sostenerse precariamente por medio de alianzas humanas, hasta llegar a su fase final cuando será derrotado en un tiempo que aun para nosotros es futuro, cuando el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido. En contraste con todos los reinos humanos, el reino que Dios levantará no será jamás destruido sino que permanecerá para siempre. La profecía de Daniel se ha cumplido en parte con una precisión admirable y esto implica que lo que falta también se cumplirá con la misma precisión admirable. Cosas como estas son expuestas en forma detallada en el libro de Daniel. Qué consuelo trae esto al corazón de los que somos creyentes. El mundo está patas arriba, como dice un amigo mío, por todo el desorden en lo espiritual, en lo moral, en lo económico, en lo político, en lo social; aun en lo que tiene que ver con la preservación de la naturaleza. Los estudiosos del rumbo en el que va el mundo no tienen mucha esperanza de que las cosas cambien para mejor. Los que conocemos y confiamos en la palabra de Dios, sabemos que las cosas no van a mejorar por la acción del hombre, sino que el sistema mundial va a colapsar como un castillo de naipes por la intervención directa de Dios, para dar lugar a un reino maravilloso y eterno gobernado por Dios, en el cual los creyentes tendremos parte activa. Libros de la Biblia como Daniel nos llenan el corazón de esperanza. En el libro de Daniel se profetiza también el momento preciso que el Señor Jesucristo, el Mesías de Israel, iba a hacer su entrada triunfal a la ciudad de Jerusalén. Esto es realmente asombroso, porque no olvide que el libro de Daniel fue escrito entre los años 605 a 536 antes de Cristo, y sin embargo, este evento tuvo lugar el año preciso, el mes preciso, y el día preciso que Daniel lo profetizó. Sólo alguien como Dios, quien es dueño del futuro puede hacer que algo así acontezca. En el libro de Daniel, también se profetiza algo que para nosotros todavía está en el futuro. Me refiero al tiempo conocido como la tribulación. Daniel en su libro profetizó la duración de este tiempo, fijándolo en siete años, profetizó algunos de los eventos más importantes que ocurrirán durante este tiempo, los cuales son complementados por las profecías en varios libros del Nuevo Testamento. En fin, amable oyente, el libro de Daniel es un cofre de hermosas joyas que cuando se las examina bajo la iluminación del Espíritu Santo nos muestran que tenemos un Dios lleno de gracia y misericordia para los que somos suyos y también un Dios severo con aquellos que voluntariamente se resisten a someterse a él. Es mi deseo que con la guía del Espíritu Santo podamos entender el contenido del libro de Daniel y sobre todo, que podamos aplicarlo a nuestra vida diaria. No queremos hacer un mero ejercicio intelectual comprendiendo la palabra de Dios y guardándola en nuestra mente, sino queremos que la palabra de Dios, una vez comprendida, la guardemos en el corazón, haciéndonos mejores hijos de Dios para honra y gloria de su nombre. Le animo a acompañarme en el estudio de este maravilloso libro. Que el Señor le bendiga.
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