Marcos 16:17-18

Cuál es la interpretación y aplicación del pasaje de marcos 16:17-18

En Marcos 16:15-18 leemos: «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.»

Jesús había aparecido a los once, estando ellos sentados a la mesa, y luego de reprocharles por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado, les entregó lo que nosotros conocemos como la Gran Comisión.

Los discípulos debían predicar el Evangelio a toda criatura en todo el mundo. La meta del Salvador era la evangelización del mundo. Habría dos resultados de la proclamación del evangelio. Algunos creerían de corazón al mensaje del evangelio y serían salvos mientras otros no creerían al mensaje del evangelio y serían condenados.

Los salvos darían público testimonio de su fe en Jesucristo por medio del bautismo en agua. Es entonces cuando Jesús hace una declaración intrigante. Nos habla de algunas señales que seguirán a los que creen. Para muchos intérpretes, esto significa que estas señales se manifestarán en todos aquellos que creen el mensaje del evangelio.

Es decir que si una persona en cualquier época del cristianismo cree el mensaje del evangelio, entonces estará en capacidad de echar fuera demonios, de hablar nuevas lenguas, de tomar en sus manos serpientes, de beber cosas mortíferas sin que les haga daño y de poner sus manos sobre los enfermos para que sanen.

Respetando a los que así interpretan este pasaje, muchos otros entre los que me encuentro yo, lo interpretamos de una manera totalmente diferente. La frase «los que creen» puede perfectamente también ser traducida como «los que hemos creído»Es decir que Jesús no estaba hablando de los que van a creer en el mensaje del evangelio sino de los que en el momento que Jesús estaba ordenando la gran comisión, ya creían en el mensaje del evangelio.

En otras palabras Jesús se estaba refiriendo a los discípulos que estaban con él. Fueron ellos quienes recibieron esa capacidad de manifestar esas señales como prueba de que lo que ellos estaban anunciando era un mensaje que provenía de Dios.

Las señales mencionadas, echar fuera demonios, hablar nuevas lenguas, tomar en las manos serpientes, beber cosa mortífera sin que les haga daño, y poner las manos sobre los enfermos para que sanen era la manera como Dios confirmó dos cosas importantes.

Número uno que los discípulos eran enviados de Dios y número dos que el mensaje que proclamaban era un mensaje divino. De esto nos habla Hebreos 2:3-4 que dice: «¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.»

El autor de Hebreos está exhortando a no descuidar la salvación tan grande que ofrece Dios al pecador. Esa salvación fue anunciada primeramente por Jesús a sus discípulos. Fueron ellos quienes primero lo oyeron. Luego ellos anunciaron el mensaje de salvación a otros.

¿Cómo sabían los otros que esos discípulos de Jesús eran mensajeros de Dios y que su mensaje se originaba en Dios? Dice el texto leído: por las señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. Por tanto, las señales que se menciona en Marcos 16: 17-18 fueron la manera de Dios para confirmar el mensaje que los discípulos estaban anunciando.

Si Ud. hace una investigación del ministerio de predicación del evangelio que realizaron los discípulos en el primer siglo, notará que echaron fuera demonios, según Hechos 8:7, hablaron nuevas lenguas, según Hechos 2:4-11, tomaron serpientes, según Hechos 28:5, pusieron sus manos sobre enfermos para que se sanen, según Hechos 3:7.

De lo único que no registra el Nuevo Testamento es que hubieran bebido cosa mortífera sin que les haga daño, aunque no hay por qué dudar de lo que lo haya hecho, solo que no ha quedado registrado en la Biblia. Todo esto se confirma en lo que Marcos 16:20 dice: «Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén»

¿Quién es el sujeto de esta declaración? ¿A quién se refiere el pronombre ellos? Pues a los discípulos que estaban ese momento con Jesús. Fueron ellos quienes en obediencia a la Gran Comisión salieron inmediatamente y comenzaron a predicar el evangelio en todas partes.

Este trabajo fue realizado con la ayuda del Señor quien confirmó la palabra de los discípulos por medio de las señales que tenían capacidad de hacer, es decir sacando demonios, hablando nuevas lenguas, tomando serpientes, bebiendo cosa mortífera sin que les haga daño y poniendo las manos sobre los enfermos para que se sanen.

Pero Ud. nos consultó también sobre cuál es la aplicación de este pasaje hoy en día. Bueno, al respecto es necesario reconocer que tanto los mensajeros como el mensaje que proclamaban ya fueron autenticados o confirmados en el primer siglo por medio de las señales que Dios les permitió realizar.

Lo que los discípulos hicieron y dijeron ha sido registrado en el Nuevo Testamento. Ud. y yo, hoy en día, tenemos total certeza de que el mensaje del Nuevo Testamento es la infalible palabra de Dios al hombre, por tanto hoy en día no hace falta que los proclamadores de este mensaje tengan que manifestar señales sobrenaturales para que la gente sepa que son enviados de Dios y que están proclamando la palabra de Dios.

La gente, no se va a salvar por ver señales en los que proclaman el evangelio sino por oír, entender y creer en el contenido del evangelio. Sobre esto, permítame señalar lo siguiente. Aun en el tiempo cuando Jesús estaba en la tierra, el mismo Jesús hizo milagros extraordinarios en algunas ciudades, pero nadie en esas ciudades creyó la palabra que Jesús predicó.

Ponga atención a lo que Jesús dijo sobre esto. Mateo 11:20-24 dice: «Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habrían permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.»

Corazín, Betsaida y Tiro, tuvieron el privilegio de ver a Jesús haciendo todo tipo de milagros, pero estas ciudades no se arrepintieron de su pecado. Jesús está confrontando esta situación. Los milagros no lograron que la gente se convierta. Esta fue la triste realidad en el pasado y lamentablemente es la triste realidad también en el presente.

Las manifestaciones sobrenaturales no garantizan que todos los que sean testigos de ellas se arrepientan de sus pecados y encuentren la salvación en Cristo. Así que no nos engañemos pensando que si tan solo los predicadores pudieran hacer descender fuego del cielo como lo hizo Elías, la gente va a venir por millones a recibir a Cristo como Salvador. Puede ser que vengan millones, pero serán millones de curiosos, atraídos por el espectáculo mas totalmente desinteresados en oír, creer y recibir el mensaje del evangelio.

Estoy seguro que Jesús tenía mucha gente a su alrededor cuando hizo los milagros en Corazín, Betsaida y Tiro, pero todos ellos eran solamente curiosos, solamente interesados en el espectáculo. Ninguno se arrepintió de sus pecados.